CUBA Y EL CUENTO CHINO || EL LOBBYSMO EN LA INDEPENDENCIA DE CUBA
Hasta ahora y gracias al valioso trabajo del lobby cubanoamericano en el Congreso de los EE.UU., dignamente lidereados por los congresistas y senadores cubanoamericanos, se ha logrado frenar el empuje de aquellos empresarios norteamericanos que solamente persiguen ser más ricos, aunque los pueblos donde tienen sus pingues negocios sigan siendo despóticamente sometidos por dictaduras como la que OPRIME AL PUEBLO CHINO .
Los cubanos desde el siglo XIX hemos tenido un lobby en el Congreso norteamericano que ha demostrado habilidades en el cabildeo solamente comparables al lobby judio. Un ejemplo del trabajo lobbysta fue La Resolución Consulta o Enmienda Teller del 11 de abril de 1998 la cual afirma que:
«Los Estados Unidos por la presente rechazan cualquier disposición o intención de ejercer soberanía, juridicción o control sobre dicha Isla, excepto para la pacificación de la misma, afirma su determinación de que cuando haya alcanzado estos objetivos dejara el gobierno de la isla a su pueblo» (*)
En el fragmento que sigue al artículo CUBA Y EL CUENTO CHINO se muestra más detalladamente parte del trabajo de los lobbystas cubanos y no cubanos por la Independencia cubana, labor que hoy hábil y dignamente siguen desarrollando dentro de la política norteamericana los actuales lobbystas o cabilderos. Ese fragmento fue extraido del discurso ¨El Lobbysmo en la Independencia de Cuba¨ que fue el discurso de ingreso del historiador José A. Adán como Académico de Numero en la Academia de la Historia de Cuba (Exilio), leído en sesión solemne de la Academia el 27 de Febrero de 1977, en el salón de actos del Koubek Center de la Universidad de Miami, Miami, Fla.
En una parte de ese fragmento se dice:
¨Como se ve, si grandioso fue el esfuerzo de los mambises en los campos de Cuba Libre, no menos lo fue la actividad de nuestros mambises en los Estados Unidos de América. Podemos afirmar que de no haberse utilizado el "lobbysmo" sobre los centros de poder de los Estados Unidos, la suerte de Cuba pudo haber sido la de Las Filipinas, o, en el peor de los casos, igual a la de Puerto Rico. ¨
Hoy yo afirmo responsablemente que de no ser por la constancia, habilidades y patriotismo del actual lobby independentista cubano, lidereado por los congresistas y senadores cubanoamericanos, el futuro de la Cuba de hoy sería, en el mejor de los casos, el triste presente de la China de hoy, y valga la redundancia.
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Cuba y el cuento chino
Por Julio M. Shiling
Por un régimen democrático para Cuba Con Fidel Castro inerte en un depósito fúnebre o vegetativamente plegado a sostenedores artificiales, lo cierto es que el castrocomunismo, tal como lo conocemos, está expirando. En el alba de este sismo paradigmático yace un sinnúmero de posibilidades y una es seguir el modelo chino. Esto sería nefasto.
Dentro de la actual estructura castrista, el apostar por el esquema híbrido de marxismo-leninismo-nacionalismo- mercantilismo (variante china) es la predecible preferencia. Una selectiva apertura económica, con la retención del poderío político, permitiría la conservación de las dádivas que la dictadura socialista les ha proporcionado. Adicionalmente, quedaría enraizada la hegemonía del unipartidismo comunista sobre la sociedad cubana.
Algunas voces partiendo de las filas prodemocráticas han compartido el optimismo con el experimento chino. Esta premisa reposa en la teoría de que con el desarrollo económico viene la democratización. Los hechos, con casos precisamente como China, Vietnam, etc., contradicen esa aseveración.
El capitalismo concesionario practicado en China desde 1978 ha sido instrumental en el fortalecimiento del despotismo. El Partido Comunista Chino, más fuerte que nunca, mantiene las exclusivas clavijas para el avance social. Sumisión absoluta es la condición. Este fenómeno es un
temeroso agente de coaptación popular, que ha servido los intereses del oficialismo dictatorial que mantiene la diatriba de ''lucha de clases'', haciendo creer a muchos en el mundo no totalitario que eso escosa de antaño (leer las sesiones del PCCh).
Las similitudes contextuales entre China y Cuba son, espeluznantemente, demasiadas. Un régimen de corte personalista-fundamentalista, al desaparecer el caudillo, busca en una institución (el Partido) el reemplazo ''natural'' para perpetuar el poder. Mejoramientos materiales sirven para no solamente costear el galopante aparato represivo, sino también apaciguar reclamaciones legítimas de libertades individuales y coartar movimientos reformistas dentro del poder. Empresas extranjeras, portando el triste uniforme de la complicidad, defienden el status quo. La influencia sobre sus democráticos gobiernos da licencia a una vergonzosa coexistencia que tolera los crímenes más atroces. ¿Cómo no van a estar complacidos los comunistas chinos?
