lunes, junio 25, 2007

CRISIS MAGISTERIAL: ¿UN MAL INCURABLE?

CRISIS MAGISTERIAL: ¿UN MAL INCURABLE?


Por Jorge Olivera Castillo
23 de junio de 2007

La Habana – www.PayoLibre.com – ¡Cuidado con el magisterio! Es la máxima que describe una actitud multiplicada en el ámbito educacional del país. Podría describirse como el efecto de quien se escabulle de un depredador o la decisión ante el olor de un zorrillo en peligro.

Viene a ser también, la estampida y el rechazo en función de ilustrar lo que sucede en todos los niveles escolares. En Cuba nadie o muy pocos se convencen de la necesidad de cubrir los espacios que la deserción deja en numerosas escuelas. Los maestros desisten. Esquivan las convocatorias. Se hacen catedráticos de la indiferencia.

Sencillamente, no quieren entrar en esa especie de jaula donde los salarios devoran la lógica y el sentido común con impunidad de bestias, y las exigencias son rugidos, claros y secos, como los que reverberan en la jungla.

Se acude a alumnos, a profesores jubilados para ponerle coto a la crisis, pero unos pocos dan el paso al frente. El escepticismo domina la escena al margen de las lisonjas y los llamados a la conciencia.

En algunas ocasiones se desliza entre las parrafadas de los discursos un muestrario de incentivos, sin embargo, las victorias son pírricas. Lo peor es que la vocación va a la retaguardia en medio de los ardides para atenuar el curso catastrófico de unas de las vitrinas del socialismo.

El asunto es resolver. Como dictan las leyes de la pragmática: el fin justifica los medios. Adolescentes sin genuinas disponibilidades para ejercer la profesión y ancianos que regresan, biológicamente limitados, pero decididos a buscar algún respiro a sus agobiadas economías, aceptan colocarse al frente de las aulas.

Llegan como los curanderos de una enfermedad que ha logrado burlar tanto las labores preventivas como las terapéuticas. La ineficiencia, el burocratismo, la abulia social, el diseño anárquico que impera en todas las instituciones, son virus mutantes que pudren y enajenan.

Nada se salva en estas atmósferas donde el morbo se junta con el disparate y el voluntarismo con la demencia. Es la antítesis de la integralidad y el equilibrio. Son las consecuencias de la validez de los decretos y el curso siempre agonizante del espíritu de las leyes que resuellan, graves, sobre el papel.

La educación, sus "logros", sus "potencialidades", nadan en el mar de las insuficiencias. La falta de recursos no es la clave que marca el ritmo del derrumbe en el sector.

En esos afanes por revolucionar, se ha invertido el movimiento de la dialéctica: gratuidades sin resortes que controlen y ahorren con eficacia, pésima distribución de los presupuestos, ausencia de estímulos materiales que amortigüen el impacto de los bajos salarios, agudización de las diferencias de clase a partir de la apertura al turismo internacional.

Todo conspira para que seamos menos educados. Basta con echar una ojeada por las escuelas para tener constancia de hacia donde vamos: Endémica falta de maestros, deterioro arquitectónico, proliferación de conductas inadecuadas en los alumnos tales como el uso del lenguaje prosaico, la promiscuidad sexual, el bajo rendimiento académico y el aumento de hechos violentos.

Recientemente los integrantes del Sindicato de Trabajadores de la Educación, las Ciencias y el Deporte de la provincia de Villa Clara abordaron el tema en una conferencia. Entre las principales preocupaciones discutidas resaltaron los prejuicios que existen sobre el ingreso de los jóvenes a las carreras pedagógicas, la débil preparación de éstos al integrarse al sistema educacional y el déficit de profesores.

En el cónclave se instó a cultivar la vocación como premisa para subsanar el problema. Hubo sentencias firmes, propuestas, entusiasmo, autocríticas. Temo que todas esas semillas cayeron en suelo baldío. Ya es lo usual.

Ofrezco otro probable destino. El saco roto. Por cierto, los agujeros tienen en el 2007 un diámetro mayor. Con tales orificios es factible asegurarse de que el fracaso en el sistema educativo está garantizado al margen de conciliábulos de última hora y de la multitud de funcionarios empeñados en manufacturar la aguja y el hilo para el remiendo.