martes, agosto 09, 2016

René Gómez Manzano desde Cuba: video debate Edmundo García vs. José Daniel Ferrer, mentiras contra verdades. Un video de un verdadero debate Jorge Más Canosa vs. Ricardo Alarcón de Quesada


Nota  de Zoé Valdés sobre el debate entre José Daniel Ferrer y Edmundo García:

 ¨A eso no se le puede llamar debate, fue otro show mediático mediocrón, los tres estuvieron p’a matarlos. Las preguntas al Inmundo pudieron ser más sencillas y contundentes. En fin, nada trascendental y nada que aportará a un cambio en el desgraciado rumbo de Cuba.

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Son muchos los argumentos para rebatir los planteamientos de Edmundo (¨Inmundo¨) García. Solamente, como botón de muestra,  diré uno que rebate el planteamiento de Edmundo García de que Fidel no tenía que ver con los atentados del M-26-7 en las ciudades: El Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, firmado por Fidel Castro  y Faustino Pérez,  tiene tan marcado carácter terrorista que la tiranía se ha cuidado de no hacerlo público en Cuba ni en  Internet; lo pueden leer en idioma Inglés haciendo click encima del nombre en este párrafo. Además,  la Ley 2 de la Sierra Maestra promulgada por Fidel Castro durante la lucha insurreccional contra el régimen de Batista condenaba a muerte a todos los candidatos que fueran a las elecciones de 1958; en un video, la académica Uva de Aragón narra esos hechos y recuerda como uno de los candidatos del Partido del Pueblo Libre, partido de oposición a Fulgencio Batista, de la provincia de Camagüey, fue asesinado en su casa y algunas de las balas dieron en los barrotes de la cuna de su hija, a la que acababa de darle un beso estando dormida. En el artículo de Uva de Aragón titulado Carlos Márquez Sterling y las elecciones de 1958 , se puede leer como Carlos Marques Sterling (padre), quien era el principal contendiente en esos comicios del oficialista Andrés Rivero Agüero, el candidato de Batista,  sufrió un intento de asesinato, mediante apuñalamiento, por miembros del Movimiento 26 de Julio durante la celebración de la Asamblea del Partido de Pueblo Libre en la que se proclamó su candidatura

 A continuación les ofrezco un mejor debate, cuya existencia negó descaradamente y hace años  en una Mesa Redonda el periodista y ex oficial de Inteligencia  Reinaldo Taladrid.

 Jorge Mas Canosa y Ricardo Alarcón Debate



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Edmundo García vs. José Daniel Ferrer, mentiras contra verdades

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Para ganar un pleito hacen falta tres cosas: Tener la razón, saberla exponer… y que te la quieran dar
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 Debate entre José Daniel Ferrer y Edmundo García



Por René Gómez Manzano
Agosto 8, 2016

LA HABANA, Cuba.- Ayer me acordé de un viejo refrán forense: Para ganar un pleito hacen falta tres cosas: Tener la razón, saberla exponer… y que te la quieran dar. Recordé ese aforismo al ver en YouTube el debate entre el gran líder opositor residente en Cuba José Daniel Ferrer García y el conocido informador castrista Edmundo García Moure, radicado en Miami. Actuó como moderadora la periodista María Elvira Salazar.

Antes de contemplar el encontronazo, conocí valoraciones de compatriotas cuyos criterios vale la pena escuchar. Ellos, que ya habían visto el debate, coincidían en calificar de manera desfavorable el desempeño que tuvo el fundador y líder de la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba). Fue con esas prevenciones que empecé a ver el material. Para mi contento, al terminar pude constatar que esas opiniones no estaban plenamente justificadas.

Comprendo por qué esos inteligentes cubanos se inclinaron a pensar de ese modo. Está claro que en una discusión de ese tipo, entre un opositor y preso político, de una parte, y un defensor a ultranza del desgobierno castrista, de la otra, las simpatías de cualquiera que esté enfrentado al régimen de La Habana tienen que estar de lleno junto al primero.

Volviendo al refrán del inicio, es lógico que, tras más de medio siglo de involución, totalitarismo y miseria, la generalidad de los cubanos que en calidad de espectadores terciaban en el debate, consideraran que José Daniel tenía la razón; y de calle. En esas circunstancias, es natural que ellos aspirasen también a que su exposición de las verdades del anticastrismo resultara demoledora para su contrincante. Y esto es lo que, por desgracia, no sucedió.