Si para Cuba ya es hora, el modelo chino no es el paradigma. Las modificaciones económicas, en la China de Mao, sólo han perpetuado la dictadura. La Cuba de Castro debe morir con él. Que la democracia podría entrar por esa puerta es un cuento. Un cuento chino que no se debe creer.
Julio M. Shiling
jmshiling@bellsouth.net
Fonte: cubalibredigital.com
http://www.cubalibredigital.com
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Tomado de
http://www.autentico.org/oa09036.php
El Lobbysmo en la Independencia de Cuba
Por José A. Adan
¨ ... El profundo conocimiento de la realidad política Americana que tenían los dirigentes Cubanos, ha quedado bien demostrado. En fecha tan temprana como Agosto de 1895, Estrada Palma escribía a Antonio Maceo: "Los Estados Unidos están a nuestro favor, y puedo contar con la ayuda de gente en influyentes posiciones en el gobierno. Con el empleo de bonos en ciertos casos, creo que puedo obtener el reconocimiento de nuestra beligerancia del Poder Ejecutivo, o por lo menos la recomendación del Congreso Federal de que el Presidente haga oportunamente el reconocimiento. En tal caso la Revolución conseguiría entonces todo el dinero necesario". (Enfasis añadido).
Durante el gobierno de Cleveland representantes y senadores enviaron 18 Resoluciones o Proyectos a los Comités Congresionales, para que se tomara acción en favor de la beligerancia de los Cubanos.
El Comité de Relaciones Exteriores del Senado fue el primero en tomar acción en favor de los Cubanos. En Enero 28 de 1896, John T. Morgan, Demócrata de Alabama, a nombre de la Mayoría presentó la siguiente resolución: "Se resuelve por la presente que en opinión del Congreso una condición de guerra existe entre el gobierno de España, y el gobierno proclamado y por algún tiempo sostenido por las fuerzas de las armas por el pueblo de Cuba; y que los Estados Unidos mantendrán una estricta neutralidad entre ambos contendientes, concediendo a cada uno todos los derechos de beligerantes en los puertos y territorios de los Estados Unidos". Enseguida Don Cameron, Senador Republicano por Pennsylvania, muy ligado a Henry Cabot Lodge y a Henry Adams, representando a la Minoría del Comité presentó una segunda resolución que añadía a la de la mayoría lo siguiente: "Resuelve por consiguiente, que los amistosos oficios de los Estados Unidos deben ser ofrecidos por el Presidente al gobierno Español , para el reconocimiento de la independencia de Cuba". La Resolución fue aprobada por el Senado el 28 de Febrero de 1896, 64 votos a favor y 6 en contra (a favor 35 Republicanos, 25 Demócratas y 4 populistas). El Senador Don Cameron fue el primero que fue ganado por los Cubanos, cuando iniciaron sus trabajos de "lobbysmo" en Washington.
La Cámara pasó una Resolución parecida, pero fue necesario que actuara un Comité Bicameral para coordinar ambas Resoluciones. Después de dos meses de debates la Resolución fue aprobada por la Cámara en la versión del Senado, el 6 de Abril de 1896, con 247 votos a favor y 27 en contra. Cleveland no prestó atención a la demanda del Congreso. A pesar de la oposición de Cleveland, el Congreso continuó actuando a favor de la causa de los Cubanos.
En las resoluciones que hasta entonces se habían presentado se demandaba el reconocimiento de la beligerancia e independencia de Cuba por parte del Presidente de los Estados Unidos. Pero en diciembre de 1896, Don Cameron presentó su proyecto de Resolución Conjunta, que en su parte dispositiva establecía lo siguiente: "Resuelto por el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, en sesión conjunta, que la independencia de Cuba es, y consecuentemente, aceptada por los Estados Unidos de América.
Por lo tanto se ha resuelto que los Estados Unidos usarán sus amistosos oficios para terminar la guerra entre España y la República de Cuba. (Enfasis añadido.) Cleveland, tan pronto conoció de la Resolución Cameon, anunció su oposición a la misma y al reconocimiento de Cuba.
Como se trataba de una Resolución Conjunta, se requería la aprobación presidencial para su vigencia, o ser vetada. En este último caso el veto podría ser reconsiderado por el Congreso, lo que traería automáticamente el reconocimiento de la República de Cuba.
