LA OPCIÓN SOCIALCRISTIANA: LA MEJOR PARA CUBA
La opción socialcristiana: la mejor para Cuba
Por Yaxys D. Cires Dib

Después de más de cuarenta y cinco años bajo el poder del régimen castrista, se puede hacer un balance que presenta resultados más negativos que positivos, entre otras cosas por la situación de irrespeto de los derechos humanos, la precariedad de las condiciones de vida de los ciudadanos y por los cientos de miles de cubanos que han tenido que abandonar su patria. Por otro lado, nos encontramos en un contexto latinoamericano nada alentador, en el que la pobreza, la corrupción y el neopopulismo siguen galopando por el subcontinente. También hemos visto las graves crisis sociales originadas a raíz de la implantación de las recomendaciones del Consenso de Washington, que si bien buscaron la apertura económica en nuestros países, no estuvieron acompañadas de una exigencia constante de modernización de los sistemas políticos ni de una fiscalización de la retribución que sus resultados debían general en la población. Los extremos han fracasado, por lo menos social y antropológicamente. Por ello estamos obligados a pensar en un nuevo camino para el futuro de nuestro país: un proyecto centrista humanista.
Un proyecto político de centro humanista inspirado en los valores cristianos universales, y que le otorgue un papel importante a la reconstrucción de la sociedad civil. Quizás la ausencia de éste durante la primera mitad de nuestra república fue una de las causas de los lodos que vinieron después.
La opción socialcristiana se ha ido consolidando en Cuba. Ha sido el propio régimen comunista quien desde sus primeras andanzas post revolucionarias –1959 en adelante- ha hecho fortalecerse este movimiento en Cuba. La marginación y persecución a los cristianos, las restricciones a la Iglesia, pero también y sobre todo, el proceso de desmantelamiento de la identidad nacional, que fue permutada por el sistema cultural soviético, también ha propiciado este encuentro del cubano con la opción socialcristiana. Hoy día podemos observar un amplio archipiélago socialcristiano o democratacristiano en el panorama político y social de la isla y del exilio. Grupos, movimientos, centros, publicaciones, que encarnan una diversidad y complejidad notables, pero que en medio de esa policromía que es también toda la oposición, representan los deseos de cambio para Cuba inspirados en los valores cristianos. No se trata de impulsar la construcción de un estado confesional o puritano con una sociedad civil que le sirva de satélite natural, sino un estado moderno y laico de verdad y una sociedad civil responsables; orden en el que primen valores como la justicia social, la equidad, la libre iniciativa, la preocupación por los más pobres, la subsidiaridad y el tan necesario perdón.

El liderazgo democratacristiano de dentro y de fuera de Cuba debe tomar consciencia del papel que está llamada a jugar como “concertación”, “frete”, “plataforma” o “archipiélago”. Liderazgo que podemos identificar en las personas de Oswaldo Payá, Dagoberto Valdés, Marcelino Miyares, Rafael León, Javier de Céspedes y muchos más. Algunos ya son personas reconocidas incluso internacionalmente; todos han entregado cada minuto de sus vidas a la lucha por la democracia en Cuba. Pero el compromiso con un proyecto centrista cristiano como alternativa para nuestra patria debe superar las desconfianzas e individualismo que puedan existir y que de hecho existen. Se puede ser muy entregado a una causa, pero si se es incapaz de dialogar y concertar ello sería una imposibilidad tremenda para construir lo que se predica, más en el caso cubano, donde la fuerza del estado respalda y respaldaría en un eventual proceso electoral al Partido Comunista. Llegado el momento de la verdad ¿podrán nuestros líderes asumir ese reto? Ya es hora de ir trabajando en ello.
(ciresdib@yahoo.es)
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