viernes, abril 17, 2015

INVASIÓN DE BAHÍA DE COCHINOS Y LA BATALLA DE PLAYA GIRÓN. LA BRIGADA 2506 FUE VENCIDA EL 4 DE FEBRERO, NO EL17 DE ABRIL DE 1961.ENTREVISTA CON MANUEL F. GOUDIE (FREDDY). DOCUMENTO QUE REVELA LA VERDADERA RAZÓN DEL FRACASO DE LA BRIGADA 2506


 El exilio observa en este año 2015  otro aniversario de Girón


 *****
  Respuesta valiente y contundente a Fidel Castro de un prisionero brigadista de la Brigada de Asalto 2506

 *****
Tomado de http://nuevoaccion.

LA BRIGADA 2506 FUE VENCIDA EL 4 DE FEBRERO, NO EL17 DE ABRIL DE 1961. ENTREVISTA CON MANUEL F. GOUDIE (FREDDY).


Antes de precisar hasta el detalle la entrevista que genera el gravísimo error del Presidente John F. Kennedy, pasamos a elaborar la ficha biográfica de los que hubieran sido los jefes militares de la invasión: los militares Eduardo Martín Elena y Manuel Federico Goudie (Freddy).

El Coronel Eduardo Martín Elena, militar distinguido del Ejercito de Cuba, profesional académico, fue agregado militar en Washington y miembro de la Junta Interamericana de Defensa.

El 10 de Marzo de 1952, al ocurrir el golpe de estado de Batista, el Coronel Martín Elena, jefe del (regimiento) cuartel de Matanzas, y dominado el hegemónico cuartel de Columbia por el Coronel Cantillo y el General Batista, al no poder impedirlo, renunció a su cargo.

El Teniente Manuel Federico Goudie, procedía de una inveterada tradición militar familiar que originaba en el General Español, Federico de Monteverde, abuelo de Goudie. El General Monteverde, quien fuera ayudante del Capitán General de Cuba, Lachambre, al enfrentarse a una contradicción moral por ser simpatizante de la causa cubana, solicitó y Ie fue concedida su transferencia a Filipinas.

El Teniente Goudie, del Arma de Artilleria en la Fortaleza de la Cabaña, fue el 11 de Agosto de 1933, un factor decisivo para evitar que la unidad militar que dirigía se opusiera con bombardeos a los que habían iniciado la rebelión contra el Presidente Machado. Se trataba del Segundo batallón de Artillería, ubicado precisamente frente a la fortaleza de la Cabaña.

La declaración que de inmediato se formula es la continuación de una conversación personal que sostuve con el Coronel Eduardo Martin Elena, que hubiera sido el jefe del ejército de la invasión a Cuba, mientras que Goudie hubiera ejercido el Ministerio de Defensa del nuevo gobierno que surgiera de la ocupación del poder.

Martín Elena y Freddy Goudie, no obstante de haber estado en ejércitos distintos, eran verdaderos profesionales de las armas, pero con una identificación fundamental con la Nación Cubana, razón por la que dos señores de tal categoría hacen una verificación de los hechos y conocimientos históri.cos que pasan a referirse:

HABLA ELTENIENTE GOUDIE, CON LA MISMA EXACTITUD HISTORICA QUE ME HICIERA EL. CORONEL MARTIN ELENA:.

Hube de graduarme en la Escuela de Cadetes del Ejército Nacional de la República de Cuba, en el curso de 1927 a 1931, y designado después de graduado al Arma de Artillería de la Fortaleza de la Cabaña. Estimo que los 4 años que pasé en la Academia Militar fueron 4 años aprendiendo a obedecer para saber mandar”.

 (Tony Varona, Justo Carrillo y Manuel Artime)

Se organizó el Frente Revolucionario Democrático que tenía como miembros a Manuel A. de Varona, a Justo Carrillo Hernández, a Manuel Artime, a José Ignacio Rasco •.y a Aureliano Sánchez Arango, que se había constituido el 15 de Junio de 1960 en la Ciudad de México

El Frente nombra Coordinador General a Manuel A. de Varona y Coordinador Militar a Manuel Federico Goudie, que es quien suscribe.”  “Pocos dias después de la constitución del Frente llegaron Martin Elena y Tomás Cabañas, que vinieron a formar parte de lo que llamamos en aquel momento el Estado Mayor de lo que habrían de ser las tropas que invadirían Cuba.

