Nota del Blogguista:
Según me han contado gente de la época, cercanos a Fidel Castro, éste fraguó el escándalo del marinero norteamericano borracho encima de la estatua de José Martí, al emborrachar a los marineros norteamericanos y en complicidad con un fotógrafo, tirar las escandalosas fotos y dar así un ¨palo periodístico ¨. Los historiadores quizás algún día investigarán la verdad.
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ULTRAJE A LA MEMORIA DE NUESTRO APÓSTOL
Por Oscar Mario González
Marianao, La Habana, mayo 14 de 2009 (SDP) En los últimos años se observa un deterioro sistemático del cuidado y respeto a la memoria de José Martí, mediante el ultraje al monumento del Parque Central capitalino erigido en su honor y que para muchos, representa la estatua mejor lograda entre las muchas alegóricas a su memoria.
El hecho no fue denunciado por ningún exiliado cubano de Miami o de algún otro rincón del mundo, así como tampoco por la prensa independiente cubana. La denuncia partió del rotativo oficialista Granma a través de supuestos lectores del diario y de algún que otro periodista del régimen en un acto de dudosa iniciativa personal.
El lector denunciante expresa en su misiva que “el área del monumento a nuestro Apóstol ya se usa como asiento para beber, fumar, descargar e incluso para manifestaciones de cariño”. Y sigue la misiva: “Los canteros que nos recuerdan las tumbas de los 8 estudiantes de medicina vilmente asesinados por la corona española, sirven de asiento a los que pacientemente esperan la llegada de los ómnibus que tienen su parada en el lugar”.
Un periodista se pregunta en un artículo publicado el día 14 de abril en el mismo diario Granma: “¿Saben acaso esos turistas que Martí es uno de nuestros símbolos más
entrañables?” Y afirma a continuación: “Tan culpables son los comisores de estos actos de barbarie como el entorno que los favorece. Todo cubano o cubana que advierta una trasgresión como la que aquí documentamos gráficamente no puede permanecer impasible. Es una cuestión de honor”.
El 11 de marzo de l949, durante la presidencia de Carlos Prío y en un clima de total libertad, el ultraje a la estatua de Martí por dos marines norteamericanos endrogados levantó un revuelo de protestas y disturbios que puso en riesgo la estabilidad pública. Hasta el embajador norteamericano de entonces se vió forzado a participar de los actos de desagravio. La propaganda totalitaria antinorteamericana le ha sacado mucha, pero mucha “lasca” al asunto.
Sesenta años, después la realidad nacional es otra. Unido a la pérdida de valores éticos y cívicos, al abuso que de los símbolos patrios ha hecho la propaganda totalitaria politizándolos a su favor y al carácter intocable de que gozan los extranjeros, el cubano, decididamente, no quiere meterse en problemas.
Ya tiene bastante fastidieta con la búsqueda incesante de los frijoles para echar a andar los calderos. El horno no está para galleticas y los tiempos sólo aconsejan un repliegue al simulacro y a la doble moral de modo que el núcleo de familia, cual nave en tiempo tormentoso, pueda capear el temporal y llegar a puerto seguro.
El hombre de abajo, ese que conforma la inmensa mayoría del pueblo cubano, piensa que la política no es cosa suya y que para arreglar al país están el gobierno, los americanos y los disidentes. O todos ellos juntos. Que lo suyo son los frijoles de los muchachos y el par de zapatos para que vayan a la escuela. Su actitud al respecto bien pudiera resumirla aquella cuarteta de los peores tiempos de la república: Yo no tumbo caña/ porque tiene cogollo/ que la tumbe el viento/con su movimiento.
osmariogon@yahoo.es
Publicado por APLP
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Tomado de http://www.cubaenlace.com
La verdadera historia del 11 de marzo de 1949
El 11 de marzo de 1949
El siguiente relato es la mejor prueba de como venían trabajando desde hace años los comunistas para instilar odio en el pueblo cubano hacia los Estados Unidos de Norteamérica, usando todos las triquiñuelas en las que la historia y los hechos han demostrado que son expertos: "maestros del engaño", como los calificara el Ex Director del FBI Edgar Hoover.
Corría el año 1949 y el comunismo cubano estaba de capa caída, después que el actual presidente de la República, Carlos Prío Socarrás, siendo Ministro de Trabajo del Gobierno de Grau San Martín, los había desalojado de la CTC y privado de las sinecuras de que los había dotado Fulgencio Batista. El PSP (Partido Socialista Popular) nombre usado por los comunistas cubanos estaba en franca decadencia y desprestigiado, pero sus compañeros de viaje y militantes secretos enquistados en otros partidos hacían lo imposible para revitalizar la idea y seguir con la siembra de odio hacia el capitalismo y al estado capitalista por excelencia de la época: Los USA.
La ocasión propicia se les presentó: A principio de marzo de 1949, habian arribado al puerto de La Habana los barreminas Rodman, Hobson y Jeffers; el portaaviones Palau y el remolcador Papago, pertenecientes a la Marina de los Estados Unidos, y sus tripulantes marineros, del Navy (no infantes de Marina como se ha afirmado) comenzaron a frecuentar los bares cercanos al puerto.
