RECEPCIONES Y RUMORES ENEMIGOS // DECLARACIÓN DE WILFREDO CANCIO ISLA // CUESTIÓN DE LIBERTAD // ¿ QUIÉN DICE LA VERDAD ?
El Nuevo Herald.com
Recepciones y rumores enemigos
Por Raúl Rivero
Madrid -- En mis pocas y siempre complicadas visitas a Miami no he visto a ningún periodista disfrazado de marinero griego para ir a hacer sus programas al edificio que ocupan las emisoras de Radio y Televisión Martí. No he escuchado a ninguno de mis amigos que colaboran con esas estaciones disculparse con una cita de amor para abandonar intempestivamente una cena y salir, borrascosos y nocturnos, a toda velocidad de un restaurante.
Los que conozco han dicho simplemente: ''Te dejo, tengo que hacer ahora un comentario directo al aire''. O esto otro: ``Me voy, que tengo que escribir una nota para ahorita mismo''.
Está en sus agendas públicas, se conocen las horas de trabajo y la categoría de programa que realizan porque no se trata de una siniestra pandilla de espías que se propone volar un edificio. Son unos profesionales que quieren hacen su trabajo para que una sociedad bombardeada por quincalla política y panfletos baratos y vencidos tenga un quicio desde el que se pueda ver alguna claridad.
Tampoco, durante mis años de oyente de esa emisora en Cuba, escuché a reconocidos profesionales del periodismo cubano del exilio fingir la voz o presentarse con seudónimos como Lico el Criollo o Liborio el Pícaro ante los micrófonos de esa planta para decir una opinión o comentar un suceso de la realidad cubana o internacional.
Para la sociedad cubana en general y para los grupos de la oposición pacífica y de la sociedad de civil, la presencia durante todos estos años de esos señores en la programación ha sido muy importante. Sus opiniones han removido el pantano del adoctrinamiento y la mentira en un país donde, en casi medio siglo, el único que puede dar su opinión es el gobierno.
Porque el periodismo honesto y cívico no admite antifaces ni cuevas y porque es, como se sabe, una función pública, me alarma la maniobra policial, el vistoso despliegue de titulares y el secretismo castrista para dar a conocer que diez periodistas cubanos colaboran con Radio y TV Martí.
Si no alcanza valores como investigación porque eran cosas sabidas, tampoco los consigue como primicia periodística. Entonces, debe ser un error, una instrucción mal recibida, una pifia toda esa operación, ¿verdad? No tiene sentido que se trate de eliminar de desaparecer del universo de la información y las ideas a estas alturas (ni a ninguna) a profesionales que, desde sus posiciones personales, con una labor sostenida, llevan años enfrentados a la tramoya hipócrita de la dictadura.
Anadie coherente y preocupado por la democracia y la libertad de expresión en Cuba y en el mundo, se le ocurre hacer esa jugada sólo para tratar de oscurecer con un estigma el expediente de 10 periodistas y complacer a las azafatas del comunismo para que sonrían y les busquen un espacio en primera.
Si, tiene que ser un error. No iban a expulsar a Olga Connor, Wilfredo Cancio y a Pablo Alfonso como si fueran la vanguardia de una brigada de Respuesta Rápida sorprendida mientras perseguía a unos demócratas por la Calle Ocho.
No iban a mencionar a Carlos Alberto Montaner, un periodista, un escritor, un intelectual que vive en Madrid y ni siquiera es empleado del periódico. Debe ser un error.
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Publicado el 09-13-2006
Cartas al Director
Declaración de Wilfredo Cancio Isla
Estimado Director:
Todavía no puedo salir del asombro y la indignación ante este artículo de The Miami Herald. Me es muy difícil aceptar el sentido ético y la honestidad profesional de una investigación periodística que empezó hace dos años y que al hallar supuestas violaciones en el comportamiento laboral de sus colegas en El Nuevo Herald, decide convertirlas en noticia sin haber entrevistado siquiera a los implicados.
Al parecer los redactores del artículo estaban más interesados en los fuegos artificiales de la primicia que en revisar los propios archivos de la compañía, donde consta la colaboración de periodistas de El Nuevo Herald en Radio y TV Martí.
Hay muchas interrogantes y caminos que recorrer en este caso. Pero puedo aseverar que no tengo nada de qué arrepentirme y que desde el primer día que colaboré con Radio y TV Martí lo hice con la anuencia y la aprobación de mis superiores, y con el conocimiento pleno de mis colegas de El Nuevo Herald.
Dediqué ocho años a esta empresa periodística, con entrega absoluta al trabajo, premios nacionales, reconocimientos de excelencia profesional y evaluaciones impecables. La dirección de The Miami Herald me despidió intempestivamente en una reunión de apenas 30 minutos.
La decisión de cesantearme es doblemente injusta, desproporcionada y de mala fe, porque no se trata sólo de un despido que afecta mi vida personal y la de mi familia, sino que atenta contra mi integridad profesional. Mi única certeza en estos momentos difíciles es que dedicaré todas las energías a restaurar mi reputación profesional, dañada por una acción difamatoria disfrazada de buen periodismo.
Atentamente,
Wilfredo Cancio Isla
Miami, FL.
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Por Juan Manuel Cao
El artículo firmado por el señor Oscar Corral en este periódico, Revelan conflicto de intereses en pagos a periodistas locales [El Nuevo Herald, 8 de septiembre], sugiere que yo le pregunté a Fidel Castro por Hilda Molina no porque estuviese interesado en la respuesta sino porque me pagaron para ello. En mi opinión el artículo intenta mostrar que Castro tenía razón cuando me acusó de mercenario en Argentina. Eso es falso.
