martes, abril 23, 2024

Alberto Roteta Dorado: SILVIO RODRÍGUEZ, LA DECADENCIA DE UN TROVADOR "COMPROMETIDO" (Segunda parte)

Amaury Gutierrez - No Toques Esa Guitarra 



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SILVIO RODRÍGUEZ, LA DECADENCIA DE UN TROVADOR "COMPROMETIDO" (Segunda parte)

(Los cantautores: Pablo Milanés, Vicente Feliú, Silvio Rodríguez y el tirano Fidel Castro. Fotos de archivo y comentarios del Bloguista de Baracutey Cubano)

Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.-

16 de abril, 2024

Santa Cruz de Tenerife. España.- Retomemos la respuesta de Silvio Rodríguez en la que se refiere a los supuestos “logros” de la política de la enseñanza artística de Cuba:

"Promociones nuevas de egresados de las escuelas de arte forman orquestas, grupos de cámara, tocando y asombrando a cuantos pasan por aquí, ganando becas que otorgan instituciones y gentes solidarias. Piedras preciosas que relucen en nuestra pobreza, gracias a la política de enseñanza artística que inauguró la Revolución hace 60 años”.

¿A qué política de enseñanza artística promocionada por la revolución cubana hace mención Silvio Rodríguez? ¿Acaso desconoce de la existencia de múltiples academias de música, conservatorios y profesores de música, danza, actuación, pintura y escultura antes de 1959? No lo creo. Rodríguez podrá ser dogmático y simpatizante del castrismo – suponiendo que sea cierto y no por conveniencia–; pero no es un ignorante. Recordemos que en La Habana, en la década del veinte del pasado siglo, había dos orquestas sinfónicas, la Orquesta Sinfónica y la Orquesta Filarmónica, cuyos integrantes tenían la formación necesaria para asumir las más exigentes partituras de un repertorio que abarcaba desde los grandes clásicos hasta las obras contemporáneas. ¿Dónde se formaron? 

La historia del ballet cubano con la emblemática bailarina Alicia Alonso no comienza con la revolución castrista del 59; sino mucho antes. La Alonso ya era una celebridad antes de que Castro tomara el poder. Téngase presente la labor de la Sociedad Pro-Arte Musical, institución que después de 1959 fue catalogada de manera despectiva por los sensores de la cultura cubana como una sociedad para la élite burguesa. 

(Silvio Rodríguez como integrante de una ¨brigada cultural¨  cuando la guerra en Angola) 

Figuras trascendentes del arte en Cuba alcanzaron su esplendor antes de esa política cultural de la revolución, a la que hace mención Silvio Rodríguez. Rosita Fornés, Esther Borja, Rita Montaner, Margarita Díaz, Martha Pérez, dentro del canto lírico, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Gonzalo Roig, Jorge Ankerman, Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Eduardo Sánchez de Fuentes, Eliseo Grenet, entre otros, dentro de la composición y dirección musical, por solo citar algunos ejemplos concretos que demuestran la grandeza del arte cubano antes de 1959.

Luego la entrevista alcanza su clímax cuando el periodista le precisa: ¿Qué piensa de la ola de derecha reaccionaria que triunfa actualmente en América? Es una corriente mundial, pero tenemos los fenómenos de masas de Bukele, Milei, puede que Trump en unos meses…

¿”En América? ¿Y qué me dice de Europa"? Responde Silvio utilizando como recurso la mayéutica socrática. De nuevo el trovador se escuda en la idea de la pandemia (Covid-19, declaración de estado de emergencia en enero de 2020, declaración de pandemia en marzo del propio año, fin de la pandemia en mayo de 2023) y de las dos guerras (Rusia-Ucrania e Israel-Palestina), lo que, según su opinión, provocó un retroceso económico en todas partes, y que ahora, se agrava por las dos guerras. No obstante, carga contra la derecha – ya el periodista le había dado el "pie forzado" al referirse a la derecha como una ola reaccionaria– al responsabilizarla de culpar a los gobiernos “progresistas” ante la debacle económica. "Por eso levanta cabeza un neofascismo", afirma Rodríguez para estar a tono con el disparate periodístico de la ola de derecha reaccionaria en América Latina. 

La situación sociopolítica en América Latina se comporta de una manera oscilante, como si siguiera ciertas leyes divinas relacionadas con los grandes ciclos de alternancia que tienen lugar en el universo. En una misma nación sale victorioso un candidato de derecha y para el siguiente mandato se posesiona uno de izquierda. La persistencia de regímenes totalitarios de extrema izquierda como los que se mantienen en Cuba, Nicaragua y Venezuela, o como los que existieron en Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia y Chile han dañado sobremanera la imagen de la región. 

