sábado, septiembre 12, 2009

HIP HOP; UN SONIDO CONTRA EL TRÁFICO

HIP HOP; UN SONIDO CONTRA EL TRÁFICO




Por Juan Antonio Madrazo Luna


El Vedado, La Habana, septiembre 10 de 2009, (SDP) En la actualidad, la música Rap como elemento sonoro del Hip Hop, constituye uno de los sectores de mayor crecimiento dentro de la industria musical global. Es una red cultural transnacional, un instrumento de movilización y formación identitaria de sectores juveniles significativos a nivel internacional. Ofrece herramientas musicales, lingüísticas y corporales para reflexionar sobre problemas cotidianos como la miseria, la exclusión, la discriminación y la intolerancia. Participa en la creación de una red de símbolos culturales cuya circulación es a nivel global. Es una aduana de intercambio, espacio de interacción multicultural, cuyos pioneros fueron los jóvenes afroamericanos, puertorriqueños y caribeños en los barrios marginales de Nueva York. Esta modalidad sonora nace literalmente en el ghetto urbano, oscuro y peligroso.

El Hip Hop no solamente brinda un sentimiento colectivo de comunidad sino que también desarrolla espacios alternativos para habitar cómodamente la ciudad. El Rap, además de ser un grito de guerra contra el silencio, es un mecanismo de afirmación cultural y de identidad colectiva que derriba fronteras. También opera como una herramienta de control y dignificación,

La conservadora cultura oficial cubana ha incorporado el Hip Hop a su catálogo con ciertas resistencias, recelos y distancias. El acercamiento al Rap de varios músicos cubanos aún es intermitente y muy tímido. Aún no se ha producido un verdadero diálogo entre el Rap y otras formas de nuestra diversidad sonora debido a prejuicios que se fortalecen en la sociedad civil cubana como el racismo y la discriminación, lo cual impide escuchar las propuestas de jóvenes raperos, Mcs, Djs, compositores y arreglistas que han sabido apropiarse de un universo musical y cultural.

La imagen de la cultura Hip Hop cubana no es suficientemente conocida mas allá de la gente que la ejerce y la disfruta. Sin embargo, mas allá del mar hay una gran cantidad de materiales audiovisuales sobre el Hip Hop producido en la isla por miradas foráneas que legitiman en pantallas del mundo nuestra cultura underground, todo un reto y una interrogante sospechosa para quienes regulan el tránsito de la política cultural.

La presencia y evolución del Hip Hop en Cuba obedeció a transformaciones económicas, sociales y culturales que se comenzaron a experimentar a partir de los años 90. El inicio del llamado Período Especial hizo que temas como la desigualdad, la prostitución, la violencia intrafamiliar, la marginalidad, la pobreza, la dolarización de la economía, el neoracismo, el consumo de drogas, la corrupción, el desencanto, la crisis de valores, el apartheid turístico, la emigración y el renacimiento de la fe religiosa como tablas de salvación, entraron a formar parte de los discursos cotidianos, a evaluar críticamente la realidad, a interrogarla constantemente emitiendo valoraciones negativas y positivas desde cualquier emplazamiento posible. Esta modalidad sonora se convirtió en un espejo social.

El Hip Hop comenzó a desarrollarse en el barrio de Alamar, la ciudad dormitorio y periférica asentada sobre el diente de perro, al oriente de La Habana. El Rap nació al amparo de la cultura del camello, bajo cierta dureza, dopado por un lenguaje agresivo. Fue colocado en el radar nacional e internacional a través del Festival de Rap de la Habana en 1995. Sin cobertura de prensa nacional, las guerrillas sonoras derribaban el silencio sobre la discriminación racial, se convertían en los portavoces más visibles de este tema, denunciaban la actitud indiscriminada de funcionarios y agentes del orden interior al exigir identificación a los jóvenes negros y mestizos. Se convirtió en un compromiso político concientizar a los jóvenes sobre el momento que se vivía. Su rebeldía cultural incomodó al orden dominante.

El Hip Hop, como espacio de negociación, encuentro, diálogo y síntesis cultural, ha contribuido mediante sus protagonistas a la dignificacion y el orgullo estético de ser negro en un país donde lo difícil no es ser hombre, sino ser negro.

A pesar de haber sido creada la Agencia Cubana de Rap, después de haber desmantelado los comisarios culturales el pujante movimiento y su Festival, el Rap opera en condiciones difíciles. La manipulación mediática y política convirtió el Rap en un peligro. La Televisión Cubana, como eslabón de los aparatos ideológicos de propaganda, mantiene un efecto corrosivo sobre el más autentico discurso rapero. También la prensa oficial contribuyó a su marginación.

La institucionalidad cubana nunca aceptó el movimiento del Hip Hop como una manifestación de la vanguardia artística. En el momento de su impacto en la sociedad, ejecutivos, realizadores y caciques de los medios, construyeron el miedo al Rap, como lo han hecho con otras manifestaciones de la cultura popular. Ahí se continúa reproduciendo el miedo al negro. La más reciente polémica ha sido el perreo intelectual contra el reguetón. La mayoría de las expresiones populares en Cuba son guettificadas en su proyección sociocultural.

El rap, más que música, es poesía y pensamiento. Genera un discurso propio, autónomo, es un agente de cambio que establece vasos comunicantes con la sociedad. Aún así los raperos continúan marginados por la agudeza de su discurso crítico, el repertorio político de sus demandas y la voluntad emancipatoria con que cuestionan muchas estructuras, conceptos y prejuicios sociales y políticos establecidos aún en la sociedad cubana del siglo XXI.

Este movimiento genera sospecha política pero sus mayores exponentes, continúan contra el tráfico dibujando la realidad quemante de la Cuba de hoy. Ahí están las crónicas de Los Aldeanos, Silvito el Libre, Obsesión, Doble Filo, Anónimo Consejo, Hermanos de Causa, Papa Humbertico, que apuestan por una Cuba presidida por la ética de la libertad y la honestidad.
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