domingo, febrero 08, 2015

Tania Díaz Castro desde Cuba. Una gran mancha de Lenín pero no la más grande

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

 La masacre de la familia del Zar Nicolás Romanov es una gran mancha de Lenin pero no la más grande:la más grande es la Revolución de Octubre de 1917. La masacre del Zar y su familia es una gran mancha ni siquiera viéndola como una venganza por el fusilamiento de su hermano, pues su hermano estaba involucrado en un complot para matar al Zar; además, Lenin asesinó a mujeres, niñas y niños que no tuvieron absolutamente  nada que ver con la muerte de su hermano. Lenin tenia miedo (recordemos que Lenin estuvo en el exilio en los momentos de más peligro;  León Trosky fue el que se ocupó de estar en Rusia conspirando in situs)   y quería sembrar, aún más, el terror bolchevique; Fidel y Raul Castro también sembraron el terror  al triunfo de la Revolución durante décadas con los  fusilamientos y largas condenas de cárcel. En los años finales de la década del 70 o principios de la década de los 80 del pasado siglo XX se publicó la novela Diamantes para la dictadura del proletariado, de Yulian Semionov, el autor del bestseller 17 instantes de una primavera, y en el se narra la masacre de la familia Romanov y otras personas. Semionov posteriormente  fue un activista prodemocracia. Yo le pregunté en esos años a un amigo mio que estaba haciendo el doctorado en Moscú si la gente en la URSS hablaba de ese asesinato y me dijo que nadie hablaba y que eso no le interesaba a nadie... años después la realidad lo desmintió con la cobertura y la gran muchedumbre que acompañó el  entierro de lo que quedaba de los restos de la familia Romanov. En Cuba pasará lo mism con muchos hechos del período Castrista.

(Olga, Tatiana, María y Anastasia Romanov)
 (Misa con la presencia de  los restos del Zar Nicolás II y de sus familiares masacrados)

El tirano a tiempo parcial Fidel Castro Ruz no puede hablar que el   régimen político impuesto por Lenin y cómplices  haya sido producto de un golpe de estado, al frente de una minoría de simpatizantes porque eso mismo hizo él al darle dos  golpes de Estado a las fuerzas revolucionarias que  combatieron al régimen encabezado por Fulgencio Batista: el primero de esos golpes  fue a las propias fuerzas del Movimiento 26 de Julio, (M-26-7) que combatían clandestinamiente en los pueblos y ciudades (las cuales no estaban subordinadas a él); eso ocurrió en la reunión de Altos de Mompié cuando le echó la culpa del fracaso de la Huelga de Abril de 1958, a la cual él había llamado en el  Manifiesto de la Sierra Maestra de marzo de 1958 y después  no la respaldó fuertemente cuando ella se produjo; René Ramos Latour ¨Daniel¨ se había opuesto a esa huelga propuesta por Fidel porque no habían armas pero Faustino Pérez (el otro firmante junto a Fidel del manifiesto antes citado) expresó que las armas las traerí una expedición (la expedición de ¨El Corojo¨) pero esa expedición fracasó. El otro golpe de Estado se empezó a ejecutar  después del triunfo revolucionario y fue contra  las otras fuerzas antibatistianas que se habían unido en el Pacto de Caracas de 1958;  ese golpe empezó a fraguarse más aceleradamente  en la casa de descanso del Che Guevara en el reparto de Tarará cuando el Che  tenía una crisis de asma  y se acabó de ejecutar desde las oficinas del INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria). 

Lenin y sus bolcheviques  le dieron un golpe de Estado al gobierno socialdemócrata de Kerenski; Fidel y Raul Castro se lo dieron a las fuerzas revolucionarias antibatistianas.
 
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La gran mancha de Lenín

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EL 17 de julio de 1918, Yákov Yurovski, ejecutó las órdenes de Lenin: asesinar al Zar Nicolás y a toda su familia. En 1998, sus restos fueron sepultados en el panteón de los Zares. El águila bicéfala, símbolo de la Rusia Imperial, fue colocada de nuevo en el Palacio de Invierno, donde aún se exhibe la momia de Lenin
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Por Tania Díaz Castro
Febrero 5, 2015

LA HABANA, Cuba. — El más terrible y espantoso de los crímenes, ocurrido en el convulso período de principios del siglo pasado, lo cometió Vladimir Ilich Lenin, el hombre que años después, por decisión gubernamental, se convirtió en guía y modelo de los revolucionarios del régimen castrista.

Cuando Fidel Castro fue entrevistado en 1977 por la periodista norteamericana Barbara Walters, dijo: ¨Lenin fue un hombre extraordinario en todos los aspectos y no hay ninguna mancha en toda su vida¨.