(Silvio Rodríguez con, el posteriormente General, Nelson Domínguez)

No es que la pandemia y las guerras desaten la pobreza y la extrema pobreza en estas naciones. La pobreza ha estado presente per se y los latinoamericanos inmersos en su ignorancia, fanatismo e incultura política eligen mal. El reciente caso del retroceso de Brasil al socialismo con la toma del poder por Lula da Silva, un expresidiario y acérrimo defensor de las ideas socialistas, es un ejemplo en este sentido, sin olvidar la mala elección de los colombianos para entregar el país a un ser como Gustavo Petro con un amplio historial criminal en sus espaldas.   

Este eterno fracaso latinoamericano no es nada nuevo. Desde los lejanos tiempos de Simón Bolívar ya se hace referencia, con un pesimismo sinigual, a esta imposibilidad de progreso en la región. En carta a Juan José Flores, el famoso político venezolano que llegó a ser primer presidente de la República del Ecuador, Simón Bolívar expresó: 

"Usted sabe que yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º) La América es ingobernable para nosotros. 2º) El que sirve una revolución ara en el mar. 3º) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4º) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5º) devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6º) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último periodo de la América… (Latina)”.

Ya muchas de las naciones eran extremadamente pobres antes de la pandemia y de las guerras. No se trata de culpar los grandes sucesos de relieve mundial, sino de ahondar en la verdadera causa de los males del continente. En este sentido merecen ser citadas las palabras del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, para quien “los problemas de América Latina tienen solución”, aunque sea difícil ante las malas elecciones de los latinoamericanos:

"Creo que todos ellos tienen una solución siempre y cuando la mayoría de los latinoamericanos acepte una realidad, una realidad que en el campo político significa que hay un sólo modelo de desarrollo, que no hay varios modelos como ocurría cuando yo era niño, hay uno sólo que es el que tiene éxito, que es el de los países que han prosperado y todos los otros han fallado tanto que han sido enterrados, salvo quizás en América Latina” (...) “todavía hablamos de una revolución socialista, todavía hay la idea de que una revolución puede resolver problemas en América Latina, como si los ejemplos en Cuba, en Venezuela, en Nicaragua no fueran lo suficientemente claros”.

Sin embargo, para Rodríguez, fiel al castrismo con sus continuidades y creatividades, la idea es bien diferente. Prefiere, como los mandatarios de la isla, ver en el fantasma del enemigo imperial la causa de todos los males del mundo, y de manera particular, los de la región, y como es lógico, los de una nación destruida, no por pandemias ni guerras, sino por la ineficacia de un modelo económico que jamás ha funcionado en ninguna parte del mundo, lo que lamentablemente, no es percibido por muchas naciones, incluidas algunas de Europa, que se empeñan en revivir el socialismo, independientemente de que resulte demostrable su condición de sistema fallido para el desarrollo de cualquier país. 

El autor de Canción del elegido sigue divagando sin reconocer la causa real del desastre de la economía cubana. Para esto retoma la idea de la dominación imperial: "Pero es obvio que hay una guerra mundial por la dominación económica. Los viejos imperios sienten su decadencia y se están batiendo con todo lo que tienen: la industria armamentística y la propaganda a todo trapo. Cero espacio para China y para Rusia; el mercado y la mente del mundo seguirán siendo nuestros o no serán de nadie. Es decir, la primitiva lucha por la supremacía: la ley del más fuerte”.

Y cuando crees que ya has visto, leído o escuchado todo, afirma que admira a Pablo Iglesias por su "lucidez radical". Para aquellos que no están familiarizados con la política española, es conveniente precisar que Pablo Iglesias, fue, por desgracia, vicepresidente durante la mayor parte del mandato anterior de Pedro Sánchez, quien se mantiene aún en el poder. Pablo Iglesias procede de un movimiento político llamado Unidas Podemos, conocido de manera más simplificada como Podemos, partido de extrema izquierda con el que tuvo que pactar Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, para formar gobierno durante el mandato anterior. 

Actualmente la formación morada, como también se le conoce ha quedado reducido a la nada: "se fue prácticamente al carajo" según afirmó el periodista – los españoles como siempre tan "refinados" en su expresión–. Los planes ambiciosos de la Ministra de Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, contribuyeron, con la presencia de SUMAR, donde se reúne lo más "ejemplar" de la escoria de la izquierda española, al debilitamiento y desmembramiento de Podemos.

