viernes, octubre 05, 2007

LA HISTORIA BUFA

La historia bufa


Por Andrés Reynaldo

La gran obra teatral del castrismo tendría que ser en tono de picaresca. En el curso de casi todos nuestros dolores se produce una inflexión hacia lo bufo que, por usar una metáfora láctea, corta la leche de la tragedia.

El arte suele recordar lo que olvida la historia. Probablemente, mis nietos vean las desternillantes puestas en escena de Fidel Castro tratando de concebir al Hombre Nuevo y al Bombillo Perfecto. En Miami, por supuesto, también hay tela para cortar a derecha e izquierda. Desde las expediciones libertarias que zozobran en la Bahía de Biscayne hasta las angustias de algunos por mediar, en nombre de la imparcialidad, a favor de todo lo que huela a la dictadura.

Un capítulo de exquisita veta se gesta en nuestras narices. La batalla legal por la custodia de la niña cubana reúne en providencial síntesis todos los tics, guiños y saltos mortales en el trapecio de la razón de un sector cubanoamericano que se regodea en echarle en cara al exilio los defectos que le pasa por alto a La Habana. Esta jauría dialéctica la ha emprendido contra Joe y María Cubas, quienes adoptan temporalmente a la pequeña. La prensa ha ventilado hasta la saciedad los conflictos de Joe como agente deportivo, sus raíces familiares, su adolescencia, el monto de sus comisiones. Bueno, que viva la libertad de prensa.

Este encomiable celo informativo, sin embargo, no tiene una contrapartida (un balance, digamos) con el bando opuesto. ¿Qué sabemos realmente de Rafael Izquierdo? ¿Tiene antecedentes penales por delitos comunes? ¿Qué piensan de él sus vecinos y sus anteriores parejas? ¿Cuál ha sido su perfil laboral? ¿Mantiene contactos con la Seguridad del Estado? ¿Cómo este señor del remoto Cabaiguán establece una relación con sus abogados? ¿Qué motiva a sus abogados para defenderlo pro bono? ¿Cuáles son los lazos de sus abogados con la dictadura? ¿A quiénes han movilizado sus abogados para que le presten ayuda y por qué estas almas caritativas se la han prestado? ¿Por qué el gobierno le deja salir con su familia: privilegio excepcional incluso entre la clase dirigente? ¿Cómo consigue alojamiento? ¿Quién paga por su dieta?

Solamente en gastos de viaje, Izquierdo derrocha una fortuna en términos cubanos. Veamos. El pasaje de ida y vuelta cuesta alrededor de 400 Pesos Convertibles Cubanos (CUC), aunque puede aumentar según diversas circunstancias. Permiso de salida: 150 CUC. Pasaporte: 55 CUC. (Por cada dólar estadounidense se reciben unos 80 centavos en CUC). Permiso de prórroga una vez que llega a Estados Unidos, en dólares: $150 mensuales, con $45 extra por el trámite inicial. (A los que no están al tanto: a fin de poder regresar a la isla cada visitante debe pagar el permiso de prórroga, un requisito sin parangón en el mundo). Además, el pasaje de ida y vuelta vence al mes de estadía en este país, obligando al visitante a comprar otro pasaje de ida y vuelta tan sólo para el regreso. Ahora, multipliquemos, considerando que Izquierdo ha tenido la insólita suerte de viajar con su esposa y su hija. ¿O es que a Izquierdo no se le ha castigado con semejante desembolso como al resto de nuestros parientes que vienen de Cuba?

Discrepo de quienes piensan que este caso no es político. Las circunstancias de las relaciones familiares en ambas orillas del Estrecho de la Florida están contaminadas por la perversa lógica de la dictadura. En ese siniestro panorama, sinceramente, no veo por dónde culpar al exilio. En otro contexto, este caso transcurriría con aburrida normalidad. Para empezar, se hubiera podido explorar la trayectoria de Izquierdo con la colaboración de las autoridades cubanas, lo cual no ha sido posible, precisamente, por razones políticas. Y en lo cual, precisamente, reside un peligro para la niña.

En honor a las leyes del sainete, Magda Montiel se ha llevado la palma. Acúsenla de falsificar una carta o de conminar a la niña para que diga que quiere regresar a Cuba, Montiel repite una rutina de boca abierta y ojos en blanco, no exenta de erotismo, cuya picante factura se remonta a Mary Pickford, heroína por antonomasia de las películas silentes.

Como Pickford, quizás, a Montiel no le importa mucho qué papel le toca siempre que salga en cámara. Recordemos el video donde le agradece a Fidel, en el Palacio de la Revolución, todo lo que ha hecho por el bien del pueblo cubano. (¡Chúpate esa, Rafael!) Su esposo Ira Kurzban, físicamente tan distante del apuesto Douglas Fairbanks, se le acerca no obstante en su magnífica reinterpretación de El Zorro, con una provocadora distorsión postmodernista: aquí el campeón trabaja para los malos. De cualquier modo, un día caerá la máscara. Puede que para entonces ustedes ya se hayan olvidado del caso. Puede que yo también. Pero en la primera fila de nuestro sórdido teatro nacional todavía habrá una niña con los brazos cruzados.