jueves, agosto 10, 2006

BUSCANDO A RAÚL DESESPERADAMENTE ||


Tomado de:

http://www.larazon.es/noticias/noti_int23613.htm

Buscando a Raúl desesperadamente

Luis F. Millán
Enviado especial
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- Nueve días después del traspaso del poder en la dictadura, los cubanos comienzan a impacientarse - Por La Habana corren ya todo tipo de rumores sobre el paradero del sucesor
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La Habana- Nueve tensas jornadas después de que Fidel Castro delegara temporalmente el poder en su hermano Raúl a causa de una grave hemorragia intestinal, los dos hermanos Castro continúan sin aparecer públicamente, ni han ofrecido al menos un testimonio informativo. Acostumbrados a acatar los dictados del Buró Político, los cubanos de la isla ya no se preguntan por Fidel, cuyo estado de salud ha sido clasificado como «secreto de Estado». Sin embargo, nadie se explica la ausencia de Raúl y corren los rumores.

Inhibidos los primeros días que siguieron a la «proclama» en la que el comandante en jefe informaba de su decisión de «delegar con carácter provisional» todos sus poderes en su hermano, los vecinos de La Habana ya hablan abiertamente sobre las razones por las que el presidente «de facto» no da la cara. Las conjeturas van desde que el pequeño de los Castro sufrió un accidente, algo más bien poco plausible, a que sencillamente lleva una semana de borrachera encerrado en su casa, que varios aseguran es una suntuosa villa en la zona de Cubanacán, a las afueras de la capital, formada por elegantes residencias de la época de Batista. Esta última teoría encuadra muy bien con la fama de Raúl de que «toma mucho» cuando está bajo tensión. También «casa» a la perfección con lo divulgado por fuentes diplomáticas en el sentido de que el comandante in péctore se encuentra deprimido por el estado de salud de Vilma Espín, su mujer y compañera política desde tiempos guerrilleros, postrada por una grave enfermedad.

Otros más optimistas confían a ciegas en la «experiencia» acumulada por Raúl en nueve lustros de permanecer próximo al poder a la sombra de Fidel, y apuntan que «si no ha aparecido en público, es que no lo ha creído necesario. Raúl aparecerá en el momento que haga falta». Así de sencillo. Una ama de casa enfadadísima porque no hay sal en el supermercado -este enviado especial no había caído en que no suelen poner saleros en los restaurantes- esboza una teoría: «Raúl está apostando a que se muera Fidel. No puede hacer los cambios que quiere mientras Fidel esté vivo. Los primeros pasos que dé van a ser básicos para poder permanecer al frente».
Según esto, el ministro de Defensa ascendido a comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias intenta ganar tiempo y evita «quemarse» apareciendo como mero presidente provisional. Una cosa está clara: el 11 de septiembre se iniciará en La Habana la Cumbre de Países No Alineados, a la que tienen previsto asistir más de 70 jefes de Estado y Gobierno. Ese día pueden pasar dos cosas: o que Fidel aparezca en carne mortal porque aún no ha decidido morirse, o bien la cumbre se convertirá en la «puesta de largo» de Raúl, que aparecerá «arropado» por los adictos al régimen.

Como LA RAZÓN apuntaba el martes, quien sigue ganando protagonismo es el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, quien en declaraciones a la cadena Telesur afirmó que en la mayor de las Antillas reinan «la calma, la tranquilidad y la plena normalidad tras un inicial golpe y dolor», al tiempo que aseguró que este momento en Cuba «es de trabajo, lucha y solidaridad. Eso es lo que rebosa una ciudadanía que quiere y respeta mucho a Fidel», en contraste con «una minoría de cubanos en Miami que se han agarrado las manos en la puerta» al celebrar su supuesto fallecimiento.

Críticas a la disidencia. Alarcón arremetió contra «la mafia terrorista de Miami», mientras que en Cuba, dijo, «hemos sido inundados de mensajes de solidaridad desde todas partes del mundo», entre ellos los de numerosos jefes de Estado, a excepción de «algún centroamericano títere de Washington, por lo que podemos tener motivos sobrados de satisfacción», agregó.
En su «estrategia del avestruz», empecinada en negar lo evidente, la televisión oficial sigue haciendo esfuerzos por desviar la atención sobre lo que realmente preocupa a la población. El programa estelar de Cubavisión, «Mesa Redonda», estuvo dedicado anoche a polemizar sobre el caso de «Los Cinco», grupo de «combatientes antiterroristas cubanos infiltrados en organizaciones criminales de Miami», detenidos y condenados por una Corte de Florida, cuyas penas fueron revocadas, aunque los «Cinco Héroes» siguen presos en centros penitenciarios estadounidenses. El programa fue retransmitido por Cubavisión Internacional, el Canal Educativo, Radio Rebelde y Radio Habana Cuba.