Así las cosas, entre comunistas criminales se entienden y se desentienden. Tal vez por esto, y por otras cosas, Silvio Rodríguez es capaz de admirar esa "lucidez radical" de Pablo Iglesias, cuya lucidez lo ha llevado a administrar un bar en Madrid después de dar unas cuantas vueltas, una vez que renunciara a la vicepresidencia del Gobierno. 

Silvio Rodríguez es la personificación de una decadencia que experimenta la otrora próspera nación cubana, decadencia que se manifiesta no solo por su terrible situación económica – de las peores del continente americano y del mundo–; sino en lo ético, lo moral y lo social. 

Debe ser triste tener que presentarse guitarra en mano ante los pobladores pobres e ignorantes de los barrios marginales de algunos suburbios habaneros, o cantar para prisioneros de las cárceles cubanas después de haber tenido una exitosa etapa en la que llenaba los grandes escenarios de países como Chile, Argentina, México o Brasil. Esta es la realidad de este personaje por el que aún algún periodista de España aún se interesa. 

Atrás quedaron los coros de las multitudes que entonaron "ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan, para que no las puedas convertir en cristal, Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo". También quedaron atrás esos "ideales" de una época en la que algunos sintieron admiración por supuestos líderes del mal llamado progresismo y que el viejo trovador, ahora en el olvido, pretende despertar para una generación que sabe con certeza que no quiere nada que se parezca al comunismo. 

Su última presentación en España, en WiZink Center, en octubre de 2021, "con el pabellón lleno y las entradas agotadas", fue organizada por movimientos de izquierda de este país. Lo de las entradas agotadas no debe sorprendernos si tenemos en cuenta que en España la izquierda se propaga, cual maléfica plaga, independientemente que dichas organizaciones se encargaran de asumir el pago de centenares de entradas al famoso Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, en el barrio de Goya (distrito Salamanca) de la ciudad española de Madrid. 

De ahí que la prensa por aquellos días afirmara que "los asistentes participaron desde el inicio con gritos de Viva Cuba o Abajo el bloqueo, algo muy sui generis entre los aberrados simpatizantes del comunismo. En la calle se reunieron otros cientos de personas con pancartas que decían "Cuba pide democracia y libertad" y con consignas de: "Madrid, en Cuba el arte se censura", “Viva Cuba Libre” o "Patria y Vida". 

Así las cosas, y como ya dijo el propio autor de Unicornio: "yo no podría vivir de otra forma". De modo que seguirá aferrado a esos "ideales" que ya muchos perdieron, cantando entre prisioneros y marginados. Se lo merece.

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 DE LOS ARCHIVOS DEL BLOG BARACUTEY CUBANO

Tomado de https://www.elmundo.es


Pablo Milanés: "El reggaeton no es música: es recitar cosas groseras"

Por Iñako Díaz-Guerra
Madrid
24 ene. 2019

Pablo Milanés. Bayamo, Cuba, 1943. Cantautor. Hoy toca en el Inverfest 2019 de Madrid, patrocinado por Hyundai. En los 60 lideró, junto a Silvio Rodríguez, la Nueva trova cubana y 50 años después aún tiene energía para sacar cuatro discos en un año. Eso sí, la música y la política actuales le ponen malo.

¿Qué relación mantiene un artista con canciones con las que lleva conviviendo décadas? ¿Aún las quiere? ¿Le aburren? ¿Se convierten en rutina?

    Las quiero, las quiero. A unas más y a otras menos, pero a todas. Antes de dar a conocer una canción, tú ya has hecho una selección. Has escrito y roto papeles una y otra vez, hasta que das con lo 
que querías. Esa selección previa ya significa que la canción te complace. Todas las canciones publicadas, en definitiva, son preferidas tuyas.

(Fotografía de Ángel Navarrete)

¿Suele coincidir con el gusto del público a la hora de valorar sus canciones?

    Desgraciadamente, siempre hay una o dos canciones en cada disco que son las que gustan al público y otras 10 que quedan en el anonimato y a mí me encantan. Al final esas canciones las escribes para ti mismo.

Hay artistas que acaban odiando cantar sus grandes éxitos. ¿Es su caso?

