lunes, diciembre 05, 2022

Alfredo M. Cepero sobre Cuba: 64 AÑOS EN LA CALDERA DEL DIABLO.


Tomado de http://www.lanuevanacion.com/i

64 AÑOS EN LA CALDERA DEL DIABLO.

*******

El hombre es sólo un instrumento para implementar los designios de Dios o las maldiciones del diablo.

*******

Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

11-30-22

El próximo primero de enero se cumplirán 64 años desde que el pueblo cubano saltó—por voluntad propia—en la caldera del diablo. Nadie lo obligó ni mucho menos nadie lo empujó a formar parte de aquella caravana diabólica encabezada por un artífice de la mentira, la simulación y la maldad. Solamente el diablo es capaz de poseer esos tres atributos al mismo tiempo.

De contar con una encuesta de aquel suicidio, la misma arrojaría el resultado de que—el primero de enero de 1959—el noventa por ciento de nuestro pueblo estaba siendo víctima de un síndrome de adoración colectiva. Digo con orgullo—corriendo el riesgo de que algunos no me crean—que yo no estoy en ese 90 por ciento. Soy uno de esos “bichos raros” que—habiendo vivido en Cuba mis primeros 23 años—nunca he sido ni batistiano ni fidelista. Nunca he creído en hombres providenciales. El hombre es sólo un instrumento para implementar los designios de Dios o las maldiciones del diablo.

Por su parte, Fidel Castro supo poner aquella adoración colectiva al servicio de su vanidad y de su egolatría. Ya lo dijo el polémico escritor italiano Giovanni Papini en su obra “El Diablo”: “Para quienes aún se acuerdan de que tienen un alma, lo que importa es, ante todo, el amor de Dios. Pero enseguida de ello es necesario el conocimiento de quien por voluntad de Dios nos posee y nos domina: el diablo”.

El espectáculo de una manada de campesinos harapientos con rosarios al cuello y expresiones santurronas fue digno de una superproducción cinematográfica. Hasta damas jóvenes de la alta sociedad habanera se disputaban la compañía de cualquiera de aquellos soldados mugrientos. En la congregación del 8 de enero de 1959 en el Campamento Militar de Columbia se soltaron palomas que—por algún subterfugio que ignoro—fueron a posarse en el hombro del diablo encarnado.

Como de costumbre, el diablo utilizó las palabras no para decir la verdad sino para esconder sus designios maléficos cuando dijo: “Luego, ¿quién ganó la guerra?  El pueblo, el pueblo ganó la guerra.  Esta guerra no la ganó nadie más que el pueblo —y lo digo por si alguien cree que la ganó él, o por si alguna tropa cree que la ganó ella. Y por lo tanto, antes que nada está el pueblo”. ¡Con esa diatriba edulcorada no hay pueblo que no se arrodille a los pies de un demagogo! Lo hizo hasta el supuestamente desarrollado y maduro pueblo alemán ante los pies de Adolfo Hitler.

Así comenzó el período más tenebroso y cruel en la historia de la humanidad, superado en tiempo en el poder solamente por los 67 años de la difunta Reina Isabel II de Inglaterra. Los cubanos, un pueblo trabajador, locuaz y sincero, han sido transformados, en su mayoría, en un rebaño de holgazanes, taciturnos e hipócritas. Porque decir la verdad fue y sigue siendo el camino más corto a la cárcel o al infame paredón de fusilamiento. Donde la libertad se logra abandonando a la tierra  que nos vio nacer y sufriendo el estigma de los hombres sin patria. Más de dos millones de cubanos cargamos con ese estigma.

Sin embargo, cuando esos cubanos que la tiranía comunista convirtió en autómatas llegan a tierras donde predominan la libre empresa y la libertad económica se convierten en grandes creadores de riqueza. No es necesario citar ejemplos específicos porque el Miami en que vivo es un ejemplo de lo que digo. El porcentaje de cubanos millonarios con respecto a la comunidad cubana en particular es mayor que el porcentaje de millonarios con respecto a la sociedad norteamericana en general. Luego, el problema no somos los cubanos sino el sistema fallido de un comunismo que hace rato ha ido a parar al basurero de la historia. Ya es hora de que nosotros mandemos el nuestro al mismo basurero indigno.

No hago mención de nuestros presos y mártires porque, aunque merecen mi gratitud imperecedera, ya lo he hecho en otras oportunidades y porque ellos no son el tema de este trabajo. Lamentablemente, su inmolación y su sacrificio no han logrado la libertad de Cuba ni el derrocamiento de los tiranos. Un misterio que confieso no haber podido descifrar.

Hay, sin embargo, una característica que, al mismo tiempo, nos redime y nos condena. Nuestra redención como seres humanos está expresada por la solidaridad del exilio con los compatriotas que todavía pasan hambre y miseria bajo la tiranía. Las remesas enviadas por los exiliados sirven para mitigar las penurias de esos desdichados. Nuestra condena como patriotas es que son precisamente esas remesas las que mantienen en el poder a los tiranos. ¡Tamaña ironía que hayamos sido las víctimas las que hemos mantenido en el poder a nuestros victimarios!  

Pero no hay tiempo que permanezca estático bajo el sol. Mucho menos bajo nuestro reverberante sol tropical. Después de tres generaciones domesticadas surgen ahora los “pinos nuevos” de que hablaba Martí. Los “hijos de la revolución” han decidido quedarse huérfanos y se han lanzado a las calles en busca de libertad colectiva y dignidad personal. Esta rebeldía ya no la para  nadie. Sólo es cuestión de tiempo y vaticino que no muy largo.

Vendrán ahora los tiempos de la “Nueva Nación” cubana, tal como reza el nombre de mi publicación cibernética. De una nación de regreso del error, purificada por el dolor y dispuesta a abrir nuevos caminos de prosperidad y armonía para todos sus hijos. Desde luego que habrá buenos y malos. Ahora bien, dentro de un contexto de justicia, los malos tendrán que purgar sus pecados, para que no se nos aparezca otro diablo encarnado con su caldera al hombro.

11-30-22

Etiquetas: , , , , , , , , ,