jueves, noviembre 06, 2014

Félix Luis Viera: Carta a CUBAENCUENTRO: la salubridad en Cuba antes de 1959 sobre artículo de Julio Julio M. Shiling. “Salubridad como instrumento dictatorial”. Algunos datos y argumentos aportados por Pedro Pablo Arencibia para que Viera haga una valoración más objetiva de la Salud en Cuba antes de 1959



Carta a CUBAENCUENTRO: la salubridad en Cuba antes de 1959

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No es necesario acudir a estadísticas para comprobar “que la realidad de la salubridad cubana, previa a la implantación del comunismo en la Isla”, era un desastre
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Por Félix Luis Viera
 México DF
05/11/2014T

Sr. Alejandro Armengol
Director editorial de CUBAENCUENTRO
España

Estimado Alejandro:

En mi opinión, CUBAENCUENTRO se ha ganado el prestigio de un numeroso público interesado en la realidad de la Cuba de hoy, entre otros factores, debido a la pluralidad de opiniones de sus colaboradores, a la objetividad de estos —hasta donde ello es posible, si tomamos en cuenta que todos somos subjetivos—, así como a la apertura a diversos y en ocasiones antagónicos puntos de vista de sus foristas.

Dicho lo anterior, me refiero al artículo “Salubridad como instrumento dictatorial”, publicado por Cubaencuentro el pasado 4 de noviembre y firmado por Julio M. Shiling. Aludo solo —insisto: solo— al quinto párrafo de este texto, el cual, según mi entender tergiversa la realidad de la atención médica en la Isla antes de 1959, en comparación con lo ocurrido en esta materia a partir del año referido.

Reza el párrafo dicho: “La primera pieza de esta campaña sucia [del castrismo] ha consistido en deconstruir la realidad de la salubridad cubana, previa a la implantación del comunismo en la Isla. La dictadura ha concretado este malabarismo informático mintiendo y descontextualizando los hechos del cuidado de salud en Cuba republicana. Podría citar cifras y datos provenientes de fuentes connotadas como las de la ONU que avalan la alta calidad de la salubridad en Cuba antes de la desgracia comunista. Datos e información, habría que añadir, completamente accesible a todo el mundo (libre). Para delimitar un punto, sin embargo, me limitaré a mencionar sólo el caso de la mortalidad infantil en un análisis breve comparativo. La mortalidad infantil es un indicador bastante aceptable para medir el progreso de la salud pública de un país. La dictadura castrista le encante (sic) usarla. En efecto, la mortalidad infantil relata el número de niños nacidos que no llegan a cumplir el primer año por cada mil nacimientos. En 1958, Cuba tenía 32 casos de niños nacidos por millar que no llegaban a sobrevivir el primer año. En 2014, esa figura se registra en Cuba de ser sólo 5 casos. ¿Gran progreso, no? Bueno, no exactamente. Esto es un hecho sobre todo si se le da una lectura comparativa y se toma en cuenta el tiempo”.

En cuanto a este párrafo, no sería necesario acudir a estadísticas o informaciones determinadas para comprobar “que la realidad de la salubridad cubana, previa a la implantación del comunismo en la Isla”, era un desastre. Deficiente en grado sumo, inmoral hasta tal punto que en no pocas ocasiones, era necesario recurrir a un político —previa extorsión que muchas veces consistía en entregarle el voto electoral— para lograr la cama, el ingreso en un hospital.

Todos los que vivimos al menos un período de la “Cuba republicana” podemos dar fe de ello. Y de la carencia de hospitales, clínicas y consultorios en todo el país, y mucho más en las zonas rurales. Ni qué decir de la falta de hospitales especializados en las cabeceras de provincias ni de clínicas especializadas en diversos sitios de la Isla; por ejemplo, las odontológicas.

No hay que acudir a las estadísticas para dar fe de la infinidad de niños parasitados, principalmente en los campos de Cuba —entonces con aproximadamente 6 millones de habitantes—, ni de la mala atención, en ocasiones despiadada, en las llamadas Casas de Socorro de las ciudades, en las cuales se contaba con muy pocos recursos, y con muy pocos médicos.

Las cirugías de alguna complicación, por ejemplo, solo se podían conseguir en hospitales ubicados en la capital, los cuales, a veces, por poner un ejemplo, no contaban con un banco de sangre a plenitud, de modo que los familiares de los pacientes debían comprar la sangre. Es decir, comprar la sangre de un compatriota que estuviera dispuesto a venderla; comercio al que se dedicaban determinadas personas.

Por otra parte, acudir a la medicina privada era una opción imposible para un gran segmento de la población, empobrecido.