    No, no. Mis canciones más conocidas me gustan mucho. Es increíble, porque no sé los miles de veces que la habré tocado, pero aún disfruto al cantar Yolanda. Disfruto de verdad. Lo que pasa es que uno siente también dolor por aquellas que son desconocidas y sigo intentando cantarlas en mis recitales, aunque sea correr cierto riesgo. El público merece conocer cosas que no ha oído nunca y yo no quiero acomodarme, que es un posibilidad a estas alturas de carrera.

Vivimos un 'boom' de la música latina a nivel mundial, pero, obviamente, son estilos que nada tienen que ver con lo que ustedes popularizaron hace 40 años. ¿Le interesa el fenómeno del reggaeton y derivados?

    No. Si acaso, me interesa en el sentido de analizarlo y criticarlo. La música de hoy se ha comercializado tan absolutamente que ya no es música. Diría que el reggaeton es un recitativo de cosas, a menudo, groseras. Ya no tiene nada que ver con la música. Lo que están haciendo son monólogos. Cabe más dentro del teatro que dentro de la música... si es que el teatro los admite.

Para quien, principalmente, cantó al amor y a la revolución, ¿resulta frustrante cómo se tratan ahora estos temas en la música?

    No se tratan, los evitan. La vida es la misma y la situación social y cultural del mundo es la misma. Sigue habiendo cosas para expresar que generen un sentimiento de amor y de lealtad al ser humano. Todo eso se está traicionando. Ahora hablan de cosas que nada tienen que ver con eso, que son superficiales y groseras. Evaden todas las razones de la existencia del ser humano. Me parece lamentable y me parece más lamentable aún que haya compañías internacionales que estén apoyando eso, que estén inventando a diario pseudoestrellas que se desinflan rápido, pero da igual porque inventan otra, otra y otra. Así el mercado no se agota, porque hay una cadena de artistas, emisoras, televisiones y compañías que no cesan de especular. 

Cuatro de sus hijas se han dedicado a la música...

    Más, más. Tengo otro mayor y otro pequeño que también. Ha sido espontáneo, porque ninguno tomo consciencia de quién yo era y lo que hacía hasta los 12 años.

¿Y ninguno ha elegido estos estilos que no le gustan?

    ¡Cómo que no! Un hijo mío hace rap. Antonio, de 18 años. Tiene una formación clásica, pero le dio por el rap. Y yo no me opongo a eso, siempre que sus textos sean admisibles. Está creando una serie de melodías alrededor del rap que, para mí, son algo innovador. En fin, yo hubiese querido otra cosa, pero ¿qué le voy a hacer? Son los tiempos y las influencias y contra eso no se puede hacer nada.

Usted fue durante muchísimo tiempo un gran defensor de la Revolución cubana y del castrismo, aunque tuvo sus más y sus menos en los últimos años. ¿En qué punto está su relación con Cuba?

    Yo soy residente y ciudadano cubano. Vivo allí con mi familia, aunque como mi mujer es española venimos a menudo. Amo a mi país y, por favor, no caigamos en una conversación política porque no quiero hablar de eso.

¿Por qué alguien que siempre ha hablado abiertamente de política ya no quiere tratar el tema?

    Me he cansado. Actualmente considero a los políticos lo contrario de lo que es un revolucionario. No me cuesta hablar de Pepe Mujica, de Nelson Mandela... Pero, fuera de ellos, no encuentro nadie al que se le pueda incluir en lo que debería ser un político y es un revolucionario.

¿Tampoco a Fidel Castro?

    Él fue un hombre, nada más.

¿Y usted?

    Yo soy un revolucionario. No soy otra cosa. Un hombre de izquierdas revolucionario y creo que ya me muero así. Los revolucionarios no cambian. Esa es la esencia. Y cuando un revolucionario se convierte en un político y hace concesiones, se traiciona a sí mismo. Ya no es revolucionario. 

Dijo en una ocasión que desconfía de los dirigentes que superan los 75 años. Usted va a cumplir 76. ¿Nos podemos fiar de los músicos de esa edad?

    Sí, claro. Al menos mientras tenga facultades, que es el problema. Yo considero que aún las tengo y cantaré hasta que, por lealtad a mí mismo, vea que ya no puedo más. 

¿Se vuelve uno perezoso con los años? ¿Alguna vez piensa que para qué se va a poner a trabajar y componer, si cantando Yolanda ya lo tiene hecho?