Por su parte, la táctica de García Moure —en esencia— consistió en repetir los lugares comunes de la propaganda comunista: Ante todo, colgar letreros  a quienes se enfrentan al régimen de sus amores (“terrorista”, “mercenario”, “empleado del gobierno americano”). Y hacerlo, además, sin molestarse en aportar la menor prueba para respaldar sus afirmaciones.

(José Daniel Ferrer y Edmundo García)

Al mismo tiempo, se mostró más fidelista que Fidel. Rechazó cualquier posible vínculo entre los regímenes de la antigua Unión Soviética y Norcorea con el de Cuba, aunque todos enarbolan las doctrinas del engendro conocido como “marxismo-leninismo”. También negó de forma vehemente que en Cuba hubiese una dictadura, pese a que sus mismos jefes del Palacio de la Revolución reconocen que sí existe: “dictadura del proletariado”, la llaman ellos.

Para contestar la imputación de José Daniel sobre la actividad terrorista de los subordinados de los hermanos Castro durante la insurrección, afirmó con absoluta desfachatez que ambos (pero sobre todo Fidel, que era jefe supremo del Movimiento “26 de Julio”) no “tuvieron nada que ver con lo que pasaba con algunas células en las ciudades”. Esta afirmación, aparte de ser mentirosa, invita al cuestionamiento: ¿Y tampoco tienen que ver con el monumento erigido en honor de Sergio González (“El Curita”) —el ejecutor de la macabra “Noche de las Cien Bombas”— en el parque que lleva su nombre, en pleno corazón de La Habana!

Los métodos de Don Edmundo pueden alcanzar un relativo éxito entre algunos cubanos de la Isla, que no tienen con qué comparar lo que la propaganda oficialista martilla sin descanso en sus cerebros. Pero pretender —como parece hacerlo García Moure— que tácticas como ésas puedan persuadir a algún residente de Miami, resulta ridículo. Si a alguien convenció, fue a los que ya estaban convencidos de las supuestas bondades del castrismo (que, felizmente, son poquísimos entre los exiliados).

Imagino que lo que condujo a algunos compatriotas a dar una valoración negativa a la intervención de Ferrer García, fue justamente que las verdades que dijo (las que sí expresó, y nada mal, por cierto) no satisficieron esa aspiración a que él arrasara con su adversario. También cabe deplorar que nuestro hermano de ideales haya permitido que su contrincante lo condujera a terrenos inapropiados, tales como la hipotética convivencia de ambos, primero en Miami, en casa de Edmundo, y después en Santiago de Cuba, en la de José Daniel, o la supuesta condición “terrorista” de compatriotas prominentes residentes en la Florida.

En cuanto a la anfitriona, tuvo una actuación deficiente. Su negativa —absurda en un debate— a utilizar un cronómetro, dio pie a la acusación marrullera del castrista sobre supuestas inequidades en el tiempo asignado a uno y otro. La discusión se le fue de las manos: toleró que García Moure sentara las pautas. Es de lamentar el tiempo que desperdició en asuntos secundarios, como el desfile de Chanel y la filmación de la película “Rápido y Furioso” en La Habana. Sí me pareció acertado su planteamiento final: que este enfrentamiento se haya dado sólo en Miami, y su aspiración a que, en un futuro, otros similares puedan tener lugar dentro de Cuba.

En el caso de Ferrer, hermano mío de ideales, sólo aspiro a que esta experiencia le sirva para, en casos futuros —que llegarán con seguridad— preste más atención a cuestiones que parecerían ser secundarias, como la presencia mediática. Y para la anfitriona María Elvira, un breve comentario: Sí, con el favor de Dios, también en Cuba veremos debates parecidos, y más temprano que tarde.
LA HABANA, Cuba.- Ayer me acordé de un viejo refrán forense: Para ganar un pleito hacen falta tres cosas: Tener la razón, saberla exponer… y que te la quieran dar. Recordé ese aforismo al ver en YouTube el debate entre el gran líder opositor residente en Cuba José Daniel Ferrer García y el conocido informador castrista Edmundo García Moure, radicado en Miami. Actuó como moderadora la periodista María Elvira Salazar.

Antes de contemplar el encontronazo, conocí valoraciones de compatriotas cuyos criterios vale la pena escuchar. Ellos, que ya habían visto el debate, coincidían en calificar de manera desfavorable el desempeño que tuvo el fundador y líder de la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba). Fue con esas prevenciones que empecé a ver el material. Para mi contento, al terminar pude constatar que esas opiniones no estaban plenamente justificadas.