La idea parece habérsele ocurrido a Alfredo Guevara, que se la transmitió a Baudilio "Bilito" Castellanos, aunque puede haber sido ideada por alguien de la agiprop del PSP, quien inmediatamente fue a ver a Fidel Castro, que formaba junto con los otros dos un trio inseparable en la Universidad de La Habana.
La idea consistía en conseguir a varios marineros norteamericanos, emborracharlos y llevarlos para que se subieran en la estatua de José Martí y desecraran el monumento al Apóstol para crear un ambiente contrario a USA. Fidel inmediatamente consiguió a un fotógrafo callejero de apellido Chaviano y lo tuvo a la espera desde el día 10, logrando su objetivo en la noche del 11 de marzo.
Esa noche varios trabajadores de los muelles pertenecientes a la comisión Obrera del PSP, pagados por Bilito Castellanos, intimaron con los marineros norteamericanos y los llevaron a un tour por distintos bares de la capital, emborrachándolos y conduciéndolos ya completamente ebrios al Paseo del Prado. Tres tripulantes del "Rodman", ya completamente ebrios: el sargento Herbert Dave White y los marineros George Jacob Wagner y Richard Choingsby, fueron retados a subirse sobre la estatua. Era tal el grado de embriaguez de los marineros, que solo uno, Choingsby logró encaramarse sobre los hombros de la estatua. Sus dos compañeros, al verlo en la cima, instigados por los militantes comunistas, lo ovacionaron como a un héroe.
Y en esos momentos Fidel y Alfredo Guevara ordenaron al fotógrafo Chaviano que tomara la foto, que indignó a Cuba entera la próxima mañana cuando apareció en el periódico Alerta, adonde la llevó el propio Fidel Castro.
Sabemos con toda seguridad, que ocurrió una discusión entre Alfredo Guevara y Fidel Castro, cuando el primero quería que la foto o las fotos, fueran dadas como primicia al periódico "HOY", órgano de los comunistas cubanos, pero Fidel, con muy buen tacto argumentó que mejor era que lo publicara un órgano ajeno a los comunistas para no levantar sospechas. Bilito le dió la razón a Fidel, y por esa razón las fotos se les dieron como una primicia a Alerta.
A la mañana siguiente fue este mismo trio (Alfredo Guevara, Bilito Castellanos y Fidel Castro) el que desde la Facultad de Derecho lograran que la FEU iniciara la protesta que causara los disturbios en protesta por "la afrenta y la ofensa hecha a la estatua del apostol Martí por los marines yanquis".
Esa es la verdadera historia de la afrenta de los marineros norteamericanos a la estatua de nuestro Apóstol, en la noche del 11 de marzo de 1949.
2 Comments:
Increible!Que mentes tan retorcidas.
Lleva razón Oscar Mario. Sin embargo, el uso mismo del epíteto bíblico "apóstol" --popularizado por el liberal Jorge Mañach en su célebre biografía-- había contribuido a encender entre el estudiantado y las masas populares el fanatismo religioso que garantizaba de antemano el alboroto provocado por la patraña mediática de Fidel y la nutrida pléyade de intelectuales estalinistas del antiguo Partido Socialista Popular.
El éxito del imaginario castrista remite tanto al propio Martí en vida, hijo de españoles empeñado en construir a fuerza de pluma su propia imagen de Moisés antiimperialista de cara al futuro, como al delirante culto a su persona instrumentado tardíamente en la Isla desde los años 20-30 por el revanchismo español, el nacionalismo burgués de las elites criollas y la demagogia izquierdista de los Mella, Villena, Guiteras, etcétera.
En síntesis, hay que apear al lúgubre, romántico e intransigente José Martí de ese escolástico pedestal sacro inculcado, tanto en la Isla como en La Florida, a los escolares cubanos desde el jardín de la infancia hasta la universidad.
Lo cual en modo alguno equivale a restarle sus indudables méritos patrióticos, didácticos o literarios. Antes al contrario: le estaríamos devolviendo su compleja estatura humana. Y sobre todo, salvándolo de manipulaciones actuales y futuras, siempre ruinosas para la cubanidad de a pie.
Por otra parte, poniéndolo en su justo lugar en los textos escolares e historiográficos, quedaría más espacio hagiográfico disponible para resaltar vida y obra de un sinfín de personajes ilustres injustamente echados al olvido bajo la gigantesca sombra de la absorbente idolatría martiana.
Según como se les mire, pueden ser de menor talla romántico-heroica y, desde luego, nada mesiánicos. Por esa misma razón, son portadores de enfoques menos librescos y más pragmáticos. Por ende, más a tono con nuestra prosaica ideosincrasia, con la modernidad, sus legados serían el antídoto idóneo contra los delirios patrioteros del castrismo terminal.
Saludos,
El Abicú
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