INVASIÓN DE BAHÍA DE COCHINOS Y LA BATALLA DE PLAYA GIRÓN. LA BRIGADA 2506 FUE VENCIDA EL 4 DE FEBRERO, NO EL17 DE ABRIL DE 1961.ENTREVISTA CON MANUEL F. GOUDIE (FREDDY). DOCUMENTO QUE REVELA LA VERDADERA RAZÓN DEL FRACASO DE LA BRIGADA 2506
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Respuesta valiente y contundente a Fidel Castro de un prisionero brigadista de la Brigada de Asalto 2506
LA BRIGADA 2506 FUE VENCIDA EL 4 DE FEBRERO, NO EL17 DE ABRIL DE 1961. ENTREVISTA CON MANUEL F. GOUDIE (FREDDY).
Antes de precisar hasta el detalle la entrevista que genera el gravísimo error del Presidente John F. Kennedy, pasamos a elaborar la ficha biográfica de los que hubieran sido los jefes militares de la invasión: los militares Eduardo Martín Elena y Manuel Federico Goudie (Freddy).
El Coronel Eduardo Martín Elena, militar distinguido del Ejercito de Cuba, profesional académico, fue agregado militar en Washington y miembro de la Junta Interamericana de Defensa.
El 10 de Marzo de 1952, al ocurrir el golpe de estado de Batista, el Coronel Martín Elena, jefe del (regimiento) cuartel de Matanzas, y dominado el hegemónico cuartel de Columbia por el Coronel Cantillo y el General Batista, al no poder impedirlo, renunció a su cargo.
El Teniente Manuel Federico Goudie, procedía de una inveterada tradición militar familiar que originaba en el General Español, Federico de Monteverde, abuelo de Goudie. El General Monteverde, quien fuera ayudante del Capitán General de Cuba, Lachambre, al enfrentarse a una contradicción moral por ser simpatizante de la causa cubana, solicitó y Ie fue concedida su transferencia a Filipinas.
El Teniente Goudie, del Arma de Artilleria en la Fortaleza de la Cabaña, fue el 11 de Agosto de 1933, un factor decisivo para evitar que la unidad militar que dirigía se opusiera con bombardeos a los que habían iniciado la rebelión contra el Presidente Machado. Se trataba del Segundo batallón de Artillería, ubicado precisamente frente a la fortaleza de la Cabaña.
La declaración que de inmediato se formula es la continuación de una conversación personal que sostuve con el Coronel Eduardo Martin Elena, que hubiera sido el jefe del ejército de la invasión a Cuba, mientras que Goudie hubiera ejercido el Ministerio de Defensa del nuevo gobierno que surgiera de la ocupación del poder.
Martín Elena y Freddy Goudie, no obstante de haber estado en ejércitos distintos, eran verdaderos profesionales de las armas, pero con una identificación fundamental con la Nación Cubana, razón por la que dos señores de tal categoría hacen una verificación de los hechos y conocimientos históri.cos que pasan a referirse:
HABLA ELTENIENTE GOUDIE, CON LA MISMA EXACTITUD HISTORICA QUE ME HICIERA EL. CORONEL MARTIN ELENA:.
“Hube de graduarme en la Escuela de Cadetes del Ejército Nacional de la República de Cuba, en el curso de 1927 a 1931, y designado después de graduado al Arma de Artillería de la Fortaleza de la Cabaña. Estimo que los 4 años que pasé en la Academia Militar fueron 4 años aprendiendo a obedecer para saber mandar”.
(Tony Varona, Justo Carrillo y Manuel Artime)
Se organizó el Frente Revolucionario Democrático que tenía como miembros a Manuel A. de Varona, a Justo Carrillo Hernández, a Manuel Artime, a José Ignacio Rasco •.y a Aureliano Sánchez Arango, que se había constituido el 15 de Junio de 1960 en la Ciudad de México
El Frente nombra Coordinador General a Manuel A. de Varona y Coordinador Militar a Manuel Federico Goudie, que es quien suscribe.” “Pocos dias después de la constitución del Frente llegaron Martin Elena y Tomás Cabañas, que vinieron a formar parte de lo que llamamos en aquel momento el Estado Mayor de lo que habrían de ser las tropas que invadirían Cuba.
