Esteban Fernández: EL DINERO AMEDRENTA
EL DINERO AMEDRENTA
Por Esteban Fernández
13 de junio de 2016
Comienzo por decir que hablo en términos generales no vaya a ser que me salga un multimillonario guapo a echarme a perder este ensayo. La experiencia que da la vejez también nos hace ser más cautelosos, y si unimos los muchos años vividos con la plata acumulada en el banco hacen que nos cuidemos el pellejo muchísimo más.
¿Todavía no lo convenzo? Bueno, entonces voy a tener que llevar las cosas al terreno personal y preguntarle: ¿Camina usted tan seguro en una noche oscura por un barrio malo con 15 centavos en el bolsillo o con dos mil dólares en la cartera?
De muchachón yo creía que mi padre era el hombre más valiente de Güines porque insistía en que nos fuéramos a dormir sin cerrar las puertas y las ventanas. Durante toda mi niñez yo me pasaba las noches asustado hasta que crecí un poquito y le pregunté a mi papá: “Viejo ¿a qué viene eso de no trancar la puerta de la calle?”
Me parece estarlo viendo, estaba sentado en el portal de la casa de la calle Juan Rodríguez en el Residencial Mayabeque. Paró de mecerse en el sillón, se sacó el cazador de Pita de la boca y me dijo: “Por favor, Estebita, no vayas a pensar que soy un alardoso, ni que esto es una bravuconería mía, los que pasa es que en esta casa NO HAY ABSOLUTAMENTE NADA QUE ROBAR”
Todo esto me lo dijo el viejo en un tono grave y muy serio, pero como a él (y heredado por mí) le gustaba mucho tirar las cosas a relajo terminó esta conversación diciéndome: “Además, lo principal: yo lo que hago es tender una trampa a ver si entra algún ladrón que ha robado en casas de la gente de dinero antes de llegar aquí y entre tú, tu hermano y yo le quitamos todo lo que se apropió con anterioridad” Ahí al unísono lanzamos sendas carcajadas y no tuve más miedo a dormir sin tomar las precauciones previas.
Ya en tono de coña le pregunté a Esteban Fernández Roig: “Papá ¿y entonces para qué queremos la tranca de la puerta?” Volvió a ponerse serio al decirme: “Chico, ¿tú eres bobo o qué? esa es para darle por la cabeza al ratero”
Cuando yo voy a Las Vegas dedico 200 o 300 dólares para jugar. Esa es una cantidad con la cual yo me siento tranquilo y seguro porque posiblemente yo sea la persona con menos dinero en el bolsillo en todo el Casino. Pero resulta que un día -media hora después de estar en el Sahara- jugando al Keno me gané tres mil dólares. Todos a mí alrededor observaron la transacción, vieron que me entregaron un burujón de billetes. Hasta me aplaudieron. Quizás debí haber pedido un cheque. Y está demás decirles que ya la felicidad quedó opacada porque me sentí inseguro hasta que pude depositar el dinero en la caja fuerte del Hotel. No estuve asustado pero si mucho más cuidadoso y precavido. ¡Qué alegría me dio volver a tener solamente 300 dólares en el bolsillo que, desde luego, perdí en la ruleta!
Nosotros tenemos dos buenos ejemplos históricos que logran hacer muy difícil discrepar con mi teoría: les hablo de dos presidentes que de jóvenes y pobres fueron unos leones, ya de millonarios echaron tremendo patín cuando se les puso la caña a tres trozos.
Pero yo siempre he estado claro en eso. Recuerdo cuando en Puerto Rico un ejecutivo de la JURE me dijo que: “Antes que el Venus salga para Cuba te voy a entregar mil pesos cubanos en billetes de a 20 con la foto de Camilo, son falsos pero son mejores que los que tiene allá Fidel“. Y el buen señor tuvo que reírse cuando le dije: “Qué va, porque entonces voy a estar más preocupado por no perder el dinero que por pelear”… Nunca supe si aquel patriota que ya peinaba canas me habló en serio, era una broma o me estaba probando.
Y por último: ¿Ustedes no creen que si recibiera 500 dólares -con carácter retroactivo- por cada columna yo fuera más cuidadoso y temeroso al redactarlas? Es más, ya yo que he escrito como 2000 columnas a 500 dólares cada una estuviera viviendo en Hawai en una mansión de lujo con todas las puertas cerradas y la mejor alarma de Honolulu.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home