domingo, abril 16, 2017

Video. La resurrección de Cristo. La resurrección de Jesus: evidencias e implicaciones. Tres razones para creer en la resurrección


La resurrección de Cristo



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Tres razones para creer en la resurrección

Por José Santiago
19 de enero de 2016

Poco tiempo después de mi conversión al cristianismo, casi abandono la fe. Aunque nunca lo admití en frente de mis amigos escépticos cuando me cuestionaban, me costaba creer en la resurrección de Cristo. La idea de un muerto que vuelve a vivir es simplemente difícil de creer. Vivimos en un mundo que parece ser muy naturalista, donde los milagros no suceden y los muertos no resucitan. ¿Y si todo resulta ser una fabricación? ¿Si todo era una mentira? Al final del día, no quiero abrazar el cristianismo porque me hace sentir bien, sino porque es verdad.

Durante mi crisis de fe, descubrí que el concepto de la resurrección no solo es uno difícil de creer para los occidentales del siglo XXI, sino que también lo era para los griegos del primer siglo, y que el apóstol Pablo se tomó muchas molestias argumentando a favor de la resurrección de Cristo a la iglesia en Corinto. De acuerdo al apóstol, la resurrección de Cristo es el fundamento bajo el cual la verdad del cristianismo se mantiene o cae: “y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes… y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima” (1 Co. 15:14, 17-19).  El punto del apóstol Pablo es tan sencillo como sobrecogedor. Si Cristo no resucitó, la fe cristiana es un fiasco. ¿Existen, pues, razones sólidas para creer en la resurrección? He aquí tres de ellas.

1. La confiabilidad de los Evangelios

Cuando los Evangelios son examinados de forma minuciosa, descubrimos que los mismos contienen información muy precisa acerca de los detalles socioculturales del contexto histórico donde la narrativa de Jesucristo toma lugar.[1] Una y otra vez, los evangelistas aciertan cuando se trata de detalles acerca de la antroponimia, geografía, topografía, climatología, agricultura, arquitectura, botánica, cultura, economía, religión y leyes de su nación en la época. Cuando comparamos los cuatro Evangelios canónicos con fabricaciones de evangelios en siglos posteriores, obviamente, todos estos detalles nunca surgen. Esto sugiere que los autores de los Evangelios eran testigos oculares y que, si acertaron los detalles más pequeños, ¿por qué no los más obvios y grandes?

Aparte, también los Evangelios narran en ocasiones detalles irrelevantes que no avanzan la historia (p. ej., Mr. 4:35-36; 14:51) e incluso reportan detalles embarazosos que no aparentan ayudar a avanzar la causa (p.ej., Mr. 3:21; 8:32-33; 10:35-37; 14:37-40, 50; Jn. 7:5) ¿Es este el tipo de elementos que esperaríamos de una fabricación? Difícilmente.
2. Mujeres como las principales testigos de la resurrección

Curiosamente, quizás el detalle más embarazoso desde una perspectiva sociocultural es que las principales testigos de la resurrección eran mujeres (Mt. 28:1-8; Lc. 24:1-12; Mr. 16:1-8; Jn. 20:1-10).[2] El caso es que la sociedad judía de aquel entonces era una sumamente misógina. Tenían una concepción tan rebajada de la mujer que ni siquiera las aceptaban en las cortes como testigos válidos (Antigüedades IV.8.15). Inclusive, varios de los dichos rabínicos de entonces también eran sumamente misóginos. “¡Que las palabras de la ley sean quemadas antes de que sean entregadas a mujeres!” (Sotah 19a). “Bendito eres, Señor, Dios nuestro, Señor del universo, que no me hiciste gentil, esclavo, o mujer” (Berachos 60b).

Debido a estos prejuicios injustificados de la Palestina del primer siglo, ¿por qué habrían inventado los discípulos que las primeras y principales testigos de la tumba vacía eran mujeres? A menos que realmente haya sucedido. Si un autor incluye detalles que no ayudan mucho a su caso, que resulta vergonzoso para su causa, es muy probable que realmente haya sucedido. Esto es exactamente lo que no te inventarías en una fabricación si quisieras vender el punto más importante de tu historia. Es como si yo tratara de convencerte de que el gobierno oculta la existencia de vida extraterrestre porque Chencho el matapuercos me lo contó. Difícilmente convencería a alguien. De hecho, Celsus, un crítico del cristianismo del segundo siglo, se burló de la resurrección, precisamente porque María Magdalena (una mujer) es una de las alegadas testigos de la resurrección (Origen, C. Cels. 2.55). Si los evangelistas hubiesen estado interesados en vender una mentira no habrían presentado a mujeres como las testigos principales de la resurrección.
3. El origen de la fe de los discípulos