Cleveland se percató de que la posición pro-Cuba del Congreso podría llegar a ser lo suficientemente poderosa para lograr la aprobación de la Resolución Cameron, y la reconsideración del veto Presidencial; lo que conduciría a una crisis institucional . El Presidente actuó diligentemente para que la Resolución no saliera del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
En tanto ocurrían estas cosas, se iniciaba la campaña presidencial de 1896. Los nuestros no dejaron pasar acontecimiento tan importante, cuyos resultados, cualquiera quien fuese vencedor, influirían sobre el curso de la causa Cubana.
William McKinley fue el candidato de los Republicanos. William Jenning Bryan por los Demócratas, apoyado por el Partido del Pueblo (Populistas), y por el National Silver Republican Party, que defendía la libre acuñación de la plata. El Partido Socialista postuló a Charles Horatio Matchett. El Partido nacional Demócrata, defensor del patrón oro, postuló a John McCauley Palmer y el Partido nacional por la libre acuñación de la plate a Charles Eugene Bentley.
La intervención cubana en estas elecciones presidenciales nos viene dada por diversas fuentes. En el libro "In Darkest Cuba", página 260, N.G. González dice: "Supe por Buttari que gran número de cubanos votarían por Bryan en las elecciones de 1896. En las vísperas de las mismas Tomás Estrada Palma, el Delegado Cubano en New York, tuvo una entrevista con McKinley en la cual el candidato Republicano prometió intervenir en favor de Cuba, Estrada Palma, por lo tanto, envió una circular secreta a los Cubanos para que votaran por McKinley, lo que hicieron. Buttari había visto la circular".
Aunque no hay referencia a esta entrevista en los papeles de McKinley en la Biblioteca del Congreso, sí se encuentran varios memos de cuyo contenido se infiere que tal entrevista y compromiso existieron. En uno de esos memos relacionado con el discurso inaugural, McKinley escribió: "Nuestras tradiciones enseñan, y los instintos humanitarios nos impulsan a simpatizar profundamente con ese infortunado pueblo. Durante las pasadas luchas por la independencia de las Colonias Españolas en Centro y Sur América, un período de casi 20 años, frecuentemente nuestro gobierno expresó su simpatía con los insurgentes y reconoció sus derechos como beligerantes, un curso que ahora es popular en el Congreso y nuestro pueblo hacia Cuba. La acción que se requiera en el futuro es una conjetura, pero estoy seguro que por el momento, teniendo presente los deseos humanitarios y los intereses materiales de nuestro pueblo en una apropiada solución del problema, debemos mantenernos en una política de no intervencion y cui darnos de cualquier amenazador movimiento guerrero".
El otro documento dice: "Mi información en relación con el conflicto que tiene España está limitada a lo publicado por la prensa, y por lo tanto no oficial. Por lo que he considerado que no era aconsejable considerar este importante asunto en el discurso, sin un amplio conocimiento de los hechos en posesión del Gobierno".
Con anterioridad a la entrevista Estrada Palma—McKinley, se actuó sobre los principales partidos. Se efectuaron entrevistas con el Senador Henry Cabot Lodge y con Theodore Roosevelt, este último Jefe de Policía de New York. Ambas figuras muy influyentes dentro del Partido Republicano. Roosevelt era partidario de la independencia de Cuba aún a riesgo de una guerra entre EE UU. y España. Cabot Lodge redactó la plataforma Republicana, la que refiriéndose a Cuba decía: "Observamos con profundo interés la heróica lucha de los patriotas cubanos contra la crueldad y la opresión, y son nuestros mejores deseos que tenga éxito en su determinación de conquistar su libertad". La plataforma pedía también, al Gobierno de los Estados Unidos "que usara activamente su influencia y buenos oficios para restaurar la paz y se le diera la independencia a la Isla".
Del Partido Demócrata solo se obtuvo una mera declaración de simpatía aunque hubo muchos delegados a la Convención Demócrata que presentaron proposiciones más enérgicas.
El 4 de Mayo de 1897, William McKinley tomó posesión de la Presidencia de los Estados Unidos de America. Durante los primeros meses de su Administración obtuvo soluciones que presagiaban el éxito de las ambiciones de su antecesor Cleveland; ya que forzó la salida del Gral. Weyler de cuba y la promesa de la implantación de la Autonomía en la Isla.
La Autonomía se anunció el 26 de Octubre de 1897, en nota de Sagasta al Ministro de los EE.UU. en Madrid, Mr.Woodford, como respuesta a una nota de éste de fecha 26 de Septiembre de 1897.
Pero en el camino de la política de las cancillerías de Madrid y Washington se interpusieron nuestro gloriosos Mambises, y los excecrables integristas de La Habana.
La Asamblea de Representates de la Revolución Cubana, reunida en La Yaya, rechazó la Autonomía y demandó la independencia absoluta . El consejo de Gobierno,presidido por el Gral. Bartolomé Masó Márquez, instruyó a la Junta de New York y al Delegado Estrada Palma para que dieran a conocer al Gobierno de los EE.UU. la posición Cubana.