Sus oficinas (del FRD) estuvieron en Coconut Grove y comenzó el adiestramiento de voluntarios para esa fuerza invasora. A Martin Elena se Ie nombró Jefe Militar de esa fuerza.”
“La Agencia Central de Inteligencia (CIA), a quien nosotros solicitamos que nos facilitaran instrumentos, instructores, armas, barcos y aviones, nos los facilitaron, empezando en primer lugar con el envío de nuestros voluntarios a la Isla de Iuseppa en el Golfo de México, muy próximo a Naples, Florida.
Luego del primer contingente se añadieron asesores procedentes de distintas universidades. Esta isla fue arrendada a mi nombre por documento oficial.”
EI Jefe de la CIA en Miami, Sr. Evans, tenía dos asistentes llamados Carl y Jimmy Smith. A Carl Ie decían “Mr. Outside” y a Jimmy “Mr. Inside”.
“Yo tuve un contacto que no me pareció depender de Evans, llamado Coronel Roderick, quien prácticamente todos los meses me iba a buscar par la mañana temprano a mi casa y con él recorríamos todos los lugares de adiestramiento. Por cierto, al finalizar el primer mes y viendo que mi casa estaba siempre IIena de rnuchachos (yo vivía entonces en la calle de Sevilla, Coral Gables) me preguntó: ‘Sr. Goudie, ¿qué remuneración Ud. desea? Ud. Tiene una gran cantidad de gastos aqu.’ Y yo le contesté: “Nada, Coronel Roderick, porque mientras yo no perciba salario de Ud.soy su aliado; el día que yo lo perciba, seré su subalterno.Como aliado puedo disentir de las opiniones de ustedes pero como subalterno tendría que cumplir las órdenes.”
(Oscar Alfonso Carola)
“De la Isla de Iuseppa , en la que no había más de 25 voluntarios, se pasó a un nuevo campamento, éste en Panamá, adonde también hube de ir, esta vez acompañado por Manuel Artime.
(Manuel Federico ¨Freddy¨ Goudie)
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Bahía de Cochinos: Heroísmo y traición
Por PEDRO ROIG
Más allá del inmenso poder de su mitología, el desastre militar de Bahía de Cochinos es, en efecto, un vasto tema de controversia histórica alentada por la complejidad de la operación, las numerosas variables tácticas y las fatales decisiones políticas que se impusieron sobre la devoción y el coraje de la Brigada 2506, donde la Patria esclava del marxismo encontró lo que tal vez fue, su ultimo consuelo de redención.
Las raíces de esta operación están en el contexto de la Guerra Fría y el peligro para Estados Unidos de que Castro aceptara, en algún momento, el despliegue de cohetes nucleares soviéticos en la isla (como ocurrió dos años después), cambiando de un golpe la ventaja estratégica de Washington sobre Moscú.
Respondiendo a este enorme peligro para la seguridad nacional, el entonces presidente Eisenhower advirtió: “Esta nación no tolerará el emplazamiento de un satélite de la Unión Soviética a 90 millas de nuestras costas’’.
El 17 de marzo de 1960, el presidente aprobó crear una fuerza de combate formada por exiliados cubanos pero con la condición de que fuera una acción encubierta. La ayuda decisiva de Estados Unidos tenía que ser secreta. Esta premisa resultó fatal porque desde el primer momento limitó el tamaño y equipamiento de la operación. Eisenhower fue muy preciso en su orden cuando señaló: “nuestras manos no pueden aparecer en nada de lo que se haga’’.
La farsa exigía una versión plausible en la que un grupo de exiliados cubanos y norteamericanos que habrían perdido propiedades en Cuba, financiaran la lucha armada para derrocar la tiranía de Fidel Castro. La mentira restó flexibilidad a las exigencias de los armamentos necesarios para cumplir con éxito la misión.
El encubrimiento, que resultó ser una alucinante fantasía, tuvo un impacto muy negativo en el equipamiento y despliegue operacional de la Fuerza Aérea de la Brigada 2506, porque el éxito o fracaso de la invasión dependía del control del espacio aéreo sobre la zona de combate.
