Jorge Hernández Fonseca: La Ola Democrática Latinoamericana
Por Jorge Hernández Fonseca
12 de Diciembre de 2015
Latinoamérica finalmente --harta del castro-chavismo totalitario-- ha iniciado un “reverdecer democrático” en todo el Sub-Continente. Lo hace sin contar con líderes proféticos, populistas o mesiánicos, echando a andar una lenta marcha por una evolución laboriosa para el crecimiento económico, la estabilidad política y el bienestar social, tesoros reales del Mundo Desarrollado.
Argentina dio el tono con su inobjetable triunfo electoral sobre el peronismo kirchnerista de contrapunteo político-social constante, de ocultamiento de índices económicos, de asesinato de un fiscal honesto y de voluntarismo cristinista, que llegó al límite de querer gobernar más allá de la voluntad popular, pretendiendo programar una toma de posesión que no le pertenecía.
Acto seguido el “bravo pueblo” venezolano dio el compás señalando que quiere ser gobernado por venezolanos, alzándose por encima de su inexplicable condición de colonia y eligiendo por mayoría abrumadora una Asamblea Nacional democrática y salvadora. De este inobjetable triunfo de la voluntad democrática venezolana, todavía faltan por ver episodios políticos, económicos y sociales complejos, pero la senda del triunfo trazada por su pueblo es definitiva.
El foco de mando del engendro castro-chavista latinoamericano ha reaccionado en la Habana felicitando al perdedor, preocupados ante resultados tan nítidamente adversos. Armados con su filosofía mesiánica de desconocer la voluntad mayoritaria de sus pueblos --porque se sienten dueños de “la” verdad marxista-- crean un problema migratorio para presionar al “imperio”. Pero este proceder ha mostrado su viseras, evidenciando que a los votos en las urnas argentinas y venezolanas, se suma el “voto con los pies” de lo mejor de la juventud cubana que los rechaza.
Brasil --el próximo-- lucha con ansias por la destitución de su presidenta castro-chavista; Bolivia y su pueblo van por la vía de evitar la reelección indefinida de un “cacique” cocalero y su pretendida dictadura “étnica”; toma similar sendero el digno pueblo ecuatoriano, presto a usar su derecho al voto contra el hombre que entrego su país a la dictadura castro-chavista con resultados pifios. Como un castillo de naipes --o fichas de dominó que caen sucesivamente-- así se desploma el imperio castrista, analizando lo cual el amigo, formidable pensador y articulista, Carlos Alberto Montaner, ha definido certeramente como una “Primavera Latinoamericana”.
Miseria, desasosiego, más de 7 mil fusilados por causas políticas, represión y éxodo masivo en Cuba; miseria, asesinatos, represión y más de un millón en el exilio es el saldo en Venezuela; corrupción izquierdista y desprestigio de sus mayores dirigentes son resultados en Brasil; manifestaciones multitudinarias repudiando la involución político-social, represión a la población indígena que decía defender y dictadura en ciernes, son los resultados en Ecuador; repudio a las pretensiones de reelección indefinida del “cacique” cocalero boliviano y repudio a su socialismo étnico son los resultados en la Bolivia socialista; represión política y contubernio con lo peor de la política local para continuar desgobernando Nicaragua, son las señales del fracaso en el desdichado país centroamericano. Todo, “marcas” del fracaso castro-chavista en América.
Es la justa, popular e imparable “Ola Democrática Latinoamericana” de nuestros días
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Tomado de http://www.abc.es/
Los brasileños vuelven a la calle en protesta contra la trama corrupta de Dilma Rousseff
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Además de la presidenta y Lula da Silva, importantes nombres del PT están salpicados por las sospechas
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VERÓNICA GOYZUETA
Corresponsal En Sao Paulo
13/12/2015
Con unos informativos de noticias políticas y económicas que ponen a cualquiera los pelos de punta, los brasileños -que saldrán nuevamente a las calles a protestar hoy-, cuentan los días que faltan para que acabe este año. La crisis brasileña puede dividirse en tres momentos claves: las revelaciones sobre el millonario desfalco en la compañía estatal Petrobras en abril del año pasado; una elección presidencial tensa que dividió a los electores en octubre de 2014, y una oposición que no se conformó con el resultado y pide la cabeza de la presidenta Dilma Rousseff desde el primer día de su segundo mandato, en enero. Estos tres momentos se complican con una serie de manifestaciones, que desde junio de 2013 cuestionan todo el modelo político.