Los Integristas se amotinaron en LA Habana, y la grito de "Viva Weyler", incendiaron y saquearon las residencias y periódicos de los Autonomistas. Estos motines sirvieron de pretexto para que el Cónsul de los EE.UU. en LA Habana, Lee, pidiera el envio de un navío de guerra de los Estados Unidos a La Habana. Washington envió el Maine.
Poco después de la promulgación de la Autonomía, Moret y Woodford sostuvieron una conversación, reveladora de las verdaderas intenciones de los EE.UU. sobre Cuba. Woodford dijo a Moret:"No creo que la Autononmía proporcione paz a Cuba bajo la bandera Española. No creo que los insurgentes pueden asegurar la paz y el orden en Cuba bajo un gobierno libre e independiente. Vuestro partido Español es muy fuerte. No veo delante de mi sino desorden, inseguridad de las personas, destrucción de la propiedad. Solo hay un poder una bandera que pueden asegurar la paz y compeler la paz. Los Estados Unidos son ese poder, y la bandera Norteamericana es esa bandera".
Al Gobierno de la República de Cuba no se le escapó el peligro que entrañaba la intervención de los Estados Unidos de América en el conflicto Cubano-Español. Por eso no tuvo a menos concertar acuerdos con quienes de buena fe utilizaran todas las avenidas convenientes a nuestro propósito final: Una República Soberana e Independiente.
Una de las más brillantes operaciones para frustrar los sueños imperiales de los EE.UU. sobre nuestra patria, fue el acuerdo del Gobierno Cubano en Armas y un grupo de representantes de la banca de New York.
El 5 de Agosto de 1897, en New York, Tomás Estrada Palma, a nombre del Gobierno Cubano, acordó con los señores Samuel Janney y John J. McCook, de la firma Christy and Janney, un convenio y el consiguiente contrato mediante el cual los señores mencionados, en su condición de representantes de un sindicato financiero de New York, gestionarían la compra de la Isla de Cuba a España por los Cubanos Independentistas.
A tenor del contrato, Janney y sus asociados ofrecerían pager parte de la enorme deuda "Cubana" en la que había incurrido España, a cambio de la complete retirada de las tropas Españolas de la Isla y el reconocimiento de la República de Cuba por España.
De cumplirse lo pactado el sindicato recibiría bonos de la República de Cuba por la cantidad de $150,000,000.00 de dollars, que devengarían un interés del 4% anual; el principal se liquidaría en 50 años. Como garantía los Cubanos comprometían la mitad de las recaudaciones aduanales durante los primeros quince días de cada mes. Esta recaudacíon estaría supervisada por el Gobierno de los Estados Unidos de América, que actuaría como trustee. The Mercantil Trust Co.of New York, fue nombrado Agente Fiscal.
La cantidad que se pagaría a España no fue estipulada. El sindicato se reservaba el derecho de lograr el mejor acuerdo posible con España, guardándose para sí, como legítima: utilidad, la diferencia entre lo entregado por los Cubanos y lo pagado a España.
El contrato sería nulo si no se ratificaba por el Consejo de Gobierno de la República de Cuba, o si las tropas Españolas no hubiesen sido evacuadas de la Isla para el 1 de Octubre de 1897.
El 1 de Octubre pasó sin haberse obtenido resultados; pero se extendió la fecha haste el 1 de Noviembre de 1897, mientras McCook trataba de persuadir a McKinley de que apoyara los planes del sindicato.
En Diciembre de 1897, el Consejo de Gobierno de. la República de Cuba aprobó el contrato, con las modificaciones de que Cuba no he vería obligada a pager la deuda Española, ni se haría responsable por los daños causados a los extranjeros residentes en la Isla durante la guerra.
John J. McCook era un rico e influyente abogado de New York, miembro de la firma de abogados Alexander and Green. Ademas, tenía muchas actividades financieras; era General Manager de la Ward Line Steamship cuyos barcos viajaban a Cuba. Representaba, también, firmas Americanas con intereses comerciales, eléctricos y ferroviarios en América Latina y China. Era amigo de confianza de McKinley, quien lo había considerado para el cargo de Secretario de Justicia de los Estados Unidos. Esta Secretaría fue para otro y McCook rechazó la del Interior.
En el incidente producido por la carta del Embajador Español en Washington, Dupuy de Lome, a su amigo Don José Canalejas, que fuese a manos cubanas gracias al compatriota Gustavo Escoto; McCook tuvo el privilegio de poner en manos de McKinley el original de la misma.