Sus oficinas (del FRD) estuvieron en Coconut Grove y comenzó el adiestramiento de voluntarios para esa fuerza invasora. A Martin Elena se Ie nombró Jefe Militar de esa fuerza.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA), a quien nosotros solicitamos que nos facilitaran instrumentos, instructores, armas, barcos y aviones, nos los facilitaron, empezando en primer lugar con el envío de nuestros voluntarios a la Isla de Iuseppa en el Golfo de México, muy próximo a Naples, Florida.

Luego del primer contingente se añadieron asesores procedentes de distintas universidades. Esta isla fue arrendada a mi nombre por documento oficial.”

EI Jefe de la CIA en Miami, Sr. Evans, tenía dos asistentes llamados Carl y Jimmy Smith. A Carl Ie decían “Mr. Outside” y a Jimmy “Mr. Inside”.

Yo tuve un contacto que no me pareció depender de Evans, llamado Coronel Roderick, quien prácticamente todos los meses me iba a buscar par la mañana temprano a mi casa y con él recorríamos todos los lugares de adiestramiento. Por cierto, al finalizar el primer mes y viendo que mi casa estaba siempre IIena de rnuchachos (yo vivía entonces en la calle de Sevilla, Coral Gables) me preguntó: ‘Sr. Goudie, ¿qué remuneración Ud. desea? Ud. Tiene una gran cantidad de gastos aqu.’ Y yo le contesté: “Nada, Coronel Roderick, porque mientras yo no perciba salario de Ud.soy su aliado; el día que yo lo perciba, seré su subalterno.Como aliado puedo disentir de las opiniones de ustedes pero como subalterno tendría que cumplir las órdenes.

*****
Tomado de  http://nuevoaccion.com/y-final/

Cierto día, poco más tarde, vino Jimmy Smith Y me dijo: “Sr. Goudie, tenemos ciertos problemas con los voluntarios que están en la Isla y apreciaríamos que Ud. fuera allá conmigo porque se han negado a someterse a algunos de los exámenes que los asesores quieren hacer. Con él salí para Iuseppa teniendo buen cuidado de ponerme mi anillo de graduado de la Academia Militar de Cuba.

(Oscar Alfonso Carola)

AI llegar alIá me presentaron al capitán Carlos Carol (nota de Nuevo Acción, se refiere a Oscar Alfonso Carol-en la foto- Ilustraciones agregadas por Nuevo Acción) que actuaba como jefe de esos primeros voluntarios, y cuyo padre había sido también oficial del Ejercito· de Cuba, y al ver mi anillo lo reconoció y cambiamos algunas frases. A Carol Ie pregunté de los problemas que habían habido y me contestó que algunos de los reclutados no querían someterse a los exámenes e interrogatorios.

Le pregunté qué cuándo podría verlos a ellos y me contestó que en la comida estarían todos reunidos en el comedor. Entonces les dije que como ellos sabían, yo era el Coordinador Militar y que al día siguiente sería el primero en pasar por todos los interrogatorios y exámenes, y que quería saber quién era el que se negaba a ellos. En efecto, al día siguiente pasé por todos los exámenes e interrogatorios, y todos los voluntarios pasaron después de mí.

De la Isla de Iuseppa , en la que no había más de 25 voluntarios, se pasó a un nuevo campamento, éste en Panamá, adonde también hube de ir, esta vez acompañado por Manuel Artime.

Siguió aumentando el número de voluntarios para la Brigada y entonces se decidiٌó buscar otro campamento. Se optó por Guatemala y alIí fui yo y en el avión del Presidente de Guatemala, Ydígoras Fuentes, estuvimos recorriendo lugares para ver donde se establecería, decidiéndonos por lo que llamaban “La Finca del Inglés”, en Retalhuleu. Este campamento fue al que después fueron llegando todos los voluntarios reclutados, campamento que también visitó el Comandante Tomas Cabañas y algunos miembros del Frente Revolucionario Democrático.

En los primeros días de Febrero de 1961 nos pidieron ir a Washington al Coronel Martín Elena y a mí para reunirnos con dos generales y el Coronel Roderick, y discutir posibilidades para la invasión a Cuba.

