sábado, octubre 06, 2007

MILOSEVIC Y LOS PINOCHET

Tomado de Con Lupa


Milosevic y los Pinochet

Por Michel Suárez

Fidel Castro gasta tinta recordando sus relaciones afectivas y políticas con uno de los mayores criminales de la Europa contemporánea.

La saga de "artículos" extemporáneos sobre su correspondencia con Slobodan Milosevic le convierte —pruebas documentales de por medio, aportadas por él mismo— en cómplice del régimen de terror instaurado en la antigua Yugoslavia.

Milosevic se convirtió en 2002 en el primer ex jefe de Estado en ser juzgado por la justicia internacional. Enfrentó 66 cargos por genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Convertirse en defensor de un personaje como este, es la mejor despedida del mundo que puede regalarnos Fidel Castro, con perdón de las víctimas del serbio. El comandante no tendrá que esforzarse mucho para que se le entienda por estos lares. La crisis de los Balcanes —avalada por la comunidad internacional— dista mucho de la guerra de Irak y eso la mayoría civilizada lo comprende, más allá de los excesos y errores puntuales cometidos.

Démosle ánimo a Fidel. A ver si el comandante se anima y publica en Granma sus comunicaciones con el resto de la fauna mundial con la que ha tenido relaciones íntimas. Esto ayudaría a muchos a conocerle mejor. De momento, va bien. No hace falta preguntárselo a Camilo.

Mientras tanto, vemos cómo la justicia chilena reacciona y manda al calabozo a la familia de Augusto Pinochet por presunta corrupción. Han pasado 17 años desde la salida del poder del dictador y menos de uno de su muerte. Aparejado a su imparable crecimiento como país, Chile se sacude el polvo y comienza a pasar factura. Ahora quiere cuentas claras. El viejo dinosaurio logró escaparse, pero la suerte no parece ser igual para su entorno, que todavía reivindica el pinochetismo.

Una operación de este tipo era impensable recién terminada la dictadura. Patricio Aylwin —como Alfonsín, en su momento, en Argentina— entendió que para sacar adelante el proyecto había que mirar para otro lado, literalmente, y olvidar los agravios, que no eran pocos.

Finalmente, ambos casos ponen sobre la mesa la visión de que transición y amnistía van estrechamente aparejadas, pero también que la justicia tiene un impresionante sentido de la oportunidad, y siempre —tarde o temprano— toca a las puertas de cada deudor.
Publicado en: Con lupa.