Ernesto Morales sobre Guillermo Fariñas y su mentirosa huelga de hambre y sed de 54 días en Cuba
septiembre 20, 2016
Los médicos que atendieron a Fariñas durante sus 54 días tienen hijos. Sí. Esos médicos tienen esposas y vecinos y amigos. Y como nosotros, esos médicos, esas enfermeras, comentan de sus trabajos.
¿Alguien se imagina el diálogo de esos médicos y enfermeras con sus hijos y esposas y vecinos y amigos? Yo sí. Y me da vergüenza ajena imaginarlo. Me da cosa –diría mi abuela- porque Guillermo Fariñas y yo, al menos en teoría, compartimos un rasgo común que nos identifica: sentimos toda la antipatía del mundo por el gobierno (sic) de los hermanos de Birán.
Y entonces me imagino a los médicos que han atendido a Fariñas cada vez que él ha necesitado alimentar los lentes de Reuters y AP y ha salido rumbo al Hospital Universitario, y de repente intuyo que Fariñas, sí, es parte de todo este problema.
¿Cuál? El que no hayamos tenido forma humana o divina de quitarle a los Castro las calles que, aunque nos remuerda el hígado, siguen siendo de Fidel. (La proporción matemática no admite ilusiones: por cada opositor con pancarta hay treinta y nueve curiosos silentes y diecinueve soldaditos de respuesta rápida. Cuando la proporción cambie, avísenme y seré más optimista.)
“Los sueros de hidratación que teníamos de reserva tuvimos que ponérselos a Guillermo Fariñas esta noche”, diría un médico. “Las placas de rayos X que nos quedaban se fueron esta tarde en el tórax de Guillermo Fariñas”, diría un técnico. “Cada vez que ese tipo va al hospital, hay que destinar para él algunos de los medicamentos que podríamos ponerle a otro enfermo”, diría una enfermera a su esposo. El germen de la antipatía por la oposición esparciéndose de boca en boca, de rumor en rumor, generando estados de opinión a partir de la voluntad de un opositor de abstenerse de comer y según él, vaya milagro, de beber.
Desde alguna oficina con cortinitas estampadas los tanques pensantes del DSI, de la CIN, de todas esas pajas con nomenclaturas altisonantes con que se protege un gobierno dictatorial, brindan por Fariñas y sus huelgas de hambre. Hacen tan impopular a la disidencia que ellos mismos ruegan porque el Coco siga vivo y cada cierto tiempo, de vez en vez, enhuelgándose. Ahora acaba de decir, por cierto, que está preparado para su huelga número 26. “Soy Punto Cero, y apruebo ese mensaje”.
Porque a ver, gente neuronal de este mundo, mirémonos a los ojos, quitémonos las ropas combatientes por un momento y hablemos en confianza, de a socios, vaya: quién recontracojones puede creerle a un hombre que dice llevar 54 días en huelga de hambre que puede no solo articular palabras muy fluidas, sino dar incluso declaraciones políticas telefónicas a cada uno de nuestros medios de Miami. Yo, entre esos periodistas.
Eso para empezar.
La aversión que tengo contra que me mientan mientras llevo la piel de periodista comienza a alimentarse, en el caso Coco Fariñas, de ahí. Que no necesito jurar a Hipócrates y salvar vidas todos los días para saber que un ser humano tras casi dos meses de abstinencia alimenticia (¡y líquida!) es poco menos que un manojo de huesos y cerebro chamuscado por el auto-canibalismo: el cuerpo se come a sí mismo.
Cuando Orlando Zapata Tamayo cumplió 52 días en huelga de hambre fue trasladado de urgencia del Hospital de Camaguey al Hermanos Ameijeiras: su estado de gravedad era casi irreversible. A pesar de que, aunque contra su voluntad, lo habían hidratado al igual que a Fariñas. Un mes después, Zapata Tamayo estaba enterrado.
Un día después de abandonar su huelga de hambre y sed, Fariñas declaraba que estaría listo dentro de poco para viajar a Europa y declarar su martirio ante el Parlamento Europeo.
Ahí el Ernesto al que le patea los huevos que le tomen por periodista tonto siente el calorcito del encojonamiento en el estómago. ¿Saben por qué? Pues porque me molesta que alguien presuma que la prensa extranjera, o del exterior, o como diantres quieran llamarnos desde Cuba, tenemos que ser una prensa militante que no cuestiona la verdad tras los hechos: si estás en contra de mi enemigo puedes mentirme con impunidad, yo le mentiré a mis lectores o televidentes o radioyentes, y abajo Castro que no hay más ná.
