viernes, julio 09, 2021

Alfredo M. Cepero: A LA TIRANIA CASTRISTA YA NO LA SALVAN NI BIDEN NI EL MÉDICO CHINO


 Tomado de http://www.lanuevanacion.com/

A  LA TIRANIA CASTRISTA YA NO LA SALVAN NI BIDEN NI EL MÉDICO CHINO.

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Y nada hay tan peligroso e impredecible como un pueblo oprimido que vislumbra cercana su liberación.

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Por Alfredo M. Cepero

7-6-21

Director de www.lanuevanacion.com

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La semana pasada la Casa Blanca de Joe Biden anunció que estudiaba la posibilidad de cambiar la política de los Estados Unidos con respecto a la tiranía castrista. Los motivos para este cambio son dos. La ideología de izquierda de los titiriteros del presidente−el más influyente de ellos el camaleónico Barack Obama−y la compulsión por echar abajo cualquier política puesta en marcha por Donald Trump. La noticia corrió como la pólvora y enardeció los ánimos tanto dentro como fuera de Cuba, sobre todo entre quienes no han seguido de cerca la política americana con respecto a la tiranía castrista en el último medio siglo. Porque, para quienes sí la hemos seguido, esto no es nada nuevo.

La realidad es que, desde John Kennedy hasta Joe Biden, los presidente americanos han puesto en vigor políticas ambivalentes con respecto a la lucha por nuestra libertad. Es probable que desearan nuestra libertad pero no hay dudas de que no estaban dispuestos a pagar el precio por lograrla. De ahí que fueran agresivos en la retórica y bochornosamente flojos en la acción. Hasta el mismo Ronald Reagan− aquel campeón de la libertad que jugó un papel destacado en la desaparición de la Unión Soviética−mandó al General Vernon  Walters a La Habana a negociar con el taimado Carlos Rafael Rodríguez. Aunque nos moleste, para los presidentes americanos la libertad de Cuba ha sido siempre un pequeño capítulo en el cosmos de la política internacional de esta gran potencia.

La buena noticia, por otra parte, es que la tiranía se encuentra en un avanzado estado de descomposición y que ya no tiene probabilidades de ser resucitada. Ha sobrevivido a base de terror y consumiendo recursos creados y proporcionados por otros. Así son estos chulos diletantes de la izquierda fanática. En sus primeros años la tiranía despilfarró las riquezas creadas por una economía de mercado que se encontraba entre las primeras de la América Latina.

Cuando agotaron esos recursos se cobijaron bajo la sombrilla de una Unión Soviética que se proponía penetrar la zona de influencia de Estados Unidos  y que necesitaba "carne de cañón" para sus guerras  imperialistas en África. Cuando se vino abajo el Muro de Berlín y, con él, la Unión Soviética la tiranía castrista tuvo la tremendísima suerte de encontrarse a un "hijo putativo" venezolano que traicionaba a su pueblo para apuntalar las aspiraciones imperialistas de la tiranía castrista.  

Pero ya todo eso ha llegado a su fin. Se les acabó la mística del máximo líder. Ahora les queda únicamente el palo y el fusil, "el casco y la mala idea". Raul es un viejo multimillonario, cansado y enfermo que ya no tiene interés en mantener un poder por el cual oprimió y asesinó mientras vivía el brujo mayor. Irónicamente, el mayor liberado por la muerte de Fidel es un Raul que ahora no tiene que obedecer a su hermano y puede hacer lo que le venga en ganas. Sobre todo en un momento en que se encuentra herido de muerte y ve pasar la película de sus iniquidades en el umbral del infierno.

Por otra parte, la tiranía confronta en estos momentos a un enemigo al cual no puede ni reprimir ni intimidar. El Covid 19 está diezmando los recursos del gobierno y desanimando a los turistas que han sido por muchos años una de las mayores fuentes de divisas. Ante la avalancha de contagios de Covid-19 el Ministerio de Salud Pública ha declarado que no cuenta con capacidad para albergar a todos los enfermos. Ahora se ve obligado a llevar a personas con PCR positivo a centros de aislamiento para sospechosos de la enfermedad.

Y para complicarle el negocio con su satélite venezolano, la Federación Médica Venezolana pidió a la población "no inyectarse" la vacuna cubana Abdala, al resaltar que es un "producto biológico experimental". Todo esto ocurrió después que la semana pasada el gobierno venezolano informara sobre la llegada de un número no especificado de este fármaco.

Y más ominoso para la tiranía, todo indica que, en Cuba, la gente ha perdido el miedo. Al punto, de que bloquean las calles a plena luz del día, tal como hicieron hace algunos días en la transitada avenida "10 de octubre". El pueblo intuye que el gigante represor y diabólico se tambalea y que empiezan a batir vientos de libertad. Y nada hay tan peligroso e impredecible como un pueblo oprimido que vislumbra cercana su liberación.

Por nuestra parte, los cubanos que no sabemos del cansancio y que después de seis décadas de traiciones e indiferencia nos mantenemos firmes en nuestro propósito de liberar a Cuba tenemos ahora una oportunidad única. La oportunidad de liberarla con nuestro esfuerzo, sin pedir permiso ni deber favores que limiten el ejercicio pleno de nuestra soberanía nacional. Los hijos de Martí tenemos ahora la obligación de escuchar y aplicar su prédica en cuanto a que: "La patria es agonía y deber." Si lo hacemos y seguimos su ejemplo lograremos el bien preciado de la libertad.

Una libertad que, para perdurar, tendrá que ser el producto do nuestro esfuerzo. Porque los pueblos que reciben la libertad de regalo son como esos ricos qua han llegado a la opulencia por lotería o por herencia. Casi siempre dilapidan sus bienes porque carecen de la capacidad para administrarlos o del apego que nace de haberlos logrado con su trabajo.

Y a aquellos que lamentan la soledad de nuestra lucha les decimos que a la tiranía castrista ya no la salvan ni Biden ni el médico chino. Que bendita sea esta soledad que nos hará más conscientes de nuestras energías como pueblo. Bendita sea esta soledad que, al demandarnos mayores sacrificios, nos hará más maduros para administrar la república nacionalista y democrática de mañana.

Bendita sea esta soledad que, al obligarnos a la liberación de la patria por el esfuerzo único de sus hijos, hará posible la inauguración de la Cuba sin compromisos ni sumisiones que postuló Martí en 1895.Y bendita sea, por lo tanto, esta soledad que nos permitirá, en el holocausto de la reconquista, encontrar el lugar digno y empinado de pueblo orgulloso de sus tradiciones y su historia que nos corresponde bajo el sol.

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