HABLAN LOS DE FUERA
Hablan los de fuera
POr M. L. B.
03/03/2007
Rafael Rojas y Antonio José Ponte, ausentes de Cuba, comparten su experiencia, analizan la literatura actual y expresan sus temores sobre el futuro de la isla.
Los dos están fuera de Cuba aunque no por las mismas razones. El poeta y narrador Antonio José Ponte (Matanzas, 1964) no hace ni un año que salió de la isla gracias a una beca Carolina de investigación, "lo que me ha permitido estudiar diversos fondos bibliográficos españoles", cuenta el escritor, para quien esta salida, la primera que hace en su vida, le ha supuesto un impulso en su horizonte personal: "La estancia está siendo sumamente provechosa en lecturas y contactos, en cine y arte vistos. Es mi primera salida al extranjero luego de varios años sin recibir permiso cubano de salida, y es difícil detallar lo que esto significa en mundo ganado, en libertad". Sin embargo no siente que esta salida le haya influido en su forma de escribir. "Nada cambia en mi creación esté dentro o fuera de Cuba. He escrito y opinado lo mismo aquí que allá". En el actual panorama creativo de la isla subraya con optimismo la irrupción del tema político soslayado hasta el momento: "Este nuevo interés político es perfecto para enfrentar el futuro cubano, y la literatura podría enriquecerse". Sin embargo, Ponte no cree que el cambio haya comenzado: "El cambio que yo espero no ha comenzado aún. Dentro de Cuba continúa existiendo represión y censura. Tengo gran cantidad de miedos al respecto. Miedo a que derramen sangre y esperanza de libertad". Su deseo de futuro evoca a Borges: "Como Enma Zunz, quisiera estar ya en el día después".
El narrador y ensayista Rafael Rojas tiene muy claro por qué no vive en Cuba: "Rechazo el sistema político que funciona en la isla y que se basa en un partido único y dos gobernantes perpetuos". Pero no por vivir fuera se siente menos cubano: "Cargo para bien o para mal con toda mi cultura, de Varela a Martí, y Carpentier, Lezama, Piñera, Diego o Vitier".
Contempla la situación actual de su país como un momento esencial para intentar la democratización de la isla: "La crítica a destiempo del periodo soviético o el inventario exhaustivo de los muertos pueden acabar en rituales perversos si no son inicio de algo impostergable: la libre circulación de los vivos. Dentro y fuera de Cuba se escribe buena literatura, pero ni en la isla ni en el exilio existe una esfera pública donde los escritores debatan sus diferencias con serenidad y respeto". El escritor, que en España codirige la revista Encuentro, se muestra pesimista respecto al futuro: "La ausencia de libertades públicas en Cuba es crónica. Cuestionar la ideología oficial es un delito tipificado como "propaganda enemiga". Las aperturas que se producen implican nuevos cierres porque un régimen como el cubano no puede prescindir de la figura del enemigo. Y el enemigo es siempre el intelectual opositor o la publicación crítica". Y en cuanto a su deseo de futuro se pregunta: "¿Es realista desear una transición soberana a la democracia que conceda derechos civiles y políticos a la ciudadanía de la isla? A mi juicio, sí".
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