miércoles, junio 25, 2008

MARIA COMELLA

María Comella


Por José Ignacio Rasco

Si alguna cubana pudiera simbolizar lo que fue el papel heroico y diplomático de la mujer cubana en el prólogo de la resistencia y la batalla por la libertad cubana fue esa fémina inquieta y andariega que respondía por María Comella. En el mundo de la clandestinidad empezó a distinguirse aquel extraordinario ser de alta política, de sana picardía, con valor y prudencia única para la investigación y la lucha.

Todo el que vivió aquella labor excepcional de la conspiración clandestina inicial contra el castrismo tuvo que saber de su audacia, lealtad, disciplina y talento para el mando y el seguimiento. Nadie fue más fiel y celosa guardiana del inolvidable gran luchador Rogelio González Corzo, que dio su vida por la causa, cuando la clandestinidad organizada daba sus primeros pasos con el MRR, el MDC, Rescate, la Triple A y Montecristi, que luego fundidos integraron el FRD (Frente Revolucionario Democrático) que consolidó inicialmente a los sectores anticastristas, no batistianos, con el afán de derrocar a la tiranía naciente.

Como tantos quijotes María Comella tuvo que salir de Cuba no para escapar de la batalla emprendida sino para ayudar en la guerra y en la paz a la Cuba que no quería rendirse a la hoz y el martillo.

Ya en el exilio María Comella se dedicó plenamente al servicio de la causa. Llegó a ser una honorífica embajadora cubana en España para beneficio de la libertad de nuestra patria y de ayuda para los cubanos que llegaban.

María dedicó toda su vida a la causa cubana sin descuidar sus deberes maternales y las dificultades de su doble viudez.

( María Comella y Rigoberto Carcellier en una manifestación )

Es extraño encontrar un exiliado cubano en España que no acudiera a su despacho para resolver problemas o colaborar en planes para la liberación de Cuba. Nada de la Isla le resultaba ajeno.

Por su prestigio, conexiones, trabajos e investigaciones llegó a ser la persona más influyente en España, donde nada ajeno le era ajeno y a la que tanto quería.

En mis obligadas visitas a España su orientación y colaboración conmigo fueron siempre excelentes. No hubo entrevista política, ni programa de radio o televisión que no me gestionara rápidamente con su habilidad diplomática y conocimiento de la política española y de la lucha cubana. Gozaba en servir. Poseía una habilidad extraordinaria para obtener resultados en lo que se proponía. Resolvía problemas todos los días a todo el exilio, especialmente en Madrid. Conocía a todo el mundo relevante. A nadie negaba un favor. Todos confiaban en su voluntaria cooperación, seriedad y eficiencia, sin interés personal alguno. Sabía que no había fronteras, que se hacía camino al andar. A la hora de Cuba siempre atendía a todos sin bandería política.

( María Comella, con gorra , frente a la Embajada Castrista en Madrid durante una manifestación )

María era una amiga de lujo, desinteresada, siempre en acción, querida y respetada, elegante y sencilla, simpática y bella, muy cubana y muy española, soñadora y realista. Sentía una admiración impar por el DIARIO LAS AMERICAS y por su director Don Horacio Aguirre, solo superada, como cristiana legítima, por su devoción a la Iglesia y a Cristo mismo, aunque sin gazmoñería alguna.

¡Qué Dios tenga en la Gloria a la inolvidable cubana que fue María Comella!