CUBA: Los combatientes y sus hazañas
Los combatientes y sus hazañas
Lawton, 23/10/2007
Al trabajo lo encabeza una foto en que aparece el coronel Esteban Ventura Novo. Vestido impecablemente de blanco, observa acompañado de sus hombres, un alijo de armas ocupadas a los enemigos del gobierno. La foto es de archivo.
Esteban Ventura y el también coronel Orlando Piedra, fueron los oficiales policiales más capaces con que contó el gobierno de Fulgencio Batista. Ventura y Piedra compartieron la responsabilidad por la Inteligencia policial. Bajo un análisis contemporáneo, puede decirse que ambos fueron pioneros de lo que hoy se denomina ‘lucha anti terrorista’.
Los adversarios de Ventura y Piedra no fueron pacíficos luchadores por la libertad y el derecho de sus compatriotas. Lidiaron con terroristas y tuvieron que hacerlo bajo las reglas de la democracia.
Muy pocos de entre los que se dice, fueron muertos por Ventura, eran inocentes. Tenían las manos manchadas de sangre. Murieron por la espada porque vivieron para la espada.
La ausencia de ensañamiento en el trato de aquellos carceleros, contrasta severamente con el actual trato cruel y despiadado de los esbirros del régimen de Fidel y Raúl Castro en las prisiones.
Bermúdez en su ancianidad parece defender al régimen castrista. Quizás hasta haya participado o haya dirigido un mitin de repudio. Es lo que puede esperarse de un revolucionario. Quien no cuestionó en su momento colocar bombas contra civiles, en la actualidad debe tener pocos escrúpulos para participar, dirigir o apoyar un mitin de repudio.
( Coronel Esteban Ventura Novo)
A Esteban Ventura y a Orlando Piedra, no les tocó reprimir Damas de Blanco. Ellos lidiaron con otro estilo de damas. Damas como aquella jovencita, que murió mientras armaba su bomba en el servicio de señoras del cine América en La Habana. Si hubiera sobrevivido, quizás hoy fuera combatiente del Ministerio del Interior.
Probablemente dirigiría una prisión para mujeres. Las prisiones de Cuba son establecimientos ideales para dar rienda suelta a ciertas inclinaciones. El único requisito es estar del lado adecuado y por supuesto, vestir el uniforme adecuado. En ellas, al maltratar reclusos, debe sentirse una emoción similar a la sentida, cuando se pone una bomba y se puede percibir que se infirió dolor.
Un filme de los años 60 del cineasta italiano Gillo Pontecorvo, ‘La Batalla de Argel’, es muy ilustrativo. Los ‘luchadores clandestinos’ (léase terroristas) eran todos marginales. De traficar con drogas y explotar la prostitución, pasaron a ‘combatientes revolucionarios’. Personas ancianas me han explicado que en Cuba, durante el gobierno de Batista también fue así.
Algunos héroes y mártires de la lucha clandestina en La Habana, traficaron con marihuana y la consumieron hasta poco antes de su conversión en austeros revolucionarios. De todos modos, la tarea que les tocó no fue tan difícil. Eran tiempos de ‘habeas corpus’ y de una relativa libertad de prensa.
Podían desplazarse al extranjero y regresar. Disponían de libertad económica y no debían tributo oneroso al estado para trabajar o cambiar de lugar de residencia. En fin, dispusieron de derechos y garantías ciudadanas. Habrá que revisar las hazañas de los combatientes revolucionarios. Pero al hacerlo, es mejor estar preparados para sufrir grandes decepciones.
Lawton, 23/10/2007
jgonzafeb@yahoo.com
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