RAÚL CASTRO: UN ENIGMA
RAÚL CASTRO: UN ENIGMA
Por Orestes Lorenzo *
Orlando
Florida
E.U.
Colaboración
La Nueva Cuba
Diciembre 27, 2006
Ahora, mientras Fidel Castro se consume en la sospecha de que alguno de sus hombres lo envenenó o "cocinó" con un cáncer, utilizando los mismos métodos de crimen perfecto que les ordenó aprender de la KGB; Raúl Castro afirma que se recupera y asegura su regreso. Habla de gobierno colegiado, y cuenta anécdotas de la infancia compartida con el hermano. ¿Para quién habla Raúl?
( De izquierda a derecha Norberto Fuentes y Orestes Lorenzo )
Si el poder estuviera en sus manos tendría que, al menos, enfrentar las circunstancias con sentido de responsabilidad por la nación, dejando claro que las riendas están en sus manos. Pero ese no es el caso. Cuba permanece paralizada, con su gobierno en terapia.
Como Stalin y Franco, Fidel ejercerá el poder mientras respire. Raúl administra, pero él gobierna. Si alguien lo duda, que lea el Granma o se someta a dos minutos de tortura por La Mesa Redonda. Y si aún no se convence, imaginemos por un momento a Raúl Castro ordenando cortar las comunicaciones a Fidel, limitándolo únicamente al cuerpo médico que lo atiende. En definitivas, eso sería lo razonable para el gobierno, y positivo para su salud. Pero improbable, ¿verdad? Ahora piensen en un Fidel Castro, lánguido e irritado en su lecho, que con un gesto del dedo pide al jefe de la escolta que se acerque. Entonces le susurra: "Raúl ha traicionado a la Revolución. Llama a Polito, a éste y a aquel. Pongan las tropas en estado de alerta, tomen los mandos y las comunicaciones del MINFAR y el MININT. Antes, arresten a Raúl..." En definitivas, ¡qué le importa la suerte del país si él mismo no es su destino! La respuesta a esta suposición nos explica quién realmente gobierna aún en Cuba.
Cuando Raúl dice que sólo el Partido puede sustituir a Fidel y habla de un gobierno colegiado que sabe no practicará, en realidad está hablando para los oídos del hermano. El reconocimiento hasta el final del liderazgo único de Fidel es una necesidad de supervivencia. ¿Acaso el Politburó en pleno no cantaba la misma tonada junto al lecho de Stalin? Cuando Raúl dice que Fidel se recuperará, a pesar de saber que el deterioro de su salud es irreversible, en realidad está hablando sólo para el hermano. ¿A quién miente Raúl cuando afirma que Fidel regresará al poder? Sólo al propio Fidel que, aterrorizado como está por sus demonios, no puede enfrentar la muerte con dignidad. Se está muriendo y no hay nada que pueda hacer para impedirlo. Ni está preparado para entender que su contienda de ahora es puramente espiritual. El peso de sus víctimas se lo impide. Pero alimentar la ilusión de que vencerá una voluntad superior que no comprende, lo hace menos temible. Porque nunca es un tirano más peligroso que en su ocaso: luego de mí: ¡la nada!
Por eso Raúl practica la conducta que lo mantuvo siempre de segundo. Él no ha sobrevivido por los lazos de sangre, sino por la perfecta sumisión al hermano, y la dócil disciplina de no asumir posiciones propias. Siendo el más cercano a Fidel, tuvo la temprana astucia de comprender lo que a otros le costó la vida: Los héroes de la Revolución que, buenos o malos, tuvieron el carácter de brillar con luz propia, han quedado todos -todos sin excepción-, a lo largo del camino, derribados, traicionados y devorados por Fidel.
Por eso Raúl dice cosas que no tienen aparente conexión con la realidad. Sin embargo, están inteligentemente concebidas para evitar tropiezos (que sólo Fidel puede ponerle) en el camino al poder. Y no dudemos de sus propósitos: póngase por un instante en los pantalones de Raúl y piense si puede arriesgarse a que le roben el mando en el último minuto! Si para otros el poder es una ambición, para Raúl Castro es una necesidad. Sabe que los mecanismos están concebidos para heredarlo en su totalidad, y está jugando su mejor carta para lograrlo, aparentemente dentro de poco.
Cuando las exequias y los discursos terminen, este hombre que fue siempre previsible, se convertirá en un enigma. Los más cercanos a él creen que le conocen por su estilo más corriente y los actos cotidianos que lo revelan como un hombre sin concepto mesiánico de sí mismo. Pero la realidad es que nadie conoce el potencial de Raúl Castro. Porque este hombre nunca tuvo la oportunidad, ni se atrevió a fulgurar por sí mismo. Raúl jamás inició algo, y ha sido tan sólo el ejecutor eficiente de la voluntad de Fidel.
El mundo se pregunta si él seguirá los pasos exactos del hermano, o iniciará la transición a la democracia. Y el cuestionamiento me parece simplista, porque Raúl no puede gobernar con los métodos de Fidel, y tampoco iniciar un proceso que terminaría enjuiciándolo. Más que gobernar, Raúl Castro está condenado a sobrevivir desde el gobierno. ¿Tendrá el carácter y la inteligencia para lograrlo? No lo sabemos. Pero en su manual de supervivencia podrían encontrarse los siguientes pasos:
o Autorizar que la doctora Molina abandone el país, poniendo fin a un conocido capricho de Fidel. Sería su manera más suave de decir "ahora mando yo".
o Consentir el trabajo por cuenta propia, y poner fin a la persecución de la iniciativa privada.
o Sustituir al Ministro de Relaciones Exteriores por un individuo con educación y presencia adecuados para representar al país.
o Retirar involuntariamente a los dirigentes más odiados por el pueblo, como Juan Escalona y Ricardo Alarcón.
o Rehabilitar a individuos castigados por Fidel, pero de su círculo de confianza, como Carlos Aldana y Humberto Pérez.
o Permitir la salida del país a todos los retenidos en contra de su voluntad.
o Abolir el permiso de salida o tarjeta blanca.
o Eliminar el permiso de entrada para ciudadanos cubanos residentes en el exterior.
o Terminar con el Apartheid turístico.
o Reemplazar a los funcionarios incompetentes con tecnócratas eficientes.
o Retirar las figuras históricas, inservibles e ineptas, que deambulan por el gobierno como fantasmas: Almeida, Guillermo García, Machado Ventura, Ramiro Valdés...
o Abandonar los CDR, la FMC y las brigadas de respuesta rápida.
o Liberar a los presos de conciencia.
o Tolerar a los grupos disidentes.
o Abogar con Estados Unidos por el levantamiento del embargo.
¿Libertades políticas, pluralismo, conversaciones con la disidencia, pleno respeto a los derechos humanos, elecciones? Lo dudo. Pero las anteriores medidas le comprarían unos años. Es todo lo que él necesita.
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* Orestes Lorenzo, Mayor de la Fuerza Aérea cubana, quien escapara de Cuba en un avión Mig-23 que tripulaba, poco después regresó a Cuba en un temerario vuelo clandestino a fin de rescatar a su esposa y sus dos hijos.
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