«La crisis que Brasil vive en 2015 se complicó con las elecciones. La oposición cambió su modo de actuar. Antes perdía, se retiraba y dejaba un tiempo para respirar. Pero en la última elección una parte de la oposición no aceptó el resultado y no desmovilizó su máquina electoral», explica el economista Márcio Pochmann, sobre las presiones por un juicio político de Dilma Rousseff. Pochmann es presidente de la Fundación Perseu Abramo, un centro de estudios vinculado al oficialista Partido de los Trabajadores (PT).
A pesar de su relación con el PT, Pochmann es crítico con el Gobierno y encabezó en octubre un grupo de intelectuales que presentó alternativas económicas a Rousseff, con fuertes reproches al modelo de austeridad defendido por el ministro de Economía Joaquim Levy. «Debemos de tener la recesión más grave desde 1990, que contaminará 2016. Todos los índices están peor. La deuda pública está llegando al 75% del PIB», dice Pochmann, que es a su vez uno de los principales intelectuales de la prestigiosa Universidad de Campinas (Unicamp).
Inflación y desempleo
Con recesión, inflación en alza y aumento del desempleo, la economía ha sido un punto importante para elevar la tensión política. La oposición, encabezada por el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, que de aliado pasó a ser enemigo de Rousseff, ha alimentado su artillería contra el Gobierno bloqueando la pauta gubernamental propuesta para reactivar la economía. Y con la economía cada vez peor, la popularidad de Rousseff también se desplomó, llegando a sólo un 7% de aprobación meses después de electa.
La pelea con Cunha, que es del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el grupo más importante en la alianza que sustenta a Rousseff, comenzó en enero, cuando ella apoyó un candidato del PT a la presidencia de la cámara. «Esa pelea fue un error del Gobierno», admite Pochmann, sobre la disputa que Cunha terminó ganando en febrero.
A partir de ese momento Cunha le impuso derrotas a Rousseff en el Congreso. La tensión se agravó en julio, cuando surgieron las primeras noticias sobre la posible participación de Cunha en los desvíos de Petrobras. Más tarde, se supo que el diputado tendría cerca de cinco millones de dólares en cuentas en Suiza. Sintiéndose traicionado, Cunha le declaró la guerra a Rousseff y la chantajea con un juicio político a cambio de su permanencia en el Congreso. La oposición, a su vez, ha alimentado esa pelea esperando la caída del PT, que gobierna hace trece años, y el aliado PMDB viene jugando con la posibilidad de que su militante, el vicepresidente Michel Temer, asuma la presidencia.
Por otro lado, Cunha trata de evitar a toda costa sumarse a la lista de más de cien personas, entre políticos, ejecutivos y empresarios, encarcelados por la operación policial Lavajato (lava coches), que investiga cerca de 23 mil millones de dólares de desvío en Petrobras. Entre los presos más importantes están el banquero André Esteves, el dueño de la constructora Odebrecht, Marcelo Odebrecht; el extesorero del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), João Vaccari Neto; el exhombre de Rousseff en el Senado, Delcídio Amaral; y el exmano derecha del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, José Dirceu. Según las investigaciones, el dinero de Petrobras era desviado a constructoras y a empresas, que después transferían fondos a políticos.
Más encarcelamientos
Las investigaciones, sin límite temporal, han incluido en la lista de sospechosos al hijo menor de Lula, Luis Claudio Lula da Silva, de 30 años, al que esta semana se abrió su secreto bancario por sospecha de soborno. La defensa de la familia Lula argumenta que se trata de una persecución política. A pesar del desgaste de su partido, el expresidente aún es un potencial ganador en la elección presidencial en 2018.
Hasta el fin del año se esperan más emociones, entre ellas, una manifestación de grupos de oposición hoy, otra de los movimientos sociales, el miércoles, y una última serie de encarcelamientos que puede llevar nuevos nombres importantes de políticos y empresarios a pasar la Navidad y el Año Nuevo tras las rejas. Para unos, Brasil es un mar de lodo sin fin; para otros, es una joven democracia que se fortalece al afrontar la corrupción sin privilegios.
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