Mas, si vamos a los números, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos vemos que en 1958 existían en Cuba solo 88 hospitales y el 60% de los médicos vivían y trabajaban en La Habana. Entre 1959 y 1969 fueron construidos 128 hospitales y 10 años más tarde existían 13 tipos de nuevos hospitales, en relación con las especialidades requeridas.

En cuanto a las zonas rurales, en 1958 existía un solo hospital en el país. Al finalizar la década de 1960, los hospitales de este tipo ya constituían el 24,8 % del número total del territorio nacional.

En 1958 había en Cuba 52 policlínicos, una cifra que a partir de 1959 fue ascendiendo hasta contar con 389 en 1980, incluidos los rurales; dedicados a la atención médica primaria y que cuentan con un ginecólogo, dentistas, pediatra, epidemiólogo, enfermeras y un médico practicante de servicio.

En los primeros 10 años de la revolución castrista se dispusieron 19.498 nuevas camas de hospitales, que se sumaban a las 25.745 existentes en 1958.

En la primera década del castrismo, desaparecieron la poliomielitis en 1963, la malaria en 1967 y la difteria en 1970.

Tomemos en cuenta, aunque sea una verdad por todos conocida, que los servicios médicos en Cuba, desde 1959, son gratuitos.

Del mencionado informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, fechado en 1983, transcribo el siguiente párrafo:

“El cambio en las causas principales de defunciones [en Cuba] ha sido notable. Antes de 1959, la mayoría de las enfermedades responsables de las defunciones en Cuba eran aquellas que tradicionalmente se han asociado con el subdesarrollo: enfermedades del sistema digestivo, enfermedades en el primer período de la infancia, problemas respiratorios tales como la tuberculosis, etc. En la actualidad, las causas principales de defunción en Cuba son básicamente las mismas que las del mundo desarrollado: anomalías congénitas, lesiones que afectan el sistema nervioso central, diabetes, etc. En otras palabras, las principales causas de defunción han cambiado de enfermedades transmisibles a enfermedades degenerativas.”

En el artículo “Salubridad como instrumento dictatorial”, el autor obvia lo que antes he relatado y se basa, solamente, en la mortalidad infantil, que en Cuba era de 32 por millar en 1958 y actualmente de 5, e infiere el articulista que esta no es una notable consecución del sistema de salud existente en la Isla; definición que respeto, pero no comparto.

De lo que me quejo, por decirlo de alguna manera, es de la omisión que hace el autor del artículo en cuestión, de las situaciones y alcances por mí relatados en las líneas anteriores, que más bien son solo referencias, pues faltarían muchos elementos de corte semejante que agregar.

Sabemos que, como todo, la asistencia médica en Cuba ha ido en caída en las últimas décadas, lo cual, a mi modo de ver, se debe, más que al embargo estadounidense y a la pérdida de las jugosas ayudas económicas que el gobierno recibía de sus pares del desaparecido “campo socialista”, al deterioro moral, al despilfarro, la mala administración, la falta de previsión, el voluntarismo y la descomposición social en general, consecuencia de un régimen político y social inviable, pero que aun así ha logrado mantenerse a cualquier precio, para los demás.

Pero desconocer sus éxitos de ciertas etapas —ya sabemos, éxitos pírricos, se podría decir—, me parece injusto y, sobre todo, comportarse como los detentores de aquel régimen: manipulando la realidad.

Eso es todo.

Saludos.
Félix Luis Viera
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Algunos apuntes sobre la salud  de la población cubana antes de 1959


 Por Pedro Pablo Arencibia
noviembre  de 2014

Antes de aportar los datos y argumentos:  Todos los logros alcanzados  en Cuba  fueron   productos del sudor y el trabajo de los cubanos después de salir de la devastadora guerra de 1895-1898 y en poco más de 50 años. En 1958 la Deuda Externa Cubana era de solamente  de 7 dólares  por cada cubano ya que era de poco más de 40 millones de pesos; es decir: 40 millones de pesos cubanos de la época. Deuda que era irrisoria comparada con la renta nacional cubana de esos años. En el artículo de donde se tomó el siguiente  fragmento  aparecen los logros económicos y  educacionales durante  el período republicano de Cuba.

