domingo, mayo 22, 2016

¿Quiénes son los homófobos?. Luis Cino Álvarez desde Cuba: Mariela Castro quiere enseñarnos, con lo machistas que dice ella que somos los cubanos, a tolerar a los homosexuales. Como si fuésemos nosotros los culpables de las UMAP

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

 Mariela debe leerse el discurso de Fidel Castro del 13 de marzo de 1963 antes de hablar. El discurso completo de Fidel Castro puede leerse en:

http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363e.html

Unos fragmentos:

“ ¡Un momento! Es que ustedes no me han dejado completar la idea (RISAS y APLAUSOS). Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.

Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones.

¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! “Arbol que creció torcido...”, ya el remedio no es tan fácil. No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no!

Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia (RISAS), pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente.

Estoy seguro de que independientemente de cualquier teoría y de las investigaciones de la medicina, entiendo que hay mucho de ambiente, mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema. Pero todos son parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el “pitusa” (RISAS).

¿Y qué opinan ustedes, compañeros y compañeras? ¿Qué opina nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, optimista, que lucha por un porvenir, dispuesta a trabajar por ese porvenir y a morir por ese porvenir? ¿Qué opina de todas esas lacras? (EXCLAMACIONES.)

Entonces, consideramos que nuestra agricultura necesita brazos (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”); y que esa gusanera lumpeniana, y la otra gusanera, no confundan La Habana con Miami...¨

 La revista Mella era la revista de la Unión de Jóvenes Comunistas.




Samuel Farber  en su artículo  Las raíces de la homofobia durante el período revolucionario
(El último de seis fragmentos del libro “Cuba Since the Revolution of 1959” ) plantea:

Fue así como, a partir de los sesenta, las personalidades más representativas del estado cubano procedieron a explotar las hostilidades tradicionales y actitudes culturalmente discriminatorias contra los gays y a exagerar y politizar sus supuestos peores aspectos.

Y fue así como la opresión gay, que en la etapa pre revolucionaria había sido casi un producto exclusivo de la operación “silenciosa” de la sociedad civil, se hizo política, explícita y frecuentemente estridente. Aunque esto no haya sido necesariamente una estrategia cabalmente consciente o cínica, sí fue plenamente compatible con los objetivos políticos de la dirección revolucionaria de usar el machismo como táctica para promover la “unidad” del país en apoyo de sus propósitos.

En cualquier caso, el balance general de las políticas del gobierno cubano, particularmente durante los primeros treinta años después de la victoria de la revolución, claramente desmiente la noción de que la homofobia cubana es simple o principalmente un “rezago cultural” del periodo pre-revolucionario. La propia Mariela Castro Espín ha indicado que la “cultura machista y homofóbica, heredada principalmente de la colonia española, ha condicionado las relaciones humanas y decisiones políticas” y que la creación de las UMAPs “fue un reflejo de cómo se manejaban socialmente esos prejuicios”. 197 Huelga decir que Castro Espín ignora el papel principal que desempeñó la dirección revolucionaria, incluyendo a Fidel Castro, en el apoyo activo a la homofobia.

Y no es plausible atribuir la trayectoria homofóbica del régimen a los problemas de una “revolución imperfecta en un mundo imperfecto”. 198 Esa atribución pudiera haber sido apropiada si el régimen hubiera luchado, una y otra vez, contra la homofobia y que por alguna razón hubiera fallado en sus esfuerzos


Alejandro Armengol en su artículo Cuba, política y homosexualidad plantea:

 Al igual que en otros sistemas totalitarios, la persecución homofóbica en Cuba tuvo su origen en un objetivo unificador —el afán en acabar con lo diferente—, pero también fue guiada por esa evaluación machista que caracteriza al homosexual como un “enfermito”, alguien fácil de aniquilar o doblegar. Resultó todo lo contrario. La victoria implicó un cambio en la escala de valores de los cubanos. En una sociedad tradicionalmente machista, muchos fingieron “partirse” con tal de abandonar la Isla. Ser “afeminado” pasó de ser un estigma a convertirse en un privilegio. A Castro no le quedó más remedio que pactar. Pero el cambio de actitud que implicó ese pacto dejó fuera el segundo aspecto de la represión homofóbica.

La segunda característica de esta represión es que no fue hacia todos los homosexuales, sino entre los homosexuales. En este caso, la fidelidad o vinculación con el régimen fue utilizada como patente de corso. Parodiando una frase muy repetida, “todos los homosexuales eran iguales, pero habían algunos más iguales que otros”. Así existieron determinados refugios, sobre todo en los organismos culturales, como la Casa de las Américas, el ICAIC y el Ballet Nacional. Se consideraban “nidos de locas”, pero también sitios vedados.