Uno de los generales. que habría de ser el máximo dirigente del entrenamiento y de la eficiencia final. de la brigada militar que llevaría a cabo la invasión se llamaba Jack Haskins, que es el que asumiría la decisión final de recomendar o no, el envío de la Brigada a Cuba—a pesar de que como veremos’ en el curso de este relato, por estimar el Sr. Haskins que la Brigada expedicionaria era una de las más eficientes en contraste con la mejor de los Estados Unidos, afirmación que luego encontraremos en nuestra entrevista de los miembros del Consejo Revolucionario el 19 de Abril de 1961 con el Presidente Kennedy. Como habremos de observar en el documento que nos entregó el Presidente Kennedy.

El General Haskins afirmaba que la Brigada por sí misma estaba en aptitud de derrotar solamente ella, sin fuerzas norteamericanas de respaldo, al ejército de Cuba. Esta opinión no fue emitida, por supuesto, en la reunión de Febrero sino que fue el criterio emitido por Haskins al Presidente Kennedy, y en e momento último de la decisión, lo que ocasionó el error de Kennedy y la victoria de Castro.

“Durante nuestra estancia en Washington, que duró dos días en continuas reuniones, tanto a la ida como a la vuelta, durante la estancia en el hotel, el Coronel Martín Elena y yo íbamos cada uno por lugares distintos hacia el lugar de las reuniones.”

El segundo día de las reuniones hube de tomar la palabra para pedir: Primero – Aviones de mayor autonomía de vuelo que los que. Teníamos en los campamentos porque estos eran aviones de la Segunda Guerra Mundial con autonomía de vuelo de 10 minutos sobre Cuba, cuando más, descontando el tiempo que se consumía en la ida y vuelta de Guatemala a Cuba en aquellos aviones. Contestaron que no podía ser.

Entonces les plantee la segunda alternativa nuestra: que nos permitieran utilizar una base aérea más cercana a Cuba, la Isla de Cozumel, en la que con mi amigo Eduardo Villaseñor, Ex-Ministro de Relaciones Exteriores de México—con el que habíamos tratado el tema–considerábamos que podría ser obtenida y utilizada. Me contestaron textualmente: ‘No puede ser, porque sería darle participación a una tercera nación.’

Entonces les plantearnos, aunque usando siempre yo de la palabra, la tercera y última petición nuestra: Compromiso militar americano de apoyar la invasión. También un no rotundo fue contestado. Entonces les dije:.“Ustedes condenan esta invasión al fracaso y ahora mismo salgo para Miami y presento mi renuncia como Coordinador Militar.”

De regreso a Miami y habiendo citado a mi residencia en la Calle de Sevilla en Coral Gables a los miembros del Frente Revolucionario, les expuse todo lo tratado en Washington, motivo por el cual presentaba mi renuncia al cargo de Coordinador Militar.

Cuando abandonaron mi casa hube de manifestar: “Aquí comienza la carrera por obtener la preferencia norteamericana.” La obtuvo Artime, por ser el “golden boy” -como Ie llamaban los de Washington- y quien sin ser militar fue nombrado Jefe de la Brigada.

“Roderick no obstante sabiendo que ya había presentado mi renuncia al cargo, continuó visitándome todos los días e inclusive me urgió a formar otro grupo autónomo nuestro al que denominamos “Grupo Blanco” para la invasión a Cuba y al que logramos alistar más de 600 individuos cuyos nombres aún conservo. Roderick me ofreció campamento, armas y hasta barcos, de los cuales nunca recibí ninguno, a pesar de que inclusive me indicó la misión que yo debería hacer con mi gente simultáneamente con la invasión de Bahía de Cochinos. Según Roderick, el grupo nuestro debería desembarcar en Bahía Honda, en la provincia más occidental de Cuba e inmediatamente iniciar una invasión hacia la ciudad de La Habana para atraer parte de las tropas de Fidel Castro hacia nosotros.”

Con los que yo creía más allegados a mí comenté las órdenes dadas por él y comenté que si llegábamos a desembarcar, marcharíamos a toda velocidad hacia La Habana porque el primero que llegara seria el que vencería.

No sé, pero algunas veces he,pensado que algunos de los que conocieron mi proyecto militar operativo pudieron haberle dado esta información a otras fuentes para que no se nos dieran elementos algunos para hacerlo.

Después de la invasión, con el aporte personal de Justo Carrillo, Julio Lobo, Bartolomé Bestard y mío, compramos tres lanchas rápidas en Nueva Orleans, nos instalamos en los Cayos de la Florida, e iniciamos viajes hacia Cuba llevando armas y sacando cubanos que en bote se nos acercaban a nosotros.