Se puede también consultar el artículo  LA SANIDAD SILENCIADA  del Dr. Antonio Guedes  en http://arch1.cubaencuentro.com/pdfs/24/24ag250.pdf

En cuyo último párrafo se lee: 

Otras naciones del mundo, como Costa Rica, España e Italia, sin pagar el alto precio de los cubanos, hoy gozan de una sanidad y calidad de vida supe- rior a la cubana, y son países que acogen, en las últimas décadas, a los exilia- dos cubanos. 
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Tomado de http://www.vitral.org/vitral/vitral49/cent1.htm
Fragmento del artículo UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LA REPÚBLICA (1902-1958)
de PEDRO PABLO ARENCIBIA CARDOSO. escrito y publicado en Cuba en el año 2002 en la revista Vitral No. 49ñ


SALUD

Al concluir la guerra, según plantea el Dr. Álvarez Sintes en su libro, los pueblos y ciudades del país estaban en la mayor insalubridad, no había prácticamente, ninguna organización de salud pública.

Entre 1898 y 1899 los muertos por enfermedades contagiosas fueron numerosos, alcanzando la cifra de 27 821; destacándose en particular, las cifras correspondientes a Tuberculosis (2 794), Malaria (1 907), Tifoidea (1 012), Fiebre Amarilla (136), etc.

Durante el período de ocupación norteamericana de 1899-1902 se llevaron a cabo fuertes acciones a favor de la salubridad e higienización del país, y en particular, en la lucha contra la Fiebre Amarilla, la cual asolaba al país. Esa indiscutible labor humanitaria ha sido cuestionada en ocasiones arguyendo que fue motivada por el interés del gobierno norteamericano por la salud de sus tropas en el país y de las ciudades y puertos norteamericanos cercanos a Cuba. En 1899 se fundó la primera Escuela de Enfermeras en el Hospital ¨Nuestra Señora de las Mercedes¨; en el 1900 se enriqueció el Plan de Estudios de Medicina y se fundó la Escuela de Cirugía Dental (Álvarez,2). La esperanza de vida a inicios del pasado siglo XX era aproximadamente de 33 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57).

Al instaurarse la República en 1902, la labor de higienización continuó:
¨Los salubristas cubanos, bajo la dirección de Finlay (1902-1908), logran disminuir la mortalidad por tétanos infantil a partir de 1903; erradicar la fiebre amarilla definitivamente en 1908; establecer de manera permanente la vacunación contra la viruela; y elaborar una avanzada legislación en materia sanitaria. Más tarde, al discutirse una nueva ley sobre la estructura del poder ejecutivo en la Comisión Consultiva, se aprobó una Secretaría de Sanidad y Beneficencia, que unía a los departamentos nacionales de Sanidad y Beneficencia, y que entró en funciones el 28 de enero de 1909. Este fue el primer Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba, y del mundo. ¨(Álvarez, 2)

En las dos primeras décadas la labor con respecto a la salud pública fue tal que:

"El país es uno de los más sanos del mundo, como lo demuestran, los datos del último censo, que consignan la proporción de 14,2 de fallecimientos por cada 1 000 habitantes y los publicados por la Cámara de Comercio Americana de la Habana, en su folleto de fines de 1924, que consigna sólo el 12, 54" (Estos últimos años Tomo I, 410) En 1931 la esperanza de vida de los habitantes de Cuba era de aproximadamente 42 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57)

En 1958 había aproximadamente 97 unidades hospitalarias, de ellas, 47 prestaban servicios en zonas rurales (Abreu, 40), y 52 casas de socorro municipales además de alguna que otra instalación a cargo del estado y 242 clínicas mutualistas, de ellas 96 en la capital (Anuario Estadístico, 565 y 566 y Álvarez, 2). Las clínicas mutualistas, uno de los representantes de la salud rentada (la otra representante eran las consultas particulares o privadas), eran instituciones que por una módica mensualidad se tenía derecho a consulta, ingreso y cirugía así como a medicamentos; las había de poco más de 2 pesos mensuales, que eran la mayoría, hasta algunas de 10 pesos. En los años cincuenta, aproximadamente millón y medio de personas estaban asociados a las clínicas mutualistas:
¨ Desde la primera mitad del siglo XIX comienzan a fundarse casas de salud privadas y, en la segunda mitad, las asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fundan, también, casas de salud mutualistas; ambas consolidan su labor en el presente siglo. Estos dos llamados sistemas de salud (privado y mutualista) tendrían a su cargo, con el SNS estatal (Sistema Nacional de Salud), la atención médica de la población cubana ..." (Álvarez,2)

La Salud en la República, al igual que la Educación, Sistema Judicial, Seguridad Social, Sistema Tributario, Sistema Electoral (salvo en las elecciones de 1901), Sindicalismo, etc., tuvieron siempre su identidad propia, diferenciándose mucho de sus homólogos norteamericanos, lo cual avala la identidad propia que tuvo la República cubana nacida en 1902. Es mi criterio personal que el antiguo Sistema de Salud cubano tenía algunas características muy superiores al Sistema de Salud norteamericano.

