¿ CUMPLEAÑOS O ANIVERSARIO ?
No se que le habrán contado a Yoanis, pero la sovietización no fue la borró la espontaneidad en el pueblo y en la mayoría de los dirigentes castristas, fue el miedo a hacer algo que no le gustara al Único Mandamás y las graves consecuencias que eso conllevaba. Purgas, doble moral y delación las hubo aún desde los tiempos de la lucha contra Batista, René Ramos Latour fue una de las víctimas, y se institucionalizó desde el mismo 1 de enero de 1959. Los rosarios y escapularios habían sido proscritos desde 1960 y desde la Sierra Maestra ya la prepotencia y la adicción al Poder se habían hecho presente en esos demagogos ¨ revolucionarios ¨que decían una cosa y hacían otra en cuanto al poder político y muchas cosas más.
Comenzemos otro ciclo, pero no de revoluciones sino de evolución y transformación social donde el discernimiento y la madurez de una sociedad estén presentes y guiados por las enseñanzas de este medio siglo del período más largo y más negro que ha tenido nuestra Patria en su historia política. El ¨revolucionarismo ¨, los Mesias políticos y el pecado de omisión política deben quedar desterrados de nuestra práctica social.
¿Cumpleaños o aniversario?
Escrito por: Yoani Sanchez en Generación Y , Diciembre,13,2008
Mientras se preparan extensos dossiers sobre los cincuenta años de la Revolución Cubana, pocos se preguntan si lo celebrado es el cumpleaños de una criatura viva o sólo el aniversario de algo que ocurrió. Las revoluciones no duran medio siglo, les advierto a los que me preguntan. Terminan por devorarse a sí mismas y excretarse en autoritarismo, control e inmovilidad. Expiran siempre que intentan hacerse eternas. Fallecen por querer mantenerse sin cambiar.
Lo que comenzó aquel primero de enero lleva –según muchos– varios años bajo tierra. La discusión parece estar alrededor de la fecha en que ocurrió el funeral. Para Reinaldo, murió aquel agosto de 1968 cuando nuestro barbado líder aplaudió la entrada de los tanques a Praga. Mi madre vio agonizar la Revolución mientras dictaban la sentencia de muerte al general Arnaldo Ochoa. Marzo del 2003, con sus detenciones y juicios sumarios, fue el estertor final que escucharon algunos empecinados que la creían viva aún.
Yo la conocí cadáver, se los digo. Aquel año 1975 en el que nací, la sovietización había borrado toda la espontaneidad y nada quedaba de la rebeldía que evocaban los mayores. No había ya pelos largos ni euforia popular, sino purgas, doble moral y delación. Los escapularios con los que habían bajado de la montaña estaban ya proscritos y aquellos soldados de la Sierra Maestra, se habían vuelto adictos al poder.
El resto ha sido el prolongado velatorio de lo que pudo ser, los cirios encendidos de una ilusión que arrastró a tantos. Este enero la difunta cumple un nuevo aniversario, habrá flores, vivas y canciones, pero nada logrará sacarla del panteón, hacerla volver a la vida. Déjenla descansar en paz y comencemos pronto un nuevo ciclo: más breve, menos altisonante, más libre.
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