Aquellos que conocen la historia de aquel crimen, se preguntan cómo es posible que una persona que, según dice, jamás miente, sea capaz de decir tan garrafal embuste. Sobre todo si en la prensa escrita, a partir del triunfo bolchevique de Rusia, se pudo conocer cómo ocurrió el asesinato de la familia Romanov y quien fue el principal asesino.ç

Ocurrió el 17 de julio de 1918. Esa noche, Yákov Yurovski, jefe de un pelotón de fusilamiento del recién creado régimen revolucionario, ejecutó las órdenes de Lenin: asesinar al Zar Nicolás y a toda su familia.

(EL zarevich Alexis con su madre la emperatriz Alejandra)

Encerrada la familia imperial en un sótano, Yurovski fue el primero en disparar al Zar. Acción seguida los demás asesinos dispararon a su esposa Alejandra, al pequeño zarévich Alex, a las cuatro hijas adolescentes, al doctor Botkin, médico de cabecera, a tres criados: el cocinero Kharitonov, la doncella Demitova, a Trukp, y a los perros de compañía de la casa imperial. En el indiscriminado tiroteo, las balas chocaban contra las paredes de la habitación. Cuando cesaron los tiros, vivos algunos y quejándose, fueron rematados con disparos en la cabeza.

Según palabras de Fidel Castro, expresadas en el 144 aniversario del natalicio de Vladímir Ilich Lenin, el pasado 22 de abril, las ideas del asesino bolchevique ¨…encontraron en nuestro país una tierra fecunda y hombres que se inspiraron en su ejemplo¨. Es cierto. Inspirados en Lenin, hay muchos ejemplos.

Jamás. En más de medio siglo de dictadura de Fidel Castro, el caudillo cubano ha mencionado en sus miles de discursos que Vladimir Ilich Lenin fuera el que ordenó el asesinato de la familia Romanov. Tampoco que su régimen político haya sido producto de un golpe de estado, al frente de una minoría de simpatizantes. Mucho menos que su dictadura totalitaria se desmoronara por ineficiente y que sus estatuas fueran derribadas a golpes de mandarria de manos de trabajadores e intelectuales, en numerosos países del este europeo.

En la prensa cubana, monopolizada por la dictadura castrista, jamás hemos podido leer sobre el asesinato de la familia del Zar.

Lo ocurrido alrededor de este hecho, continúa oculto en la Cuba de Fidel. Según noticias divulgadas por las mismas agencias rusas de prensa, los cuerpos de la familia asesinada fueron encontrados en 1979, gracias a las Memorias de Yákov Yurovski, escritas mientras ocupaba altos cargos políticos bajo el régimen de José Stalin. Yurovski murió en 1938. Sus memorias fueron clasificadas como documento confidencial de la KGB, por el agente Putin, luego presidente de Rusia, para que se ignoraran los detalles del asesinato.

En 1998 la Iglesia Ortodoxa rusa decidió canonizar a la familia Romanov y sus restos fueron sepultados en 1998 en el panteón de los Zares, en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo. El águila bicéfala, símbolo de la Rusia Imperial, fue colocada de nuevo a la entrada del famoso Palacio de Invierno, donde aún se exhibe la momia de Lenin, pese a que una gran parte del pueblo ruso ha pedido sea retirada.

En el 2007, el prestigioso historiador ruso Eduard Radzinski, expresó a la prensa: ¨…Los rusos deben saldar sus cuentas con el pasado, enterrando también a Lenin, puesto que sólo entonces podremos desarrollarnos como una sociedad normal¨.

Existen importantes escritos sobre el crimen de Lenin aún sin publicar, cuyos autores, Gueli Riábov y Alexander Avdonin, seguramente están esperando que Rusia goce al fin de una sociedad normal, para darlos a conocer.

Video con fotos en colores de la familia del Zar.

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Tomado de http://es.rbth.com

El destino de los asesinos del último zar

Por Yan Shenkman,
Rusia Hoy
15 de julio de 2013


 (El sótano de la casa de Ipatiev trás la ejecución de la familia Romanov. Fuente: Archivo)

En 1918 los bolcheviques fusilaron a los once miembros de la familia Romanov. Los principales implicados en aquel pelotón de ejecución ostentaron una posición respetable dentro de la sociedad soviética.

A día de hoy, 95 años después del asesinato de la familia real rusa, no se sabe a ciencia cierta cuántos asesinos estuvieron involucrados en el regicidio. Según una versión, fueron ocho los implicados en el regicidio. Conforme a otra, el número se eleva a once, tantos como víctimas de la matanza.

Los que desempeñaron un papel más relevante en el pelotón de ejecución fueron Yákov Yurovski y Medvédev-Kudrin.

Según Yurovski, él disparó mortalmente contra el zar. La participación de este, que era judío, en el regicidio permitió afirmar después a los nacionalistas que “a nuestra padrecito el zar lo mataron los ‘inorodtsy’ (habitantes no rusos durante el zarismo)”. En realidad, los ‘inorodtsy’ eran sólo dos: él y el fusilero letón Tselms, cuya participación en el asesinato no está definitivamente probada.

