sábado, mayo 26, 2007

¿ DE QUIÉN ES LA CULPA ?

Nota del Blogguista
Si lo del quinto grado es cierto, entonces: ¿ Qué nivel escolar tendrá un Inmundo personajillo de los medios masivos de comunicación, cubano y ciudadano americano, que se hace eco de esos estudios y que alardea en Miami de ser ¨libre pensador ¨, pese a que en Cuba no tuvo nunca ningún problema en la televisión oficialista cubana cuando desempeñaba en ella diferentes funciones y tareas?. Las afinidades ideológicas y los intereses políticos particulares muchas veces se imponen a los niveles cultural y educacional y hasta al sentido común. El caso que me llega en este momento a la mente es el del filósofo Hegel y su valoración sobre el Estado prusiano de su época.
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¿De quién es la culpa?

Por Soren Triff

Creo que los miembros de la Brookings Institution saben más que un escolar de quinto grado, por supuesto, pero después de leer Play a part in Cuba's future, publicado recientemente en The Miami Herald, pienso que los autores, los académicos Vicki Huddleston y Carlos Pascual, creen que los lectores no son muy inteligentes.

( Carlos Pascual )

El artículo periodístico tiene el respetable tono de un trabajo académico y presenta argumentos débiles para apoyar sus afirmaciones. Lo interesante es el uso de las apelaciones emocionales haciendo un llamado a las frustraciones históricas de los estadounidenses (Castro está de vuelta), el oportunismo político (la campaña presidencial está en marcha), y la arrogancia o la culpa imperial (Norteamérica dicta la política mundial). Es notable en particular el llamado a la acción en el sentido de los anuncios comerciales (el tiempo se acaba). Por favor, señores académicos, los lectores del Herald son suficientemente inteligentes como para darse cuenta de eso.

El cuerpo del artículo insta a las compañías petroleras estadounidenses a ''hacer algo'' o si no algo malo sucedería a Estados Unidos. Si los estadounidenses no son parte de las prospecciones petroleras en Cuba, perderían el appeal, se convertirían en ''irrelevantes'', y los cubanos no necesitarían nuestras inversiones en el futuro. Estas afirmaciones no se apoyan en la lógica empresarial. Quizás tenga sentido para personas prejuiciadas contra el capitalismo, que piensan que los negocios tratan sólo de los aspectos más negativos del capitalismo especulativo como ser los primeros y comprar más barato a cualquier precio. Pero el capitalismo es algo más que esto, a no ser que el artículo apele a inversionistas sin ética o capitalistas retrógrados. ¿Serán nuestros empresarios más inteligentes que un niño de quinto grado?

La pareja de expertos concluye sugiriendo que el gobierno actúe en cuatro áreas. Una es permitir las visitas de familias a Cuba. Los especialistas cubanos aseguran que ''el acercamiento [de la familia] reducirá las tensiones sociales, permitiendo algunas reformas''. Las visitas deben permitirse por razones humanitarias, pero los autores no explican por qué las visitas producirán reformas ahora si no las produjeron antes.

( Vicki Huddleston )

También, de acuerdo a los expertos, es parte de nuestro interés ''renovar la cooperación bilateral en antinarcóticos, delito, migración y preservación del ambiente''. Pero los autores no le dicen al lector que los gobiernos de George Bush y Bill Clinton han cooperado con las autoridades cubanas, y no explican por qué debemos cambiar el nivel de cooperación ahora.

Huddleston y Pascual indican que el gobierno debe proporcionar ''incentivos para reformas internas como permitir las telecomunicaciones directas y la venta de equipo de telecomunicaciones''. Las comunicaciones directas y la venta de equipos están muy bien, pero no pienso que estas medidas promoverán reformas internas, y los expertos no explican la conexión tampoco. Sólo le queda al lector pensar que los autores creen que los productos de telecomunicación son buenos en sí mismos al punto que la conexión y la posesión de equipos producirá mejoras en las personas que los usen. No creo que un escolar de quinto grado crea que las telecomunicaciones tienen cualidades mágicas que los autores parecen atribuirle a la tecnología estadounidense.

El artículo confunde a los lectores estadounidenses que quieren de buena fe lo mejor para los cubanos haciéndoles creer que el apoyo de estas medidas ayudará a los cubanos ofreciendo a los lectores apelaciones emocionales en vez de razonamientos desapasionados. Pero la visión imperialista del mundo del artículo, en su versión desvergonzada o culpable, es la que debe preocuparnos.

La lectura del imperialismo desvergonzado (conservadores nativistas) dice: ''Es culpa de ellos, hagamos al dictador nuestro socio comercial''. El imperialismo culpable (liberales internacionalistas) dice: ''Es culpa nuestra, hagamos lo que el líder dice y un futuro mejor vendrá pronto''. Nuestra política exterior debe basarse en acciones razonables que sirvan nuestros intereses a corto y largo plazo, no en la apelación emocional demagógica del viejo imperialismo. Creo que un escolar de quinto grado estaría de acuerdo conmigo.