Virtualmente todos los eruditos del Nuevo Testamento —desde los más conservadores hasta los más escépticos— piensan que los discípulos originales creían sinceramente en la resurrección de Cristo. Sin embargo, la sinceridad de los discípulos originales no responde la pregunta millonaria: ¿qué motivó a los discípulos a creer en la resurrección? No pudo ser el prestigio, la fama o las riquezas, puesto que el cristianismo fue brutalmente perseguido tanto por las autoridades judías como las romanas por siglos. No pudo ser ninguna de estas cosas, porque la idea de un mesías crucificado era una inconcebible para los judíos y una idea ridícula para los gentiles (1 Co. 1:23). ¿Qué puede motivar a un grupo de personas a entregarlo todo, a vivir una vida de dificultad, sufrimiento y finalmente la muerte?

Decir que muchas personas han muerto por su fe y que la muerte de los discípulos originales no es diferente es una afirmación ingenua porque la diferencia recae en que los discípulos sabían con certeza si estaban muriendo por una mentira o no a diferencia de otras personas. ¿Quién moriría por una mentira sabiendo que es mentira? O habían visto al Cristo resucitado o no. Los discípulos terminaron dándolo todo por esta afirmación, incluso sus vidas puesto que tenían la certeza de haber visto, tocado e interactuado con el Cristo resucitado (1 Co. 15;1-8). Como una vez dijo Blaise Pascal, el legendario filósofo y matemático del siglo XVII: “yo le creo a los  testigos que tienen las gargantas cortadas”.

[1] Peter J. Williams, Ph.D, resume el argumento aquí. Como nota aparte, contrario a lo que muchos promueven por internet (e.g., véase la película online Zeitgeist), virtualmente todos los eruditos del Nuevo Testamento rechazan la idea de que los evangelios tomaron ideas prestadas de otros mitos y leyendas. Esto, porque la evidencia sobre la cual dichas afirmaciones descansan son simplemente nulas, inexistentes o distorsiones groseras, tal como Mary Sharp argumenta en su ensayo: “Does the Story of Jesus Mimic Pagan Mystery Stories?” Come Let Us Reason: New Essays in Christian Apologetics.

[2] Una objeción común es que las narrativas de la resurrección y otros pasajes están llenas de contradicciones. Aparte del hecho de que muchas de las diferencias en las narrativas paralelas son suplementarias, no contradictorias, muchas de las aparentes contradicciones son fácilmente resueltas cuando comprendemos que de acuerdo a los estándares de las biografías antiguas, ciertos aspectos como el desorden cronológico de los eventos o la omisión de ciertos detalles no eran considerados como errores, sino aspectos pertinentes a énfasis, tiempo y espacio. Irónicamente, los mismos críticos que gritan “¡contradicción!” serían los mismos críticos que gritarían “¡conspiración!” si las narrativas de la resurrección no tuvieran diversidad. Véase el ensayo “Contradictions, Contradictions: Why Does My Bible Has All These Mistakes?” en Truth Matters: Confident Faith in a Confusing World.

José Santiago es un estudiante de teología (M.Div) en Southwestern Baptist Theological Seminary. Él y su esposa, Kaitlyn, sirven en la Iglesia Bautista La Vid en Grapevine, Texas. Puedes seguirlo en Twitter.

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La resurrección de Jesus: evidencias e implicaciones

Por Luis David
Marzo 26, 2016   

¨Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación,
 vana es también vuestra fe.”
1 Cor 15:14.

Creo que esta contundente afirmación es la mejor manera de iniciar mis palabras al respecto de uno de los asuntos más relevantes de toda la Biblia.

El apóstol Pablo en estos pasajes [1 Cor 15: 1-25]  está exponiendo el tema de la resurrección de los muertos y la  de Jesús al mismo tiempo; al  parecer, probablemente para refutar  lo que sería más adelante una corriente gnóstica,  o tal vez buscaba confrontar una facción judía en la  ciudad de Corinto que se oponía a la resurrección corporal.

El Apóstol presenta un cuadro lúgubre al poner sobre la mesa cuales serían las implicaciones de que Cristo no resucitara en realidad. Las premisas  son las siguientes:

    La predicacion de los apostoles y la nuestra no tiene sentido. Vs 14.
    Nuestra Fe es vana. Vs 14.
    Somos testigos de un hecho falso. Vs 15.
    Aún estamos en pecado. Vs 17.
    Aquellos que han muerto en Cristo, murieron en ignorancia y sin esperanza. Vs 18.
    Somos dignos de la lástima de todo ser humano, desdichados somos vs 19.

