martes, noviembre 03, 2015

Esteban Fernández: NO VAN A COGER LOS MANGOS BAJITOS.

NO VAN A COGER LOS MANGOS BAJITOS.

Por Esteban Fernández

Los Ángeles, EE.UU.
2 de noviembre de 2015

Dicen que “perdimos la batalla, que el exilio histórico está liquidado, que somos unos dinosaurios” pero quiero hacer constar que todavía quedan muchos que van a continuar todo el tiempo que les quede en este planeta ¡barriendo el piso con todos los hijos de perras que se han adueñado de Cuba y con todos los que los secunden! No se ha ganado esta contienda pero MIENTRAS QUEDE UN CUBANO CON DIGNIDAD TAMPOCO SE HA PERDIDO y vamos a seguir criticando a los enemigos mientras nos reste un hálito de vida.

¿Qué es los que quieren? Que nos callemos, desean a toda costa acabar con el glorioso exilio histórico, neutralizar a las personas decentes y con sentimientos patrios. Tratan de que desaparezca el último reducto de rebeldía. Pretenden (a través de agentes infiltrados y de “hombres nuevos” que no son ni de aquí ni de allá ) desilusionar a los verdaderos desterrados. Y no crea nadie que lo van a lograr porque dentro de las huestes anticastristas hay testículos para repartir.

Creánme que todavía existen compatriotas a los cuales la tiranía les preocupa y les tiene terror. Y yo les aseguro a ustedes que aquí “no van a coger los mangos bajitos”. Quizás sean viejos pero no son cobardes a nada. Son viejos como viejo era Máximo Gómez

Por lo tanto de nuevo vamos a encarnarnos hoy con todos los hierros en aquellos dos farsantes que se pusieron al frente de Cuba en 1959 y que dentro del millón de mentiras y  promesas incumplidas  sin lugar  a dudas que una de las más grandes fue el tremendo paquete de la inmediata igualdad de todos los cubanos y la eliminación de las diferentes clases sociales. Y tenemos que estar muy claros en que iguales o parecidos ofrecimientos hoy en día son proclamados por los candidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders.

Pero volvamos a los nuestro: Recuerdo que lo primero que se nos ocurrió a los enemigos del sistema castro-comunista implantado -y que, como les dije, todavía muchos quedan vivitos y coleando  y defendiendo nuestra causa hasta el final- fue responder: “Sí, ahora todos somos iguales, ahora todos somos pobres”. ¡Qué equivocados estábamos!

Eso de que “ahora todos somos pobres” duró lo que el clásico merengue en la puerta de la escuela. Prácticamente enseguida se notó que estos tipejos- sinvergüenzas, asesinos e hijos de rameras- se iban instalando en las residencias abandonadas por los que ellos llamaban “pertenecientes a la oligarquía capitalista”. Y de paso también se cogían los automóviles de lujos y todo lo que les caía en las manos.

Algunos abandonaron y combatieron a la recién estrenada tiranía pero los que se quedaron dentro de la filas castristas fueron olvidándose de aquella humildad inicial con rosarios en los cuellos, y se convirtieron en mucho más corruptos que todos los gobiernos pasados y que todos los políticos anteriores que tanto criticaron. Poco a poco fuimos dándonos cuenta que toda la prédica puritana era pura hipocresía.  Ernesto Guevara se acomodó en una estupenda casa en la playa Tarará propiedad del tío de mi amiga  Madeleine Labastilla.  Sí, ese degenerado apodado “Che” que muchos imbéciles, desmadrados e ignorantes todavía veneran.

Desde luego que  ese inicial “quítate tú para ponerme yo” no tiene comparación con la actualidad. Ni por las cabezas nos pasó que esto conduciría al extremo que ha llegado.  Poco a poco, mientras los cubanos se iban hundiendo a niveles infrahumanos en la pobreza y en la miseria, un grupo de facinerosos se ha convertido en una “casta superior” que evita por todos los medios mezclarse con el populacho, con los desposeídos y con los que consideran  marginales.