No hay dudas de que McCook trabajó diligentemente para obtener de McKinley una posición favorable a la cause de los independentistas Cubanos. Trató de que se reconociera nuestra beligerancia, a la que, según sus palabras, "teníamos derecho y que bajo ninguna circunstancia los patriotas Cubanos aceptarían la Autonomía, ni ninguna otra condición que no fuese la absolute independencia de Cuba".
En Noviembre de 1897, Estrada Palma y Janney firmaron nuevo contrato. El sindicato recibiría bonos de Cuba por valor de :$37.5 . millones de dollars, "si se lograba la independencia, la evacuación de las tropas Españolas de Cuba, el reconocimiento de la independencia de Cuba por los Estados Unidos, todo ello sin tener que pager indemnización alguna a España. Este contrato será nulo si se obtienen los resultados comprometidos en el primer contrato". El Consejo de Gobierno de la República de Cuba aprobó este nuevo contrato el 27 de Enero de 1898.
Como se ve, la intención del segundo contrato es la de lograr el reconocimiento de la independencia de Cuba por los EE.UU., pues los Mambises darían buena cuenta de las tropas Españolas en Cuba, una vez logrado el reconocimiento.
El 1 de Marzo de 1898, McCook se entrevistó con McKinley, bosquejándole el plan Cubano de compra a España. Después de la entrevista McCook le escribió al Secretario de Estado Mr. Day, fijando la línea Cubana. Decía McCook: "No se equivoquen con la posición Cubana, ellos consideran que han ganado su independencia por la fuerza de las armas, tiempo y condiciones climatológicas; pero para resolver el problema, detener el derramamiento de sangre y la destrucción del país y el hambre, están dispuestos a pagar una indemnizacion de $100 millones".
A fines de Marzo, Máximo Gómez anunció que estaba en favor de la compra de Cuba a España por $200 millones, con la ayuda financiera de New York, París, Londres y Madrid. Gómez aclaró que apoyaba la compra porque no quería la intervención Americana. El Gobierno Cubano, presidido por el Gral. Bartolomé Masó Márquez, respaldó los pronunciamientos del Generalísimo.
Llama la atención esta actitud de Gómez en 1898, comparada con la evidentemente contradictoria que asumiera un año más tarde, cuando se opuso a la contratación de un empréstito de 20 millones de dollars, para pager a los miembros del Ejército Libertador, argumentando que Cuba no se podía permitir y mucho menos aguantar una deuda de 20 millones. En su oposición a este empréstito, cuyos propulsores, además de propiciar medios económicos para los mejores hijos de Cuba, trataban de obtener el reconocimiento indirecto de la República de Cuba, para evitar la frustración de la República que estaba amenazada por las tropas intervencionistas Americanas. Gómez no escatimó injuries ni se detuvo ante el historial heróico de los hombres de la Asamblea del Cerro.
Como camagúeyano y descendiente de quienes contribuyeron sin condiciones al esfuerzo libertador desde los años de la Guerra Grande; como hombre que en su niñez tuvo la magnífica oportunidad de escuchar de labios de los Mambises sobrevivientes de la gesta libertadora, el relato de la historia que hizo posible nuestra república, he sentido siempre gran cariño por la figure del Generalísimo; pero considero que políticamente le faltó lo que como militar lo sitúa entre los grandes guerreros de todos los tiempos: Talento.
Digo con Enrique Fernández, malograda figura de la heróica y generosa Generación del 30, que la generación libertadora cumplió con insuperable gallardía su misión histórica.
Las gestiones sobre el Ejecutivo Norteamericano fracasaron. En su Mensaje al Congreso del 6 de Noviembre de 1897, McKinley rechazó el reconocimiento de la beligerancia de los Cubanos
El Coronel Horatio S. Rubens, a quien tanto debemos los Cubanos; en entrevista con McKinley le reiteró la posición Cubana de independencia absoluta. McKinley acusó a los Cubanos de desear que los Estados Unidos fuesen a la guerra en favor de Cuba. A esto ripostó Rubens: "Nosotros no le pedimos que Ud. vaya a la guerra, solo pedimos su neutralidad, y el reconocimiento de los derechos de Cuba beligerante".
No obstante la actitud hostil de McKinley, los activistas en favor de nuestra causa continuaron trabajando.
El 19 de Enero de 1898, el representante por Michigan, Ferdinand Baiker propuso en la Cámara el reconocimiento de la beligerancia cubana, pero la mayoría Republicana bloqueó la aprobación de la misma.
E1 representante por Michigan, William Alden Smith, informó al Presidente que los Republicanos del Congreso insistían en que las promesas en favor de Cuba, insertadas en la Plataforma Presidencial de McKinley, se cumpliesen. Según Smith, solo un dramático cambio del Presidente podía evitar la rebeldiá del Congreso.
Poco después, McKinley enviaba el Maine a La Habana.
