Eugenio Yáñez sobre espionaje de los Castro en EE.UU.: “Rompiendo el bloqueo”: ¿avispas en el MEDICARE?
Espionaje
“Rompiendo el bloqueo”: ¿avispas en el MEDICARE?
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Si los espías de la “Red Avispa” son “luchadores contra el terrorismo”, no debería sorprenderse nadie si los estafadores cubanos al Medicare son “cuadros” que luchan para “romper el criminal bloqueo imperialista”
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Por Eugenio Yáñez
Miami
20/07/2011
El condado de Miami-Dade, en el sur de La Florida, agrupa la mayor cantidad de cubanos viviendo fuera de Cuba: entre ellos y sus descendientes, se acercan a los dos millones de almas.
Simultáneamente, ese mismo condado es la capital del fraude al Medicare (servicio subsidiado federal de salud pública para todos los mayores de 65 años que residen legalmente en Estados Unidos). La mayoría absoluta de fraudes al sistema se ubica en este condado, donde están registrados el 75 % de los “pacientes diabéticos” de Estados Unidos. Solamente en Miami hay registrados más “diabéticos” que en todo el estado de California, que tiene alrededor de 37 millones de habitantes.
El nivel de la estafa al Medicare supera los 500 millones de dólares y, sintomáticamente, la mayoría de los acusados y fugitivos de la justicia norteamericana son cubanos, que llegan a Estados Unidos, registran “clínicas” para dar servicios a las personas de la tercera edad, facturan al Medicare millones y millones de dólares por supuestos servicios médicos a personas de la tercera edad, y cuando las auditorías y las autoridades gubernamentales investigan a tales “proveedores de salud”, desaparecen de Estados Unidos, incluso después de pagar ante la justicia fianzas de cientos de miles de dólares, para terminar en el paraíso proletario en La Habana.
Hasta aquí, nada nuevo. Sin embargo, resulta sorprendente conocer, como informa El Nuevo Herald, de Miami, que “debido a que muchos de los acusados del Medicare son cubanos, han circulado por años rumores de que el gobierno de Castro los ha entrenado a propósito y desplegado a los inmigrantes para hacerse cargo de clínicas con licencia del Medicare en el sur de la Florida, y entonces esconderlos después que regresan a casa. Pero los agentes y fiscales federales, aunque especulan en privado sobre una conexión oficial de Cuba, dicen que nunca han encontrado pruebas que relacionen al régimen de Fidel y Raúl Castro con el fraude desenfrenado al cuidado de la salud en este lado del Estrecho de la Florida”.
Y aquí es que comienza el surrealismo.
Es lógico que “agentes y fiscales federales” de Estados Unidos actúen responsablemente y deban ser muy cuidadosos antes de acusar sin ningún tipo de pruebas —a diferencia de los “duros” y “cazadores de espías” de Miami que acusan a cualquiera sin evidencias ni responsabilidad— al régimen cubano, si no de orquestar el fraude, al menos de contubernio en el mismo.
Por otra parte, sabemos, nos dice El Nuevo Herald, que “conocedores del tema cubano, expertos legales y otros que han visto al sur de la Florida convertirse en la capital del fraude al Medicare consideran que la posibilidad de que el gobierno cubano esté mezclado en el asunto no es algo que debe desecharse, aunque no tengan pruebas para respaldar sus sospechas”.
Puedo entender los escrúpulos legales de estas personas para no acusar sin evidencias, pero no su torpeza para entender la realidad cubana: ¿es que acaso todos esos delincuentes que vienen a Estados Unidos, al sur de La Florida, en los últimos años, estafan al Medicare, y regresan apresuradamente a Cuba cargados de millones de dólares, son “cuentapropistas” actuando por sí mismos?
Y aun si lo fueran, ¿quién puede regresar permanentemente a Cuba después de una “salida definitiva del país”, si no es un interés del régimen? Si ni siquiera forma parte del “exilio rosado”. Y, además, con cuentas bancarias millonarias.
No tienen que estar tales cuentas en bancos de Estados Unidos ni de Cuba. Bastaría con que estén en Panamá, República Dominicana, Curazao, Liechtenstein, Azores, Malasia, alguna isleta no muy conocida del Mediterráneo o del Canal de La Mancha, o cualquier paraíso fiscal, y que cubrieran gastos y operaciones de alguna “corporación privada” registrada en cualquier parte del mundo, pero con oficinas de administración probablemente en La Habana, pero también en el lugar más inesperado.
El mayor error de todas las democracias del mundo tratando de entender al régimen totalitario cubano es creer que este gobierno juega con las mismas reglas que ellos. Pretender cantar off-side o corner, como si fuera fútbol, cuando lo que se juega es a “la pelota”, al baseball.
Si los supuestos “expertos” se plantearan la hipótesis de que tales “emprendedores-delincuentes”, lejos de actuar por sí mismos, podrían ser “cuadros” del aparato de seguridad cubano, que vienen al “monstruo” para “romper el bloqueo” y llevar divisas fuertes para el paraíso proletario, podrían entender mejor muchas cosas.
¿Puedo demostrar lo que escribo? Naturalmente que no. Pero no me corresponde hacerlo a mí. Solamente sugiero una hipótesis que no debería desecharse cuando hay de por medio más de 500 millones de dólares en estafas al gobierno federal.
Al fin y al cabo, si los espías convictos de la “Red Avispa” se han convertido en la propaganda del régimen en “luchadores cubanos contra el terrorismo”, no debería sorprenderse nadie si los estafadores cubanos al Medicare —aunque no son los únicos estafadores— son “cuadros” que luchan día tras día para “romper el criminal bloqueo imperialista”.
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