CANTAR DEL PUEBLO
El Nuevo Herald.com
Cantar del pueblo
Por Andrés Reynaldo
A48 años del triunfo revolucionario, viene el rockero Gorki Aguila Carrasco a decir lo que toda la nación cubana debió haber coreado aquel nefasto 8 de enero de 1959: ``No coma tanta p. . . ., Comandante''.
Gorki, y su grupo Porno para Ricardo, no va a cambiar el panorama de la música insular. De hecho, no creo que esa sea su intención. Le atribuyo, sin embargo, tres rasgos excepcionales. El primero, atreverse a asumir a cajas destempladas el espíritu del pueblo. Segundo: descomplejizar la figura de Fidel Castro hasta reducirlo a una sola expresión de contundente displicencia, en una fulminante y feliz acción reductora. Y por último, destruir de un memorable vocinazo la retórica hagiográfica y acomodaticia (en efecto, pequeñoburguesa) de aquel fenómeno juvenil de la canción, nacido ya con todos los vicios de la senilidad, que se dio en llamar Movimiento de la Nueva Trova.
En un sostenido rapto de irreverencia, Gorki ha trazado en la música ''comprometida'' de la isla una frontera inapelable. Después de escuchar la melodiosa tonada de Silvio diciéndonos que vive en un país libre y que el castrismo lo hace sentir como un gigante, la soez verdad poética de Gorki adquiere una avasalladora resonancia ética. No coma usted también esa cosa, Silvito.
En buen cubano, este rockero nacido de la revolución (a tal punto que sus padres le pusieron tan rusiforme nombre) ha devuelto a Fidel a su justa medida, llenándonos, eso sí, de una inevitable vergüenza. Mientras los intelectuales sudan la gota gorda tejiendo el bolillo de la alegoría para hablar del quinquenio gris sin mencionar al gran censor y la Iglesia Católica llama a rezar con lágrimas en los ojos por la recuperación de su satánico verdugo, sacudiendo con espectacular deleite la trasera veta masoquista del alma nacional, brota desde las humildes y desamparadas calles de Marianao una acacharrante voz de alerta. Compañeros pensadores, benévolos comentaristas de las tesis de Fidel; compañeros obispos, sublimes promotores del angelismo, la ambigüedad y la sumisión; ustedes, que también temen a la policía; ustedes, que también están cansados de temer, acójanse al humanista compás de este torpe cantar.
Por supuesto, Gorki habita en la oscura región de los peligros. En su último cd A mí no me gusta la política, pero yo le gusto a ella, compañero (2006), las letras no dan tregua al castrismo. Cito, al azar, fragmentos de diferentes canciones: ''Yo ya perdí,/ yo ya caí preso./ Y de eso no me quedan unos cuantos huesos''. ''No quiero ser tú, compañero,/ que levantas la mano/ y aplaudes el tiempo entero''. ``Estos años de hambre y de sombras/ llevan todos tu nombre, Fidel./ Pues los hombres que joden la historia,/ cumplen año cada amanecer''.
Me atrevería a decir que estamos ante la mayor expresión contestataria entre los artistas de la isla en cualquier época. El tono mordaz, pródigo en escatológicas invectivas, surge de la resaca de medio siglo de abuso impune y mentira científicamente organizada. A la cotidiana y virulenta violencia de un opresor omnipotente, que ha corrompido hasta el mismo lenguaje de la redención, el hombre común y corriente apenas puede responder con un huidizo gemido o una invectiva íntima y sucia. Mientras más íntima, más sucia. Y mejor calibrada.
Para la generación de Gorki ya no es suficiente hacer la crítica de la revolución. Su dardo está disparado a la carne misma de su verdugo. Que otros hablen de reformas, estos muchachos apuntan a otras profundidades. Cerrado a palos durante medio siglo el espacio del debate y la duda, ellos buscan con afilada sensibilidad una brecha en la concreta persona del enemigo. Y la encuentran. Ahí aparece Fidel, de cuerpo presente en su recalcitrante y tropical egocentrismo, en su infantil y demoníaca lógica, en su extrema y contaminante vulgaridad. Dice Gorki: ''El Comandante quiere que yo trabaje/ pagándome un salario miserable./ El Comandante quiere que yo lo aplauda,/ después de hablar su mierda delirante./''. Y la realidad le hace el coro: ``No coma tanta. . ., Comandante''.
Puede que el genio popular se muerda la lengua, pero en silencio va escribiendo en piedra. Ya vemos aparecer los iniciales trazos del epitafio de este mezquino y gansteril payaso, que agoniza extraviado en un delirio espeso y municipal. Si no me creen lo que digo en Miami, escuchen lo que dice Gorki en La Habana.
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Para OIR la cancion El Comandante sin CENSURA ALGUNA ( NO COMAS TANTA P.... COMANDANTE ! ) hacer click AQUI
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