viernes, junio 02, 2023

Por: Dr. Alberto Roteta Dorado: KARL MARX, UN PERSONAJE INFLUYENTE, PERO JAMÁS EL FILÓSOFO MÁS INFLUYENTE DE TODOS LOS TIEMPOS (-I-)

KARL MARX, UN PERSONAJE INFLUYENTE, PERO JAMÁS EL FILÓSOFO MÁS INFLUYENTE DE TODOS LOS TIEMPOS (-I-) 

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"En el único lugar del mundo donde siguen venerando al delirante pensador del proletariado y de las luchas de clases es en Cuba, toda vez que las naciones del antiguo campo socialista decidieron olvidarlo y sepultarlo por la eternidad"

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(Bloguista de Baracutey Cubano: Karl Marx y Federico Engels son los iniciadores  del genocidio político moderno)

Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.

31 de mayo, 2023


Santa Cruz de Tenerife. España.- Un amigo del pasado publicó recientemente en las llamadas redes sociales algo relacionado con el pensador alemán Karl Marx. Tal vez se dejó arrastrar demasiado por la pasión. Con una fuerte dosis de fanatismo llegó a afirmar que Marx es el filósofo más influyente de todos los tiempos. Por suerte, solo había recibido 25 like y cuatro comentarios, incluyendo su propio alegato contra uno de los comentaristas que no coincidió con la hipótesis de nuestro amigo marxista, al menos, hasta la última vez que consulté su publicación hace más de tres semanas.

El admirador de Marx, a pesar de que es psicólogo de profesión  – se supone que tenga ciertos mecanismos para el control y atenuación de su lado emocional–, no se pudo contener. Este fallo de su lado emocional lo llevó a afirmar tan disparatado postulado respecto al famoso autor de “El Capital”. Confieso que durante los años que traté muy de cerca con el amigo marxista jamás hizo comentarios acerca del pensador alemán que nuestro José Martí (1853-1895) llamó el poderoso hombre del mundo del trabajo, aunque se afirma que jamás trabajó en su miserable vida.

Tal vez experimentó un viraje radical en su vida en el sentido inverso a las manecillas del reloj, o se trate de uno de los tantos casos de seres que ocultaron durante muchos años su verdadera forma de pensar. Confieso que no siento nada en contra del amigo marxista, que ya no es amigo, y no es por el hecho de ser marxista; sino porque desde que dejé la tierra donde nací no volví a tener comunicación con el. Entré accidentalmente a su muro – que es la forma tan rara de llamar ahora al sitio donde publicas y comentas ciertas cosas– y quedé petrificado ante la abrumadora exaltación hacia ciertos personajes de la historia de Cuba, o de otros sitios del mundo, los que para mi resultan muy indeseables por su perversidad y oscuridad de sus vidas.

Pero vamos al punto más interesante de la publicación del marxista, cuyo nombre me reservo. Si hubiera analizado con profundidad su hipótesis, sin duda, las cosas hubieran sido diferentes; aunque, con sinceridad, después de haber revisado varias de sus publicaciones dudo que cambiara de opinión. El fanatismo lo ha penetrado demasiado como para poder desprenderse de sus ideas marxistas, suponiendo que fueran verdaderas.

Karl Marx (1818-1883) en realidad es un personaje de la historia influyente; pero no es el filósofo más influyente de todos los tiempos. En el único lugar del mundo donde siguen venerando al delirante pensador del proletariado y de las luchas de clases es en Cuba, toda vez que las naciones del antiguo campo socialista decidieron olvidarlo y sepultarlo por la eternidad, amén de haber derribado numerosos monumentos escultóricos que hacían exaltación a dicho sistema – incluyendo las esculturas dedicadas al padre del materialismo dialéctico e histórico– como demostración de desacuerdo a las ideas impuestas durante décadas por sus correspondientes dictaduras.

La condición de Marx como filósofo es puesta en duda por algunos, entre los que me incluyo con firmeza. Los grandes tratados de Historia de la Filosofía solo le dedican un pequeño apéndice para hacer referencia a sus erróneos postulados respecto a las luchas clasistas, al proletariado mundial insatisfecho y encargado de aniquilar a la burguesía, entre otras tantas absurdas ideas, incluidas sus extensas divagaciones en el “Manifiesto Comunista”, obra que, por desgracia, se sigue editando en el mundo.