Aquello duró varias semanas y tiempo más tarde, en el año de 1964 me trasladé a España, avergonzado de la conducta de muchos compatriotas mios y muchos norteamericanos.”

(Manuel Federico ¨Freddy¨ Goudie) 

En nuestra entrevista inmediata con Goudie (única foto disponible  que tenemos de Goudie), al.regreso deWashington, nos reunimos en Coral Gables donde vivía, y Ie expresé a Goudie: “Mira, Freddy, esta decisión que nos ha sido notificada garantiza la permanencia de Castro en el poder por lo que solo nos queda indagar más sobre,la cuestión para retirarnos o no, de la totalidad del proyecto.”

Por ser de trascendental importancia este documento, lo firmamos conjuntamente el Sr. Manuel F. Goudie y el Sr.,Justo Carrillo, a 10s 15 días del mes de Noviembre de 1978.

Esta decisión norteamericana comprueba la decisión de Kennedy de no apoyar militarmente la invasión a Cuba, lo que se confirma a su vez con su entrevista con no’sotros -los Miembros del Connsejo Revolucionario de Cuba, el Miércoles 19 de Abril de 1961 en la Casa Blanca que reiteró su posición:.que lo que él había hecho fue permitir la salida de los cubanos de Centroamérica en la esperanza de que se afirmara la opinión de su asesor máximo: “Que la Brigada ganaba sola, sin fuerzas nortearnericanas de respaldo”.

La conclusión final era la de.que la credulidad del Presidente Kennedy en el informe Haskins sobre la virtualidad de la Brigada para triunfar sola Ie hizo tomar el mayor de los riesgos para su prestigio nacional e internacional, pero a la postre fue una aventura puramente imaginativa que Ie costó al menos que a Cuba,lo que se comprobara con el último párrafo del criterio de Dean Rusk: “Siempre me ha maravillado que el fiasco de la Bahia de Cochinos no dañó considerablemente al gobierno de Kennedy. Sobrevivimos mejor de lo que podíamos esperar”.

A Cuba Ie costó decenas de años de sufrimiento emocional y material,y de consunción material agonizante. Kennedy jugó una baraja al costo de un pueblo. A Cuba le tocó perder.
******
Tomado de http://www.elnuevoherald.com

Bahía de Cochinos: Heroísmo y traición

Por PEDRO ROIG


Más allá del inmenso poder de su mitología, el desastre militar de Bahía de Cochinos es, en efecto, un vasto tema de controversia histórica alentada por la complejidad de la operación, las numerosas variables tácticas y las fatales decisiones políticas que se impusieron sobre la devoción y el coraje de la Brigada 2506, donde la Patria esclava del marxismo encontró lo que tal vez fue, su ultimo consuelo de redención.

Las raíces de esta operación están en el contexto de la Guerra Fría y el peligro para Estados Unidos de que Castro aceptara, en algún momento, el despliegue de cohetes nucleares soviéticos en la isla (como ocurrió dos años después), cambiando de un golpe la ventaja estratégica de Washington sobre Moscú.

Respondiendo a este enorme peligro para la seguridad nacional, el entonces presidente Eisenhower advirtió: “Esta nación no tolerará el emplazamiento de un satélite de la Unión Soviética a 90 millas de nuestras costas’’.

El 17 de marzo de 1960, el presidente aprobó crear una fuerza de combate formada por exiliados cubanos pero con la condición de que fuera una acción encubierta. La ayuda decisiva de Estados Unidos tenía que ser secreta. Esta premisa resultó fatal porque desde el primer momento limitó el tamaño y equipamiento de la operación. Eisenhower fue muy preciso en su orden cuando señaló: “nuestras manos no pueden aparecer en nada de lo que se haga’’.

La farsa exigía una versión plausible en la que un grupo de exiliados cubanos y norteamericanos que habrían perdido propiedades en Cuba, financiaran la lucha armada para derrocar la tiranía de Fidel Castro. La mentira restó flexibilidad a las exigencias de los armamentos necesarios para cumplir con éxito la misión.

El encubrimiento, que resultó ser una alucinante fantasía, tuvo un impacto muy negativo en el equipamiento y despliegue operacional de la Fuerza Aérea de la Brigada 2506, porque el éxito o fracaso de la invasión dependía del control del espacio aéreo sobre la zona de combate.

