jueves, junio 28, 2007

LA CIA LE OFRECIO DINERO A LA MAFIA POR LA CABEZA DE FIDEL CASTRO EN 1960

Nota del Bloguista

Desde 1976 con el Informe de la Comisión Church, se conoce lo esencial de esta información.

Las grandes sorpresas verdaderamente vendrían de los archivos del Departamento de Seguridad del Estado ( DSE ) , de los archivos del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, de los archivos del Minfar ( tanto los de la Inteligencia Militar como los de la Contrainteligencia Militar), y por último, pero no menos importante, los archivos de los grupos élites de la tiranía cuya misión es chantajear, comprar, amedrentar y matar a personas opositoras a la tiranía cubana tanto en el exterior de la Isla como en su interior .
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Tomado de Cuba Encuentro.com
La CIA ofreció 150.000 dólares a la mafia por la cabeza de Fidel Castro en 1960

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La agencia encargó a dos miembros de la mafia que mataran al gobernante con pastillas envenenadas.
miércoles 27 de junio de 2007 13:48:00
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Agencias

AFP/ Washington. La CIA ofreció 150.000 dólares a dos miembros de la mafia en Estados Unidos en el año 1960 para que mataran a Fidel Castro con pastillas envenenadas, según nuevos detalles de un memorando del año 1973 desclasificado este martes.

El elegido para aquella "sensible misión que requería acción de tipo gángster" fue Johnny Roselli, un nombre que, según se desprende del documento, era en realidad un alias de Santos Trafficant, a su vez el apodo del italiano Filippo Sacco, según una nota del diario The Washington Post que revelaba el caso en 1971.

Los encargados en la CIA de llevar adelante el plan del asesinato sospechaban que Roselli tenía que ver con la "Cosa Nostra", información que se confirmó cuando una publicación de la época lo identificó como Santos Trafficant, jefe de operaciones cubanas de la mafia.

Roselli fue el primer contacto de los efectivos de la CIA, y quien presentó al segundo hombre para la misión: conocido como Sam Gold, resultó ser, según sabría luego la agencia de inteligencia tras ver fotos de ambos hombres en una revista, Momo Salvatore Giancana, jefe de la mafia en Chicago y "sucesor de Al Capone".

Según los documentos, que forman parte de más de 700 folios desclasificados este martes, la CIA esperaba poder utilizar en su provecho el interés de la mafia por sus propias operaciones en Cuba. "El blanco de la misión era Fidel Castro", detalla el reporte.

A los ejecutores del plan se les haría creer que los promotores de la iniciativa eran empresas perjudicadas por las políticas de Castro que querían eliminarlo, y se les dejaría claro que "el gobierno de Estados Unidos no estaba, y no debería estar, enterado de esta operación".

El arma elegida, sugerida por Sam Gold fueron pastillas envenenadas. Las píldoras, fabricadas expresamente, fueron enviadas a quien sería en definitiva el encargado de matar a Castro, el oficial Juan Orta, quien, señala el texto, "había estado recibiendo pagos" a escondidas de parte de "intereses de juegos" de azar y estaba en mala situación financiera.

"Joe (Roselli) entregó las píldoras a Orta. Luego de varias semanas de intentos", el hombre pidió ser retirado de la operación, pero "sugirió a otro candidato que también hizo varios intentos sin éxito".

Según el texto, uno de los principales miembros de la Junta Cubana en el exilio, el doctor Anthony Verona, se ofreció luego a "manejar la misión con sus propios recursos".

De acuerdo con los archivos, "el potencial del doctor Verona nunca fue totalmente explotado, ya que el proyecto fue cancelado poco después del episodio de Bahía de Cochinos", cuando tropas cubanas derrotaron a efectivos armados y entrenados por la CIA, que desembarcaron en la Isla el 17 de abril de 1961 y resultaron vencidos tras 72 horas de fuertes combates.

"Verona fue informado de que la oferta fue retirada, y las píldoras fueron encontradas", señala la CIA.

El plan había fracasado. Ni Johnny Roselli ni Sam Gold pidieron dinero por haber participado del plan para matar a Castro, indican los archivos. "Ninguno de estos individuos recibió pagos con fondos de la Agencia" Central de Inteligencia (CIA), añaden.

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Tomado de El Tono de la Voz, de Jorge Ferrer

Las noticias, con esa tiranía de la atención que les es propia, han arrastrado al lector cubano a bucear en las Family Jewels desclasificadas ayer por la CIA. (Buceo incómodo, por cierto.)

Allí, pelos, señales y precio: 150.000 dólares por la cabeza de Castro I, que entonces era el Dr. Fidel Castro. Por la mitad de esa suma en CUC, hoy le administrarían pastillas al Comité Central en pleno.

Nunca me han interesado demasiado esas historias gangsteriles. Como apenas me entretiene la llamada If-History, salvo en su expresión literaria. Nabokov en Ada o el ardor; Philip Roth en La conjura contra América.

¿Que qué habría sido de Cuba si el Dr. Castro se hubiera tomado la dichosa pastilla? ¡Vaya usted a saber! Las cosas podrían haber ido a mejor, pero también a peor. Hoy podríamos ser una Corea del Norte o un Puerto Rico. Haití o, con suerte, Chile. Podríamos haber padecido otra dictadura. O un par o tres distintas. Pero que nadie se imagine ni por un instante que la Tacita de Oro que se evoca con desmemoriada nostalgia habría sido algo más que un inodoro de loza.

Mucho, muchísimo más que los documentos que atañen a Cuba directamente, me desvelaron anoche los Caesar-Polo-Esau Papers. Once mil páginas que recogen la información que procesaban expertos contratados por la CIA acerca de la URSS y China, fundamentalmente. Ésos son los que interesan de veras a quien se pregunte por la relación entre las democracias y el totalitarismo, una cuestión moral del siglo XX que continúa marcando el XXI.

Entre esos papers un magnífico informe titulado “El escritor soviético y la política cultural soviética”. Un ensayo que supera en exhaustividad, concisión y estilo a casi todo lo que haya producido la literatura académica sobre el deshielo que siguió a la muerte de Stalin y al posterior proceso de corrección de la apertura cultural. Lástima que no le encargaran a su redactor llevarle las pastillas al Dr. Castro.

Hay más, mucho más. Pero también mucho trabajo sobre mi mesa. Volveré, seguramente, a esos informes.
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The CIA's Family Jewels - VOA Story