viernes, septiembre 09, 2022

Camila Acosta desde Cuba: La dictadura cubana es socialista. Las reformas económicas no han cambiado la esencia de ese sistema


La dictadura cubana es socialista

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Las reformas económicas implementadas por Raúl Castro y seguidas por Miguel Díaz-Canel no han cambiado la esencia de ese sistema

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Por Camila Acosta

7 de septiembre, 2022

LA HABANA, Cuba.- En el último año, sobre todo después de las protestas del 11 de julio (11J) de 2021, he visto varios comentarios y opiniones de personas asegurando que la dictadura cubana no es socialista ni de izquierdas, sino que se trata de un capitalismo de Estado y, por tanto, de un sistema de derechas.

Este erróneo criterio ha ido tomando cada vez más espacios incluso en medios de prensa y organizaciones internacionales. Sorprende que se popularice justo cuando la dictadura cubana cuenta cada vez con más rechazo a nivel internacional y ha sido justamente una parte de la izquierda la que históricamente la ha respaldado.

El régimen cubano, desde su llegada  al poder, ha evidenciado de qué lado del espectro político está. También ha sido evidente su inserción como parte de la izquierda internacional: forma parte del Foro de São Paulo, una plataforma regional de izquierda fundada por el dictador Fidel Castro y Luis Inácio Lula da Silva. También del Grupo de Puebla, el que ha llegado a celebrar y apoyar la gestión de Miguel Díaz-Canel. Sus principales aliados en la región son, precisamente, países en los que gobierna la izquierda, como Venezuela, Nicaragua, México y Argentina.

En abril de 1961 Fidel Castro proclamó el “carácter socialista de la revolución cubana”. Desde entonces se alió a la Unión Soviética y durante unos treinta años Cuba fue el principal bastión soviético en América, centro de la “Guerra Fría” en el continente.

La Constitución de 1976 proclamó, en su primer artículo, que “Cuba es un Estado socialista de trabajadores” y al Partido Comunista, marxista-leninista, como la “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

Estos principios se mantuvieron en la Constitución de la República de 2019, que en su artículo 1 establece que “Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social”. El artículo 4 estipula que “la defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano” y que “el sistema socialista que refrenda esta Constitución es irrevocable”. El artículo 5 dispone que el Partido Comunista de Cuba es “único”, “marxista y leninista”, y “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”, y como tal “organiza y orienta los esfuerzos comunes en la contrucción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

Las reformas económicas implementadas por Raúl Castro y seguidas por Miguel Díaz-Canel no han cambiado la esencia de ese sistema. El discurso oficial sigue apelando a la construcción del socialismo y declarando que “somos continuidad”.

Los defensores de la idea de que Cuba no es socialista, o que este no es el verdadero socialismo o la verdadera izquierda, apelan al hecho de que, por ejemplo, con las reformas económicas se ha dado la posibilidad a los cubanos de tener negocios “privados” —aunque el calificativo es “cuentapropistas” o “trabajadores por cuenta propia” — como restaurantes u hostales, pero obvian que persiste el control del Estado sobre todos los medios de producción e incluso sobre estos negocios, pues muchos sobreviven bajo la amenaza de ser cerrados o confiscados sus bienes. Un opositor político, por ejemplo, no puede soñar con tener un negocio de este tipo pues el régimen se lo impide e incluso puede condenarlo a prisión por “actividad económica ilícita”.

Si bien existen actores privados —o cuentapropistas—, su influencia y crecimiento es muy limitado. La realidad es que GAESA (Grupo de la Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) controla alrededor del 80 por ciento de la economía cubana, y esta entidad pertenece a la familia Castro y la cúpula gobernante. Parte de los nuevos actores económicos responden a esa maquinaria estatal y sirven al régimen para maquillarse de progresistas ante la comunidad internacional.

Recientemente han sido expuestos varios de estos emprendedores privados, uno de ellos es Yoandy Roverón González, agente Cristian de la Seguridad del Estado cubana. Sobre él, el periodista e investigador José Raúl Gallego reveló: “Esta es la ‘clase privada emergente’ que favorece el régimen, una proyección de sí mismos, una creación a su imagen y semejanza que usan para mostrar una imagen de ‘cambios’ que no existen. El mismo discurso que lanzan de anzuelo a quienes creen que el ‘empoderamiento económico’ de un supuesto sector privado (controlado totalmente por ellos) traerá consigo, inevitablemente, el empoderamiento político que le disputará al régimen su hegemonía. Falso”.

Cuba ocupó el lugar 175, de un total de 177, en el Índice Mundial de Libertad Económica 2022 elaborado por la Heritage Foundation, solo por delante de Venezuela y Corea del Norte.

“Cuba ocupa el puesto 31 entre 32 países de la región de las Américas, y su puntaje general está por debajo de los promedios regionales y mundiales”, sostiene la organización, y agrega que durante los últimos cinco años la libertad económica en la Isla “ha tendido a la baja desde niveles ya extremadamente bajos”. Asimismo, refiere que “Cuba ha registrado una pérdida general de libertad económica de 4.4 puntos desde 2017 y se encuentra en la parte inferior de la categoría ‘Reprimida’. La libertad monetaria y la libertad de comercio internacional tienen cierta fuerza, pero la efectividad judicial, la libertad de inversión y la libertad financiera se ubican cerca del fondo”.

En Cuba no hay capitalismo de ningún tipo porque, simplemente, no existe el libre mercado ni la propiedad enteramente privada, a no ser las de GAESA; ni siquiera la aprobación de MIPYMES y el llamado al aumento de la inversión extranjera cambia ese contexto pues persiste el monopolio y la hegemonía del Estado sobre la economía. La élite gobernante, a través de GAESA y del aparato estatal socialista, sigue controlando la economía cubana.

Además, existe la intención declarada de impedir “la acumulación de riquezas” por parte de los ciudadanos, el Partido Comunista de Cuba (PCC) se ha arrojado la facultad de regular la concentración de riquezas y de propiedades.

Tampoco es la derecha la que gobierna. No creo que a alguien se le ocurra decir que Raúl Castro, o sus hijos y nietos, o alguno de la élite militar cubana, sean de derechas, más bien son una casta mafiosa, más bien estamos en presencia de lo que Juan Antonio Blanco Gil, director de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba y del Observatorio Cubano de Conflictos, llama la modernización del estado mafioso.

Según ha explicado el académico, algunos expertos sugieren la utilización de la frase “estado mafioso” como “una nueva manera de entender lo que viene disfrazándose como socialismo del siglo XXI”, o lo que “muchos de sus enemigos continúan llamándole estados totalitarios”, otros lo denominan “cambio-fraude”.

El socialismo, en aquellos países en los que ha alcanzado el poder, ha llegado a ser eso: la dictadura de un partido único, de una élite que monopoliza la economía y las instituciones y esclaviza al pueblo, mientras se vende como un sistema democrático, de justicia social y representante del poder del pueblo. Así fue en la Unión Soviética y así ha sido en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Corea del Norte.

Sin embargo, para Blanco Gil “estamos ante el advenimiento o surgimiento de un nuevo tipo de Estado, que está (en su conjunto) articulándose internacionalmente, en alianzas contra lo que es su enemigo principal y que no es exactamente el capitalismo, sino las sociedades abiertas, liberales, con Estado de Derechos, que interrumpen sus actividades con el comercio ilícito”.

Ese sería el estado mafioso, una mutación de dictadura socialista como la cubana, y parte de su disfraz ha sido siempre la manipulación del lenguaje y de la historia.


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