     ¡Qué va, qué va! En 2018 hice cuatro discos: uno de salsa, otro de canciones tradicionales cubanas, otro con un pianista con el que trabajo hace años y otro en inglés. Imagina tú si me quedan fuerzas y voluntad para seguir trabajando. Todo eso aparte de los conciertos, que voy a cualquier pueblo del mundo donde me inviten. Aún me queda energía 

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Tomado de https://elpais.com/

“La apertura cubana es un maquillaje”

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El fundador de la Nueva Trova habla de sus años en los campos de trabajo El artista comienza la próxima semana una gira por España para presentar 'Renacimiento'

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Por Mauricio Vicent

Madrid - 14 FEB 2015 

En esta entrevista concedida a EL PAÍS, mitad por vía telefónica, mitad de forma presencial, Pablo Milanés (Bayamo, 1943) habla  en profundidad de los años que pasó en las UMAP, los campos de trabajo tristemente célebres donde en los sesenta fueron recluidos homosexuales, religiosos y todos aquellos que en Cuba no se adecuaban a los “parámetros revolucionarios”.

Sobre el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU, el cantante y compositor dice que no ve verdadera disposición a “ceder” en ninguna de las dos partes y considera “un maquillaje” las reformas realizadas hasta ahora en su país. Sin embargo, sigue sintiéndose revolucionario y pone como ejemplo a seguir al expresidente de Uruguay, José Mujica.

Este viernes por la noche acompañó a Víctor Manuel en su concierto 50 años no es nada y la semana próxima comenzará una gira por España para presentar Renacimiento, trabajo que llega siete años después de su último álbum y en el que Milanés rescata ritmos tradicionales de Cuba como el guaguancó, el son o el changüí, poco habituales en su repertorio. El año pasado el cantautor se sometió en España a un trasplante de riñón donado por su esposa, Nancy, y ahora parece rejuvenecido. Acaba de terminar un disco con José María Vitier y trabaja en dos nuevos proyectos, uno de ellos con su hija Haydee.

Pregunta. En el reciente Festival de Cine de La Habana se hizo un homenaje a García Márquez. Allí usted cantó Días de Gloria (1999), una de las canciones que más gustaban al escritor y que en su estrofa final lamenta: “Qué es lo que me queda/ de aquella mañana/ de esos dulces años/ si en ira y desengaño/ los días de gloria/ los dejamos ir”. ¿Era un desengaño compartido? ¿Por qué tanta gente arrepentida?

Respuesta. Nunca hablé con Gabo de por qué le gustaba esa canción, pero la escuchó, le gustó y la elogió muchísimo… debió comprenderla perfectamente. Arrepentido no es precisamente la palabra. Estoy más bien, y creo que los que piensan como yo también, defraudado por unos dirigentes que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años.

P. ¿Por qué Renacimiento?

R. Este trabajo se llamó así por dos motivos: porque es un renacer en mi obra después de varios años sin publicar un disco, y porque la base fundamental de casi todos los temas es la música renacentista y barroca, esencial en mi obra. A partir de esos pilares exploro distintos géneros cubanos menos conocidos e incluso algunos más olvidados como el changüí, que es una variante específica del oriente cubano y con raíces más profundas en Europa y África. En muchos de los temas se combinan dos estilos musicales, transitando desde una primera parte clásica a un género más contemporáneo o esencialmente cubano en la segunda parte de la composición.

P. En las letras también hay cargas de profundidad. En Canto a La Habana dice: “La Habana siempre es mi guía/ Limpia y bonita como fue ayer/ mustia y marchita como está hoy”.

R. La Habana es una de las ciudades más mágicas del mundo aun cuando se está cayendo. Es una canción de alabanza, pero al mismo tiempo contiene la tristeza por el hecho de cómo la han dejado caer en la “miseria y la soledad”, como digo en la canción.

P. En Dulces recuerdos se recrea el día en que se legalizó el Partido Comunista de España. “El recuerdo no marchita tu belleza de esa noche,/ pero el tiempo se ha encargado de matar otros anhelos/ y me lleva hasta París 68, cuando juntos contemplábamos un cartel que nos decía: ‘Marx ha muerto, Dios no existe...”. ¿Vale también para Cuba?

R. Aquel día estaba en Madrid y sentí la euforia de aquella cantidad de gente que corría hacia la Cibeles a celebrarlo. Yo también lo celebré hasta la madrugada. Por mucha universalidad que tengan mis canciones, es raro que no incluya a Cuba, y naturalmente Cuba también está ahí y forma parte del fracaso del socialismo real, del que hablo en ese tema.

P. Recientemente recibió un trasplante de riñón, que donó tu esposa Nancy. ¿Cómo le ha cambiado la vida?

R. Me siento extraordinariamente bien, me hago exámenes mensuales desde el trasplante y todos los parámetros están cerca de la perfección. Naturalmente me ha cambiado la vida, y eso implica el sacrificio de un cambio radical de costumbres.