A la luz de los acontecimientos de la época, se puede afirmar que al partir el Maine para La Habana, la Administración de McKinley sabía que la Autonomía había fracasado, que la soberanía Española se moría en Cuba. Estaba claro, también, que si los Estados Unidos esperaban demasiado, las fuerzas revolucionarias cubanas emergerían victoriosas, reemplazando al moribundo régimen Español. Se acercaba el instante en que los Estados Unidos de América tendrían que intervenir si querían lograr sus ambiciones.
Se sabía que el Presidente trabajaba en un mensaje al Congreso, y se esperaba que el mismo despejaría la incertidumbre sobre la política de los Estados Unidos con respecto
El contenido del mensaje se filtró y los patriotas Cubanos conocieron a tiempo que los Estados Unidos intervendrían muy pronto en el conflicto Cubano-Español. Sobre todo pudieron conocer que el Presidente desconocía la soberanía Cubana.
Para recordarle al Presidente la voluntad de los libertadores, el Cnel. Horatio S. Rubens, expresando el sentir de los Cubanos declaró:" Frente a la presente proposición de intervención sin el previo reconocimiento de la independencia, es necesario dar un paso adelante y decir que consideramos tal intervención como nada menos que una declaración de guerra por los Estados Unidos contra los revolucionarios Cubanos. Si la intervención toviera lugar sobre esas bases, y los Estados Unidos desembarcaran una fuerza armada en suelo Cubano, trataríamos a esa fuerza como a un enemigo al que hay que batir, y si es posible, expulsarla, mientras no se reconozca a la República Cubana". Rubens termino sus declaraciones afirmando que si los Estados Unidos declaraban un protectorado sobre Cuba: "Resistiríamos con la fuerza de las armas tan amarga y tenazmente como hemos combatido España".
La prensa pro-imperialista encabezada por "The Washington Post" no escatimó insultos ni vituperios contra Rubens.Sin embargo es justo reconocer que muchos Americanos apoyaron y aplaudieron a Rubens.
El Representante por Michigan William Alden Smith, rompió con McKinley y apoyó a Rubens, declarando: "No seré parte de ninguna proposición que no conlleve la independencia. Si nuestra acción no intenta ayudar a los insurgentes, merecemos la oposición de ellos, y seremos colocados en la posición de oponernos a aquéllos que han luchado tanto tiempo y perdido demasiado para conseguir la libertad".
Por fin el 11 de Abril de 1898, McKinley envió su esperado mensaje al Congreso. Rechazaba el reconocimiento del Gobierno Cubano y la beligerancia. Explicando sus razones argúía: "Comprometer a este país ahora con el reconocimiento de un gobierno en Cuba, nos sometería a embarazosas condiciones de obligaciones internacionales hacia la oganización reconocida. En caso de intervención nuestra conducta estaría sujeta a la aprobación o desaprobación de ese gobierno.
Cuando parezca que haya dentro de esa isla un gobierno capaz de pagar sus deudas, y de cumplir con las funciones de una nació independiente, y que tenga en realidad la adecuada forma y los atributos de la nacionalidad, ese gobierno será rápidamente reconocido y la relación e intereses de los de los Estados Unidos con esa nación serán ajustado".(Enfasis añadido)
La incansable campaña Lobbystica y de propaganda de los Cubanos en los Estados Unidos mostraron en esa hora crítica sus frutos. El Congreso fue asediado por millares de telegramas demandando el inmediato reconocimiento de la independencia de Cuba. La prensa nacional y local amigas de nuestra causa intensificaron su campaña a favor del reconocimiento.
Muchos congresistas se enojaron cuando conocieron que McKinley jamás habiá pedido a España la independencia de Cuba, aunque les había hecho creer que las negociaciones sobre la misma habían fracasado.
El Senador Butler expresó la extendida opinión congresional cuando dijo: "Si puedo entender el mensaje, significa que el Presidente es opuesto a la independencia de Cuba ahora y por siempre".
Después de recibir el Mensaje Presidencial, el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara se dio a la tarea de producir la Resolución de intervención. En el seno del Comité se produjo un fogoso debate sobre el reconocimiento de la República de Cuba. El Representante Smith, de Michigan, se opuso vigorosamente a cualquier resolución que no llevase la cláusula de la independencia. Se llegó a un compromiso que no reconocía la República de Cuba; pero apoyaba la intervención para establecer en Cuba, "por la libre acción del pueblo un estable e independiente gobierno propio en la Isla".
