domingo, marzo 27, 2011

TRES MAESTROS COLOSALES CUBANOS: José de la Luz y Caballero, Padre Félix Varela y José Martí

Tomado de http://www.vitral.org/


TRES MAESTROS COLOSALES

Por Wilfredo Denie Valdés


“No son muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía"
Gustavo Adolfo Bécquer.

Son innumerables los textos y artículos escritos sobre la vida y obra de personalidades de nuestra historia que legaron a las generaciones sucesoras de cubanos, verdaderos ideales de libertad, de independencia absoluta, de lucha infinita por el respeto de su idiosincrasia, por el reconocimiento de sus derechos de vivir cada día, durante su existencia, disfrutando del bienestar que merece todo ser humano.

(Wilfredo Denie Valdés, más cercano a la pared o muro, junto a este bloguista; año 2004, durante el X Aniversario de la revista Vitral)

Mencionar los nombres de todos estos próceres de nuestra independencia, que se erigieron como maestros colosales y educaron con su ejemplo, haría interminable la presente reflexión, y en este análisis, de apretada síntesis, el pensamiento político de algunos que sobresalieron, y el reconocimiento de todos los que lucharon incansablemente por los referidos ideales.

Muchos de los que hoy peinamos canas recordamos algunas de las exposiciones de nuestros maestros de la escuela primaria donde estudiamos refiriendo historias sobre la vida patriótica del Padre Félix Varela y Morales, fundador de la Pedagogía cubana; del educador ejemplar José de la Luz y Caballero, forjador de la conciencia patriótica cubana; o de José Martí, considerado el Apóstol de nuestra independencia; entre otros que demostraron la grandeza de los que nos antecedieron, la dimensión incalculable de hombres que indicaron con su ejemplo el camino a seguir por todos los cubanos.

Honrando la dedicación y entrega de estos gigantes de la libertad, para que no queden en el olvido los nobles pensamientos que los impulsaron a luchar por una Cuba libre, hoy todos los cubanos debemos reflexionar sobre algunas de las ideas políticas de los mismos.

La grandeza de Félix Varela, y su pensamiento político se advierte cuando valora que : “La necesidad de instruir un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora...” pues nos obliga a reflexionar sobre su ideario porque enseña a cualquier generación a pensar, según sus propias palabras, que: “los pueblos que por su debilidad se hallan en el triste estado de colonias, esto es, en el de producir para los goces de otro más fuerte, sólo pueden soportar esta desigualdad social, en virtud de una recompensa que encuentran en la protección y garantía que se les presta; pero en el momento en que voluntariamente o por necesidad son abandonados; y lo que es más: expuestos por su protector nominal a una ruina inevitable, ¿bajo qué pretexto puede exigirse este sacrificio? Es preciso estar muy alucinado para sostener semejante absurdo...”

(P. Félix Varela.)

Asimismo el P. Varela enfatizaba: “... no hay derecho a que sacrifiquemos lo presente por lo futuro...”. Divulgó la idea de que “... es un deber la defensa de la verdad y un acto de justicia ilustrar al ignorante...”pensaba además, refiriéndose a la verdad: “...resiéntense las artes, gimen las ciencias, víciase la literatura, corrómpense el buen gusto, destrúyese la moral, y al fin, viene a establecerse un nuevo orden de cosas...”y preguntaba, en su legado a las nuevas generaciones de cubanos: “...¿y qué derecho tiene la política para manejar los pensamientos? Si pretende gobernarlos serán nulos sus esfuerzos, pues los hombres pensarán del modo que mejor les parezca...”

Rememorando el pensamiento político del P. Varela, como justo reconocimiento a su lucha por educar a los cubanos para que tuvieran como premisa básica la dignidad, no debemos obviar su afirmación cuando, refiriéndose a los gobernantes expresó: “...¡qué desgracia cuando los intérpretes y depositarios de las leyes son impunes infractores!” porque él nos enseñó a pensar que: “...sería imposible demostrar que un pueblo está obligado a sacrificarse por ser fiel a su legítimo señor...” , y como agradecimiento a su patriótico legado, siempre debemos tener presente su frase en Cartas a Elpidio: “...no hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad”.

Como merecido respeto al forjador de la conciencia patriótica cubana: José de la Luz y Caballero, no sería justo olvidar algunos de sus aforismos, cuando sentenciando breve y doctrinalmente, al referirse al sistema que debía escoger nuestro pueblo, planteó: “...todos los sistemas y ningún sistema: he ahí el sistema...”porque, a pesar de las limitaciones de la época que le correspondió vivir, tuvo la visión suficiente para pensar que de estos se debía practicar lo mejor y desechar lo que fuera nocivo para el bienestar social del hombre que es, en resumen, el principal eslabón de la sociedad; tenía el criterio de que: “...si no marchamos con el tiempo, el tiempo nos deja rezagados...” y haciendo gala de su valor decía: “...la palabra es más poderosa que el cañón...” “...callen personas cuando hablan los pueblos...”y evocando sus sentimientos diría: “...antes quisiera yo ver desplomadas, no digo las instituciones de los hombres, sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral...”