P. Ese acto de amor de Nancy…

R. Efectivamente, fue un acto de amor inconmensurable. Cuando Nancy decidió donarme su riñón lo expresó ante mis hijos, mis amigos y los que me querían, con una convicción que no tuvo reproches de parte de nadie; demostró a todos que ese acto de amor era intocable.

P. ¿Cómo valora el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU?

R. En primer lugar, me llenó de regocijo el regreso de los presos cubanos, porque aquí siempre existió la convicción de que el juicio en EE UU estuvo amañado. Luego viene el restablecimiento de las relaciones, que para los cubanos del interior y del exterior, sin duda, es conveniente por la unificación definitiva de muchas familias. Ahora, tras 18 meses de conversaciones secretas, donde se supone que llegaron a acuerdos, las declaraciones de los gobiernos de ambos países me dejan desconcertado. Cuba no cederá un ápice en su posición y EE UU penetrará en todos los ámbitos que pueda para el supuesto desarrollo de la nación cubana. Siguen enrocados. ¿A qué acuerdos llegaron los dos si ahora se contradicen? Esa es mi duda: que ninguno ceda y que otra vez el pueblo cubano siga en su agonía sin salida, como está hace 50 años.

P.¿Las medidas aperturistas en Cuba han tenido efectos positivos, o sólo han incrementado las desigualdades?

R. Ni una cosa ni la otra. Siempre he dicho que esas aparentes aperturas han sido un simple maquillaje. Hay que ir al fondo, al pueblo de a pie para ver que nada ha cambiado.

P. En recientes entrevistas se ha referido a su paso por los “campos estalinistas” de la UMAP y a cómo este hecho interrumpió su carrera. Hasta ahora nunca ha ahondado en lo que pasó. Puede contarlo hoy..

R. Nunca me han preguntado tan directamente sobre las UMAP (irónicamente Unidades Militares de Ayuda a la Producción). La prensa cubana no se atreve y la extranjera desconoce la nefasta trascendencia que tuvo aquella medida represora de corte puramente estalinista. Allí estuvimos, entre 1965 y finales de 1967, más de 40.000 personas en campos de concentración aislados en la provincia de Camagüey, con trabajos forzados desde las cinco de la madrugada hasta el anochecer sin ninguna justificación ni explicaciones, y mucho menos el perdón que estoy esperando que pida el Gobierno cubano. Yo tenía 23 años, me fugué de mi campamento —me siguieron 280 compañeros presos más de mi territorio— y fui a La Habana a denunciar la injusticia que estaban cometiendo. El resultado fue que me enviaron preso durante dos meses a la fortaleza de La Cabaña, y luego estuve en un campamento de castigo peor que las UMAP, donde permanecí hasta que se disolvieron por lo escandaloso que resultó ante la opinión internacional.

De allí, después de leerme Un día en la vida de Ivan Denisovich, de Aleksander Solzhenitsyn, que me envió un amigo, me di cuenta de que las ideas de un revolucionario no se desvían por los errores que cometen los dirigentes. De allí salí más revolucionario. La UMAP no fue un hecho aislado. Antes de 1966, Cuba se alineó definitivamente a la política soviética, incluyendo procedimientos estalinistas que perjudicaron a intelectuales, artistas, músicos. Según la historia, en 1970 comenzó lo que se llamó el quinquenio gris, y yo digo que realmente comenzó en 1965 y fueron varios quinquenios.

P. ¿Y por qué después de todo esto siguió considerándose revolucionario y defendiendo la revolución?

R. El origen está en lo que significó Cuba en el año 59 para el mundo. Yo tenía entonces 15 años, y cuando profundicé en la realidad social de América Latina me convertí en un revolucionario. Esas ideas no solo cuajaron en mí, sino en todos los países latinoamericanos. Los ideales que profesábamos eran los más puros que se podían tener en aquella época. Otra cosa hubiera sido traicionar mi pensamiento, así que, aunque se cometieran errores, vi que había que defender la idea original... y todavía la defiendo. Yo asumo el pasado, y tengo claro lo que pienso. Apoyo la revolución ciudadana de Correa en Ecuador y la de Evo Morales. Y para mí el ejemplo más grande de revolucionario en América es José Mujica, encarcelado durante 14 años y después un hombre sin rencor, capaz de crear un Estado libre, soberano, no dependiente y próspero.


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