viernes, febrero 19, 2016

Escapar de Cuba no es fácil nunca: Pablo Alfonso: Es imposible luchar contra las ideas preconcebidas, adquiridas por deformación política. Con el tiempo he comprendido que los mitos son invencibles. El Ché Guevara es el mejor ejemplo.


Tomado de http://www.martinoticias.com

 Escapar de Cuba no es fácil nunca

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Es imposible luchar contra las ideas preconcebidas, adquiridas por deformación política. Con el tiempo he comprendido que los mitos son invencibles. El Ché Guevara es el mejor ejemplo.
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Por Pablo Alfonso
febrero 18, 2016

Escapar de Cuba en tiempo de vacaciones no es fácil. De hecho, no lo es en ningún tiempo. Escapar de ese cerco de agua, que la geografía impuso a los cubanos, y que contribuye con el régimen que los oprime por más de medio siglo, es siempre un reto incierto.

Pero no me refiero hoy a esa escapada. Hablo de escapar en otra dimensión. Una escapada metafórica. Desconectarse, en días de vacaciones, de esa cotidiana realidad noticiosa que nos ata a Cuba en lo esencial. Esta vez casi lo logro pero volvió a suceder.

Ocurrió en Barbados. En una accidentada cinta de asfalto que corre paralela a la costa, recostada a unas colinas. El chofer, que hacia también de guía turístico, paró de pronto el minibús frente a un pequeño monumento levantado junto a la costa. Hasta ese momento, no le había prestado mucha atención a la descripción que hacía del recorrido, en su inglés casi británico, con acento de papiamento.

Ahora hablaba de Cuba. El monumento, dijo, recordaba al avión de Cubana de Aviación que explotó en pleno vuelo frente a las costas de Barbados en 1976.

- Fue un complot de agentes del gobierno de Venezuela que volaron el avión, porque creían que Fidel Castro iba a bordo, pero murieron inocentes, dijo el chofer-guía, que apenas rebasaba los 40 años de edad, y siguió su camino.

Mi primera reacción fue aclararle a él y al grupo de alemanes y franceses que nos acompañaban que esa versión era falsa. Equivocada, falsa de toda falsedad, errónea. Sin ningún fundamento histórico, ni evidencia jurídica. Pero me contuve. No valía la pena. Es imposible luchar contra las ideas preconcebidas, adquiridas por deformación política. Con el tiempo he comprendido que los mitos son invencibles. El Ché Guevara es el mejor ejemplo.

En la próxima parada un matrimonio alemán nos preguntó en un perfecto inglés:

-¿Son cubanos?

- Si somos cubanos, respondimos a coro yo y mi esposa.

Todavía no se cómo lo descubrieron, pero enseguida nos contaron de su viaje a Cuba en 1991. Visitaron La Habana y Pinar del Río. Quedaron encantados, pero no han regresado más.

- Vivimos en Miami, dije a modo de aclaración.

 - Comprendemos, es más fácil vivir en Miami, dijo ella.

 - No es solo por facilidad, es porque es difícil vivir bajo una dictadura. Lo mismo que le sucedía a sus compatriotas del Este, le repliqué, con una segunda aclaración, sin duda más puntillosa.

Hasta ahí llegó esa intrusión de Cuba en el trayecto. Sin embargo en el almuerzo nos esperaba otra. Fue más breve y en español, más también más clara. Una familia catalana: Los padres acompañaban a su hijo y a su nuera boliviana.

La conversación derivó rápido hacia la política española. El intento independentista de Más y lo que el hombre, que su proclamó del PSOE, desde sus orígenes, calificó como “falta de grandeza” en los líderes políticos de hoy. Habló pestes de Zapatero, y de Sánchez y también de Iglesia.

 -No son los tiempos de Felipe González, Suárez, o Carrillo, afirmó.

La nuera, que apenas superaba los treinta años, intervino de pronto expresando su descontento con Evo, de quien oye hablar de lejos, y soltó una pregunta muy compleja.

 -¿Cómo es en Cuba?, me preguntó.

Demoré en contestar mientras miraba a mi alrededor. Al socialista catalán y a su esposa, entrados en años, y a la pareja joven, sentados a la mesa con nosotros. Escogí una respuesta breve:

- Como era España, en los peores tiempos de Franco, dile a tu suegro que te cuente, dije tratando de escurrir el bulto.

- Bueno en lo político sería igual, pero en la España de Franco había derecho a la propiedad, a los negocios, eso en Cuba no lo hay, afirmó el suegro, mientras yo tiraba la toalla, dando por terminada la plática política.

Sin duda es difícil escapar de Cuba. Todavía hay muchas historias que contar y nuevas generaciones que desean saber qué ha pasado en esa isla en el último medio siglo.

Quieren una historia que no sea la versión oficial. Yo sigo creyendo que no puede haber una sola versión. Habrá que construir la historia de estos años, uniendo los fragmentos de las diferentes versiones. Armar el rompecabezas con aquellas que encajen.

Publicado en El Timbeke el 23 de enero del 2016