No hay que ser un genio para caer en cuenta que lo expresado por el Apóstol en estas ideas es que si la resurrección es un hecho falso, todo el cristianismo indefectiblemente cae. Es decir;  la certeza de la resurrección de Jesus viene a ser el pilar que sustenta la veracidad del cristianismo histórico y la posterior esperanza cristiana de resucitar.

Por lo que vemos en la Biblia, la discusión armada acerca de este tópico es tan antigua como el cristianismo mismo. El ataque a la resurrección de Jesús proviene de tres líneas de pensamiento:

(1)La ortodoxia judía del primer siglo que se mantiene vigente aun hoy, (2) el insipiente gnosticismo con la creencia dualista y (3) el  naturalismo filosófico que intenta socavar la parte sobrenatural de los hechos bíblicos.

Es cierto que un hecho tan transcendental como la resurrección de Jesús es increíble y cuestionable, más aun tomando en cuenta lo distante en el tiempo que estamos del hecho mismo; pero ¿habrá evidencia alguna que sustente de manera coherente y clara el hecho histórico de la resurrección de Jesús?

Quiero presentar tres evidencias que sustentan el caso y luego considerar las implicaciones. Debemos dejar en claro de antemano que los evangelios son considerados como fuentes históricas confiables para establecer la historicidad de la vida de Jesus. En esto están de acuerdo la mayoría de estudiosos del Nuevo Testamento y críticos.

Evidencia 1 -El entierro de Jesus y la tumba vacía.

Tenemos en el testimonio de los evangelios que el cuerpo de Jesus fue reclamado por José de Arimatea para ser enterrado, dicho sea de paso, este hombre era un miembro del Sanedrín y como magistratura judía opositora del cristianismo en sus inicios, por tanto, ningún escritor bíblico tendría motivo alguno para armar un episodio de bondad alrededor del entierro de Jesus.

Las fuentes que atestiguan el hecho del entierro de Jesus inician con el evangelio de Marcos que es una fuente temprana de historicidad. Para el caso de la tumba vacía los evangelios de Marcos y Lucas son unas fuentes históricas importantes. Debido que estos dos autores no fueron testigos oculares de los hechos sino que recogieron evidencia de quienes si fueron testigos presenciales, su trabajo se convierte en una importante labor de investigación histórica.

Así que encontramos en los evangelios los elementos indicados para armar lo que pudiera ser un caso judicial y presentar una buena evidencia: dos testigos oculares [Mateo y Juan] y dos colectores de datos [Marcos y Lucas].

El mismo apóstol Pablo también es una fuente temprana importante, gracias a que  la mayoría de sus escritos son anteriores a los evangelios  lo cual los convierte en documentos dignos de considerar.

Hay ciertas teorías que intentan refutar la evidencia de la tumba vacía y quisiera considerar unas cuantas y refutarlas de manera breve:

    El cuerpo robado por los discípulos

Los escribas y fariseos pidieron que se guardara la tumba para que no ocurriera precisamente este hecho.

En la tumba fue puesto el sello del Cesar y violar este sello convertía en reo de muerte a cualquiera. Seamos lógicos, ¿ser reo de Roma en aquel tiempo? Esa no sería una buena idea y menos por causa de un cadáver.

Si hubo una guardia alrededor de la tumba, para robar el cuerpo los discípulos tuvieron que vencer la guardia romana puesta y de aquí parten dos ideas más: (1) Matar a un soldado romano te convertía en reo de muerte y (2) once hombres emocional y físicamente débiles no habrían podido hacer tal cosa

    ¿los enemigos de Cristo tomaron el cuerpo?

Ellos no tenían razones para hacerlo puesto que  ellos mandaron a asegurar la tumba.

En caso de haber ocurrido esto, debieron presentar el cuerpo real de Jesus al tercer día para demostrar que realmente no había resucitado.

Evidencia 2- la teoría del desmayo, Jesus el escapista y los lienzos en la tumba.

El capítulo 20 del Evangelio de Juan narra que al entrar en la tumba se pudieron observar los lienzos con los cuales Jesús fue envuelto; en la narrativa evangélica luego de su resurrección, Juan y Pedro vieron los lienzos en la tumba y más adelante el sudario con el cual había sido enrollada su cabeza, en este pasaje hay dos detalles a considerar:

    Si fue Jesús quien escapó, tuvo que desenrollarse a sí mismo lo cual es poco probable por el tipo de envoltura de la costumbre judía empleada para la sepultura. Además de eso, el cuerpo de Jesús había sido golpeado salvajemente por los soldados romanos y por el castigo de la crucifixión.

