sábado, marzo 22, 2008

MOJONEROS

Mojoneros

Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Esos pobres muchachos conocidos aquí por el nombre de Trabajadores Sociales, nos hacen recordar con frecuencia a los peces mojoneros.

Hay entre las turbias aguas de la bahía de La Habana unos peces de tamaño breve y color verde azulado oscuro (tal vez sean sábalos), a los que llamamos peces mojoneros debido a la forma poco corriente que han escogido para sobrevivir: se alimentan de excremento humano, justo del que les proporcionan los barcos que están en puerto. Así que tienen bien cronometrado el itinerario de la lancha que se dedica a transportar mar afuera su preciado sustento, y la siguen en manadas durante todo el recorrido, regalando un espectáculo que alinea entre las pocas conquistas de los habaneros de a pie, en tanto atracción barata y permanente.

Y ahora, además, tenemos a los Trabajadores Sociales, que no nos divierten sino más bien nos dan lástima, aunque no por ello dejan de recordarnos a esos peces, especialmente por su empeño en marchar en bandadas detrás del santo condumio, que suele ser producto de ocupaciones afines con la de los mojoneros.

Por ejemplo, entre las tareas de las que han estado ocupándose últimamente algunos de ellos sobresale el apoyo a las fuerzas policiales destinadas a vigilar, perseguir, desmantelar antenas que sirven a la gente para sobrellevar el bulto mirando telenovelas y humoradas de la televisión de Miami.

Otras veces los destinan a la vigilancia y arreo de los que son llevados a eso que llaman concentraciones populares. Los utilizan como tropas de choque en operaciones contra la corrupción administrativa, pero sólo al nivel de base, porque más alto no se les permite llegar: cada oveja con su pareja. Ahora mismo más de 600 de estos muchachos están encargados de velar a los pasajeros del transporte público para que no escriban letreros en los ómnibus, ni maltraten los asientos ni les caigan a machetazos a los conductores.

Tambi1én nuestros llamados Trabajadores Sociales suelen ser utilizados en tareas más nobles aunque igual de inútiles, como las de cazar mosquitos dentro de los búcaros de cada casa de vecino, o la de sustituir luminarias, mecánicas se entiende, ya que para las otras no hay sustitutos, por más que continúan sin iluminar.

En fin, que estamos asistiendo a una nueva revolución dentro de la revolución. En este caso lo que se revoluciona (entiéndase lo que se joroba) es la esencia misma del trabajo social, beneficioso y saludable donde los hubiera, vaya usted a saber dónde, porque lo que es entre nosotros ni social ni trabajo.

Les han hecho creer que los prepararon para una ocupación socialmente útil, formadora, cuando lo cierto es que no están capacitados más que para servir de utileros a la política del régimen, sin descontar incluso su burdo sistema represivo.

Son jóvenes, muchos no pasan de ser adolescentes, con muy escasa instrucción. Son instrumentos y víctimas. Aunque por eso mismo también son un poco lo que creen ser, aquello que les han metido dentro de la chirimoya.

Se trata, una vez más, de la precaria masa amoldada, aislada, atomizada a pedir de boca por el amo totalitario, sin más virtud que su fragilidad y -¿por qué no?- su inocencia, y sin otro horizonte social que sobrepase el disparate con que apellidan su oficio de trabajadores responsabilizados con mantener bajo control las deyecciones de este barco al garete.