viernes, diciembre 16, 2005

SE FUGA OTRA POETISA: LINA DE FERIA

Se fuga otra poetisa: Lina de feria

Desde Cuba por Tania Díaz Castro


LA HABANA, Cuba - 16 de diciembre 2005 (CUBANET) - Nos saludábamos en las calles habaneras. Nada más. Ella, mirando siempre para la punta de sus zapatos. Yo, a las nubes, sobre todo cuando el cielo se ponía luminosamente empedrado. Nunca fuimos amigas. No sé por qué. Y eso que no éramos tantas las mujeres que habíamos escogido la difícil senda de la poesía bajo un régimen totalitario.
Confieso que aunque no comulgaba con su poesía, hermética, de un lenguaje sellado, al estilo de aquella corriente poética italiana surgida a comienzos del siglo XX, y que se desarrolló durante la década de 1930, ese personaje que siempre fue Lina de Feria, de caminar pausado y sonrisa reprimida, siempre me simpatizó. No sé si la simpatía fue recíproca, pero mucho le agradezco que se haya sentado en la primera fila del salón de conferencias de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) cuando ofrecí por última vez una lectura de mis poemas.
Sin embargo, cómo era en su interior, lo desconozco. No sé si tímida u orgullosa; atormentada o segura de sí; temeraria o sometida, extravagante o sencillamente respetuosa de sus deseos.
Tuvo la suerte de publicar sus libros de poesía, de ser considerada una de las voces más genuinas de la poesía cubana, de haber sido premiada en el concurso Casa de las Américas y en la UNEAC.
Los primeros días de noviembre pasado, y mientras en Miami se velaban los restos de algunos balseros ahogados en una fallida travesía hacia las costas de Florida, y la prensa miamense informaba que crecía el número de cubanos interceptados en 2005 hasta alcanzar su nivel máximo en diez años, la poetisa Lina de Feria, de sesenta años, nacida en la ciudad de Santiago de Cuba, escapaba silenciosamente por la frontera mexicana hacia los Estados Unidos.
Lina de Feria estuvo condenada a prisión injustamente en los primeros años de la década de los ochenta. Yo, en el último. En la cárcel Manto Negro la recordaban como una muchacha triste y callada, asustada ante aquel mundo lúgubre y angustioso, tan carente de belleza.
A Estados Unidos y España se han ido la mayoría de las poetisas que se dieron a conocer en la primera década del triunfo de la revolución. Mala suerte que ha tenido el gobierno cubano. Necesitaban vivir esas mujeres en sociedades libres. La libertad es la mejor fuente de inspiración, la musa más favorecida.
Quedan en la Isla muy pocas de aquellas veteranas poetisas. Pueden contarse con los dedos de una mano, y sobran dedos.
Es cierto que Lina de Feria no fue una poetisa oficialista, que jamás escribió panfletos, que no fue ejemplo de simulación como tantos otros ante la dictadura, que, como dice la solapa de su libro A la llegada del delfín, "disfrutó con su poesía de una libertad despojada de trabas sociales o estéticas".
Los poetas vislumbran la profundidad de un abismo y salen en tropel como pájaros, porque sólo la Poesía da alas al hombre. Como dice Lina en uno de sus versos: "Lavó su piel con ramas de arbustos", y partió la poetisa, no para siempre.