lunes, septiembre 24, 2007

OTRA VEZ EN EL BANQUILLO

OTRA VEZ EN EL BANQUILLO


Jorge Olivera Castillo

24 de septiembre de 2007

La Habana – www.PayoLibre.com – La dictadura del proletariado es una entelequia. Desde el siglo XXI y encima de mi atalaya puedo divisar la falsedad, el meollo del enigma, la petrificación de este fundamento.

Las intenciones de Lenin, los razonamientos de Marx y la perspicacia de Engels sirvieron para fraguar cadenas y candados para la clase obrera.

Definitivamente los proletarios fueron útiles como pedestales de los nuevos santos. Stalin, Mao y Castro interpretaron, a su manera, el manual del socialismo. En sus apuros revolucionarios en vez de enrumbarse por el camino de la sensatez, tomaron la ruta ideal para alcanzar la cúspide del poder absoluto. Al final, los proletarios quedaron para producir aplausos y otras manifestaciones inherentes a la servidumbre.

Las dictaduras consiguieron el boleto para gobernar a sus antojos, sin cordura, ni fecha de vencimiento.

El reciente informe de la Confederación Sindical Internacional ilustra, en detalles, la situación del entorno laboral en una de las dictaduras más longevas de cuantas han existido en la historia contemporánea.

Se consigna, una vez más, que en Cuba persiste el control del estado sobre los sindicatos, el acoso a los líderes e integrantes de los movimientos independientes que denuncian la realidad dentro de este ámbito, la detención y condena de siete sindicalistas en la ola represiva de 2003.

La entidad vuelve a repetir las mismas faltas. No recoge ninguna medida que indique una revisión de las disposiciones que hacen de la clase obrera cubana una de las más explotadas en el mundo.

¿Quién en su sano juicio se atrevería a refutar los señalamientos críticos al conocer que el salario en Cuba no pasa de 16 pesos convertibles (13 dólares), al mes?

¿Es justo que a los nacionales que laboran en las empresas extranjeras se les paguen sueldos de esclavitud, mientras una institución estatal se arroga, además, el derecho de efectuar las contrataciones?

¿Sobre cuales premisas podría erigirse ese socialismo que pregona la libertad y la soberanía del pueblo, cuando los trabajadores deben cumplir lo estipulado por la única central sindical controlada por el partido comunista en detrimento de otras opciones?

Alguna vez se dijo que Cuba era el paraíso de los humildes, que la revolución socialista sería el remedio para curar la explotación generada por el capital.

Seguir con esas letanías, creerlas, aplaudirlas, es cubrir un espacio que va de la tontería al cinismo.

En la isla se eterniza un espíritu de miseria. Se cierran las puertas al futuro y se abren las ventanas al pasado. Hoy, existen penurias artificiales producidas por leyes absurdas, prioridades basadas en caprichos personales, ausencia de debates que den paso a ideas más eficaces y revolucionarias.

El régimen de La Habana reincide en los delitos. Quiere continuar quebrantando los derechos fundamentales. Parece que la represión es el terreno donde se siente cómodo, pero todo cambia para su pesar. Algún día habrá pluralismo sindical.

De eso estoy seguro. Pedro Pablo Álvarez Ramos también, desde su celda en el Combinado del Este. El encierro no mata las ideas, ni las esperanzas. Esa es parte de su filosofía y la del resto de sus colegas del sindicalismo libre.