Hubo miembros del Comité inconformes con el compromiso. Cuando el proyecto de Resolución llegó al Pleno de la Cámara, los miembros demócratas del Comité introdujeron una resolución minoritaria que reconocía la independencia de Cuba. y pedía, también una inmediata ayuda al hambreado pueblo Cubano. La Resolución recordaba al Congreso que el pueblo Americano "estaba prácticamente en unánime favor del reconocimiento del gobierno establecido por ese bravo y heróico pueblo. Más adelante afirmaba: "E1 ejército de esa República integrado por 30 mil hombres en el campo de batalla, se ha defendido triunfalmente contra 225 milsoldados Españoles, de los cuales 135 mil están en hospitales o en sus tumbas; y posee las 3/4 partes del territorio. Fuera de sus líneas el Ejército Español no posee un pie de suelo Cubano. Detrás de las líneas Españolas las 3/4 partes de la población es insurgente de corazón, o participará cordialmente en la forma de gobierno republicano tan pronto los Españoles evacúen la Isla. Toda vez que España jamás vencerá a los Cubanos, los Estados Unidos tendrán a la larga que reconocer la independencia de la República Cubana. Este es el caso, lo más pronto que los EE.UU. actuen es lo mejor para ellos como para Cuba, toda vez que el reconocimiento removerá de la mente de todos los hombres cualquier sospecha de que estamos preparándonos para una guerra de conquista y anexarnos la Isla por motivo de sórdida avaricia, o por política de imperial engrandecimiento".
Muchos Representantes intentaron intervenir en el debate, pero el Comité de Reglas, dominado por la gente de McKinley, limitó el debate a 40 minutos. Solo dos turnos fueron concedidos. Hugh A. Desmore, demócrata de Arkansas, defendió la enmienda de la minoría. Entre otras cosas dijo que si los EE.UU. hubiesen reconocido a Cuba un año antes, Cuba ya sería libre. Ridiculizando los argumentos de McKinley, dijo que los Estados Unidos arrogantemente reservaron para ellos el derecho de "juzgar la estabilidad de ese gobierno". Más adelante agregó, "El Presidente hizo creer al Congreso que había demandado de España la independencia de Cuba; pero ahora el Congreso sabe que todo fue un engaño. .."
Sometida a votación la enmienda de la Minoría, ésta obtuvo 154 votos a favor y 190 en contra. La Resolución de la Mayoria del Comité de Relaciones Exteriores fue aprobada por 325 votos a favor y 19 en contra. El Presidente de los Estados Unidos fue autorizado a intervenir en Cuba para poner fin a la guerra, y establecer allí un gobierno independiente escogido libremente por el pueblo de Cuba". (Enfasis anadido.)
Esto iba más alla de lo que había querido McKinley.
En el Senado, en el Comité de Relaciones Exteriores, hubo, también, dos resoluciones. Una de la Mayoría y otra de la Minoría. La Mayoría no reconocía la República Cubana, pero proclamaba ya a Cuba independiente, según el siguiente párrafo de la misma: "que el Pueblo de Cuba es, y de derecho debe ser libre e independiente". Además llamaba a España para que retirara: sus tropas de Cuba y renunciara a su soberanía sobre la misma; y autorizaba al Presidente para usar las fuerzas armadas para asegurar que lo pedido fuese cumplido. La Minoría concurría en todo con la Mayoría; pero añadía que: "el Gobierno de los Estados Unidos por la presente reconoce la República de Cuba como verdadero gobierno de esa. Isla". Esta es la Enmienda Turpie, dado que fue presentada por el Senador de Indiana David Turpie, aunque fue....redactada por el Senador de Ohio Joséph B. FORAKER. Tomó al Senado cuatro días de fogosos debates, desde el 13 al 16 de Abril de 1898, decidir sobre el texto de la Resolución. En su discurso durante el debate, pronunciado el 15 de Abril, el Senador de Virginia, demócrata, John W.DANIEL, acusó a la Administración de que intervenía en Cuba porque temía la derrota de España por las fuerzas Cubanas durante la estación de las lluvias.
El discurso principal en favor de la Enmienda Turpie fue pronunciado por el Senador FORAKER destacado jurista en materia constitucional de los Estados Unidos. FORAKER negó al Congreso derecho alguno para dar poderes al Presidente o asi mismo "para crear y establecer un gobierno estable en la Isla de Cuba para beneficio del Pueblo Cubano" A continuación señaló la inconsistencia de la Resolución de la Mayoría, al decir ésta "que el Pueblo de Cuba era y debe ser libre e independiente y que los Estados Unidos se reservarán el derecho y poder, para establecer para ese pueblo independiente un gobierno tal que a nuestro juicio y opinión pueda ser eatable". Rechazando el argumento presidencial de que la República de Cuba no merecía el reconocimiento, FORAKER demostró que el llamado "Gobierno de papel" era un "excelentísimo gobierno, que efectuaba elecciones, operaba un servicio postal, recaudaba impuestos y mantenía escuelas públicas. Cierto que no tenía puertos, pero hay muchas naciónes sin puertos que han sido reconocidas por los Estados Unidos. Tiene una capital fija, localizada en Cubitas donde operan las oficinas del Gabierno".