En 1958 la tasa bruta de mortalidad de la población era del 6,4 por cada mil habitantes (Zuaznábar, 1) pese a la situación política y de confrontación armada que existía en el país; en 1953 había sido de 6,3 por cada mil habitantes. Esa tasa ubicaba a Cuba entre los países de menor tasa de América Latina y con índices que solamente alcanzaron muchas de sus repúblicas hermanas iberoamericanas veinte años después (Anuario Estadístico de 1988,629 ). La esperanza de vida al nacer era de 58.8 años y la mortalidad infantil en menores de un año era de 32,5 por cada mil nacidos vivos, la cual desde principios de siglo seguía una tendencia decreciente (Zuaznábar, 1) pese al existente rechazo social al recurso del aborto, rechazo que existía hasta en casos en que se presentaran malformaciones fetales en el embarazo, y la no invención todavía en el mundo de algunas pruebas de análisis de laboratorio clínico o algunos instrumentos de la electromedicina(como es, por ejemplo, el equipo de ultrasonido) los cuales permiten detectar tempranamente problemas serios en el embarazo. La esperanza de vida de 58.8 años era superior en esa época a la de muchos países de América Latina y el Caribe, y mayor que las que alcanzaron veinte años después todos los países de África, salvo Argelia y Túnez (Anuario Estadístico 1988, 627). La cifra de mortalidad infantil cubana de 32,5 correspondiente a 1958 era todavía en la primera mitad de los años ochenta mejor que la de muchos países de Latinoamérica en esos años: Paraguay (45,0), Ecuador (69,5), Brasil (70,6), Méjico (53), Colombia (50), Bolivia (124,4), Honduras (82), Perú (98,6), Argentina (35,3), El Salvador (35,1) y Guyana (36,2) (Anuario Estadístico de 1988, 629). América Latina en su conjunto presentó aún en el año 2001 la cifra de 32 (Granma, 5). Cuba en estos dos últimos parámetros tenía índices pertenecientes al Primer Mundo de esos años según los datos de la UNICEF que aparecen en la Tabla de la página 16 del Material de Estudio Nro. 3 del Ministerio de Educación; los valores de Cuba en 1958 en estos dos parámetros con respecto de los Países en Desarrollo y Países menos Desarrollados fueron similares o mejores que los que ellos presentaron en 1992: En China y Vietnam la mortalidad infantil en 1996 era respectivamente de 34 y 40 por mil nacidos vivos (Robaina, 35).

La población cubana en 1958 era de aproximadamente 6 763 736 habitantes y había en el país 6 286 médicos ( sin incluir estomatólogos ) y un total de 32 501 camas y de ellas 28 536 de asistencia médica (Anuario Estadístico de 1988, 564 y 569). Del total de camas de servicio hospitalario 10 643 pertenecían al servicio estatal, servicio en el cual laboraban 1 125 médicos (Zuaznábar, 5). El 51% de las camas de los hospitales estaban situadas en la capital del país (Abreu, 40). Los números de habitantes por cama (237) y de habitantes por médico (1076) en 1958 eran mejores que los de la mayoría de los países latinoamericanos en esa época y más aún, que los que tuvieron esos países aproximadamente 20 años después como se puede comprobar observando la página 675 del Anuario Estadístico de 1988. Observando las cifras de aproximadamente el año 1980 diré, que solamente Puerto Rico (789), Argentina (521), Uruguay (533) y Venezuela (888) tuvieron mejores índices de habitantes por médico que el que tuvo Cuba en 1958; el resto lo tuvieron peor. Al comparar las cifras de aproximadamente el año 1980 con relación al número de habitantes por camas diré que solamente Argentina (176 ), Puerto Rico (229) y Guyana (215) tuvieron mejores índices que el que tuvo Cuba en 1958; el resto de los países latinoamericanos todavía en el año 1980 presentaron índices peores que el que presentó Cuba en 1958. En la Cuba de 1958 el número de camas de asistencia médica por cada 100 000 habitantes era de 422, En América Latina en su conjunto y en estos momentos es solamente de 220 camas (Granma, 5).