(Yákov Mijáilovich Yurovski en 1918)

Yurovski, de profesión joyero, se propuso encontrar los diamantes de la familia real en la noche de la ejecución. Y, en efecto, los encontró: después de registrar los cadáveres descubrieron que entre la ropa de las hijas del zar habían cosido abundantes joyas (pesaban más de ocho kilos).

Yurovski entregó todos los objetos de valor al comandante del Kremlin de Moscú. Los primeros bolcheviques eran gente bastante desinteresada en el plano material, pero de una crueldad infinita.

En la hoja de servicios de Yurovski, figuran los cargos de presidente de la Cheká provincial de los Urales, Jefe del Tesoro del Estado Soviético (Gosjran) y director del Museo Politécnico de Moscú. Todos ellos eran puestos de muy alto rango y de importancia estratégica en los primeros años del gobierno soviético.

(Yákov Mijáilovich Yurovski años más tarde)

Murió en el hospital del Kremlin cuando ser atendido allí era un privilegio reservado a muy pocos, especialmente destacados funcionarios del Estado. El diagnóstico: una úlcera péptica. Según testigos presenciales, su agonía fue dolorosa.

Una cuestión de orgullo y la redacción de las memorias  

Algunos de los asesinos del zar eran amigos entre sí y se veían a menudo. Yurovski, Goloschekin y Medvédev, todos ellos participantes en la ejecución, a veces rememoraban el crimen mientras tomaban una taza de té.

Les gustaba hablar especialmente de quién había sido el primero en disparar aquella noche. Una vez, Yurovski llegó al encuentro con aire triunfal. Había recibido un libro publicado en Occidente, donde, blanco sobre negro, se leía que él era el asesino de Nicolás II. Estaba pletórico de felicidad.

Mijaíl Aleksándrovich Medvédev-Kudrin (1891-1964) también ocupó cargos de relevancia después de la revolución. Durante un tiempo fue ayudante del jefe de la 1ª Sección Especial del NKVD de la URSS.

En 1930, se dedicó a dar charlas sobre el regicidio en los institutos superiores provinciales. A finales de la década de 1950 se le asignó una pensión personal de 4.500 rublos, una cifra alta para la época. En un encuentro con estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Moscú (MGU) rememoró con sumo placer cómo, en 1918, él y sus compañeros bolcheviques ahorraron cartuchos y remataron con bayonetas a los enemigos de la clase trabajadora.

Medvédev alcanzó el rango de coronel. Antes de morir dejó escritas unas memorias detalladas sobre el asesinato de la familia real rusa. El manuscrito, titulado “Torbellinos hostiles”, estaba dirigido al entonces dirigente de la URSS, Nikita Jruschov, pero nunca se publicó.

(Mijaíl Aleksándrovich Medvédev-Kudrin)

En esas memorias impugna el papel dirigente de Yurovski y se atribuye el mérito principal en la aniquilación de la familia del zar. Medvédev fue enterrado con honores militares en el cementerio de Novodévichi, la necrópolis más prestigiosa de Rusia. En su testamento, Medvédev legó la pistola Browning con que mató a Nicolás II a Nikita Jruschov.

Después de la muerte de Medvédev, su hijo convenció al de Nikulin para que grabaran sus testimonios sobre los acontecimientos de la noche del regicidio en un estudio de radio.

Se cree que Nikulin fue un mero testigo que identificó los cadáveres de los miembros de la familia Romanov. No obstante, su hijo declaró al respecto: “Me acuerdo de que, en 1936, cuando yo todavía era pequeño, Yákov Mijáilovich Yurovski vino a vernos y escribió algo… Recuerdo que estaba precisando algunos datos con mi padre, a veces, por lo que recuerdo, discutían… Sobre quién fue el primero en disparar contra Nicolás II… Mi padre decía que era él quien había disparado primero, pero Yurovski lo rebatía, afirmaba que había sido él…”.

Otro miembro del pelotón de ejecución, Radzinski, grabó sus recuerdos en un magnetófono: “Un hombre bajó al agua con cuerdas y sacó los cadáveres. El primero que sacaron fue el de Nicolás. El agua estaba tan fría que los rostros de los cadáveres estaban sonrojados, como si estuvieran vivos… El camión se atascó en un lodazal, y a duras penas avanzábamos… Y de pronto tuvimos una idea y actuamos en consecuencia… Decidimos que no encontraríamos un lugar mejor… Excavamos en el lodazal… sumergimos los cadáveres en ácido sulfúrico… Los desfiguramos… Cerca había una vía férrea… Llevamos las traviesas podridas para camuflar la tumba. Enterramos en el lodazal sólo a algunos de los ejecutados, a los otros los quemamos… Quemamos el cadáver de Nicolás, me acuerdo… Y el de Botkin también… Y creo que el de Alexis…”.

A principios de la década de 1980, a Yuri Andrópov, entonces jefe del KGB, le gustaba escuchar algunas tardes los testimonios de los regicidas. Según se dice, estas grabaciones se conservan todavía hoy en los archivos del Comité para la Seguridad del Estado.