(Karl Marx para algunos especialista, fue un sociólogo de su tiempo y lugar, pero no un filósofo. Imágenes y comentarios del bloguista de Baracutey Cubano) 

En mi opinión, el alemán que, según José Martí, "anduvo de prisa y un tanto en la sombra", fue un intelectual, un pensador, o algo así, pero jamás lo incluiría dentro del mundo de la filosofía; aunque esto resulte atrevido y contradictorio para muchos. La antropología social le vendría mejor para no dejarlo fuera de algún contexto cercano a la filosofía. No todos los que opinan acerca de la vida, los misterios del universo y el comportamiento humano son en realidad filósofos. En nuestros días abundan los llamados filósofos modernos que no hacen otra cosa que repetir lo ya establecido desde antaño, esto es, llover sobre mojado. Sobre ciertas premisas se dedican a la especulación sociopolítica entre aciertos y desaciertos. La ecología y las tendencias medioambientalistas, el feminismo, la protección animal, la política y la sociología, etc., son temas de interés para muchos; pero de ahí a que se incluyan en el vasto campo de la filosofía va un buen trecho.

Me temo que el viejo amigo tomó al pie de la letra algún escrito de alguno de los tantos que permanecen aferrados a un pasado donde el marxismo fue impuesto a la fuerza. Si no eras marxista – lo que presuponía que tuvieras una concepción materialista del mundo– no podías estudiar una carrera universitaria. Todo el que no profesara las idioteces del "alemán de alma sedosa y mano férrea" estaba en riesgo de ser expulsado de su carrera, y en el mejor de los casos, marginado y obligado a cambiar su ideología mediante los métodos comunistas de lavado de cerebro. Si alguien está en desacuerdo que se atreva desmentirlo con un buen fundamento.

Hegel, el filósofo más grande de todos los tiempos.

   “Sólo lo espiritual es lo real; es la esencia o el ser en sí, lo que se mantiene y lo determinado –el ser otro y el ser para sí– (…).Pero este ser en y para sí (...) es la sustancia espiritual”.

Si yo me dejara arrastrar por la pasión, como hizo el amigo marxista, afirmaría que el filósofo más influyente de todos los tiempos es Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), el genio del idealismo alemán, quien fuera capaz de crear el sistema más abarcador y completo que jamás ningún filósofo ha podido superar. El investigador y escritor Jacques D’Hondt (1920-2012), considerado el mayor especialista francés en Hegel, utiliza como título de su libro dedicado al autor de “Fenomenología del Espíritu” una frase o idea que resume su grandeza: Hegel, el último filósofo que explicó la totalidad. Las hipótesis hegelianas basadas en la Idea Absoluta en sí, como el concepto más extraordinario dentro del campo de la filosofía y de la religión, nos ofrecen la concepción más acabada del desarrollo de la espiritualidad y del intelecto. Hegel llegó a definir una de las más ejemplares abstracciones filosóficas de todos los tiempos: la espiritualización de la materia. He aquí su genialidad, su grandeza. Si fue más o menos influyente no importa. Lo que vale es su extraordinario aporte y el hecho de haber desarrollado una obra perfecta, donde expone el más acabado de los sistemas filosóficos, insuperable hasta el presente.

   En el pensamiento de Hegel, lo Absoluto es el devenir de la idea y, porque es sobre todo resultado y final, es espíritu Absoluto desarrollado a lo largo del tiempo: arte, religión y filosofía. Hegel parte de una primera intuición, la del espíritu. El espíritu está dotado de diferencias, o mejor dicho se diferencia en sí mismo. Se va desarrollando merced a una propia autoactividad en todas estas diferencias, y de esta manera produce toda la realidad. Solo al final de todo ese proceso llega a ser el espíritu Absoluto. Pero este espíritu es algo así como una hipóstasis, como un individuo universal en quien está englobada toda la diferenciación de la realidad. Las diversas manifestaciones de este espíritu son los fenómenos, de ahí el título de su genial obra, esto es, “Fenomenología del Espíritu”. 

Sin embargo, jamás me he atrevido a escribir semejantes cosas – si las he afirmado mediante la palabra no escrita, la que se desvanece y no perdura, o perdura menos que la escrita–. Esto entraría en contradicción directa con uno de los grandes del trascendentalismo estadounidense del siglo XIX, Ralph W. Emerson (1803-1882). Según Emerson la filosofía puede resumirse en Platón, a la vez que Platón la es síntesis de la filosofía; idea fascinante que siempre he respetado, toda vez que, si se trata de filósofos influyentes o trascendentes a través del tiempo, habría que colocar en un enorme pedestal a Platón y no a Marx. El gran filósofo creador de la teoría de las ideas arquetípicas sentó las bases de una nueva forma especulativa que ha perdurado a través de los siglos. Todos los que le sucedieron tuvieron que acudir, de una u otra forma, y en mayor o menor medida, a su colosal enseñanza.   

