OJALÁ !
Tomado de El Nuevo Herald
Ojalá
Por Gina Montaner
La verdad es que a estas alturas me da lo mismo que Castro esté medio vivo o medio muerto y que su mal sea un intestino desangrado, un derrame cerebral masivo o el estrés que sufrió en Argentina. A fin de cuentas jamás ha dicho una verdad y ahora, más que nunca, no creo que la dictadura esté por la labor de la transparencia informativa. Con lo sencillo que habría sido la comparecencia del hermanísimo y heredero del poder absoluto junto a un equipo de doctores. Pero esas son cosas propias de gobiernos sujetos al escrutinio del electorado. Y ya se sabe que desde hace casi medio siglo los cubanos han vivido en tinieblas y son un Segismundo colectivo.
Lo que está claro es que, por primera vez, podemos afirmar que la vida de Castro peligra y que por causas naturales podría estar más cerca que nunca de la muerte. Como era de esperar, en cuanto esto se supo muchos exiliados radicados en Miami --la capital de la diáspora cubana-- han manifestado su júbilo de distintas maneras: unos han celebrado con juerga y banderas en la calle. Otros lo han hecho con más recogimiento en sus hogares. Han abundado quienes han aclarado que, aunque no le desean mal a nadie, en el caso de un tipo como Castro sentirían alivio ante su desaparición.
Lo que ya no era tan previsible es que estas expresiones de reivindicación pudieran ser motivo de reprobación. Sin embargo, una vez más, hay una querencia general por encasillar al exilio de Miami en la categoría de troglodita con tendencias fascistoides. Y a mí eso me parece muy injusto y canalla, si se tiene en cuenta que ellos son las víctimas y Castro no es nada más que el verdugo y el opresor. Por eso me niego a caer en observaciones maniqueas, y en el fondo malvadas, de quienes quieren valorar el estallido espontáneo y natural como un gesto frívolo y vulgar. Aquí el único que ha tenido el pésimo gusto de arruinarle la vida a millones de seres es Castro. El mismo que ahora parece boquear en la cama de un hospital.
El escritor y ex sandinista Sergio Ramírez pide que, en estos momentos de transición, se juzgue a Castro sin apasionamientos. Aunque ya no son amigos, el intelectual nicaragüense lo recuerda (¿no les parece fascinante hablar de él en pasado?) como un ser ''singular, apasionante y poderoso''. Bien, ése es el retrato que de él puede esbozar alguien que alguna vez fue su compañero de armas y compartieron buenos ratos juntos. Uno muy distinto a la memoria de los desterrados, los encarcelados, los perseguidos por el régimen castrista. Por no hablar de los fusilados. En efecto. Castro ha sido singular por su extrema crueldad. Apasionante por su estúpido delirio totalitario. Todopoderoso y millonario tras un saqueo que ha durado más de cuarenta años.
La periodista española Angels Barceló publica una crónica en El País sobre una cena con otros colegas en el restaurante Versailles (situado en la miamense Calle Ocho) donde recoge impresiones en torno a las celebraciones de los exiliados. Según Barceló, los comensales sienten ''un cierto desasosiego'' cuando escuchan que todos desean la muerte de Castro. Busco sinónimos de ''desasosiego'' y encuentro ''malestar'' y ''preocupación''. Cuando Franco murió muchos opositores a la dictadura brindaron champaña con sus amigos y familiares en la intimidad. Y si no salieron a las calles fue porque temían represalias. No creo que esta popular presentadora de informativos hubiera sentido ''desasosiego'' ante la progresía española que en su día festejó la desaparición del militar que tanto los fustigó. Su artículo es el claro reflejo de una turista accidental anclada en los lugares comunes. Se le escapa que ese Versailles tan kitsch encierra todos los corazones dolientes de un largo e innecesario destierro.
No puedo dejar de mencionar a Juanita Castro porque, como me merece tanto respeto la natural aflicción que siente por su hermano, no alcanzo a comprender que ella no haga lo mismo con la alegría de muchos exiliados. Ni es una vergüenza ni decepcionante que la gente se desborde. Juraría que esta suerte de catarsis es humana y sana. Para ella hay dos Fideles: ''el dictador cubano y el otro, mi hermano''. Pues bien, para el resto sólo hay un Fidel: el dictador. La hermana de Castro debe prepararse para la apoteosis y traca final cuando un día de estos se anuncie su muerte.
Ahora que la mala salud de Castro ''es un secreto de Estado'' (más bien es una burla de Estado), me viene a la mente la letra de una canción de Silvio Rodríguez: ''Ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores''. Ojalá.
© Firmas Press
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