Apoyando a FORAKER habló el Senador de Kentucky William LINDSAY.
El 16 de Abril de 1898, el Senado de los Estados Unidos aprobó la Enmienda TURPIE por 51 votos a favor y 37 en contra. Ese mismo día el Senado aprobó por votación nominal la ENMIENDA TELLER, presentada por el Senador de Colorado Henry M. TELLER. Esta fue una firme declaración de que los Estados Unidos renunciaban a todo poder sobre Cuba, una vez que la Isla fuese pacificada Su alcance lo verían los verdaderos patriotas más tarde, cuando las pretensiones imperiales de los Estados Unidos pusieron en peligro la existencia de la República de Cuba. Fue el éxito más brillante del "lobbysmo" Cubano.
El contenido de la ENMIENDA TELLER es el siguiente: "Los Estados Unidos por la presente rechazan cualquier disposición o intención de ejercer soberania, jurisdicción o control sobre dicha Isla, excepto para la pacificación de la misma, afirma su determinación de que cuando haya alcanzado estos objetivos dejará el gobierno de la Isla a su pueblo".
Antes de enviar las resoluciones aprobadas a la Cámara de Representantes, el Senado aprobó por votación nominal una moción afirmando "su reconocimiento de la independencia del Pueblo y República de Cuba".
Los enemigos de Cuba combatieron la Resolución Senatorial. The New York Times, edición del 18 de Abril 1898, dijo: "Esperamos que la Cámara se mantendrá firme como una roca en contra de la parte de la Resolución del Senado que reconoce la República de Cuba. Si no fuere así sería deber del Presidente vetar la Resolución".
El mismo día la Cámara aprobó la Resolución del Senado, pero después de quitarle lo referente al reconocimiento de Cuba, la votación fue de 178 a favor y 156 en contra, de los cuales 13 republicanos se sumaron a los demócratas y populistas. Si no se sumaron más republicanos fue debido a la presión ejercida por el Presidente de la Cámara, el representante REED, hombre de McKinley.
El acuerdo de la Cámara forzó el nombramiento de un Comité Interparlamentario para resolver las diferencias. A las 02:00 del 19 de Abril de 1898, se llegó al compromiso de mantener la ENMIENDA TELLER y una provisión para el reconocimiento de la independencia de Cuba, pero se eliminó toda referencia al Gobierno Cubano.
En el Senado, demócratas, populistas y algunos republicanos continuaron luchando en favor del gobierno Cubano; pero la creciente presión de McKinley logró la capitulación del Senado, y éste pasó la resolucicn de compromiso por una votación de 52 votos a favor y 35 en contra. La Cámara la aprobó en votación de 311 a favor y 6 en contra. El Presidente la promulgó el 20 de Abril de 1898. Los Cubanos la conocemos por el nombre de "Resolución Conjunta".
Una semana más tarde, el 25 de Abril de 1898, fue declarada la guerra a España, con retroactividad al 21 de Abril de 1898, fecha en la que España entregó sus pasaportes a los diplomáticos de los Estados Unidos y se había iniciado el bloqueo de la Isla por los Estados Unidos.
La Junta Cubana de New York enseguida declaró que el Gobierno Cubano y su ejército cooperarían efectivamente con los Estados Unidos. Es de suponer que debe haber habido debates para llegar a esta decisión; sobre todo si tenemos en cuenta la desconfianza de los Cubanos en cuanto a las intenciones de los Estados Unidos, la que quedó más que demostrada por las reiteradas declaraciones de nuestros líderes, y sobre todo por la circular que la Junta Cubana de New York envió a todos sus organismos y filiales, a raíz del hundimiento del Maine, mediante la cual se ordenaba frenar toda propaganda que pudiese llevar a los Estados Unidos a la Guerra. Gonzalo de Quesada, que nunca fue anti-norteamericano dijo: "No queremos la intervención armada, ni pedimos a los Estados Unidos que tome ningún paso radical. El reconocimiento de Cuba terminará la guerra y nos dará la victoria. Esto es todo lo que pedimos a los Estados Unidos". Pero la realidad del momento fue determinante.
Como se ve, si grandioso fue el esfuerzo de los mambises en los campos de Cuba Libre, no menos lo fue la actividad de nuestros mambises en los Estados Unidos de América. Podemos afirmar que de no haberse utilizado el "lobbysmo" sobre los centros de poder de los Estados Unidos, la suerte de Cuba pudo haber sido la de Las Filipinas, o, en el peor de los casos, igual a la de Puerto Rico. ¨
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