Si realmente fue Jesús mismo quien escapó nos deja impresionados por sus habilidades supra-humanas ya que tuvo que desenrollarse, mover la piedra y vencer a los soldados.

El evangelio de Juan narra que fueron llevadas 100 libras de ungüento para embalsamar el cuerpo de Jesus, este ungüento estaba preparado a base de resinas que se endurecían al contacto con el aire y emanaban de ella vapores que podían ser tóxicos en grandes cantidades y en lugares cerrados, si Jesús no murió por causa de la golpiza definitivamente los vapores de los ungüentos lo habrían matado.

Juan también precisa  que el sudario de la cabeza estaba enrollado cuando fueron a ver la tumba; quiere decir que estamos ante una de las personas más detallistas de la historia que aún en su día de escape no escatima esfuerzos en dejar todo bien arreglado antes de huir, ¿les suena eso coherente?
Evidencia 3-El cambio después del tercer día.

Hemos visto y oído de muchas personas que han cambiado sus vidas drásticamente de un momento a otro. Eso no es de sorprender; sin embargo,  el detalle que quisiera que consideremos ahora es un caso aún más complejo, el cambio de los discípulos luego de la resurrección: ¿qué evento tan grande haría que un grupo de hombres del vulgo pasen de ser simples y miedosos a extraordinarios y valientes? ¿Cuál sería el detonante de que éste grupo removiera los cimientos de un imperio con un mismo mensaje?

La Biblia nos dice que los discípulos no tenían la suficiente agudeza espiritual para entender la naturaleza del reino de Dios y como consecuencia:

    En su mayoría teológicamente eran nacionalistas.
    Había división entre ellos.
    Había rivalidad por quién sería el mayor de todos.
    Su condición emocional después de la muerte Jesús fue de temor y depresión.
    Si vamos entonces al libro de los Hechos, luego de la resurrección vemos un cambio que es inusual desde el punto de vista conductual.
    De ser nacionalistas pasaron a ser proclamadores del evangelio.
    El libro de los Hechos narra que tenían un corazón y un alma.
    Lucas narra en Hechos que buscaban el bien del otro y no el suyo propio.
    Pasaron del temor a ser hombres que no podían callar lo que habían visto y oído.

¡Que impresionante el giro de 180 grados de estos hombres! Lo más interesante es que en la narrativa bíblica este cambio es observado en ellos luego de la resurrección del Mesías esperado.

Un cambio tan radical en este grupo demandaría educación y tiempo. Josh McDowell hace una pregunta en uno de sus libros: — ¿Quién moriría por una mentira?[i] Y es cierto. Hasta qué punto estaríamos dispuestos a entregar nuestras vidas por una causa falsa o fallida. Así que únicamente hay una respuesta razonable a todas las preguntas que surgen al considerar la vida de los discípulos, lograron ver cumplida la profecía cuando exclamó: … Y al tercer día me levantaré.

Tomando en cuenta que nuestra evidencia acerca de la resurrección de Jesús es clara, coherente y precisa tendríamos que concluir retomando las implicaciones declaradas a los corintios qué:

Nuestra predicación tiene un fundamento vivo.
Nuestra Fe esta cimentada en el poder verídico de Dios.
Somos testigos del hecho más impresionante que jamás se ha visto en la historia.
No estamos más en pecado, el pecado fue echado al fondo del mar.
Los que murieron en Cristo están descansando en la seguridad de volver a vivir eternamente.
No somos dignos de lastima sino embajadores que hablamos en nombre de Dios.

Conclusión:

Si Cristo resucitó, su venida también es ciertísima, la redención nuestra está asegurada juntamente con Él y nuestra vida asegurada en la vida de Él.

Tenemos evidencia histórica y lógica para proclamar sin miedo que Jesús fue levantado de entre los muertos para venir a ser primicia de los que resucitan.

Ese mismo Jesús que los discípulos vieron resucitar y vieron ascender al cielo es el que esperamos y que regresara inminentemente por nosotros para llevarnos a la patria del alma, al Cielo, donde no habrá dolor, donde todo lagrima será enjuagada, y donde mora la justicia.

Así que, en la eternidad se escuchará nuestro canto de victoria, cantaremos del excelso Dios y de la certeza de su promesas, cantaremos de su santidad y amor, cantaremos la victoria del cordero, el cual es bendito por los siglos ¡amén!

[i] Más que un carpintero – Cap 5; Pg 56

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