BARACUTEY CUBANO

Por Luife Galeano


Confirmada la traición. Sellado y rubricado el acto cobarde con la tiranía en el poder, la Iglesia se complace y el español se engalana para anunciar, a voz en grito, el triunfo de los crueles. Se arría el telón y todo está dispuesto para conducir a cincuenta y dos opositores al destierro.

¿Dónde está la gloria, el éxito, el gesto? ¿Se ha luchado tanto para que la solución sea el despido? ¿Y qué les quedará a esos cincuenta y dos luchadores más que la tristeza de perder su Patria?

Leo las noticias compungido e, imaginándome el día en que estos valientes en las peceras de Rancho Boyeros velen sus últimas horas en la isla, me vienen a la mente aquellos versos de Kavafis a Antonio:

“Cuando de pronto a media noche oigas pasar una invisible compañía con admirables músicas y voces, no lamentes tu suerte, tus obras fracasadas, las ilusiones de una vida que llorarías en vano”.

Estos valientes luchadores sentirán el vacío; el que, tal vez, su lucha resultó inútil y no habrá nadie para consolarlos. Los guardias vigilarán sus movimientos, los funcionarios españoles les tratarán de convencer de que acepten el estatus de residentes; que bajo ningún concepto soliciten asilo político que ello les impedirá regresar a Cuba. Se verán rodeados por mentirosos aduladores que se aprovecharán de los cuerpos ajados y las mentes agotadas del combate.

Camino de la aeronave, deslizándose por la rampa que los conduzca hacia ese destino terminal en el que pretenden hundirlos, les animo recordando a ese Antonio despidiéndose de Alejandría:

“Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, saluda, saluda a Alejandría que se aleja. Y, sobre todo, no te engañes, nunca digas que es un sueño, que tus oídos te confunden; a tan vana esperanza no desciendas”.

Porque seguro estoy que, salvo el abrazo entre los suyos, el tan siempre ansiado cariño del que tanto tiempo carecieron, será el único consuelo que les temple el espíritu al sentir que su tierra natal se pierde bajo sus pies.

( Cardenal Ortega, Canciller español Miguel Ángel Moratinos y el actual Embajador español en Cuba)

Así fue dispuesto por el cardenal colaboracionista de la sacrosanta Madre Iglesia y por el ministro extranjero de la confusa Madre Patria. Así fue dispuesto y sólo me quedan las estrofas finales de ese poema de Kavafis que tan a propósito nos resulta para ilustrar esta infamia:

“Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, como quien digno ha sido de tal ciudad, acércate a la ventana con firmeza, escucha con emoción, mas nunca con lamentos y quejas de cobarde, y goza por vez final los sones, la música exquisita de esa tropa divina, y despide, despide a Alejandría que así pierdes”.

Pero el cubano al que hoy someten y doblan la testuz no cederá un ápice su lucha. No existirá decreto ni proclama ni hostia bendita que lo desvíe de la misión que emprendió para salvar a su país del yugo que lo oprime. Cuando en ese vuelo de la vergüenza se deporte a los opositores, repicarán en mi mente los versos de Kavafis sintiendo que Dios abandona a la disidencia y me negaré a aceptarlo. Más bien le pediré a todos —como a Antonio— que nunca digan que fue un sueño.