viernes, octubre 05, 2007

DIVAGAR, DISTRAER, DILATAR

DIVAGAR, DISTRAER, DILATAR


Por Jorge Olivera Castillo
Sindical Press

5 de octubre de 2007

La Habana – www.PayoLibre.com – Esas son las esencias de los discursos oficiales. La manera con que se cumple la dramaturgia del poder. En este caso el que atañe a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el sindicato que auspicia el Partido Comunista, el eterno, el único dentro de la isla.

Se acaba de clausurar el octogésimo pleno del Consejo Nacional de la referida entidad y se insiste en el mismo guión. Sólo variaciones en el orden de los viejos problemas. Nada creíble o novedoso.

Más espesa la retórica, un mayor diapasón para las promesas, amagos de soluciones, raros aportes semánticos y nuevas modulaciones en el arte de expeler otra catilinaria contra lo mal hecho.

Lo verdaderamente trágico es el ambiente que se logra en estas reuniones. Decenas de intervenciones baldías, recurrencias conceptuales que avivan las llamas de la mediocridad, retruécanos ideológicos sin otra función que servir de cortinaje al rosario de problemas, los mismos de años precedentes.

Es difícil ser optimista en medio de un escenario harto conocido. ¿Qué puede aportar a la discusión de temas laborales el Vicepresidente del Consejo de Estado Carlos Lage cuando su filosofía, al menos la visible, se erige sobre los pilares del estalinismo insular?

¿Puede alguien tan estrechamente vinculado a los mecanismos de poder, hablar con independencia y profundidad los problemas causados por políticas impulsadas por esa misma élite que se niega a entrar por la puerta del cambio?

¿Por qué se insiste en formalismos discursivos y no se acaban de acometer las transformaciones que hagan de la praxis una nota real y permanente en todo el país?

Evidentemente, no existe un proyecto definido para iniciar una apertura que desate los amarres que propician el estancamiento. Hay resistencias que logran mantener el status quo sin que se vislumbre en un corto plazo nada espectacular, ni que abra los cauces de una nueva era.

Descentralizar, racionalizar, ahorrar, son realidades sólo posibles desde la perspectiva de un proyecto de nación donde haya transparencia, verdadera participación ciudadana, rendición de cuentas del gobierno al pueblo, promoción del debate en todos las esferas de la sociedad con su correspondiente cobertura mediática.

No me atrevería a absolutizar en cuanto a una presunta unidad de criterios dentro de la cúpula respecto a una actitud conservadora, pero no hay que estar ahí dentro para constatar el triunfo del espíritu continuista. Los burócratas, el ala radical del Partido y los generales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior sienten todavía confianza en sus prebendas y en el control que ejercen sobre la sociedad.

Mientras transcurren los meses, es preciso acostumbrarse a periódicas simulaciones de cambio. Perfeccionamiento empresarial, discretas medidas liberalizadoras en la agricultura, dudosos ofrecimientos de un diálogo con Estados Unidos, maniobras diplomáticas para normalizar de alguna manera los lazos con la Unión Europea, y en el frente sindical interno, la insistencia en una combinación de retórica y algunas migajas para el entretenimiento.

Aunque resulte descorazonador, no hay materia prima para manufacturar sorpresas. Todo se ajusta a la medida de una dictadura que juega con el tiempo y el espacio.

En esta diversión han invertido casi la mitad de una centuria. Divagan en derredor de las soluciones, distraen la atención con poses y estadísticas, y dilatan el camino que va a la esperanza. Ese es su juego. La manera más aberrante de atropellar la inteligencia de quienes sobreviven bajo sus botas y su garrote.