(José de la Luz y Caballero)

¿Y qué expresar de José Martí, el Apóstol de nuestra independencia, autor intelectual de innumerables batallas de generaciones de cubanos que han ansiado disfrutar de una Cuba verdaderamente libre? El breve espacio de un artículo periodístico sería insuficiente, porque el pensamiento político de hombres de tal dimensión debiera constituir un texto de constante consulta para todos los amantes de la libertad.

Entre las ideas cardinales que nos legó, debiera constituir patrón permanente en nuestra conciencia, la relacionada con la felicidad de los pueblos, sobre la cual escribió: “...la felicidad general de un pueblo descansa en la independencia de sus habitantes. Una nación libre es el resultado de sus pobladores libres. De hombres que no puedan vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos...”

Martí, como se ha divulgado en muchísimas ocasiones, pensó y escribió para todos los tiempos; su genial inteligencia y amor a la Patria le permitió adelantarse a su época y detectar los peligros que pudieran acechar a la misma, razón por la que, entre los innumerables vaticinios, expresó: “...dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados...”

(José Martí)

Pensaba también Martí: “... todas las tiranías tienen a mano uno de esos cultos, para que piense y escriba, para que justifique, atenúe y disfrace: o muchos de ellos, porque con la literatura suele ir de pareja el apetito del lujo, y con éste, viene el afán de venderse a quien pueda satisfacerlo. Por casa con coche y bolsa para queridas vende la lengua o la pluma mucho bribón inteligente...”

Aleccionadoramente también expresó: “...quien vea a su pueblo en desorden y agonía, sin puerta visible para el bienestar y el honor, o le busca la puerta, o no es hombre honrado. El que se conforma con una situación de villanía es su cómplice. Es su cómplice el que considera insuficiente o imposible el remedio que pregona, y con la mentira en el alma, continúa proclamando el remedio insuficiente e imposible. La tiranía no se derriba con los que la sirven con su miedo, o su indecisión o su egoísmo...”

Nuestro Apóstol fue tan valiente como cualquiera de los caudillos de la época, así lo demostró en Dos Ríos, porque defendía la idea de que: “...quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo del pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate vuelve grupas y abandona la lanza al enemigo...” Fue totalmente consecuente con sus ideas. Al desaparecer físicamente, quien lo admiraba por su enorme grandeza: Rubén Darío, con un lamento infinito expresó: “¡Qué has hecho Maestro!” Y como completando la frase, en el pensamiento de todos los cubanos dignos, con acordes de canto a la libertad, se repetirá como un estribillo: ¡Siempre estarás presente!

Es innegable que estos tres maestros colosales indicaron el camino a seguir en la lucha de todos los cubanos por conquistar su plena independencia. Sus ideas, en total correspondencia con la idiosincrasia de nuestro pueblo y en contradicción antagónica con ideologías extranjerizas, al decir de Martí; o con las llamadas totalitarias, que no se ajustaban a nuestra forma de pensar y actuar; sus luchas incondicionales por lograr una Cuba de los cubanos y para los cubanos, nos obligan a meditar y a profundizar en el estudio del pensamiento político de todos estos grandes hombres de nuestra historia, porque ignorar lo expresado doctrinalmente por ellos sería como traicionar el amor que profesaron a sus antecesores.

Infinidad de cubanos dignos han esperado durante muchos años que se haga realidad el pensamiento de nuestros próceres, que lucharon denodadamente por la verdadera independencia de nuestro país. Es cierto que la equivocación es propia de los seres humanos, por ello es justo perdonar a los que aceptan sus errores cuando se les demuestra en la práctica como criterio valorativo de la verdad; pero, en cambio, quien carezca de lealtad para reconocerlos sería tanto más despreciable cuanto mayor es su empecinamiento. El que miente es un farsante, capaz de torcer la verdad, de embrollarla, de corromperla, de perseguirla. Los hombres que viven de espaldas a la realidad aborrecen la verdad y caen siempre en la cobardía de mentir.

Llevar a la práctica el pensamiento político de estos maestros colosales que allanaron el camino a seguir, saldaría la deuda de gratitud de nuestro pueblo con los mismos. Posibilitaría disfrutar con orgullo de una Cuba grande, con plena libertad, paz y justicia. Los cubanos ansiamos ese esplendoroso día para hacer realidad el pensamiento del Apóstol: “...con todos y para el bien de todos...”
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Wilfredo Denie Valdés
(San Luis. Pinar del Río)
Licenciado en Historia. Fue historiador de la ciudad de Pinar del Río durante muchos años.