Van a escuelas diferentes sólo para los herederos de los encumbrados  pinchos y mayimbes, se casan entre ellos, visten con ropas elegantes, y las mujeres y amantes se bañan en perfumes importados de Francia, tienen criados en sus casas, cotos de caza de patos privados, terrenos de golf, la comida les llega diariamente suministrada por el departamento encargado de ese menester en el Ministerio del Interior hoy dirigido por ese detritus inhumano llamado Carlos Fernández Gondín.

Cuando usted ve fotos de las nietas de Raúl o de Fidel Castro, o de los generales, lucen sacadas de las revistas de modas de New York. Parecen unas modelos, unas princesas encaramadas en los miles de muertos producidos por sus padres y abuelos. Dije que “se casan entre ellos” pero muchas veces -como en los casos de Fidelito o de Mariela- prefieren ligarse con extranjeros.

Cuando los malcriados hijos del monstruo mayor ligan  algunas muchachas  “plebeyas” entonces a la velocidad de un cohete la bruja Dalia las espanta de Punto Cero con la escoba que monta.  El nieto de Raúl -el detestable “Cangrejo” que además es jefe de su escolta- anda a toda velocidad por los barrios escogidos de La Habana en un carro que produciría la envidia de los jóvenes herederos de las familias Kennedy, Rockefeller o Trump. Jamás su Hummer de lujo pasa por Los Pocitos, ni por el Solar del Reverbero, ni por Atarés, ni por La Jata, ni por Jesús María, y mucho menos por La Timba…

Zonas enteras llenas de mansiones de lujo con piscinas y aires acondicionados es donde viven los altos miembros de la nomenclatura, y solamente puede entrar allí un cubano “de a pie” si está encargado  de cortar la yerba o pintar una  pared. Y para realizar estas labores tienen que tener el visto bueno de la Seguridad del Estado. No hay un millonario en el mundo que tenga una finca rodeada de tantos lujos como La Rinconada de Raúl.  La verdad es que yo no sé con que mala leche hicieron a esta gente.

Vaquerías  exclusivas para suministrarles carne y leche, vinos importados, langostas y mariscos que le son vedados al pueblo, chóferes, jardineros, y viajes a Cancún,  a Punta Cana y a Europa. En el caso de Mariela va a Italia a visitar a los familiares de su marido Paolo, más veces que un exiliado en Miami va a Marco Island.

Y recuerde usted mi reciente escrito sobre Los Comandantes -entre muchos despostricando contra esta plaga de pirañas que le cayó encima a los cubanos-  y sobre  la llegada de los Rebeldes a La Habana, con uniformes raídos, con las botas sucias y sin cordones, y prometiendo la igualdad social absoluta entre todos los cubanos, y no queda más remedio que pensar que al final de la jornada resultaron  ser  ¡unos tremendos descarados y una pila de sabandijas! Antes de un mes ya Camilo Cienfuegos -y los demás siguieron su ejemplo burgués- botaba a la basura su andrajosa ropa y se ponía un uniforme verde olivo de satín echo a la medida en una de las mejores sastrerías de La Habana. Y su sombrero, desde luego, era “Stetson”

Claro que ya sé que  siempre que le canto las 40 a los esbirros e hijos de fleteras salen algunos adoctrinados  a decir: “Sí, es muy fácil decir todas estas cosas de lejos”. No, lo fácil es no decir nada como hacen ellos y yo les puedo asegurar que tengo cientos  de coterráneos que pueden atestiguar que todas estas cosas yo las dije a voz en cuello desde el mismo siete de enero del 59. Pregúntenle a Jesús Hernández Torres y a Milton Sorí  y a más de cien ex compañeros del Instituto de Güines. Y le pueden preguntar a  Nivaldo “Capy” Pino en Naples-Florida para que les cuente de mi última noche en Güines en el parque central donde metí un discurso contra la tiranía  mientras él  trataba de callarme y me decía “¡Vete para la casa que vas a matar a tu padre de un ataque al corazón y se te va a echar a perder tu salida!”

Así es que yo maldije a  Fidel y Raúl Castro ayer, y los maldeciré por el resto de mi vida. Y al que no le guste que no me lea.