domingo, octubre 25, 2009

La conversión de Cintio Vitier

Tomado de http://www.elnuevoherald.com


La conversión de Cintio Vitier



Por Alejandro Rios

En las fotos del entierro divulgadas por la prensa cubana una indigencia lastimosa enfunda a la comitiva que acompaña el féretro de Cintio Vitier, destacada figura intelectual del siglo XX en la isla.

En pocos años su obra, una ensayística que se mueve entre la fe religiosa y la militancia política, será una tesis universitaria o un simposio, si acaso, antes de irse en fade.

Vitier es el canon del pensador cubano convertido ferozmente al castrismo luego de sufrir en carne propia las excomuniones de la cultura oficial.

Hubo un tiempo que su filiación católica y ``origenista'' hizo que lo pusieran a trabajar junto a su esposa Fina García Marruz en anodinos cubículos de la Biblioteca Nacional, que él llamaba ``celdas de trabajo'', en horarios de ocho horas que eran controlados, con cierta saña, por quien entonces fungía como director de turno de la institución, el historiador Julio Le Riverend, un hombre de confianza del régimen sin la altura intelectual de Vitier pero con el poder de perturbarlo.

A la sazón, la Biblioteca Nacional era un coto de castigados recelosos que hablaban mirando sobre los hombros y esperaban, mansamente, la redención del sistema.

En 1972 el poeta y cura nicaragüense Ernesto Cardenal publica el libro testimonio En Cuba, donde refiere su visita de tres meses a la isla en 1970. Allí cuenta el regocijo de Vitier cuando el gobierno de Castro parecía separarse de la órbita soviética.

( José María Vitier, Amary Pérez Vidal y José Adrián Vitier en el entierro de Cintio Vitier )

El poeta cubano hablaba de una suerte de nueva y real independencia que muy poco duró, y los afanes revolucionarios de Vitier siguieron puestos en solfa por su incapacidad de comulgar con los dictados del castrismo.

En el Instituto del Libro le disputaban las ediciones de sus libros. Muchos agonizaban en el llamado ``colchón editorial'' de dónde solo salían para las prensas los títulos afines al régimen.

Mediocres y vengativos funcionarios de la entidad, con aires intelectuales, le ninguneaban sus originales y su presencia en espera de textos y actitudes más comprometidos. Uno que ahora Eusebio Leal propone como libro de texto, Ese sol del mundo moral, conoció primero la edición mexicana de 1975 antes de recibir, veinte años después, el beneplácito de la burocracia cubana para ver la luz.

Aterrado e impotente debió atestiguar, en silencio, cómo atormentaron hasta la muerte en 1976 a su amigo y maestro José Lezama Lima, con quien compartiera momentos de gloria como parte del grupo de la revista Orígenes. De igual modo, vio partir al exilio al padre Gaztelu, otro miembro relevante del grupo.

Tres años después no menos inquietante le resultó el fallecimiento de su archienemigo intelectual Virgilio Piñera, en las antípodas del catolicismo, y otro de los escritores acosados por la policía política hasta el final de sus días.

En algún momento Vitier debió de pensar que no tenía madera de mártir y comenzó a abdicar de algunas de sus creencias, sobre todo políticas, como había hecho su concuño Eliseo Diego para salvar a la familia del naufragio.

De tal suerte le otorgaron el Premio Nacional de Literatura en 1988, comenzaron a publicarlo, ya no era un pecado ser católico y Fidel Castro le empezó a hacer guiños personales hasta ganar su devoción.

El conocido oportunismo del régimen lo puso eventualmente al frente de la edición crítica de las obras completas de José Martí que tampoco fue un paseo intelectual con la intromisión de Armando Hart y otros siniestros burócratas.

Sobre sus sinsabores con el régimen apuntó en cierta ocasión: ``Fueron momentos de confusión. Mire... las revoluciones son revoluciones, y significan una convulsión. Y a veces se desatan las pasiones buenas y las malas. Pero afortunadamente todo eso se ha superado. Yo creo que una de las virtudes más grandes de esta Revolución, al revés de las demás que yo conozco al menos, es que ha tenido el buen sentido de rectificar y superar sus propios errores''.

Pasó los años finales de su vida como un relacionista público del mismo régimen que lo mantuvo en jaque. Puso la otra mejilla a cada manotazo e ignoró la ordalía de católicos presos y fusilados. Debe de haber sido difícil rendirle cuentas a su creador celestial.

1 Comments:

At 4:54 a. m., Anonymous Anónimo said...

Pueden estar seguros que la historia lo tratara mejor que al escritor de este articulo

 

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