El homosexual “respetado” ejerció una doble función: su impunidad era a la vez un privilegio y una burla.

Despertaba el desprecio, pero también la envidia a los ojos del militante de esquina, machista y resentido. Simbolizaba una esperanza torcida para el otro, el que compartía con él igual orientación sexual pero se veía excluido por criterios políticos.

Para muchos homosexuales, la disyuntiva no fue entre ser “macho” o ser “loca”, sino entre ser un revolucionario “pasivo” o “activo”. Fue por ello que la homosexualidad actuó como un intensificador de las actitudes revolucionarias y contrarrevolucionarias
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En la Cuba de hoy esa DISYUNTIVA sigue existiendo.
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¿Quiénes son los homófobos?

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Mariela Castro quiere enseñarnos a tolerar a los homosexuales. Como si fuésemos nosotros los culpables de las UMAP
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(Raúl Castro, Fidel Castro y Mariela Castro)

Por  Luis Cino Álvarez
Mayo 20, 2016 

LA HABANA, Cuba.- Como viene ocurriendo desde hace nueve años, este 17 de mayo el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) ha vuelto a celebrar, con la habitual conga, las banderas con los colores del arco iris y la repartición gratuita de condones, el Día Mundial contra la Homofobia.

Tal vez la pachanga de Mariela Castro y sus cortesanos del Cenesex, con el lema de “socialismo sí, homofobia no”, sirva para aliviar los remordimientos —si es que tienen alguno— de los mandantes homofóbicos de ayer, que son  los mismos de hoy y siguen sin arrepentirse ni pedir perdón por lo que hicieron con “ese tipo de gentes”, como llamaban a los homosexuales, a los que tenían por enfermos mentales, pervertidos, aberrados y antisociales.

Mariela Castro, a pesar de lo entusiasta que suele mostrarse en estos ‘fetecunes’, no se hace muchas ilusiones respecto a la consecución plena de los derechos de los homosexuales y transexuales. Varias veces se ha quejado de la homofobia existente entre los policías y los militares del ejército de su papá, y de que no prosperan sus gestiones en pro del matrimonio igualitario en la Asamblea Nacional. Ha dicho que a veces tiene la impresión de que libra una batalla perdida de antemano. Pero no ceja en su empeño. La tozudez le viene de familia. Como su papito, lo suyo es sin prisa y sin pausa…

De cualquier modo, “la perrísima  Mariela”, como la llaman ciertos homosexuales que disfrutan los llamen así y no de otro modo y menos con eso de las enrevesadas siglas LGBTI, no se desanima y hace lo que puede en el intento de convencer a papá y sus generales para que sean un poquito más liberales (los diputados son lo de menos, ellos aplauden y aprueban lo que sea que ordenen los jefes).

¡Bravo por la princesa Mariela! Aunque sólo defienda los derechos de una minoría.  Donde nadie tiene derechos, por los derechos de alguien hay que empezar…

Pero para atenuar las culpas de sus parientes y sus subordinados, que no quiera Mariela Castro hacernos sentir culpables con esa historia de que los cubanos somos un pueblo homofóbico y machista.

Aprendimos desde pequeños que los varones no lloran, no juegan de manos, hablan fuerte y se fajan para hacerse respetar. Pero nuestros padres nunca nos dijeron  que había que discriminar y odiar a los gais. Eso intentaron inculcarnos, bajo distintos pretextos pero sin mucho éxito, en las escuelas donde aspiraban a convertirnos en el hombre nuevo, inmune a todo tipo de “blandenguerías”.

Los de mi generación, muchos años antes de la cruzada de Mariela y el CENESEX, cuando aún  perseguían a los gais por antisociales y los podían enviar a la cárcel por cualquier pretexto, descubrimos que pueden ser  buenos amigos, no necesariamente  interesados en tu portañuela, sino cómplices en la  conquista de  la mujer de tus sueños, estilistas de tus greñas rebeldes,  médicos de cabecera, los mejores intérpretes  al  piano de Rachmaninov, Mozart o Michel Legrand, verdaderas enciclopedias cinematográficas, expertos en preparar y servir el té, inigualables anfitriones de  tertulias literarias, etc.

Mariela Castro quiere enseñarnos, con lo machistas que dice ella que somos los cubanos, a tolerar a los homosexuales. Como si fuésemos nosotros los culpables de las UMAP, las recogidas de locas, el parametraje y otras barbaridades similares ordenadas por sus muy machos, remachos y testosterónicos parientes de mentalidad montuna y guerrillera en los tiempos en que poco faltó para que cazaran a las pájaras a cañonazos. ¡Habrase visto cara dura!

luicino2012@gmail.com