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La Razón.es

Informar desde la dictadura

Luis F. Millán
Enviado especial


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Más de 150 profesionales de los medios de comunicación esperan desde el pasado 31 de julio el visado para entrar en la isla Algunos de los que intentan colarse sin el documento son expulsados del país tras ser detectados en el aeropuerto

Son muchos los periodistas que estos días «luchan» por informar de los cambios que están ocurriendo en Cuba. Éste es el relato de cómo los plumillas intentan sortear todas las barreras que pone el régimen. La imaginación y la discreción son indispensables.
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La Habana- El siguiente es el relato de las peripecias, angustias y desvelos vividos por los periodistas para burlar la censura de la dictadura cubana y las medidas de seguridad implantadas por el Centro de Prensa Internacional, dependiente del Ministerio del Interior cubano, que se encarga de supervisar «aprobar» el trabajo de los corresponsales extranjeros permanentes y en tránsito. El esfuerzo realizado por varios de los periodistas con los que he tenido el placer de conversar no tiene otro objeto que ofrecer la información más completa y objetiva posible a sus audiencias sobre lo que sucede en la isla, y aportar un granito de arena a la lucha a favor de la libertad de expresión que libran diariamente los profesionales de los medios de comunicación.

Evidentemente, la mayoría se presenta en La Habana sin el visado especial de trabajo que exigen las autoridades de la dictadura. Su tramitación lleva 21 días de media, según establece la burocracia revolucionaria. No hay otro camino que el de hacerse pasar por uno más de los millares de turistas que se internan cada semana en la isla en busca de diversión y solaz esparcimiento. Por cierto que como destino turístico Cuba es actualmente carísima. Los dólares americanos no los coge nadie en la calle, el peso cubano cotiza a la par del euro y en cada transacción descuentan un 15% de comisión. Un trayecto en taxi de unas 20 calles sale a no menos de diez euros.

Consejos desalentadores.

Los más inexpertos dan la primera explicación que se les ocurre en el control de migración del aeropuerto José Martí, que por lo visto no es muy difícil de franquear sin problemas. En las recepciones de los hoteles, como era de esperar, no se aceptan las tarjetas American Express ¡ no hay transacciones comerciales con EE UU !, pero no se pone ninguna «pega» a la Visa española. Los que burlan estos controles se dan de bruces contra la realidad cuando se intenta hacer contacto con una fuente informativa: «Te van a echar, en cuanto te detecten, te detienen. Y si te va bien, te ponen en el primer vuelo de regreso y quedas en la lista negra para no volver a entrar nunca más» es el triste consejo de los más veteranos que ya se conocen el proceso. Es absolutamente verdad. Mario Antonio Guzmán, de Radio Cooperativa de Chile; Álvaro Ugaz, de Radio Programas del Perú, y los enviados especiales de «The Washington Post», «Los Angeles Times» y «The Miami Herald» fueron detectados en la fila del control de inmigración del aeropuerto, aislados e interrogados. A todos se les informó que no estaban autorizados a entrar en el país y que debían abandonar inmediatamente la isla, corriendo ellos mismos con los gastos del viaje, claro está. Todo intento de negociación resultó inútil, y las autoridades migratorias les advirtieron de que no permitirán el ingreso de ningún periodista no acreditado.

Más de 150 profesionales de la comunicación de todo el mundo aguardan el correspondiente visado de Prensa de las autoridades cubanas desde la noche del 31 de julio, cuando se difundió la «proclama» de Fidel Castro delegando temporalmente el poder. El caso de los informadores estadounidenses, chilenos y peruanos no era el único. LA RAZÓN pudo contactar en La Habana con el enviado especial de otro medio español que fue detectado y amenazado con represalias contra su medio si enviaba una sola crónica. Por el contrario, hubo otro caso de un periodista español que sí trabajó amparándose en una identidad falsa.

Con este panorama tan halagador y se superan todos los obstáculos, los periodistas se dan a la tarea de levantar cuanta información pueden, hablando con la gente de la calle y buscando su confianza y complicidad, siguiendo puntualmente también los mensajes oficiales del régimen a través de la Prensa escrita, la radio y la televisión, e intentando hacer contacto con «fuentes reservadas». No se pueden tomar notas, eso hubiese resultado demasiado obvio, así que se escucha cuanto se puede y se hacen visitas al servicio para apuntarlo todo, imbuidos todos del espíritu de Ernest Hemingway. Con disimulo. Por las noches, con la música de los programas de la televisión como fondo para no ser escuchados, los periodistas ilegales escriben en sus ordenadores portá¡tiles en la clandestinidad de su habitación de hotel, intentando evitar el ruido del teclado. El texto se guarda en un disquette y a la mañana siguiente los plumillas se dispersan por alguno de los locales que ofrecen Internet para turistas.

Sabedores de que cualquier empleado puede convertirse en delator si se le presenta la oportunidad, favor con favor se paga, algunos se pasan la mañana buceando en páginas deportivas o de la Prensa del corazón, y cuando se tiene la certeza de que no hay vigilancia, se introduce discretamente el disquette en el ordenador para vaciar su contenido en el correo electrónico. Después, cuando nadie mira, se extrae el pequeño y plano cuadrado de color negro. Después se hacen los «suecos».

La agonía de Fidel puede alargarse meses, así que no es mucho lo que un periodista clandestino puede hacer. Aún así, los que se han quedado fuera a buen seguro que seguirán intentado acceder a la dictadura de uno u otra manera. La historia del relevo en Cuba es demasiado buena.