viernes, mayo 21, 2021

El contrato social de Raúl Castro: palos sin zanahorias. Roberto Álvarez Quiñones: El castrismo deja a la ciudadanía sin apenas beneficios sociales, pero sigue hablando de 'socialismo'.

 
Tomado de https://diariodecuba.com/

El contrato social de Raúl Castro: palos sin zanahorias

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El castrismo deja a la ciudadanía sin apenas beneficios sociales, pero sigue hablando de 'socialismo'.

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Los Ángeles

21 mayo 2021

En defensa de la terapia de choque neoliberal de Raúl Castro, llamada Tarea Ordenamiento, en el sitio oficial del régimen Cubadebate se publicó no hace mucho un artículo que dice: "Cuba está asistiendo a la segunda reconfiguración, y seguramente la más dramática, del contrato social de la Revolución en el periodo socialista (…).se apunta a superar el modelo de socialismo del siglo XX".

Falso. Lo que el ordenamiento ha hecho es, precisamente, echar abajo el contrato social comunista mínimo impuesto por la fuerza, nunca por la vía de las urnas ("¿Elecciones para qué?", dijo Fidel Castro). Y que estaba a años luz del que Jean-Jacques Rousseau entregó al mundo en 1762, y que tituló El contrato social o principios de derecho político.

El contrato social del pensador franco-suizo, una de las principales figuras de la Ilustración europea del siglo XVIII es un compendio filosófico-político-social afincado en la libertad e igualdad de los hombres bajo un Estado basado en una especie pacto o contrato social.

Rousseau consideraba que el individuo es la piedra angular de la sociedad humana, y que necesita que haya un Estado de derecho que asegure su libertad y el derecho a la propiedad privada de los individuos, garantizado por la sociedad (el Estado).  Es decir, que aunque asociado a los demás en un pacto social el individuo "no se obedezca más que a sí mismo", y permanezca tan libre como antes de vivir en sociedad.

Del carácter liberal de dicho contrato social basta leer esta frase de Rousseau en su obra: "Cuanto más crece el Estado, más disminuye la libertad". ¿Saben eso en la redacción de Cubadebate?

Fue el pensamiento liberal el que edificó el mundo moderno, su democracia, e hizo posible que el hombre camine por la Luna, tenga internet y viva el doble de años que cuando el Siglo de las Luces. Nada de eso se habría logrado bajo la égida estatista y antiliberal de Marx o Lenin, o la de los utopistas socializantes que desde Platón hasta el "Che" Guevara no fueron capaces de conocer la naturaleza humana, liberal de pies a cabeza.

Es imposible un verdadero contrato social en Cuba ni en ningún un país sometido a una dictadura totalitaria. Porque para que un contrato  sea válido tiene debe estar firmado por las partes involucradas.

El contrato social comunista se basa en “palo y zanahoria”

En los países democráticos los ciudadanos firman un contrato social cuando eligen a sus gobernantes en las urnas, o aprueban la Constitución con el sistema de gobierno que desean. Pero en las naciones sometidas a dictaduras no hay elecciones libres y el pueblo no se puede expresar política o socialmente.

Todo pacto social en el socialismo emana forzosamente del principio de "palo y zanahoria" (para que un burro camine se le cuelga una zanahoria delante del hocico y se le da con un palo en el lomo). En Cuba, mientras recibió multimillonarios subsidios de Moscú, el régimen suprimía las libertades individuales, los derechos ciudadanos, y a cambio daba empleo, salud pública, educación gratis, cierta seguridad social, y algunas pocas zanahorias estrictamente limitadas por la cartilla de racionamiento.

Pero ese piso social mínimo ha sido abandonado por Raúl Castro, quien incluso ahora lo llama despectivamente un "papá-Estado" insostenible que había que desmontar. Puso fin a los "subsidios y gratuidades estatales indebidas", el soporte de todo sistema comunista, y sin dar nada a cambio. Dejó a la ciudadanía sin apenas beneficios sociales. Ahora el castrismo solo da palos, y sin zanahorias.

Esta terapia de choque evoca el "Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas" de Fidel Castro en 1986. Ambos procesos expresan la crueldad de estos dos hermanos.

