sábado, octubre 24, 2009

CUBA: LA HISTORIA DEL BLOQUEO

LA HISTORIA DEL BLOQUEO



Por Rogelio Fabio Hurtado
Periodista independiente
primaveradigital@gmail.com



Marianao, La Habana, 22 de octubre de 2009, (PD) Al principio el llamado Bloqueo nos importó poco: tanto el Líder como sus seguidores dimos por sentado que la nueva alianza con el Bloque socialista encabezado por la gran Unión Soviética lo resolvería todo, pues en unos pocos años no tendríamos necesidad ni de un tornillo made in USA.

Fue esa nuestra mayor ilusión. Mientras, ¡Comeríamos malanga con dignidad! Luego de la Crisis de Octubre, ya nos habíamos percatado de que suplantar a los Estados Unidos en la vida cubana no era nada sencillo, incluso no nos faltaban los primeros desengaños con los “hermanos países”, alguno de los cuales se había aprovechado de nuestra ingenuidad para cargar con viejas pero excelentes maquinarias yankees a cambio de sus aún más vetustos cacharros – como me contó una mañana en el Puerto Pesquero de La Habana un ex lugarteniente del Che Guevara.

Comenzó una etapa caracterizada por romper o burlar el Bloqueo. Se instaba al obrero y al técnico a “construir su maquinaria”, a la vez que se volvía al azúcar como renglón vertebral de la economía. En aquella primera década, aún muchas actividades conservaban el ritmo habitual y la clase trabajadora era todavía la creada por el capitalismo, así que trabajaba con cierto rigor, Se mantenía frente al opresor poderoso una actitud de digna rivalidad y se les derrotaba sin falta en los topes beisboleros.

Frustrada pese al gran esfuerzo de la clase trabajadora, la Súper-Zafra del 70, hubo que entrar por el aro soviético e incluso le cambiamos los nombres a los ministerios obedeciendo a serviles traducciones del ruso, que invadió hasta la antaño rebelde Radio Rebelde. El máximo líder se vio forzado a leer sus discursos y a organizar, por fin, el primer congreso del Partido y someter a votación el proyecto de constitución socialista, que el viejo Blas estuvo empollando más de un quinquenio. Muchos creyeron terminado con esto el periodo de gobierno unipersonal mediante gigantescos planes anárquicos y le dieron una aprobación masiva. Sesionó por primera vez la Asamblea del Poder Popular, con sus respectivos órganos provinciales y municipales, pareció que efectivamente comenzaba a socializarse la administración. El Came y la hermana URSS se ocuparían de todo. Nadie, ni siquiera Desiderio Navarro se preocupaba de cómo se decía Bloqueo en lenguas eslavas. En 1974, a Plaza llena, el viejito Brezniev nos había asegurado que ya habíamos vencido.

Las pletóricas energías del Líder se encaminaron al continente africano, donde sus tropas encontraron espacio suficiente para desplegarse en vivo. El Imperio que vivía una época calamitosa, convaleciente de Vietnam y de Richard Nixon, promovió a Presidente a un bautista sureño, quien pareció dispuesto a modificar la rígida postura, pero puso como condición que se retirase el contingente de Angola, y eso fue pedirle demasiado al Líder, cuando estaba claro que el futuro pertenecía por entero al Socialismo y a la hermana Unión Soviética, así, no sólo dejamos pasar la oportunidad, sino que contribuimos, con el éxodo del Mariel, a que el buen manisero tuviese que cederle la Casa Blanca a Ronald Reagan y su nueva Derecha conservadora.

Mientras, fallecieron casi sucesivamente Brezniev y dos sustitutos, y se promovió a la cima a Gorbachov en lugar de a Romanov. Entonces sucedió lo no pensado, el Líder aprovechó para sacarse la camisa de fuerza institucional y lanzó una campaña en sentido contrario a la perestroika y desapareció del escenario al economista Humberto Pérez, artífice del programa del Cálculo Económico, para restablecer su propio poder. Todo aquello desembocó en la desaparición del llamado Campo Socialista, el futuro volvió a quedarse sin dueño.

Entonces, visto el caso de la permanencia del Capitalismo a contramano de las celebérrimas “Leyes de la Historia”, el Bloqueo volvió a la palestra convertido ahora en algo que el Gran Vecino debe abolir incondicionalmente, sin que la claque gobernante isleña modifique nada al interior de su dominio. Ahora, no hay contratiempo que no se le atribuya, y se le califica de unilateral y arbitrario. Aquí radica la contradicción que congela e inmoviliza todo. Se le exige al enemigo que tome una medida contraria a su condición, que equivaldría a una victoria para el régimen cubano. Dado que es imposible que el enemigo actúe como amigo para favorecernos, no pasa nada. Es evidente que el primer paso tiene que procurar la paz, restablecer la amistad y, sólo entonces, negociar con el amigo la revocación de su Embargo-Bloqueo, carente ya de sentido puesto que habrá terminado la guerra.