En todo momento, se planteó que el factor esencial para la victoria era la supremacía aérea para apoyar los batallones en tierra y proyectar su poder de fuego a los centros vitales de las fuerzas del régimen. Los oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) encargados del plan fijaron con absoluta claridad la importancia del control aéreo.

En un informe enviado en enero 4, 1961, la CIA advirtió: “Se considera crucial que la Fuerza Aérea cubana, capaz de dar resistencia al desembarco, sea destruida o neutralizada antes de que las tropas lleguen a la playa’’.

Este importante documento, específicamente explica que el control del espacio aéreo sobre el teatro de operaciones era la premisa esencial para el éxito de la invasión. Los oficiales de la CIA no dejaron lugar a la duda. Sin la supremacía aérea, la operación no tendría ninguna posibilidad de prevalecer en el campo de batalla.

Es conveniente señalar que Bahía de Cochinos no fue el primer sitio seleccionado para el desembarco. Inicialmente se escogió la Bahía de Casilda, en Trinidad, situada en el centro-sur de la isla, junto a las montañas del Escambray. De acuerdo con militares veteranos Trinidad era un sitio excelente para el desembarco, muy superior a la Bahía de Cochinos.

En noviembre de 1960, John Kennedy fue electo presidente de Estados Unidos. A los pocos días, Allen Dulles, director de la CIA, le informó sobre los detalles secretos del desembarco planeado para efectuarse por Trinidad. Se puso énfasis en la importancia decisiva de la aviación y de que el éxito dependía del control del espacio aéreo sobre el teatro de operaciones.

El 30 de enero, diez días después de jurar y asumir la presidencia de Estados Unidos, Kennedy asintió a continuar los planes de invasión por Trinidad, pero pocas semanas después, altos funcionarios de su administración presentaron objeciones al plan de acción.

El 11 de febrero de 1961, Arthur Schlesinger, cercano consejero del presidente, advirtió sobre los inconvenientes del desembarco porque era imposible esconder la participación de Estados Unidos en la operación. Cuatro días más tarde, Tomas Mann, el Subsecretario para América Latina, fijó su posición en una carta al secretario de Estado, Dean Rusk, en la que se oponía al desembarco.
Era obvio que los principales consejeros del presidente tenían diferentes opiniones y que la urgencia de eliminar la amenaza de los soviéticos en Cuba había pasado a un segundo plano.

En esta coyuntura, el Secretario de Estado Dean Rusk propuso eliminar el plan de Trinidad dado que la densidad de población hacía muy difícil encubrir la participación de los Estados Unidos en el ataque.

La CIA fue ordenada a buscar un sitio alterno para el desembarco. Cuatro semanas antes del ataque, Bahía de Cochinos fue escogida para implementar el plan. Grave error. El planeamiento y ayuda de Estados Unidos tenía que mantenerse en secreto.

La farsa del encubrimiento continuó siendo el factor dominante que limitó la efectividad y equipamiento militar de la Brigada. Todo tenía que ser de segunda mano, todo menos el heroísmo de los que iban al combate.

Así de un tajo, comenzó el desmantelamiento del plan que tenía como premisa esencial el dominio del aire, aunque dentro de los límites se podían haber dado flexibilidad logística y mejores equipos. Pero ya a los más altos niveles del poder político en Washington se había perdido la visión y el liderazgo necesario para la victoria.

El 4 de abril, reunidos en el Departamento de Estado, el presidente pidió la opinión de sus principales asesores sobre si se debía continuar con la operación. Luego de ofrecer sus puntos de vista, todos estuvieron de acuerdo con ordenar el ataque menos Dean Rusk, que se abstuvo, y el Senador William Fullbright, que se opuso. Ese mismo día Kennedy dio la orden para que las fuerzas de la Brigada 2506 se dispusieran a entrar en acción. La fecha escogida fue el 17 de abril.

Pocos días antes, los grupos de infiltración de la Brigada penetraron clandestinamente para ayudar y coordinar el ataque con la poderosa resistencia interna que operaba activamente a lo largo y ancho de la isla.

