lunes, diciembre 19, 2005

CRÓNICA PARA ‘UN ENFANT TERRIBLE’

CRÓNICA PARA ‘UN ENFANT TERRIBLE’

“Acuérdense de los presos como si estuvieran con ellos en la cárcel, y de los que sufren, pues ustedes también tienen cuerpo”. (La Biblia, Hebreos 13,3)

Por Iria González-Rodiles Columnista

Un hombre está en peligro. Ya lo sé: alguien dirá que no es el único. Pero tal vez existen más hombres en peligro porque, antes, ya hubo un primer hombre en peligro. Y entonces dijeron: ¡es sólo uno! Como si no fuera suficiente.
Por uno se comienza: lo mismo para someterlo a una situación peligrosa, que para abandonarlo a su suerte, que para tenderle la mano.
Cualquiera podría ser ese hombre: tú, yo, un ser querido. Ese hombre de quien hablo es uno de los 75 prisioneros de conciencia –reconocidos por Amnistía Internacional— que cayeron en la redada policiaca de la primavera de Cuba, ocurrida en marzo del 2003. Pero también podría ser otro de los presos políticos que, desde mucho antes, cumplen condenas en las prisiones de la isla.
Ahora es Ricardo González Alfonso, pero antes fueron otros, y, al mismo tiempo, o luego, podrían ser muchos más los hombres cuyas vidas peligren.
Álida de Jesús Viso Bello, esposa Ricardo, pide ayuda; escúchala:
“Ricardo ha sido operado dos veces, en menos de un año, en el Hospital Nacional de Reclusos: el 13 de enero y el 2 de diciembre, del 2005. La herida presenta secreciones purulentas y una falsa cicatrización. Su estado de salud es crítico”.
Por éso, Álida llama “a los gobiernos democráticos, a las personalidades de bien y a las Organizaciones No Gubernamentales, de todo el mundo, para que intercedan ante el gobierno cubano a favor del prisionero de conciencia Ricardo González Alfonso”.
Álida es una de las ‘Damas de Blanco’: mujeres que asisten a la misa dominical de la Iglesia Santa Rita, ubicada en la barriada habanera de Miramar, donde, primero, rezan por sus familiares presos –esposos, hijos, hermanos, padres— y, luego, concluida la celebración religiosa, realizan un desfile silencioso, pacífico, frente a la parroquia por el parque que se extiende a lo largo y en el centro de la Quinta Avenida, en protesta por las injustas condenas.
El Parlamento Europeo les ha concedido, recientemente, el Premio Andrei Sajárov. Vale. Las Damas de Blanco han sido valientes y leales los valores de la familia, que se desmiembra desde hace más de cuatro décadas, cada vez más, en la sociedad totalitaria cubana. Ellas lo merecen, aunque las autoridades de la isla hayan impedido que viajaran a Europa para recibir el galardón. Pero el mejor premio que podría otorgárseles sería la libertad de sus familiares y la desaparición de las situaciones de peligro. A los gobiernos de la Unión Europea, creyentes en el ‘diálogo’ con el gobierno cubano, se les presenta una buena oportunidad para romper lo que realmente es un ‘soliloquio’: si lo logra, demostrará la efectividad de su política hacia el régimen de la isla; de lo contrario, el presunto ‘diálogo’ continuará siendo una ridiculez demagógica.
Ricardo, para el régimen cubano, era ‘un enfant terrible’ o, más bien, insoportable: antes de ser condenado a 20 años de prisión, escribía desde La Habana, como corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, sobre lo que se silencia en la isla (las sentencias monumentales de encarcelamiento son utilizadas por el gobierno totalitario para eliminar a quienes discrepen abiertamente); era –es— el presidente-fundador de la sociedad de periodistas Manuel Márquez Sterling, destinada a impartir cursos de instrucción para los periodistas independientes bisoños, entre otras tareas de índole técnico-profesional; fundó y dirigió la revista De Cuba, de circulación interna (ante este, y otros éxitos de los opositores pacíficos, las autoridades de la isla reaccionaron con el ‘gorilazo’ primaveral del 2003) y, por si fuera poco, Ricardo creó la Biblioteca Independiente Jorge Mañach; todo, para que la gente pudiera informarse o leer lo que quisiera, incluso, lo considerado un sacrilegio político en la isla.
Ahora Ricardo tiene un número de cama, de historia clínica, de prisionero, es un enésimo hombre en situación riesgosa. No le den las espaldas. No lo merece. Él no se las dio a otros cuando lo necesitaron. Él no se las daría a ustedes si corrieran algún riesgo por ejercer sus derechos de hombres libres.

Iria González-Rodiles: Periodista Independiente de Cuba Press desde 1995. Sus artículos, escritos desde La Habana, se publicaron en las páginas WEB de la SIP, RSF, Nueva Prensa Cubana, Instituto de Economistas Independientes, Cubaencuentro, etc. También aparecen publicados en el New Herald, Diario de las Américas, Revisa Hispano Cubana y Nueva Prensa Cubana. Desde Suiza, ha escrito para las páginas WEB de La Nueva Cuba, NotiCuba Internacional, Somos Cubanos y España Liberal, entre muchas otras.
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Nota del Autor del Blog.
Conocí personalmente a Ricardo González Alfonso en el año 2002 cuando me fue presentado por mi amigo y hermano Víctor Rolando Arroyo Carmona ( también uno de los 75 de la Primavera Negra del 2003) , durante la actividad mediante la cual se festejaba el VIII Aniversario de la revista pinareña VITRAL.
A esa actividad fui acompañado de mi hijo menor, el cual con 13 ó 14 años había sufrido hostigamientos y una " sesión de miedo" en la Secundaria Básica Carlos Ulloa, donde cursaba el octavo grado. En ese plantel, la directora de la Unidad 1 , le dijo a mi hijo, entre otras cosas, que su padre, el que escribe esta nota, alababa al imperialismo, dañando así la figura del padre. Los detalles de ese hecho y lo que posteriormente sucedió al escribir la profesora guía (profesora de Química que paradójicamente deseaba irse del país) en el Expediente Escolar que a mi hijo había que vigilarlo cuidadosamente por sus planteamientos políticos, fueron publicados por Víctor a petición mía.
Al Ricardo conocer de boca de Víctor esos hechos, Ricardo cariñosamente habló con mi hijo y le dijo que no se preocupara que él desde los once años había estado preso por problemas políticos; ya Víctor le había dicho a mi hijo que ser un hombre libre era mucho más importante.
Mi hijo oyó atentamente los hechos que le contaba Ricardo ( que ya eran de mi conocimiento por haberlos leido en uno de sus artículos ) y sintió admiración por la persona que los narraba y comprendió que lo que le había pasado a él, no había sido lo peor, algo muy importante en la adolescencia, pues otros habían pasado por peores momentos que por los que él había pasado. Mi agradecimiento a Ricardo por ese gesto