Cuando vivía en Cuba y tenía 20 años de edad me encarcelaron por escribir una crítica del castrismo. ¿Quién me pagó entonces? Nadie. Todo lo contrario: puse en juego y perdí, mi carrera, mi trabajo y mi futuro en la isla. Escogí ser libre y lo pagué con tres horrorosos años de cárcel.
En el exilio también escogí ser libre. Hace unos 14 años me ofrecieron la corresponsalía de una cadena nacional de televisión. Me tentaban $80,000 de salario anual, viajes y beneficios. Pero había una pequeña condición: tenía que referirme al dictador de mi país como ''el presidente cubano''. Rechacé la generosa oferta. Nuevamente escogí ser libre y defender mi coherencia moral.
Durante los trece años que trabajé como reportero local fui sometido a todo tipo de presiones para que abandonara el tema cubano. Sobreviví gracias al valeroso apoyo de José Cancela y Luis Fernández Rocha, mis dos primeros gerentes en el canal para el que trabajaba. Roberto Vizcón, el mejor director con que lidié en esa época, siempre me decía: ''Cao, si nos olvidáramos un poco de Cuba, estaríamos ganando el triple en otros mercados''. Tenía razón.
Hace apenas 8 meses perdí un salario de $110,000, y jugosos beneficios, debido, fundamentalmente, a mis diferencias de criterios sobre la cobertura cubana con la nueva gerencia de aquel canal. Ellos se buscaron un buen pretexto y adiós. El público de Miami no les creyó y protestó frente a sus instalaciones. Los detalles están publicados en el propio Herald.
Como ven, mi motivación en la vida no es el dinero. Mi motivación es Cuba y su libertad. Cuba y mi libertad de expresión. Estoy orgulloso de colaborar con TV Martí y de intentar quebrar la censura castrista. Podría ganar mucho más que los pobres $11,000 que me echan en cara, pero ayudo a mi pueblo por menos. La causa de Cuba no me da, me cuesta dinero.
Les pido encarecidamente que publiquen la aclaración porque muchos de los lectores de este periódico podrían ser también mis televidentes.
Y un último detalle. Todas las acusaciones de Fidel Castro contra mi dignidad son una débil justificación para no responder la simple pregunta que le hice en Argentina.
¿Por qué no libera a la doctora Hilda Molina?
Sigo esperando la respuesta.
Juan Manuel Cao
Miami
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¿Quién dice la verdad?
Por Omar Claro
No sé si ya están enterados sobre la cancelación de mi contrato, por parte de la gerencia de Univisión 23, a raíz del reportaje de Oscar Corral publicado en The Miami Herald y El Nuevo Herald el 8 de septiembre.
El mencionado artículo cuestiona mi libertad de expresión, mi ética y mi objetividad periodística, y me achaca un conflicto de intereses, tras indicar mi participación en programas de TV Martí, junto a otros compatriotas y respetados colegas.
Vayamos por partes.
Durante ocho años de trabajo continuo como presentador de deportes en Univisión 23, jamás he tenido ni siquiera una asignación --tal como lo refleja mi profesión de manera inequívoca-- para realizar cobertura alguna sobre Radio-TV Martí, lo que hace punto menos que creíble la posibilidad de haberse dañado en algún instante mi objetividad periodística.
Ni siquiera cuando los peloteros cubanos en el exilio me convocaron en el pasado invierno para que los ayudara en su noble intento de formar un equipo y participar en el pasado Clásico Mundial de Béisbol como cubano, por supuesto, respondí desinteresadamente a ese crucial momento; sin embargo, esta situación no hizo mella para que en mis informes diarios para Noticias 23, indicara la posible participación de un conjunto de la Isla en el mencionado evento. Ahí están como prueba las grabaciones.
Acerca del conflicto de intereses, continúan los errores en el reportaje de Oscar Corral. El deporte es una manifestación única con un lenguaje universal. Por más que uno quiera, ''el campeonato del Miami Heat en las Finales de la NBA'' tiene la misma lectura aquí, allá y acullá, a no ser por la obligada variación idiomática.
A fin de cuentas, Univisión 23 realiza una cobertura para el sur de la Florida y los Cayos, mientras que la programación de Radio-TV Martí esta dirigida única y exclusivamente para Cuba.
¡Busque usted si aparece algún conflicto de intereses!
He querido dejar para el final la tan cuestionada y manoseada libertad de expresión.
En este punto, el reportaje acusa de una fragilidad espantosa, al tiempo que exhibe la escasa profundidad investigativa para abordar tan delicado asunto e implicar a profesionales que a través de la precisión y honradez de su trabajo periodístico llevan el pan de cada día a sus hogares.
The Miami Herald debía estar enterado que de acuerdo con el Broadcasting Board of Governors (BBG, por sus siglas en inglés), medios como Radio-TV Martí y la propia Voz de las Américas, para poner dos ejemplos, atesoran el principio sagrado conocido como Firewall, una palabra que garantiza de forma absoluta un punto de vista independiente para cualquier periodista o colaborador de aquellas entidades.
Para los que conocen del tema, es obvio que el gobierno de Estados Unidos es el primero en garantizar la libertad de información para cualquier periodista o escritor.
En los últimos ocho años he realizado un trabajo profesional, únicamente comprometido con la verdad y avalado no sólo por mis jefes en Univisión 23, sino además reconocido por instituciones mundiales, como la Asociación Internacional de Prensa Deportiva.
Amo mi profesión como el que más. Y creo que este ''conflicto de intereses'', expuesto de forma deliberada por The Miami Herald, va mucho más allá de su propio concepto.
Omar Claro
Miami
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