En todo momento, se planteó que el factor esencial para la victoria era la supremacía aérea para apoyar los batallones en tierra y proyectar su poder de fuego a los centros vitales de las fuerzas del régimen. Los oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) encargados del plan fijaron con absoluta claridad la importancia del control aéreo.
En un informe enviado en enero 4, 1961, la CIA advirtió: “Se considera crucial que la Fuerza Aérea cubana, capaz de dar resistencia al desembarco, sea destruida o neutralizada antes de que las tropas lleguen a la playa’’.
Este importante documento, específicamente explica que el control del espacio aéreo sobre el teatro de operaciones era la premisa esencial para el éxito de la invasión. Los oficiales de la CIA no dejaron lugar a la duda. Sin la supremacía aérea, la operación no tendría ninguna posibilidad de prevalecer en el campo de batalla.
Es conveniente señalar que Bahía de Cochinos no fue el primer sitio seleccionado para el desembarco. Inicialmente se escogió la Bahía de Casilda, en Trinidad, situada en el centro-sur de la isla, junto a las montañas del Escambray. De acuerdo con militares veteranos Trinidad era un sitio excelente para el desembarco, muy superior a la Bahía de Cochinos.
En noviembre de 1960, John Kennedy fue electo presidente de Estados Unidos. A los pocos días, Allen Dulles, director de la CIA, le informó sobre los detalles secretos del desembarco planeado para efectuarse por Trinidad. Se puso énfasis en la importancia decisiva de la aviación y de que el éxito dependía del control del espacio aéreo sobre el teatro de operaciones.
El 30 de enero, diez días después de jurar y asumir la presidencia de Estados Unidos, Kennedy asintió a continuar los planes de invasión por Trinidad, pero pocas semanas después, altos funcionarios de su administración presentaron objeciones al plan de acción.
El 11 de febrero de 1961, Arthur Schlesinger, cercano consejero del presidente, advirtió sobre los inconvenientes del desembarco porque era imposible esconder la participación de Estados Unidos en la operación. Cuatro días más tarde, Tomas Mann, el Subsecretario para América Latina, fijó su posición en una carta al secretario de Estado, Dean Rusk, en la que se oponía al desembarco.
Era obvio que los principales consejeros del presidente tenían diferentes opiniones y que la urgencia de eliminar la amenaza de los soviéticos en Cuba había pasado a un segundo plano.
En esta coyuntura, el Secretario de Estado Dean Rusk propuso eliminar el plan de Trinidad dado que la densidad de población hacía muy difícil encubrir la participación de los Estados Unidos en el ataque.
La CIA fue ordenada a buscar un sitio alterno para el desembarco. Cuatro semanas antes del ataque, Bahía de Cochinos fue escogida para implementar el plan. Grave error. El planeamiento y ayuda de Estados Unidos tenía que mantenerse en secreto.
La farsa del encubrimiento continuó siendo el factor dominante que limitó la efectividad y equipamiento militar de la Brigada. Todo tenía que ser de segunda mano, todo menos el heroísmo de los que iban al combate.
Así de un tajo, comenzó el desmantelamiento del plan que tenía como premisa esencial el dominio del aire, aunque dentro de los límites se podían haber dado flexibilidad logística y mejores equipos. Pero ya a los más altos niveles del poder político en Washington se había perdido la visión y el liderazgo necesario para la victoria.
El 4 de abril, reunidos en el Departamento de Estado, el presidente pidió la opinión de sus principales asesores sobre si se debía continuar con la operación. Luego de ofrecer sus puntos de vista, todos estuvieron de acuerdo con ordenar el ataque menos Dean Rusk, que se abstuvo, y el Senador William Fullbright, que se opuso. Ese mismo día Kennedy dio la orden para que las fuerzas de la Brigada 2506 se dispusieran a entrar en acción. La fecha escogida fue el 17 de abril.
Pocos días antes, los grupos de infiltración de la Brigada penetraron clandestinamente para ayudar y coordinar el ataque con la poderosa resistencia interna que operaba activamente a lo largo y ancho de la isla.
