sábado, mayo 26, 2007

LA PELICULA THE GOOD SHEPHERD

Tomado de El Nuevo Herald.com

La película `The Good Shepherd'
NICOLAS PEREZ

Nunca la novela ni el cine han podido tener el grado de dramatismo de la realidad. Las casualidades, los sucesos inesperados, los caminos convergentes y divergentes de la raza humana que han dado luz a la historia superan con creces el triple salto mortal más atrevido de la ficción.

En mayo de 1953, en el buque Andrea Gritti, rumbo al puerto de Tuxpán, México, tropezaron dos jóvenes. Uno cubano y el otro ruso. Ambos eran seres taciturnos y silenciosos, y cuentan testigos que estuvieron durante toda la travesía practicando el ajedrez: juego de mudos. Y fue una amistad que duró toda una vida. Uno resultó ser más tarde Nikolai Sergéyevitch Leonov, general y subdirector de la KGB entre 1983 y 1981. El otro, Raúl Castro Ruz, actual jefe del gobierno de Cuba. Y esto no fue una pica en Flandes producto de la mente afiebrada de John le Carré, es un hecho histórico.

Supongo, que en alguna parte, Robert de Niro, director de la película The Good Shepherd, leyó esta anécdota, la montó en su grupa y creó la obra cinematográfica que es un duelo magistral entre Sergevih Leonov Ulises y Richard M. Bissell Madre, subdirector de la CIA a cargo de operaciones encubiertas y máximo responsable del fracaso de Bahía de cCochinos. La trama es una entrelazada teoría de flashbacks entre la Segunda Guerra Mundial y 1961. Y en ella se describe el patético mundo del espionaje, donde se mezclan elitismos de sociedades decadentes, almas muertas, fanatismo, traiciones y asesinatos a sangre fría, en un cocktail servido dentro de una copa helada de deshumanización.

(Nikolai Sergéyevitch Leonov muchos años después de su primer encuentro con Raúl Castro )

¿Quieren saber algo?... Esta película nos pone a pensar. Un acierto del anticastrismo fue simpatizar con las ideas norteamericanas de democracia y libertad. Y un error craso, obedecer la primera orden dada por un agente de la CIA. Mezclar la garra impresentable de Washington con la libertad de Cuba fue una inevitable equivocación a fondo perdido. La CIA desde el primer momento no hizo nada más que dividirnos para evitar que nadie se alzara con la suerte de la lucha y poder ellos manejar el fiel de la balanza. Nos dieron las armas y la parafernalia exactas para producir acciones desestabilizadoras, pero no para lograr una victoria militar. Lo justo para alimentar las cárceles y el paredón de fusilamiento. Fui testigo de excepción, como delegado del Directorio Revolucionario Estudiantil a principios de 1962, a una reunión de unidad de todos los sectores, de un grosero intento de la CIA para controlar la clandestinidad. Lo mismo hizo con el Escambray y el exilio.

Una de cal y otra de arena. No es justo omitir que The Good Shepherd es una película tramposa. Miente en su tema central porque los soviéticos no tuvieron participación alguna en la invasión de Bahía de Cochinos. La CIA hizo picadillo a la NKVD. Y los Estados Unidos destruyeron a la URSS.

Finalmente Matt Damon, en una escena para mí la más fuerte y devastadora de la película en su papel de jefe de Operaciones Encubiertas de la CIA, un típico WASP (White Anglosaxon Protestant), cuando va a visitar en Miami Beach a un gángster italiano, posiblemente Santos Traficante, para que se sume a la cruzada norteamericana contra Fidel Castro, lo amenaza por las claras, sin paños tibios, que si no coopera podría ser hasta deportado de los Estados Unidos.

( Richard Bissell )

--Estoy en este país desde los dos años de edad --le responde el mafioso--, nací en Italia, ¿en que me convierte eso?, ¿en italiano?, soy estadounidense y ahora quieren enviarme de vuelta.

El espía se mueve inquieto en su asiento y le responde con rapidez

--Yo podría hacer algo para que revisen su orden de deportación, que lo clasifiquen necesario para la Seguridad Nacional. Podría hacer algo para que no lo molesten --hace una ligera pausa y da fin a la frase-- si nos ayuda.

--Ustedes me asustan, son los que crean las grandes guerras --dice el gángster indignado.

--No, nos aseguramos que sean chicas --responde el otro, sarcástico.

--Le pregunto algo --dice el gángster--. Nosotros los italianos tenemos a nuestra familia y la Iglesia. Los irlandeses tienen su patria. Los judíos, su tradición. Hasta los negros tienen su música. ¿Ustedes qué tienen?

Hay un largo silencio.

--A los Estados Unidos de América --le responde el agente de la CIA--. El resto de ustedes está sólo aquí de visita.

nicop32000@yahoo.com