En fin, podría estar haciendo mención a filósofos influyentes durante largas jornadas. Imposible omitir a figuras tan trascendentes como: Sócrates y Pitágoras, quienes, lamentablemente no dejaron obra escrita; aunque se dice que sus discípulos fueron capaces de recopilar lo que verbalmente transmitieron en su tiempo. De ahí que parte de sus enseñanzas sean conocidas en la actualidad, aunque no en su sentido esencial. En el caso de Sócrates (470 a. C.-399 a. C.) por su polémico método conocido como la mayéutica, esto es, la pregunta que se le realizaba la convertía en otra interrogante que dirigía a quien la realizara para provocar el diálogo y la confrontación. En el caso de Pitágoras (570 a.C.- 490 a.C.) debemos recordar que fue el primero en tener una escuela de filosofía con una disciplina establecida y una sistematicidad en el estudio, amén de sus aportes acerca de la numerología y la geometría como ejes del conocimiento filosófico, lo que luego serviría de sustento a otros pensadores para establecer sus concepciones acerca de un orden y simetría insuperables en el universo.

Un tanto más cercano en el tiempo merece citarse a Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), otro de los que sentó las bases para una sistematización de la enseñanza, no solo filosófica, sino de las ciencias y las letras. Imposible omitir a figuras como Tales de Mileto, Demócrito, Parménides, Anaxímenes y Anaximandro, los que desarrollaron su saber en muy lejanos tiempos, y a otros como Descartes, Rousseau, Nietzsche, Leibniz, entre otros tantos, los que contribuyeron al desarrollo del pensamiento filosófico en etapas posteriores.

(Continuará)

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Antonio Escohotado habla sobre la figura de Karl Marx



La REALIDAD OCULTA de los COMUNISTAS | Antonio Escohotado | MERCADO o PLANIFICACIÓN



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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano donde se muestra que Karl Marx se dió cuenta que se equivocó  al definir el concepto de clase social, pues la equipara a una casta en que no se puede salir o mover de una casta  a otra,  ya que entre las castas no existe la movilidad para ascender o descender entre ellas, algo que no sucede con las clases sociales  ya que, por ejemplo, una persona puede ser obrero y pasar a propietario de los medios de producción y viceversa.


El Capital Volumen III

CAPITULO LII (52)

LAS CLASES

Los propietarios de mera fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los terratenientes, cuyas respectivas fuentes de ingreso son el salario, la ganancia y la renta de la tierra, esto es, asalariados, capitalistas y terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, que se funda en el modo capitalista de producción.

Es en Inglaterra, sin disputa, donde la sociedad moderna está más amplia y clásicamente desarrollada en su articulación económica. Sin embargo, ni siquiera aquí se destaca con pureza esa articulación de las clases. También aquí grados intermedios y de transición (aunque incomparablemente menos en el campo que en las ciudades) encubren por doquier las líneas de demarcación. Pero esto resulta indiferente para nuestro análisis. Hemos visto que la tendencia constante y la ley de desarrollo del modo capitalista de producción es separar más y más del trabajo los medios de producción, así como concentrar más y más en grandes grupos los medios de producción dispersos, esto es, transformar el trabajo en trabajo asalariado y los medios de producción en capital. Y a esta tendencia corresponde por otro lado la separación autónoma de la propiedad de la tierra frente al capital y el trabajo [1] o la trasmutación de toda propiedad de la tierra correspondiente al modo capitalista de producción.

[1124] La próxima pregunta a responder es ésta: ¿qué forma una clase?, y por ciento que esto se desprende de suyo de la respuesta a la otra pregunta: ¿qué hace que trabajadores asalariados, capitalistas y terratenientes formen las tres grandes clases sociales?.

A primera vista, la identidad de los réditos y de las fuentes de rédito. Son tres grandes grupos sociales, cuyos componentes, los individuos que las forman, viven respectivamente de salario, ganancia y renta de la tierra, de la valorización de su fuerza de trabajo, su capital y su propiedad de la tierra.

Pero desde este punto de vista médicos y funcionarios, por ejemplo, también formarían dos clases, pues pertenecen a dos grupos sociales diferentes, en los cuales los réditos de los miembros de cada uno de ambos fluyen de la misma fuente. Lo mismo valdría para la infinita fragmentación de los intereses y posiciones en que la división del trabajo social desdobla a los obreros como a los capitalistas y terratenientes; a los últimos, por ejemplo, en viticultores, agricultores, dueños de bosques, poseedores de minas y poseedores de pesquerías.

{Aquí se interrumpe el manuscrito.}
[1]
58 Friedrich List observa con acierto: "El predominio del cultivo autosuficiente en grandes haciendas sólo demuestra la falta de civilización, de medios de comunicación, de industrias locales y de ciudades ricas. Por eso se lo halla por doquier en Rusia, Polonia, Hungría, Mecklemburgo. Antes también predominaba en Inglaterra, pero con el advenimiento del comercio y la industria lo reemplazó su partición en explotaciones medianas y el arrendamiento". ("Die Ackerverfassung, die Zwergwirthschaft und die Auswanderung", 1842, p. 10).

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