jueves, julio 23, 2015

Alfredo M. Cepero sobre Cuba: LA VIEJA Y LA NUEVA NACIÓN.


 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

En uno de los mejores y más documentados  libros sobre la República de Cuba  de 1902 al 1958, ambos años inclusives,  titulado La Verdadera República de Cuba del médico Andrés Cao Mendiguren y publicado en el año 2008, se lee acertadamente:

¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad  porque esa nación  se alcanzó muy pronto  en décadas posteriores,  aunque en 1959  fue demolida por los que  usurparon el poder, y ha sido vilipendeada  por una oleada de intelectuales comprometidos o  mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba  las primeras posiciones  en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas  para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros  tan destacados  no se hubieran podido conseguir  si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores,  no hubieran tenido interés  y acierto para  resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran  dado una legislación avanzada  y moderna, o si el  pueblo cubano no hubiera estudiado  y trabajado  para superarse. El pueblo cubano era exigente  y siempre aspiraba  a lo mejor, pero tenemos  que acusarnos  de un pecado,  y es que  cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar  los fallos  y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable. (Cao, 2008, p. 87)

En otro orden de cosas, en el libro de Roberto Luque Escalona  sobre Rolando Masferrer titulado Rolando Masferrer en el país de los mitos se lee:

¨Hasta llegar a la segunda mitad de la década de los años 40´ todos los mitos habían sido laudatorios, propiciadores de alabanza y adoración. En la época señalada nacen y se desarrollan los mitos demonizadores. El de mayor envergadura será el de la República corrupta, dócil ante la voluntad de los americanos, plagada por la miseria y la violencia, cuya manifestación definitoria será el llamado gangsterismo, que a su vez tendrá como figura representativa a Rolando Masferrer. El mito mayor, el de la república despreciable, lleva en sí mismo a los dos menores, uno colectivo, otro individual.¨(Luque, 2009, p. 67)

Más adelante Luque Escalona escribe:
¨El mito del gangsterismo  es uno de los más falaces, pero también uno de los más sólidos productos de la mitomanía nacional.¨(Luque, 2009, p. 67)

Para posteriormente argumentar:

¨He ahí uno de los tantos mitos que han nutrido la vida política de nuestro país. En Bogotá, Cali, medellín; en Río de Janeiro y San Paulo; a veces en ciudades no precisamente grandes como Acapulco, Mazatlán, Ciudad Juárez y Tijuana, en una semana pueden morir más personas en enfrentamientos entre grupos de narcotraficantes que las que murieron en La Habana en los varios años que duró el llamado gangsterismo.¨(Luque, 2009, p. 68)

Si mal no recuerdo, en otra parte del libro, Roberto Luque Escalona contabilizó las muertes en esos enfrentamientos del gangsterismo en aproximadamente 50 muertes; no recuerdo la cifra exacta.

En esos tiempos  Fidel Castro era un insignificante pandillero de la  Unión Insurreccional Revolucionaria, UIR que entró a sugerencias de Rafael Díaz-Balart (posteriormente su cuñado), el cual posteriormente se apartaría del pandillerismo y Fidel Castro continuaría, pandilla comandada por Emilio Tró. después que no fue aceptado por Manolo Castro en el Movimiento  Socialista  Revolucionario o MSR. Rafael Díaz-Balart en su libro Cuba: intrahistoria. Una lucha sin tregua afirma que Fidel Castro sólo tomaba acción cuando estaba en superioridad.  Posteriormente Fidel Castro estuvo en el dispositivo de apoyo del asesinato de Manolo Castro cerca  del ¨Cinecito¨ en La Habana. En el entierro de Manolo Castro, Oscar Fernández Carral (sargento de la policía de la Universidad de La Habana, un cuerpo ajeno a la Policía Nacional, gracias a la autonomía que tenían en esa época las universidades cubanas) acusó a Fidel Castro de haber matado a Manolo Castro. Posteriormente  Fernández Carral sería asesinado  y al día siguiente , 5 de julio de ese año 1948, la prensa se hacia eco del hecho, y el periódico "El Crisol" de La Habana, destacaba las palabras de Fernández Carral en su titular. Oscar Fernández Carral fue el que vio a Fidel Castro en las inmediaciones "Del Cinecito", cuando asesinaron a Manolo Castro de la FEU, y que después lo acusó públicamente en la despedida de duelo. ¨. Noticias como estas, quizás sean la causa por la que las hemerotecas de las bibliotecas en Cuba no se pueden consultar si no se  tiene una autorización de instituciones del gobierno Castrista.
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LA VIEJA Y LA NUEVA NACIÓN.

Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

Yo digo que los cubanos de todas las razas, de todos los sexos, de todas las religiones y de todas las ideologías, exceptuadas las totalitarias, debemos de ocupar nuestro lugar en la construcción de la nueva nación.

