jueves, enero 12, 2006

MIS DOS PATRIAS

MIS DOS PATRIAS

Por: Iliana Curra

Esta es mi segunda patria. Tengo dos por falta de una. En ésta vivo. La otra, la llevo dentro. No puedo vivir en ella. Está sometida. Doblegada por la maldad de un régimen que desprecia el concepto de libertad del ser humano.
Tengo dos patrias. En una nací, pero nunca fui libre. En esta nací espiritualmente desde que puse sus pies en ella, acaso porque era libre. Siento que también es mía. Me proporcionó refugio. Me dio la confianza que había perdido desde que nací atada a una doctrina que no pude aceptar.
Son mis patrias. A las dos las quiero y me duele cuando las atacan. Una está siendo agredida desde hace varias décadas por un terrorista que llaman gobernante. La otra ha recibido ataques de fanáticos que quieren exterminarla.
Pero son mis patrias. Sufro por las dos. Siento el mismo dolor cuando son embestidas por el odio y el fanatismo que las acechan desde adentro, pero también desde afuera.
En una vivo. En la otra quisiera haber vivido siempre si no estuviera subyugada por la falta de razón de un maniático ávido de poder y sangre.
En una puedo tocar su tierra con mis manos. Respirar su aire libre y atarme a sus esperanzas. La otra está lejos, donde apenas respirar se puede y la muerte espiritual acecha a cada momento. Donde pensar en mañana es toda una osadía y revelarte significa el injusto encierro.
Son mis patrias. Una, esclavizada y sombría. La otra, libre e iluminada. Ambas significan mucho para mí. En una supe que, perder el miedo, era natural de quienes no pueden aceptar el ultraje. En la otra aprendí a sentir el miedo de perder la libertad con que se vive. Nadie puede valorar ser libre cuando se nace libre.
Estas son mis dos patrias. Las que defiendo contra aquellos que pretenden su final. En una nací. En la otra, quizás, muera. Son mis dos patrias, pues una me concibió, y la otra me tomó de sus manos donde pude caminar sin temores.
En una conocí la desconfianza. El recelo de lo que vendría después. La duda y la simulación. La crueldad y el aislamiento de una celda oscura y húmeda. Las amenazas y la bestialidad de un régimen que controla tus movimientos y tu vida en general. En la otra conocí que los sueños se cumplen si te lo propones y que, mañana, siempre será mejor. Que el precio de estar lejos de donde naciste se paga agradeciendo a quien te recibió con los brazos abiertos. Pero, sobre todo, que Dios existe, y con ello pagamos todo el tiempo en que lo tuvimos fuera de nuestros corazones en una patria que nos dio la vida, pero carecimos de fe.
Ileana Curra.