La prevalencia de la Lepra en 1958 era de 0,7 por cada mil habitantes (Informe Anual 1976, Anexo p. 46). Las tasas de morbilidad por cada 100 000 habitantes de muchas enfermedades en la Cuba de finales de los años cincuenta eran también mejores que las de muchos países latinoamericanos: Tuberculosis (18,2); Difteria (2,4); Escarlatina (0,1). No se habían presentado casos de Fiebre Amarilla, Tifoidea y Peste Bubónica; al comenzar la República, la Tifoidea, por ejemplo, había presentado una morbilidad de 5,1 por mil habitantes. Las cifras de morbilidad de Viruela, Tifus, Tosferina, Sarampión, Sífilis y Hidrofobia eran de las mejores en América Latina. Las siguientes tasas de muerte por 100 000 habitantes en el año 1958, salvo que se especifique otro año, apoyan lo anterior: Fiebre Tifoidea (0,4); Tétanos (3,0); Tuberculosis en 1959 (16,6); Poliomielitis aguda (0,1); Sarampión (0,4); Meningitis no meningococcica (2,1); Paludismo (0,4); Difteria en 1959 (0,9); suicidio o lesiones autoinfligidas (13,9); accidentes de vehiculo de motor y otros accidentes de transporte (7,2); defunciones maternas (125,3) y defunciones maternas por aborto (9,3). Las dos últimas tasas son por cada 100 000 nacidos vivos. (Informe Anual de 1976, Anexos 36-43). La tasa de mortalidad materna de Cuba en 1958 de 125,3 era mejor que las que aún aparecen en el año 1992 para Países en Desarrollo (350) y Países menos Desarrollados (590) en la Tabla mencionada del Material de Estudio del MINED..

Todo esto debemos de enmarcarlo en el desarrollo incipiente que existía de las vacunas y, en general, del desarrollo de las Ciencias Médicas en esa época a nivel mundial (por ejemplo, la vacuna antipoliomielítica que se aplica en Cuba desde hace cuatro décadas fue creada por Albert Sabin a principios de la década de los sesenta), aunque debo recordar que en esos años los niños de entonces recibimos de manera masiva y gratuita en las escuelas, yo era alumno de escuela pública, las vacunas contra el tétanos y el tifus. Existen cifras de una muy citada encuesta de 1957 de la Agrupación Católica Universitaria realizada a una muestra de 2 500 familias de obreros agrícolas que difieren mucho de esos índices (Pino, 119-120) y que a mí personalmente, me hacen cuestionar la representatividad de la muestra o la fiabilidad de las fuentes indirectas por mí consultadas sobre esa investigación, aunque conozca que en el ambiente rural las cifras de morbilidad y mortalidad de muchas enfermedades eran muy superiores a las que se presentaban en el entorno urbano. La prostitución, de la que se habla en el Análisis Globalizador, se había reducido extraordinariamente pese a la propaganda de algunas agencias de viajes extranjeras, publicadas también en algunas revistas extranjeras, que promocionaban a Cuba como el burdel de América. El bajo índice de enfermedades venéreas que presentaba el país y la información aparecida en el periódico El Mundo del 14 de febrero de 1958 que plantea, que aproximadamente 11 000 personas vivían de la prostitución, hablan del bajo índice de prostitución del país. Debo aclarar que en esa cifra se encuentran: los dueños de casas, burdeles y bares, las matronas, los proxenetas, el personal de servicio y limpieza, los policías corruptos, etc. y los llamados inversionistas, que eran los que echaban a andar el negocio (Abreu, 49). Esa actividad se llevaba a cabo generalmente en zonas muy específicas y era criticada y rechazada socialmente.

En 1958 los gastos del presupuesto del Estado para la salud pública fueron el 5,3% (18 millones) del total de gastos del presupuesto nacional para ese año (Zuaznábar, 107).

Los tres sistemas nacionales de salud (estatal, privado y mutualista) existentes al triunfo de la Revolución de 1959, no cubrían las zonas rurales más apartadas del país. En 1959 se inició la construcción acelerada de 50 hospitales rurales (Informe Anual 1976, 22). A finales de la década de los cincuenta, la muerte por enfermedades diarréicas agudas, muertes fácilmente evitables, ocupaba el tercer lugar entre las causas de muerte para todos los grupos de edades y en primer lugar para los menores de un año (Informe Anual 1976, 45); esta situación continuó hasta 1963 en que ocupó el quinto lugar con el 6,0% del total de defunciones del país. La corrupción administrativa en el sistema nacional de salud estatal provocaba que se dieran tristes situaciones como, por ejemplo, la del hospital psiquiátrico ubicado en la localidad de Mazorra; otra mácula en ese sistema de salud estatal es que frecuentemente se utilizó la asistencia médica (en particular los ingresos hospitalarios) con fines políticos dada la existencia de un sistema pluripartidista con elecciones periódicas y el oportunismo de algunas personas.