BARACUTEY CUBANO

Por Tania Díaz Castro


LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Aunque a los cubanos nos sobrevive un solo dictador hace ya medio siglo, su nombre no es el de mayor pegada cuando nace un bebé.

De antemano, a ese bebé se le inventó un nombre que empieza con Y, vigésima sexta letra del alfabeto y vigésima de las consonantes. Es, además el símbolo del itrio.

Con esta letra los cubanos han inventado una cantidad de nombres, que resulta imposible conocerlos todos.

La agencia española EFE, radicada en La Habana, fue realmente la descubridora de la proliferación de nombres cubanos extravagantes que comienzan con la letra Y. En un despacho fechado el 23 de junio de 2003 catalogó el hecho de insólito y destacó, por ejemplo, que en los equipos de boxeo y de béisbol, más de la tercera parte de sus integrantes se llamaran Yoel, Yorman, Yosvanis, etc.

Luego fue la página de CubaNet, a través de una crónica mía de ese mismo mes de junio y del mismo año, la que amplió la información. No eran solamente los peloteros y boxeadores cuyos nombres comenzaban con la Y; tampoco se trataba de que los padres de las nuevas generaciones de cubanos prefirieran para sus hijos nombres originales y dejaran a un lado los tradicionales. Se trataba, simplemente, de ir contra la corriente social. ¿No eran los nombres de Fidel, Raúl y Vilma los que más se escuchaban -aún se escuchan- en la radio, en la televisión, en la prensa escrita, en los actos de masas? ¿No se vanagloriaba siempre el régimen castrista de la unanimidad política de la población, del apoyo de las grandes multitudes, de la fidelidad del pueblo? ¿Por qué entonces no se repetían esos tres simples nombres -nombres nada feos, por cierto-, como se han repetido los nombres cristianos a lo largo de varios siglos –José, María, Jesús, Magdalena, Pedro, Pablo, etc.?

El 26 de noviembre de 2004, un año después del descubrimiento de la agencia EFE, Juventud Rebelde nos ofreció una interesante información: de los 1,200 delegados al VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, 230 llevaban nombres que comenzaban con Y. Por ejemplo, los masculinos Yarisetly, Yanaurys, el femenino Yanina, etc. Y aclara, como dato curioso, que se trata de jóvenes que nacieron en el período comprendido entre 1975 y 1977.

También el escritor cubano Rafael Alcides, para no quedarse atrás ante el apogeo de dichos nombres, publicó una crónica en Encuentro en la red, el 4 de agosto de 2005, donde incluyó una amplísima muestra de nombres que comienzan con Y, y confesó, además, que pudo reunir más de dos mil, pertenecientes a “una misteriosa secta de masas”.

Sin embargo, no se trata de una conspiración política, aunque puede que lo sea, si tenemos en cuenta que uno de los nombres más antiguos que conocemos, Yudania, pertenece a la hija de una opositora pacífica, nacida en 1973. Creo que lo mejor será esperar a que los especialistas en la ciencia de la onomástica expliquen cuando se pueda, claro, cuando recobremos la libertad perdida, por qué las generaciones de Fidel y de Raúl no se nombran como ellos. Sobre todo (y esto es lo más grave), por qué proliferan tanto los nombres que empiezan con Y en jóvenes de procedencia humilde que estudiaron en escuelas especializadas en deportes, arte, etc. ¡No tenemos, señores, que ya es el colmo, ni una cantante que se llame Fidelia, ni un jonronero que se nombre Raúl!

Hasta el semanario internacional de Prensa Latina, Orbe, publicó en julio de 2006 este chiste:

-Mamá, en la escuela no saben decir mi nombre.

-No me hables ahora, Yusmilsisleisdisisito.