viernes, mayo 15, 2009

ULTRAJE A LA MEMORIA DE NUESTRO APÓSTOL

Nota del Blogguista:


Según me han contado gente de la época, cercanos a Fidel Castro, éste fraguó el escándalo del marinero norteamericano borracho encima de la estatua de José Martí, al emborrachar a los marineros norteamericanos y en complicidad con un fotógrafo, tirar las escandalosas fotos y dar así un ¨palo periodístico ¨. Los historiadores quizás algún día investigarán la verdad.
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ULTRAJE A LA MEMORIA DE NUESTRO APÓSTOL

Por Oscar Mario González


Marianao, La Habana, mayo 14 de 2009 (SDP) En los últimos años se observa un deterioro sistemático del cuidado y respeto a la memoria de José Martí, mediante el ultraje al monumento del Parque Central capitalino erigido en su honor y que para muchos, representa la estatua mejor lograda entre las muchas alegóricas a su memoria.

El hecho no fue denunciado por ningún exiliado cubano de Miami o de algún otro rincón del mundo, así como tampoco por la prensa independiente cubana. La denuncia partió del rotativo oficialista Granma a través de supuestos lectores del diario y de algún que otro periodista del régimen en un acto de dudosa iniciativa personal.

El lector denunciante expresa en su misiva que “el área del monumento a nuestro Apóstol ya se usa como asiento para beber, fumar, descargar e incluso para manifestaciones de cariño”. Y sigue la misiva: “Los canteros que nos recuerdan las tumbas de los 8 estudiantes de medicina vilmente asesinados por la corona española, sirven de asiento a los que pacientemente esperan la llegada de los ómnibus que tienen su parada en el lugar”.

Un periodista se pregunta en un artículo publicado el día 14 de abril en el mismo diario Granma: “¿Saben acaso esos turistas que Martí es uno de nuestros símbolos más entrañables?” Y afirma a continuación: “Tan culpables son los comisores de estos actos de barbarie como el entorno que los favorece. Todo cubano o cubana que advierta una trasgresión como la que aquí documentamos gráficamente no puede permanecer impasible. Es una cuestión de honor”.

El 11 de marzo de l949, durante la presidencia de Carlos Prío y en un clima de total libertad, el ultraje a la estatua de Martí por dos marines norteamericanos endrogados levantó un revuelo de protestas y disturbios que puso en riesgo la estabilidad pública. Hasta el embajador norteamericano de entonces se vió forzado a participar de los actos de desagravio. La propaganda totalitaria antinorteamericana le ha sacado mucha, pero mucha “lasca” al asunto.

Sesenta años, después la realidad nacional es otra. Unido a la pérdida de valores éticos y cívicos, al abuso que de los símbolos patrios ha hecho la propaganda totalitaria politizándolos a su favor y al carácter intocable de que gozan los extranjeros, el cubano, decididamente, no quiere meterse en problemas.

Ya tiene bastante fastidieta con la búsqueda incesante de los frijoles para echar a andar los calderos. El horno no está para galleticas y los tiempos sólo aconsejan un repliegue al simulacro y a la doble moral de modo que el núcleo de familia, cual nave en tiempo tormentoso, pueda capear el temporal y llegar a puerto seguro.

El hombre de abajo, ese que conforma la inmensa mayoría del pueblo cubano, piensa que la política no es cosa suya y que para arreglar al país están el gobierno, los americanos y los disidentes. O todos ellos juntos. Que lo suyo son los frijoles de los muchachos y el par de zapatos para que vayan a la escuela. Su actitud al respecto bien pudiera resumirla aquella cuarteta de los peores tiempos de la república: Yo no tumbo caña/ porque tiene cogollo/ que la tumbe el viento/con su movimiento.
osmariogon@yahoo.es























2 Comments:

At 5:49 a. m., Anonymous Anónimo said...

Increible!Que mentes tan retorcidas.

 
At 12:31 p. m., Anonymous Jorge A. Pomar said...

Lleva razón Oscar Mario. Sin embargo, el uso mismo del epíteto bíblico "apóstol" --popularizado por el liberal Jorge Mañach en su célebre biografía-- había contribuido a encender entre el estudiantado y las masas populares el fanatismo religioso que garantizaba de antemano el alboroto provocado por la patraña mediática de Fidel y la nutrida pléyade de intelectuales estalinistas del antiguo Partido Socialista Popular.

El éxito del imaginario castrista remite tanto al propio Martí en vida, hijo de españoles empeñado en construir a fuerza de pluma su propia imagen de Moisés antiimperialista de cara al futuro, como al delirante culto a su persona instrumentado tardíamente en la Isla desde los años 20-30 por el revanchismo español, el nacionalismo burgués de las elites criollas y la demagogia izquierdista de los Mella, Villena, Guiteras, etcétera.

En síntesis, hay que apear al lúgubre, romántico e intransigente José Martí de ese escolástico pedestal sacro inculcado, tanto en la Isla como en La Florida, a los escolares cubanos desde el jardín de la infancia hasta la universidad.

Lo cual en modo alguno equivale a restarle sus indudables méritos patrióticos, didácticos o literarios. Antes al contrario: le estaríamos devolviendo su compleja estatura humana. Y sobre todo, salvándolo de manipulaciones actuales y futuras, siempre ruinosas para la cubanidad de a pie.

Por otra parte, poniéndolo en su justo lugar en los textos escolares e historiográficos, quedaría más espacio hagiográfico disponible para resaltar vida y obra de un sinfín de personajes ilustres injustamente echados al olvido bajo la gigantesca sombra de la absorbente idolatría martiana.

Según como se les mire, pueden ser de menor talla romántico-heroica y, desde luego, nada mesiánicos. Por esa misma razón, son portadores de enfoques menos librescos y más pragmáticos. Por ende, más a tono con nuestra prosaica ideosincrasia, con la modernidad, sus legados serían el antídoto idóneo contra los delirios patrioteros del castrismo terminal.

Saludos,

El Abicú

 

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