La rectificación de Raúl Castro: echó abajo el "papá Estado"

Con su rectificación, el dictador fundador regresó al estalinismo ortodoxo por miedo a la perestroika de Gorbachov. Y la rectificación de Castro II ha sido para impedir igualmente el auge del sector privado, pero al mismo tiempo (paradójicamente) para quitarse la careta de una vez. Ha pasado, ya desembozadamente, a un capitalismo militar corporativo de Estado, mafioso, con nítidos rasgos fascistas, para beneficio exclusivo de  la familia Castro-Espín y la casta militar que la mantiene en el poder.

Cuando salió del escenario cubano el argentino "Che" Guevara, artífice del modelo económico presupuestario centralista a ultranza, copiado del impuesto por Stalin en la URSS en los años 30, Carlos Rafael Rodríguez le aconsejó a Fidel que debía desecharse  aquel desastroso sistema presupuestario que los soviéticos habían abandonado hacía 15 años.

No fue hasta 1975, ya con Cuba dentro del CAME (desde 1972) y por fuertes presiones de Moscú, que Fidel Castro al fin aplicó el  cálculo económico soviético. En la URSS este consistía en que las empresas  tenían bastante autonomía, eran autofinanciadas, competían y comerciaban en el mercado, decidían los surtidos de producción, y algo importante: sus trabajadores recibían parte de las ganancias de la fábrica o empresa si cumplían el plan.

El tirano caribeño lo bautizó como Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE) y le encargó su aplicación al nuevo ministro de Economía (entonces JUCEPLAN), Humberto Pérez, un economista formado en la URSS, partidario a ultranza del cálculo económico.

Entonces se abrieron mercados libres campesinos, se les dio una tímida autonomía  a las empresas para autofinanciarse, se permitió la entrega de estímulos monetarios a los trabajadores. La producción aumentó un poco y la población sintió cierto alivio con el "mercado paralelo"  y los "mercaditos". Por supuesto, todo esto gracias a los generosos subsidios soviéticos.

Pero al comenzar la perestroika en la Madre Patria comunista el comandante se espantó y regresó al estalinismo duro y  puro. La economía  cubana cayó en recesión, y no hubo hambruna porque el Kremlin aumentó los subsidios. Al desintegrarse la URSS, Cuba se hundió en la peor crisis económica de toda su historia republicana.

El castrismo, ya sin careta

Ahora, como el castrismo ya  no tiene subsidios venezolanos, ni tampoco petróleo gratis suficiente, Castro II echa abajo el "papá Estado" del que estuvo presumiendo la dictadura durante 61 años, y encima sin liberar las fuerzas productivas ni reconocer los derechos y  libertades elementales que debieron acompañar esa supresión. Y el país se ha hundido en una devastadora crisis económica, escasez de todo, y con el acecho de una hambruna que se acerca peligrosamente.

El bien alimentado dictador y sus burócratas se niegan a que los negocios privados crezcan, por dos razones: 1) teme que los emprendedores se independicen económica y políticamente del régimen; y 2) no quiere que el sector privado compita con el imperio económico de los militares que él y su familia encabezan, para poder enriquecerse más ellos solos.

El castrismo se despojó de su disfraz de "revolucionario" y comunista, pero sigue hablando de socialismo para continuar recibiendo el apoyo de la izquierda tonta continental, y también la terrorista, y seguir anestesiando al cada vez más reducido segmento de población cubana, en su mayoría ya anciana, que ha sufrido severo daño antropológico y es incapaz de distinguir entre lo cierto y lo falso, lo bueno y lo malo.

El general sin batallas ha cambiado las dos consigna oficiales de la dictadura —"Patria o muerte" y "Socialismo o muerte"— por una  suya al fin: "¡Sálvese quien pueda!"

Ese es el "altruista" lema del contrato social del que hablan los medios alabarderos de la tiranía.

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1 Comments:

At 12:23 a. m., Anonymous Realpolitik said...

Pero si todo, TODO, desde el principio, ha sido una farsa, un embuste, una mentira tras otra. Todo ha sido palabrería hueca y barata, siempre, pero cuando las circunstancias empeoran lo suficiente, la claridad aumenta y no hay manera de maquillarla. Lo único que importa es mantener el poder y asegurar los privilegios (y pellejos) de los que mandan.

 

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