La prolongación desmesura de la pesadilla nacional cubana ha producido daños profundos, aunque no irreparables, en la psiquis de nuestro pueblo. Muchos han borrado el pasado y se han refugiado en nuevas realidades para escapar del dolor profundo de perder ese centro de gravedad emocional que es la patria. Esos no quieren saber nada de Cuba en ninguna de sus etapas, pasada, presente o futura. Otros han creado sus propios espejismos y se aferran a un pasado cuyas bondades exageran y cuyos defectos han borrado de sus mentes. Los primeros no quieren saber de Cuba ni de sus dolores. Los segundos se empecinan en creer que, derrocada la tiranía, regresaremos a un añorado falso paraíso de la Cuba anterior a 1959. Ambos bandos están equivocados porque ignoran realidades actuales y son pesimistas en cuanto a la capacidad del pueblo cubano para conducir a nuestra patria hacia nuevas realidades de libertad, armonía y prosperidad.

La Cuba del día después de derrocada la tiranía será totalmente diferente a la anterior a 1959 o a la de los últimos 56 años de castro-comunismo. La historia no da marcha atrás y solamente sirve para aprender de los errores pasados y no repetirlos en el futuro.

No será la Cuba hedonista e indiferente a los asuntos políticos de los primeros 57 años(1902-1959) de república. Una Cuba en que nuestro pueblo estaba más interesado en los campeonatos de béisbol o en los bailes en los Jardines de la Tropical que en la calidad de sus gobernantes. Una Cuba donde se toleraba a los políticos corruptos y se glorificaba la violencia. Donde ser "revolucionario" era casi un título nobiliario y ser "guapo" un pasaporte para ingresar en los círculos de poder. Donde hampones como Policarpo Soler y Orlando León Lemus ("El colorado") imponían su ley del gatillo amparados por funcionarios de gobierno y donde diletantes como Pardo Llada obtenían más votos que intelectuales como Jorge Mañach.

(Policarpo Soler y Orlando León Lemus ¨El colorado¨) 

Muchos menos puede ser la continuación de la Cuba de sangre, opresión y miseria de los últimos 56 años (1959-2015). Esa es la que están soñando con prolongar los forajidos que se robaron el poder en 1959 y sus aliados en la oposición domesticada y el exilio apátrida. El legado de esos miserables será una nación en ruinas y un pueblo dañado y prostituido en el curso de tres generaciones de autómatas. Un verdadero infierno en la Tierra que sólo son capaces de crear los hijos de las tinieblas y de las tiranías materialistas y ateas. Ninguna de esas dos Cubas puede volver porque, si volvieran, nos mereceríamos ser esclavos a perpetuidad. Yo estoy convencido de que no volverán.

Ahora bien, aquellos iluminados por el amor a la patria que asuman la tarea de restaurar prosperidad material y principios edificantes a la Cuba futura tendrán que enfrentar numerosos retos y superar grandes obstáculos. Edificar viviendas, construir hospitales, reparar carreteras y crear empresas no será tan difícil como restaurar la esperanza y el sentido de responsabilidad individual a un pueblo domesticado y traumatizado por un infierno de más de medio siglo.

De hecho, como ningún otro pueblo en América los cubanos hemos pagado con sangre, lágrimas y miseria nuestros pecados ciudadanos, ya hayan sido supuestos o reales. Por lo tanto, nos merecemos un verdadero amanecer de libertad, de esperanza y de prosperidad. Pero tenemos que ganárnoslo con nuestro esfuerzo. Esa sería una Cuba sin las lacras de los primeros 57 años ni los horrores de los últimos 56 años de tiranía comunista.
Por otra parte, es cierto que entre los materiales necesarios para construir esa nueva nación purificada por el dolor el más deficiente es el material humano. Será privilegio de los verdaderos patriotas confrontar ese reto y superar ese obstáculo. Para ello tendrán que encontrar estímulo en la admonición del santo patrón de nuestras libertades: "Nuestro vino es agrio pero es nuestro vino".

Hay, sin embargo, aquellos que se han olvidado de la patria y responsabilizan a su pueblo por su actual estado de inmoralidad y depauperación. A ellos les digo que los únicos culpables de esta pesadilla han sido los Castro y sus apandillados más cercanos. Que si no van a ayudar tengan la decencia de no estorbar. La mayoría de nuestros compatriotas bajo el castrismo merecen nuestra compasión, no nuestra condenación. Esa tiene que estar reservada para su opresores y sobre ellos debe de caer todo el peso de una justicia sin venganzas pero sin excepciones.

Concluyo con una pregunta: ¿De qué valdría despojarnos de esta tiranía para sustituirla con una nación en guerra contra sí misma? Yo digo que los cubanos de todas las razas, de todos los sexos, de todas las religiones y de todas las ideologías, exceptuadas las totalitarias, debemos de ocupar nuestro lugar en la construcción de la nueva nación. La vieja nación tiene que ser enterrada sin dejar espacio para su futura resurrección propulsada por rencores entre nosotros. Según reza el lema de nuestra revista, para prosperar y perdurar, esa nueva nación tendrá que ser: "Tarea de todos, pedestal de nadie".