Los pilotos, tripulaciones navales, personal de apoyo y los batallones comenzaron a desplegarse hacia sus objetivos. Fue un momento de enorme emoción. Hermanados en el peligro, sentíamos el honor de cumplir juntos un hermoso ideal. Eramos los soldados de la libertad. Pero aun desconocíamos que se nos habían negado las condiciones esenciales del control aéreo, que era el factor decisivo para la victoria.

El 14 de abril, el presidente llamó a Richard Bissel, el oficial de la CIA a cargo de la Invasión, y le preguntó cuántos aviones B-26 participarían en el ataque inicial. Bissel le respondió que todos. Kennedy objetó el número de aviones y le dijo a Bissel: “Bueno, no lo quiero en esa escala, lo quiero mínimo’’. Así el golpe inicial fue reducido de 16 a ocho aviones; además se perdió el factor sorpresa.
Al amanecer del 15 de abril, la disminuida aviación de la Brigada atacó las bases aéreas de San Antonio, Santiago de Cuba y Columbia. El ataque aéreo duró aproximadamente 20 minutos. Al final, Castro podía contar con siete aviones que sobrevivieron al primero y único ataque a sus bases aéreas. Entre estos le quedaron disponibles dos aviones “jet’’ T-33, y dos formidables Seafury considerados entre los mejores aviones caza de la Segunda Guerra Mundial.

El General Rafael del Pino, piloto de la aviación castrista durante esos críticos días (hoy en el exilio), señaló en una entrevista, “nunca entendimos por qué no continuaron los ataques aéreos. De haberlo hecho el 16 y 17, nosotros hubiésemos sucumbido’’.

Los aviones de la Brigada regresaron a sus bases preparados para continuar golpeando los aviones que quedaban de la Fuerza Aérea castrista. Pero justo antes de reanudar las operaciones llegó la orden de Washington cancelando los restantes ataques a las bases aéreas de Castro. Para los pilotos de la Brigada la orden fue devastadora. Ellos tenían conciencia que el control del aire era esencial para la victoria. La pequeña aviación castrista quedaba, como se demostró los días que siguieron, en capacidad de dominar el espacio aéreo sobre la zona del combate.

Es evidente que el presidente Kennedy exhibió una manifiesta ausencia de liderazgo. Su conducta errática, para nosotros, alcanzó el nivel de traición al sacrificio de la Brigada. El 19 de abril, Robert Kennedy envió un mensaje a su hermano pidiéndole tomar acción inmediata para evitar la derrota y el peligro de que los soviéticos instalaran cohetes nucleares en Cuba. Robert Kennedy fue uno de los pocos altos funcionarios de Washington que mantuvo la esencia del peligro ruso en Cuba. En efecto, el fracaso de la invasión aceleró la entrada de los cohetes que casi culmina en una guerra nuclear.

En Bahía de Cochinos, por tres días y noches, la Brigada 2506 hizo derroche de heroísmo. Se peleó en San Blas, en Soplillar, en la Rotonda de Palpite, en Playa Larga, en Girón, y en ocasiones faltos de municiones, la lucha fue cuerpo a cuerpo. Por eso hoy quiero honrar la memoria de mis hermanos caídos en combate y los que fueron asesinados posteriormente en la rastra de la muerte.

Ese ideal de lucha es nuestro mejor testamento a las nuevas generaciones. Abramos nuestros corazones al abrazo fraterno y que nadie dude de que mientras quede en pie un combatiente de la Brigada 2506, jamás abandonaremos la lucha por la libertad de Cuba.

Investigador Asociado del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami. Historiador y abogado, es autor de dos libros. Fue director de la Oficina de Transmisiones para Cuba (Radio y Televisión Martí) y es veterano de la Brigada 2506.
**********
La verdad sobre Playa Girón

Parte I



PaRTE II




Parte III

*****
Published on Apr 24, 2012

http://www.clickeventonline.com/event...
Pedro Roig, is Senior Consultant at the Institute for Cuban and Cuban-American Studies. Dr. Roig has taught Cuban history courses at various institutions. Former director of the Office of Cuba Broadcasting (OCB) -- Radio & TV Marti. Roig has been an active member of the Florida Bar for several years. He holds a Masters of Arts degree from University of Miami and a Juris Doctor Degree from St. Thomas University. He has written several books including "The Death of a Dream: A History of Cuba"and "Marti: The Cuban Struggle for Freedom." He is a veteran of the Brigade 2506.

Pedro Roig - Lessons of the Bay of Pigs