UN LAICO CATOLICO ABOGA POR LA LIBERTAD DE CUBA
Por Vanessa Arrington, Pinar del Río *
Un católico laico aboga por la libertad en Cuba
Es uno de los 30 miembros del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano; sin embargo, en Cuba trabaja ocho horas diarias para el estado en un almacén cuidando los tallos de palma con los que se fabrican las cajas de puros.
Se puede pensar que Dagoberto Valdés no pudo alcanzar su potencial. Pero este católico laico, que se convirtió en una voz alternativa del medio ecléctico que lucha por impulsar cambios en Cuba, explica que los castigos, incluido éste último trabajo, contribuyeron a su emancipación.
"Hay gente que tiene todo el poder del mundo y es infeliz", dijo Valdés, hablando en la diócesis de Pinar del Río en el occidente de la isla. "Cambio todo eso por la satisfacción interior de saber que he podido caminar como una persona libre y responsable. Esto no tiene precio."
Valdés es un hombre de fe y un optimista innato. Su espiritualidad le ayuda a superar los desafíos diarios para impulsar las libertades cívicas y económicas en el sistema rígido que impera en el país desde hace más de cuarenta años.
Por la noche escribe y edita, en la revista independiente Vitral, artículos polémicos sobre diversos temas de la actualidad en Cuba. Durante el día trabaja para el estado.
"Es lo que llamo la catedral de las yaguas", comentó este hombre con gafas, que sonríe cuando describe las hileras de los tallos de palma. "Mientras transcurre el día, simplemente medito y rezo."
Devoto del catolicismo y la libertad de expresión, Valdés es un crítico consecuente del gobierno de Fidel Castro. Está un poco marginado, no sólo porque reside en el extremo occidental de Cuba, —en la isla la actividad política y la atención de la prensa internacional se concentran en La Habana— sino tal vez también por su fervor religioso en una nación oficialmente atea.
Pero su profunda conexión con la Iglesia católica le da credibilidad. Resulta difícil aceptar la idea de que es "un mercenario" al servicio de Estados Unidos, la acusación que se hace aquí a los opositores al gobierno.
A diferencia de disidentes internacionalmente conocidos como Martha Beatriz Roque u Oswaldo Paya, Valdés no tiene un programa político concreto. Sin embargo, a través de su revista y del Centro de Formacion Cívica y Religiosa, una organización no gubernamental que fundó en Pinar del Río, encontró una vía para expresarse y alentar a otros cubanos a hacerlo.
Valdés habla utilizando metáforas. Para él, Cuba comunista es una cabaña de troncos. Las puertas y las ventanas fueron selladas, y sólo algunos rayos de luz pasan por las grietas de la cabaña.
"Los que están adentro no tienen luz, pero sabemos ya que afuera, hay luz" dijo Valdés. "El problema no está en que la luz no existe, el problema está en que la cabaña está cerrada."
Desde el triunfo de la Revolución socialista de Castro en 1959, miles de cubanos abandonaron la cabaña, dejando atrás sus hogares y sus familiares, buscando la luz, según dijo Valdés.
"Eso ha sido la gran tragedia del pueblo cubano en estos 46 años" expresó. "Confundir la solución. Quien tiene que irse es quien cierra la casa, no los habitantes de la casa."
Valdés se quedó y dedicó su vida a sacudir la cabaña. Su esperanza es que haya más cubanos que inviertan su energía para abrir las puertas y las ventanas.
Tuvo múltiples razones para irse.
Le hubiera gustado estudiar sociología, pero la discriminación contra la religión que existía en Cuba en los años 70 limitaron sus opciones y estudió agronomía.
Durante años trabajó en una compañía de tabaco estatal, pero en 1996, dos años después de la apertura de Vitral, contó que el gobierno le dio a escoger: "Vitral o su trabajo".
Eligió la revista y lo enviaron al campo a cosechar tallos en una brigada de trabajo.
Cuatro años más tarde, consideraron que tenía una influencia negativa sobre sus colegas y lo trasladaron al trabajo solitario que hace desde hace cinco años.
"Lo que más vale en la vida de un ser humano, más cuesta," explicó Valdés, un hombre valiente y serio. "Si, yo me he sentido dañado, y discriminado. Pero ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida. Como el oro."
El gobierno cubano que lo considera como indeseable no accedió a hacer ningún comentario sobre esta historia.
Hace cinco años Valdés fue calificado como un "elemento contrarrevolucionario" en el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
En mayo del 2000, Granma lo describió como un "vulgar provocador al servicio de los agresores y de los enemigos históricos de Cuba", además desacreditó a Valdés afirmando que realizaba actividades que eran desconocidas por la jerarquía de la iglesia.
El ataque vino después de una reunión de Valdés con un senador polaco en una conferencia celebrada en Cuba donde se habló de la resistencia no violenta en las sociedades comunistas.
La diócesis de Pinar del Río defendió a Valdés y aseguró que era "un hombre de probada integridad y amor a la patria".
Según Valdés es sólo una cuestión de tiempo para que los cubanos superen el temor y reclamen más libertad política, económica y religiosa.
Mientras tanto él sigue buscando fuerza en la palabra "resistencia". Tiene amigos que ocultaron su fe religiosa en los años setenta y que hoy son médicos, abogados, profesores. Pero Valdés no se arrepiente de nada.
Valdés explicó "soy alguien que durante décadas he estado esperando" y agregó, "durante décadas he estado proponiendo, he estado olvidando, he estado permaneciendo aquí."
"Y sigo esperando" concluyó Valdés. "Pero la esperanza es invencible."
* Para la Associated Press / Octubre 24, 2005
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