No. Conmigo no va la filosofía. Miénteme como ser humano, ahí te lo permito porque vamos, mejor ni te cuento cuánto necesito yo mentir para sobrevivir en sociedad. Pero cuando me hables como el periodista que soy, que pretende informar lo más cercanamente posible a la verdad, procura ser honesto o no te ganarás mi adhesión por más que seas tan enemigo de los Castro y su sistema demoníaco como lo soy yo.
No te ganarás mi respeto si pretendes erigirte como mártir ante las cámaras del mundo, sin beber ni comer, pero vas a los hospitales del mismo régimen que enfrentas a que te alarguen la vida, y seguir así, tirando con la cara y esperando el próximo viaje del mes entrante. Es como si yo me peleo a muerte con mi mujer pero todos los días le pido que me sirva el almuerzo. ¿De qué estamos hablando?
¿Alguien se olvidó del episodio Fariñas/Joe García en 2014? Yo no. Lo siento pero no. Si te paras delante de una cámara, en Miami, y dices categóricamente que Joe García lleva años luchando por la democracia en Cuba, que lo sabes porque tú mismo te has servido de su ayuda, no recules luego, no recojas la pita, no te hagas el sueco, Coco, cuando los republicanos te caigan como buitres. No digas, como hiciste entonces, que no sabías que eso iba a un anuncio de campaña porque eso, estimado, es insultar a nuestras sanas y alimentadas e hidratadas neuronas.
¿Alguien se olvidó de lo que dijo Fariñas durante aquel episodio, ante los micrófonos rodantes de El Nuevo Herald? Dijo que “alguien” le había ofrecido 8 millones de dólares para que cambiara su postura sobre el embargo y empezara a pedir su levantamiento. Jamás dijo quién. Ni cómo. Ni por qué. Ni siquiera para acallar el ataque de tos y risa de quienes nos preguntamos si de veras el Coco creía que su opinión sobre el embargo costaba 8 millones de dólares.
No, me temo que eso tampoco lo olvido. Y alimenta mi teoría de que el Coco y sus huelgas son parte, sí, de este jodido problema.
El problema de que un par de diplomáticos europeos o un segundo embajador gringo se preocupen por él, muy bien, pero que al pueblo cubano se la sude y empercuda lo que diga Fariñas o lo que defienda Fariñas. Ahí ya ganaron los Castro.
¿Es al Parlamento Europeo o al pueblo de Santa Clara que debería echarse en un bolsillo el Coco Fariñas? ¿Es a tres diplomáticos extranjeros o a la calle cubana, al obrero harto de apagones, al estudiante desencantado, a la jinetera que se quiere ir, a quienes debería atraer el Coco a su casa si en verdad pretendiera ser un líder político serio y respetable?
La respuesta no la tengo yo. Que la dé Oswaldo Payá, probablemente el único hombre sublime que tuvimos en esta amargura de historia, y que entendió que sumar al obrero y el estudiante y la jinetera en un proyecto, fuera cual fuera su nombre, era más importante que inmolarse en huelgas reales o ficticias o viajar por el mundo recogiendo premios y balbuceando obviedades. Sumar pueblo era, es, la asignatura pendiente.
Los límites de tiempo sin beber agua: Somos aproximadamente un 70% de agua y necesitamos mantener esa proporción más o menos constante. Las pérdidas diarias de agua a través de la orina, el sudor, la respiración, las heces, las lágrimas y otras secreciones nos obligan a beber agua con bastante frecuencia. De esta forma, cuanto mayores sean las pérdidas de agua, mayor será la cantidad de agua que tengamos que beber (el mecanismo de la sed está muy bien regulado).
¿Cuál es el tiempo normal que puede estar una persona sin beber agua? Una persona corriente puede aguantar en torno a 3-5 días sin beber ni gota a temperatura normal y con una baja cantidad de ejercicio físico. En la siguiente página: Tiempos de supervivencia sin agua pueden echar un vistazo a una tabla sobre lo que aguantarían aproximadamente según la temperatura del medio ambiente y el agua que llevasen encima.
Afortunadamente, aquí no tenemos récords oficiales de tiempo sin beber agua como con la apnea, así que es difícil saber cuánto es a lo máximo a lo que ha podido llegar un ser humano. Lo que sí que se sabe es que en condiciones especiales, con el mínimo ejercicio físico y un ambiente frío, se puede aguantar más de 10 días.
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Faustino Oramas, alias El Guayabero, el músico cubano más longevo en activo, con 95 años, falleció hoy 27 de Marzo 2007 en esta ciudad, a las 6:30am (hora local), víctima de una enfermedad hepática. El Guayabero deja a Cuba su música con humor.
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