Comprendo por qué esos inteligentes cubanos se inclinaron a pensar de ese modo. Está claro que en una discusión de ese tipo, entre un opositor y preso político, de una parte, y un defensor a ultranza del desgobierno castrista, de la otra, las simpatías de cualquiera que esté enfrentado al régimen de La Habana tienen que estar de lleno junto al primero.

Volviendo al refrán del inicio, es lógico que, tras más de medio siglo de involución, totalitarismo y miseria, la generalidad de los cubanos que en calidad de espectadores terciaban en el debate, consideraran que José Daniel tenía la razón; y de calle. En esas circunstancias, es natural que ellos aspirasen también a que su exposición de las verdades del anticastrismo resultara demoledora para su contrincante. Y esto es lo que, por desgracia, no sucedió.

Por su parte, la táctica de García Moure —en esencia— consistió en repetir los lugares comunes de la propaganda comunista: Ante todo, colgar letreros  a quienes se enfrentan al régimen de sus amores (“terrorista”, “mercenario”, “empleado del gobierno americano”). Y hacerlo, además, sin molestarse en aportar la menor prueba para respaldar sus afirmaciones.

Al mismo tiempo, se mostró más fidelista que Fidel. Rechazó cualquier posible vínculo entre los regímenes de la antigua Unión Soviética y Norcorea con el de Cuba, aunque todos enarbolan las doctrinas del engendro conocido como “marxismo-leninismo”. También negó de forma vehemente que en Cuba hubiese una dictadura, pese a que sus mismos jefes del Palacio de la Revolución reconocen que sí existe: “dictadura del proletariado”, la llaman ellos.

Para contestar la imputación de José Daniel sobre la actividad terrorista de los subordinados de los hermanos Castro durante la insurrección, afirmó con absoluta desfachatez que ambos (pero sobre todo Fidel, que era jefe supremo del Movimiento “26 de Julio”) no “tuvieron nada que ver con lo que pasaba con algunas células en las ciudades”. Esta afirmación, aparte de ser mentirosa, invita al cuestionamiento: ¿Y tampoco tienen que ver con el monumento erigido en honor de Sergio González (“El Curita”) —el ejecutor de la macabra “Noche de las Cien Bombas”— en el parque que lleva su nombre, en pleno corazón de La Habana!

Los métodos de Don Edmundo pueden alcanzar un relativo éxito entre algunos cubanos de la Isla, que no tienen con qué comparar lo que la propaganda oficialista martilla sin descanso en sus cerebros. Pero pretender —como parece hacerlo García Moure— que tácticas como ésas puedan persuadir a algún residente de Miami, resulta ridículo. Si a alguien convenció, fue a los que ya estaban convencidos de las supuestas bondades del castrismo (que, felizmente, son poquísimos entre los exiliados).

Imagino que lo que condujo a algunos compatriotas a dar una valoración negativa a la intervención de Ferrer García, fue justamente que las verdades que dijo (las que sí expresó, y nada mal, por cierto) no satisficieron esa aspiración a que él arrasara con su adversario. También cabe deplorar que nuestro hermano de ideales haya permitido que su contrincante lo condujera a terrenos inapropiados, tales como la hipotética convivencia de ambos, primero en Miami, en casa de Edmundo, y después en Santiago de Cuba, en la de José Daniel, o la supuesta condición “terrorista” de compatriotas prominentes residentes en la Florida.

En cuanto a la anfitriona, tuvo una actuación deficiente. Su negativa —absurda en un debate— a utilizar un cronómetro, dio pie a la acusación marrullera del castrista sobre supuestas inequidades en el tiempo asignado a uno y otro. La discusión se le fue de las manos: toleró que García Moure sentara las pautas. Es de lamentar el tiempo que desperdició en asuntos secundarios, como el desfile de Chanel y la filmación de la película “Rápido y Furioso” en La Habana. Sí me pareció acertado su planteamiento final: que este enfrentamiento se haya dado sólo en Miami, y su aspiración a que, en un futuro, otros similares puedan tener lugar dentro de Cuba.

En el caso de Ferrer, hermano mío de ideales, sólo aspiro a que esta experiencia le sirva para, en casos futuros —que llegarán con seguridad— preste más atención a cuestiones que parecerían ser secundarias, como la presencia mediática. Y para la anfitriona María Elvira, un breve comentario: Sí, con el favor de Dios, también en Cuba veremos debates parecidos, y más temprano que tarde.