Los pilotos, tripulaciones navales, personal de apoyo y los batallones comenzaron a desplegarse hacia sus objetivos. Fue un momento de enorme emoción. Hermanados en el peligro, sentíamos el honor de cumplir juntos un hermoso ideal. Eramos los soldados de la libertad. Pero aun desconocíamos que se nos habían negado las condiciones esenciales del control aéreo, que era el factor decisivo para la victoria.
El 14 de abril, el presidente llamó a Richard Bissel, el oficial de la CIA a cargo de la Invasión, y le preguntó cuántos aviones B-26 participarían en el ataque inicial. Bissel le respondió que todos. Kennedy objetó el número de aviones y le dijo a Bissel: “Bueno, no lo quiero en esa escala, lo quiero mínimo’’. Así el golpe inicial fue reducido de 16 a ocho aviones; además se perdió el factor sorpresa.
Al amanecer del 15 de abril, la disminuida aviación de la Brigada atacó las bases aéreas de San Antonio, Santiago de Cuba y Columbia. El ataque aéreo duró aproximadamente 20 minutos. Al final, Castro podía contar con siete aviones que sobrevivieron al primero y único ataque a sus bases aéreas. Entre estos le quedaron disponibles dos aviones “jet’’ T-33, y dos formidables Seafury considerados entre los mejores aviones caza de la Segunda Guerra Mundial.
El General Rafael del Pino, piloto de la aviación castrista durante esos críticos días (hoy en el exilio), señaló en una entrevista, “nunca entendimos por qué no continuaron los ataques aéreos. De haberlo hecho el 16 y 17, nosotros hubiésemos sucumbido’’.
Los aviones de la Brigada regresaron a sus bases preparados para continuar golpeando los aviones que quedaban de la Fuerza Aérea castrista. Pero justo antes de reanudar las operaciones llegó la orden de Washington cancelando los restantes ataques a las bases aéreas de Castro. Para los pilotos de la Brigada la orden fue devastadora. Ellos tenían conciencia que el control del aire era esencial para la victoria. La pequeña aviación castrista quedaba, como se demostró los días que siguieron, en capacidad de dominar el espacio aéreo sobre la zona del combate.
Es evidente que el presidente Kennedy exhibió una manifiesta ausencia de liderazgo. Su conducta errática, para nosotros, alcanzó el nivel de traición al sacrificio de la Brigada. El 19 de abril, Robert Kennedy envió un mensaje a su hermano pidiéndole tomar acción inmediata para evitar la derrota y el peligro de que los soviéticos instalaran cohetes nucleares en Cuba. Robert Kennedy fue uno de los pocos altos funcionarios de Washington que mantuvo la esencia del peligro ruso en Cuba. En efecto, el fracaso de la invasión aceleró la entrada de los cohetes que casi culmina en una guerra nuclear.
En Bahía de Cochinos, por tres días y noches, la Brigada 2506 hizo derroche de heroísmo. Se peleó en San Blas, en Soplillar, en la Rotonda de Palpite, en Playa Larga, en Girón, y en ocasiones faltos de municiones, la lucha fue cuerpo a cuerpo. Por eso hoy quiero honrar la memoria de mis hermanos caídos en combate y los que fueron asesinados posteriormente en la rastra de la muerte.
Ese ideal de lucha es nuestro mejor testamento a las nuevas generaciones. Abramos nuestros corazones al abrazo fraterno y que nadie dude de que mientras quede en pie un combatiente de la Brigada 2506, jamás abandonaremos la lucha por la libertad de Cuba.
Investigador Asociado del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami. Historiador y abogado, es autor de dos libros. Fue director de la Oficina de Transmisiones para Cuba (Radio y Televisión Martí) y es veterano de la Brigada 2506.
Parte I
PaRTE II
Parte III
Pedro Roig, is Senior Consultant at the Institute for Cuban and Cuban-American Studies. Dr. Roig has taught Cuban history courses at various institutions. Former director of the Office of Cuba Broadcasting (OCB) -- Radio & TV Marti. Roig has been an active member of the Florida Bar for several years. He holds a Masters of Arts degree from University of Miami and a Juris Doctor Degree from St. Thomas University. He has written several books including "The Death of a Dream: A History of Cuba"and "Marti: The Cuban Struggle for Freedom." He is a veteran of the Brigade 2506.
Pedro Roig - Lessons of the Bay of Pigs
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